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La Semana Política: la tensión ideológica por la jornada laboral de 40 horas que abre el debate sobre el valor del trabajo

En un nuevo capítulo de La Semana Política en El Mostrador, el director ejecutivo, Federico Joannon y el editor periodístico, Héctor Cossio, conversaron con la antropóloga de la Fundación Sol, Valentina Doniez, sobre la «discusión ideológica» que existe entre el proyecto de flexibilidad laboral del Gobierno y la iniciativa opositora que busca reducir la jornada a 40 horas. Dos propuestas «en tensión» que abren el debate sobre el valor del trabajo, considerando que más del 50% de los trabajadores y trabajadoras recibe menos de 400 mil pesos en promedio al mes.


El debate sobre la reducción de las horas laborales está candente y ha provocado una guerra de declaraciones cruzadas entre oficialismo y oposición, con dos proyectos enfrentados. Para abordar este tema, en un nuevo episodio de La Semana Política en El Mostrador, el director ejecutivo, Federico Joannon, y el editor periodístico, Héctor Cossio, hablaron con la antropóloga de la Fundación Sol, Valentina Doniez.

Al inicio de la conversación, Valentina Doniez sostuvo que con la puesta en debate de estos proyectos «volvemos a tratar el tema del trabajo desde una perspectiva más amplia».

«El Gobierno presentó su proyecto en mayo, ahora se está discutiendo una propuesta de la diputada Camila Vallejo, lo que vuelve a hacernos preguntar sobre el tiempo de trabajo, el tiempo de ocio y también el valor del trabajo, que creo que es fundamental, especialmente porque existe un muy bajo el valor del trabajo. El 50% gana cerca de 400 mil o menos en promedio y me parece que eso es un tema que debería hacernos reflexionar y que lamentablemente todavía no está muy instalado en el debate», explicó.

«Solamente se habla de rebajar o no horas y el aumento del costo laboral, pero no nos preguntamos sobre la brecha de inicio, o sea, el punto de partida que es el bajo valor del trabajo», agregó.

«Estamos partiendo por el lado cuando el tema central es la inequidad, los desequilibrios de ingresos y de calidad de vida de los trabajadores en Chile», complementó Federico Joannon.

«Dos proyectos en tensión»

Con respecto a la disputa entre el oficialismo y la oposición en torno a la reducción de horas laborales, Héctor Cossio indicó que «hay una discusión ideológica, de proyectos ideológicos. Por un lado el Gobierno y por otro el gran empresariado, que busca flexibilidad, que está en oposición a las 40 horas».

«Y por otra parte, existe un proyecto ideológico que tiende a pensar y a buscar elevar la calidad de vida, valorar un poco más las horas tras el trabajo reduciendo la jornada laboral», añadió.

«Pero más allá de esos dos proyectos que están en tensión y parece que se van a tensionar aún más, es que el trabajo propiamente tal, a partir de esta discusión, también va a empezar revisarse más en ese sentido», precisó.

La productividad recae en «las espaldas» del trabajador

¿Cómo se debería configurar el trabajo? ¿Cómo se debería valorar la hora del trabajo de una manera que no sea simplemente bajar el horario?, planteó Cossio.

«Y eso se cruza también con la productividad, que ha sido también un tema que se ha puesto sobre la mesa», complementó Joannon.

«Justamente a los empresarios les encanta hablar de productividad y fijarse en las brechas que existen entre Chile y otros países de la OCDE, pero ese es un punto de partida un poco engañoso, porque en el fondo esto solo se hace recaer en las espaldas de los trabajadores, pero no nos preguntamos sobre qué otros aspectos productivos están siendo poco productivos», señaló Doniez.

«¿Estaremos quizá utilizando de mala manera la tecnología o los empresarios están siendo menos eficientes en el uso de los recursos? Esa es una pregunta planteada, pero que no se les suele hacer a los empresarios, sino que todo recae en que el trabajador es poco productivo», aseveró.

«Buen punto. La productividad es tema de muchos, no solo de un factor», agregó Joannon.

«Pero es interesante preguntarnos entonces, al revés, sobre cómo partimos desde el mundo del trabajo para la configuración del trabajo que queremos, cómo pensamos al ser humano desde esa posición, cómo hacemos para que también pueda tener tiempo para disfrutar con su familia, cómo tener más tiempo para ser activos en términos de ciudadanía, activo políticamente. Para eso se necesita tiempo y está claro que las largas jornadas, con el trayecto al trabajo, con los bajos salarios, no estamos en condiciones de generar una sociedad más democrática», sostuvo Doniez.

De acuerdo a esto, Cossio dijo que «una de las tesis que siempre se escucha a nivel de sentido común, es que no necesariamente la productividad tiene relación con la mayor cantidad de horas trabajadas. Yo más bien entiendo la discusión en un contexto futuro del trabajo que está cambiando, en un contexto de automatización donde muchos de los empleos precarizados van a ser reemplazados por máquinas, y esas máquinas van a llevar a que algunas empresas rentabilicen mejor porque van a tener que pagar menos sueldos».

«El trabajador en este futuro de la automatización no tiene muchas posibilidades de mejorar, ni que se aumente el salario mínimo, que se aumente otro tipo de garantías. Da la impresión que lo que se intenta buscar es que, si ganan poco, por lo menos aumente la calidad de vida», agregó el editor.

La desigualdad en las negociaciones internas

Para la antropóloga de la Fundación Sol, un ámbito central tiene que ver con la desigualdad de poder y con la necesidad de que reconozcan las relaciones colectivas en el trabajo.

«Es un tema central porque el proyecto del Gobierno lo que está haciendo es poner la negociación individual sobre temas de jornadas como algo más importante y lo que en la práctica genera es un desbalance en el poder, aún mayor del que existía antes. Eso es preocupante porque, si bien el mundo del trabajo está cambiando, las relaciones laborales son muy heterogéneas, según el tamaño de la empresa, según la rama productiva», explicó.

«Aún así tenemos un grueso de trabajadores que tienen menos poder y que solo a través de la organización sindical son más poderosos para poder ir a negociar con el empresario», agregó.

«¿Tú estás diciendo que la discusión sobre las 40 horas va a abrir ese canal, es decir, empezar a discutir sobre el tema de negociación colectiva?», preguntó Cossio.

«A mí me parece que ese es el tema que tenemos que ir impulsando, porque no basta una ley que rebaje horas y diga no va a haber rebaja de salarios», respondió Doniez.

«Esa rebaja horaria y ese salario aumentado tiene que ser defendido colectivamente, porque desde la individualidad, lo que se genera es aún mayor heterogeneidad. Es decir, los trabajadores tienen más poder de negociación individual, van a ganar más, y los que individualmente no pueden negociar van a ganar menos. Eso lo único que hace es profundizar la desigualdad que ya existe en nuestra sociedad en el mundo del trabajo», complementó.

«Eso es así, de hecho se les conoce derechos humanos de segunda generación», añadió Joannon.

«Un déficit en el debate»

«En una sociedad con tanta desigualdad, con gran cantidad de los ciudadanos con una mala calidad de vida, el disminuir porque sí 5 horas la jornada, ¿aporta o no aporta? ¿Por qué 40 horas?», preguntó Joannon.

«A mí me parece que aporta (…), una demanda de ese tipo yo creo que fuerza a preguntarnos por qué no generamos mejores condiciones para las grandes masas que trabajan y me parece que es hora de ir ampliando los espacios en los cuales los trabajadores y trabajadoras tienen bienestar», sostuvo Doniez.

«Uno podría decir entonces por qué no lo llevamos también el tema del salario mínimo, no deberíamos quedarnos solamente en el 40 o 41. Yo creo que hay que plantear el tema de fondo que es el bajo valor del salario, las desigualdades y todas las otras materias que deberían ser implementadas», indicó.

«Entonces también hay un déficit en el debate porque nos quieren hacer creer que es 40 o 41, cuando en realidad hay otras cosas detrás de la discusión», precisó la investigadora de la Fundación Sol.

La ignorancia del Gobierno

Valentina Doniez aprovechó la instancia para hacer hincapié en las polémicos dichos del Gobierno respecto al Código del Trabajo.

«En muchos casos, el ministro del Trabajo y todas las autoridades han dicho que el Código del Trabajo es inflexible y rígido, y eso hay que matizarlo», planteó.

«El Código del Trabajo, como está actualmente, permite muchas condiciones, como por ejemplo, a través de sindicatos. En la minería uno podría decir que la gran mayoría de los trabajadores mineros está en condiciones de flexibilidad», agrega.

«Entonces hay que tomar con mucha responsabilidad esos dichos de que hoy en día no se permiten nada de flexibilidad cuando no es así. Estos trabajadores, organizados, en ciertas condiciones y respetando desde salud y seguridad permitidos por la Dirección del Trabajo, sí pueden tener jornadas flexibles, entonces, es un poco engañoso eso», dijo.

«Lo que pasa es que hoy día hay demasiados trabajadores que están en una situación muy precaria, porque trabajan en empresas muy pequeñas donde el Código del Trabajo funciona poco, porque está pensado para una estructura de empresa más antigua y tradicional. Hay mucha gente que no tiene ni contrato de trabajo, es decir, hay mucha gente precarizada», señaló Joannon.

«Hay cerca de 1 millón de trabajadores que trabajan de manera irregular en una situación de independencia», complementó Doniez.

«Que el debate no se frene»

«Es muy importante entender que aquí estamos frente, no a un debate técnico donde vamos a llegar a 40 o 41 horas, donde eso no es lo central. Lo central es desde qué punto de observación vamos a configurar el trabajo de hoy y del mañana», sostuvo Doniez en el cierre.

A juicio de la especialista, “es importante que reconozcamos que hay organizaciones que, por ejemplo, están reagrupadas en una coordinadora de 40 horas, que hay demandas de trabajadoras y trabajadores que están alineados con eso, que hay centros de estudios como nosotros que tratamos de relevar la posición del trabajo, y que en ese enfrentamiento, ojalá vayamos subiendo el nivel del debate para posicionar esos argumentos y no solamente llegar a frenos”.

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