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Universidad del Opus Dei da clases de ética a periodistas de La Tercera


Todo partió por culpa de un estudiante en práctica de LaTercera.com que en el verano pasado plagió varias notas periodísticas de otros medios y las subió al sitio web del periódico de propiedad de Álvaro Saieh. Fue tal la cantidad de notas “copy paste” publicadas en la versión online del diario para la elite de Copesa, que el equipo de Radio Bío-Bío Internet no halló mejor forma de resolver el problema que poner un aviso en su sitio web exponiendo los hechos crudamente: “Colegas de La Tercera online: por favor dejen de copiar nuestros textos y redacten sus propias noticias. Trabajar un poco nunca ha matado a nadie”.

El mensaje surtió efecto inmediato y trajo coletazos insospechados. Tras una serie de reuniones en las que el entonces editor asociado de la sección Negocios de La Tercera Marco Antonio González puso el grito en el cielo y planteó la necesidad urgente de mejorar los estándares éticos y periodísticos del medio, el novel periodista fue despedido. Pero las recomendaciones de González fueron desatendidas. Todavía no tenía poder suficiente.

Marco Antonio González fue fichado en septiembre de 2007 por Saieh para integrarse al diario que dirige Cristián Bofill, como “editor asociado”, una figura poco común en los medios chilenos, creada por Saieh un año después de que su diario se pusiera pantalones largos en la disputa con El Mercurio por la influencia sobre la elite. Algo que el propio Saieh expuso orgullosamente en una entrevista con The Clinic cuando le preguntaron por la píldora del día después y planteó sus diferencias con la línea conservadora del periódico de Agustín Edwards. “Nos remitimos a establecer y entregar todos los puntos de vista. Como es nuestra línea editorial”, dijo sin falsa modestia sobre la batalla informativa que dio como ganador a La Tercera y, evitando mencionar a Edwards, aprovechó de pegarle de pasada: “Nosotros no competimos con el director. No estamos en las páginas del diario, no recibimos embajadores, no aparecemos. El diario no es para uso personal”.

[cita]Empoderado en el cargo -que en algunos temas está por sobre el del director del diario Cristián Bofill-, González demandó que se creara un manual de estilo y la Universidad de los Andes diera clases de ética obligatorias para todos los periodistas del grupo Copesa.[/cita]

Poco a poco, lo anterior cambiaría. En la medida que el empresario se expandió a nuevos negocios, como el radial (Grupo Dial), el supermercadista (con Unimarc), el retail (con el 20% de Ripley), el inmobiliario (con la compra de seis Mall), el asegurador (ING seguros de vida) y el de telecomunicaciones (con el 20% de VTR y la reciente adquisición de Más Canal 22), su rostro ocuparía de manera frecuente las páginas de Negocios en sendas entrevistas “exclusivas” y las páginas de Sociales de su diario. Mientras, en el plano político valórico, fichaba profesionales emblemáticos del mundo conservador como Juan Ignacio Brito, académico de la Universidad Los Andes, cercano al Opus Dei,  como editor asociado de Opinión; Álvaro Donoso, talquino como Saieh, amigo del empresario y ex ministro de la dictadura, como editor asociado de Negocios; y Marco Antonio González, como editor asociado de La Tercera.

Saieh, quien hasta 2006 había podido apostarlo todo en términos mediáticos porque no tenía nada, ahora sentía el peso de insertarse en el establishment que hasta 1999 lo consideraba un outsider. Era hora de cambiar.

Abogado de la Universidad Católica, ex ayudante de cátedra del ideólogo de la UDI Jaime Guzmán, miembro del Opus Dei y profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Los Andes, Marco Antonio González fue reclutado por Saieh luego de que González, en su calidad de director de la Fundación Jaime Guzmán, se enfrentó en un extraño episodio con el empresario Juan Eduardo Ibáñez y debió dejar el cargo.

Pese a su vínculo con las alturas mercuriales –González fue muy cercano al anterior director responsable y actual asesor del diario de los Edwards, Juan Pablo Illanes, quien le ayudó a conseguir la beca Fullbright y lo incluyó en el ranking de los Cien Jóvenes Líderes de revista El Sábado-, el discípulo de Jaime Guzmán no tuvo inconvenientes con hacer la transición de Avenida Santa María a Vicuña Mackenna. Más aún cuando en marzo pasado el asesor de la Presidencia de Copesa Octavio Errázuriz dejó su puesto a raíz de un llamado del canciller Alfredo Moreno para ser embajador en Brasil y Marco Antonio González fue ascendido a secretario general de La Tercera, un grado que El Mercurio hasta hace un tiempo destinaba para el ex presidente de la Asociación Nacional de la Prensa Carlos Schaerer y que en el mundo empresarial sólo existe en la Papelera con Gonzalo García, mano derecha de Eliodoro Matte.

Empoderado en el cargo -que en algunos temas está por sobre el del director del diario Cristián Bofill-, González recordó cómo en febrero su propuesta de clases de ética para los periodistas de La Tercera había sido ninguneada y contraatacó.

[cita]Saieh, quien hasta 2006 había podido apostarlo todo en términos mediáticos porque no tenía nada, ahora sentía el peso de insertarse en el establishment que hasta 1999 lo consideraba un outsider. Era hora de cambiar.[/cita]

En una reunión a la que asistieron Bofill, la directora de la revista Paula Milena Vodanovic y directivos de otros medios de Copesa, González demandó que se creara un manual de estilo, que fue bien recibido, según fuentes del consorcio periodístico, y se dieran clases de ética, obligatorias para todos los periodistas del grupo Copesa. En la cita, el único que matizó la idea fue Bofill -responsable del éxito de La Tercera junto al gerente general de Copesa Max Sichel-. Bofill expuso que sería bueno estudiar si los periodistas interpretarían la medida como un cuestionamiento a su profesionalismo o no y dijo que la propuesta podría afectar la imagen del diario. Milena Vodanovic lo secundó. Ambos sugirieron cambiarle el nombre a las clases, que se rebautizaron como seminarios de excelencia periodística. González aceptó. El nombre daba lo mismo. Había ganado la partida y comprobado su nivel de poder.

Sea por un afán de transparencia o qué, González abrió una licitación para impartir las clases. Pero, cosa curiosa, convocó sólo dos de las 36 Escuelas de Periodismo de Chile: su alma máter, la UC, y la Universidad de Los Andes, donde hace clases. Ganó la casa de estudios del Opus Dei*.

A diferencia de El Mercurio, medio acostumbrado a traer a Chile a maestros de la Fundación de Nuevo Periodismo de García Márquez, como Julio Villanueva Chang, el afamado fundador y cronista de la revista de crónica peruana Etiqueta Negra, quien desde 2006 en adelante ha dictado varios talleres optativos de narrativa periodística para los reporteros del Decano, en el caso de Copesa las clases que se llevan a cabo desde algunas semanas son lideradas por María José Lecaros, supernumeraria del Opus Dei que ha dedicado la mayor parte de su vida al mundo académico.

Vicerrectora de la Universidad de los Andes, María José Lecaros es periodista y profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad cota mil, doctora en Comunicación Pública de la también Opus Universidad de Navarra, ex directora de Periodismo de la U. de los Andes y miembro del Consejo de Ética de los Medios. Junto a ella, todos los lunes y martes de 09 a 18 horas, el ex reportero de Canal 13 y catedrático de la misma casa de estudios Cristóbal Benavides, un abogado y un par de profesionales más, repasan casos de estudio de la prensa anglosajona, ven desafíos y dilemas éticos del reporteo, exponen ejemplos de la relación del periodista con el editor y explicitan la nueva línea de lo que debe ser el periodismo al servicio del bien común, una máxima de monseñor Escrivá de Balaguer, el creador de “La Obra”.

No hay nada de qué sorprenderse, sentencian en el diario. «El Opus ganó la batalla», dice un profesional del periódico que hasta hace un par de años se preciaba de ser diferente política y valóricamente a El Mercurio y que hoy se promueve como «Independiente del Poder».

*Al respecto, el profesor de la Escuela de Periodismo de la UC, Eduardo Arriagada, hizo llegar el siguiente comentario con posterioridad a la publicación de la nota: «Me informaron en Copesa que no hubo tal licitación, simplemente el área de Recursos Humanos de ese grupo contactó tanto a la Escuela de Derecho de la Universidad Católica como a la de Periodismo de la Universidad de Los Andes y optaron por esta última. Como encargado de las relaciones con medios de la Facultad de Comunicaciones de la UC a la que pertenece la Escuela de Periodismo de la UC puedo asegurar que no participamos en esto. En el pasado hemos hecho cursos tanto a periodistas de La Tercera como de El Mercurio, entre otros.»

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