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La conflictiva convivencia de la Cancillería con Salas Kantor

La conflictiva convivencia de la Cancillería con Salas Kantor

Fuentes gubernamentales afirmaron que, desde el ajuste ministerial, entre los funcionarios que formaron parte del círculo de Ampuero existe la sensación y convencimiento de que el escritor pagó los costos del mal manejo de las relaciones internacionales este año y medio, lo que en la práctica no fue su responsabilidad sino de Salas Kantor. El nuevo canciller aún no ha mostrado las cartas de cómo llevará su relación con el segundo piso de La Moneda, ni tampoco la forma en que resolverá la conflictiva relación del Minrel con el abogado de la PUC y asesor de Larroulet, una que incomoda y saca ronchas en el ministerio. El cómo resuelva esa ecuación, a Ribera le servirá para dar señales del control real de la cartera, algo que los funcionarios de carrera están esperando hace rato.


Durante toda la gestión de Roberto Ampuero en el Ministerio de Relaciones Exteriores fue un secreto a voces, en el Gobierno y Chile Vamos, que las riendas de la Cancillería nunca las llevó el converso escritor, sino que se digitaban desde el segundo piso de La Moneda, especialmente desde las oficinas del jefe del segundo piso, Cristián Larroulet, y de uno de sus asesores más cercanos, Benjamín Salas Kantor, hijo de la ministra del Deporte, Pauline Kantor.

El problema es que mientras Ampuero fue canciller, ese diseño –contaron en el Gobierno– destruyó «la autoestima» de los funcionarios de RR.EE. ante la permanente intervención de Salas Kantor, quien terminó casi como una suerte de ministro en las sombras. Es que el joven abogado de la Universidad Católica y el Instituto Libertad y Desarrollo, cuna desde la cual el gremialismo replica huestes de profesionales, no solo es uno de los asesores de mayor confianza de Larroulet, sino que además es uno de los «regalones» del Presidente Sebastián Piñera.

De hecho, en la actual administración han reconocido que ambos son los responsables de decisiones poco acertadas, como la insistencia de privilegiar el tema de Venezuela, el errático viaje de Piñera a Cúcuta en febrero y la idea de poner la bandera chilena dentro de la de Estados Unidos y mostrarla como «gracia» en el marco de la bilateral del Mandatario con su par estadounidense, Donald Trump, en la Casa Blanca.

El Minrel fue una de las carteras que sufrió cambios con el ajuste de gabinete de la semana pasada, ya que el Primer Mandatario optó por poner al histórico RN Teodoro Ribera, una figura con conocimientos en materia internacional, con trayectoria política y cercanía con él. Fuentes gubernamentales afirmaron que, desde ese día, entre los funcionarios que formaron parte del círculo de Ampuero existe la sensación y convencimiento de que el escritor pagó los costos del mal manejo de las relaciones internacionales este año y medio, lo que en la práctica no fue su responsabilidad sino de Salas Kantor.

El nuevo canciller aún no ha mostrado las cartas de cómo llevará su relación con el segundo piso de La Moneda ni tampoco la forma en que resolverá la conflictiva relación del Minrel con Salas Kantor, la que incomoda y saca ronchas en el ministerio. El cómo resuelva esa ecuación, a Ribera le servirá para dar señales del control real de la cartera, algo que los funcionarios de carrera están esperando hace rato.

Dicen que esa es precisamente la pregunta que ronda por estos días en la Cancillería, si Ribera dará o no la pelea por devolver la normalidad al ministerio. Una cosa es clara: si él no lo hace, los funcionarios de carrera esta vez no se quedarán como espectadores y ello puede convertirse en un dolor de cabeza para el nuevo ministro y La Moneda.

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