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Ajuste Ministerial: las mil vidas de Chadwick y del círculo de confianza de Apoquindo 3000 PAÍS

Ajuste Ministerial: las mil vidas de Chadwick y del círculo de confianza de Apoquindo 3000

Por fin llegó el alivio para el gabinete ministerial. Tras semanas de rumores, listas que atiborraban los chats de WhatsApp y las constantes alertas, llegó un ajuste al equipo ministerial de Sebastián Piñera. Cambios cosméticos –ya que no se tocó al Comité Político–, pero que refuerzan al núcleo piñerista con la llegada de históricos, como los exministros Jaime Mañalich y Teodoro Ribera. Un anuncio que surgió horas después de que salieran los resultados de la Encuesta CEP, que le dio solo un 25% de aprobación a la gestión de Piñera, y desde el propio oficialismo reconocen que este ajuste es más una “bomba de humo” que un cambio sustancial [ACTUALIZADA]


No llueve, pero gotean cambios en La Moneda. El ajuste ministerial que realizó el Presidente Sebastián Piñera no dejó a nadie contento en el oficialismo, salvo al núcleo duro del Mandatario. El diseño original, fraguado en Apoquindo #3000, quedó intacto, Chadwick  sobrevive y se fortalece, y el piñerismo duro se refuerza con la inclusión de algunos históricos como Jaime Mañalich en Salud y Teodoro Ribera en Cancillería.

Fueron semanas, hasta meses de incertidumbre. Los rumores del cambio de gabinete estaban a la orden del día, las listas con los ministros y ministras que pasarían a mejor vida corrían entre los pasillos de Palacio y en los chats de personeros de Chile Vamos.

Hasta que llegó el día, pero no cualquiera, porque mientras el centro-sur del país estaba atacado por un frente de mal tiempo, cortes de luz y calles inundadas, la encuesta CEP le brindaba su propia tormenta al Gobierno, sepultando la gestión del Presidente con solo un 25% de aprobación, mientras que la desaprobación se elevó a un 50%. Cifras tan oscuras que fueron comparadas con los números de Piñera I, en pleno estallido del movimiento estudiantil de 2011.

Los cambios no fueron radicales. Salieron cuatro ministros sectoriales: José Ramón Valente (Economía), como una señal ante el adverso escenario económico que atraviesa el país y que hizo naufragar la promesa de campaña de los «tiempos mejores»; también Emilio Santelices (Salud); Susana Jiménez (Energía); y Roberto Ampuero (Cancillería), cuya salida refleja el fin de la Fundación para el Progreso –ligada al empresario Nicolás Ibáñez– y que fue la «novedad» durante los primeros quince meses de este segundo mandato. De este mismo centro de pensamiento era el exministro de Cultura, Mauricio Rojas, quien alcanzó a estar solo algunas horas en el cargo.

La artillería piñerista

En reemplazo de ellos se integraron cuatro controvertidos ministros. Sebastián Sichel, el “nuevo favorito de Piñera”, que no es militante de ningún partido de Chile Vamos, pero que llegó haciendo ruido. Su ingreso directo al comité político, ya que asumió las riendas de Desarrollo Social, generó incomodidad y un alto grado de molestia. Reconocido por hacer “turismo partidario”, puesto que pasó por la DC y Ciudadanos, Sichel se ganó la confianza del Jefe de Estado en su cargo como vicepresidente ejecutivo de Corfo. Para el director de Criteria Research, Cristián Valdivieso, la estrategia de ponerlo en el Mindes tendría el objetivo de apuntar al discurso de la clase media, dirigido al centro político.

Otra inclusión fue la del reconocido piñerista Jaime Mañalich, “el único nombre con una personalidad fuerte” que arribó al gabinete, según el analista en comunicación Cristián Leporati. El exdirector de la Clínica Las Condes retomó las riendas del Ministerio de Salud y sacó de allí a Emilio Santelices, con lo que se le dio una verdadera victoria al criticado subsecretario de Redes Asistenciales Luis Castillo, uno de los protegidos de la vocera Cecilia Pérez, quien llevaba una larga pugna con el ahora exjefe de la cartera.

Desde el oficialismo aseguran que Mañalich tiene «peso propio» y que podrá sacar adelante las reformas que el sistema de salud necesita y tendrá que decidir si realiza cambios a Fonasa o a las Isapres. El arribo del médico es uno de los que más ronchas ha sacado en la oposición, no solo por las denuncias en su contra por el conflicto de las camas pagadas por Fonasa, sino también por los conflictos de interés que mantendría con el mundo privado.

Juan Carlos Jobet es otro alfil del Gobierno de Piñera I que regresó a La Moneda. El ex-RN, visto como cercano a Evópoli, es una “carta de confianza” para el Mandatario, que “reforzará a los ministros de confianza”, señalaron desde Palacio. Desde los partidos ven su llegada como “un gesto de cariño” hacia él por parte del Presidente.

Teodoro Ribera también es piñerista, y no cualquiera, es uno de los orejeros del Jefe de Estado. Su aterrizaje fue bien visto en el oficialismo, considerando que Ampuero no tuvo nunca defensores de su gestión. Su nombre causó un verdadero alivio al interior de la Cancillería. A pesar de que el ahora exministro «era querido, se necesitaba a alguien que ordenara la casa», destacaron desde dicho ministerio.

No solo eso. No hay que olvidar que las verdaderas riendas de la Cancillería nunca las llevó Ampuero, sino que se movían desde el Segundo Piso de La Moneda, particularmente por el jefe de este, Cristián Larroulet, y su asesor directo, Benjamín Salas Kantor. La experiencia de Ribera en materia internacional hace prever que su llegada al Ministerio de Relaciones Exteriores apunta precisamente a retomar su verdadera conducción. Golpe a Larroulet.

Pero, además, el peso político de Ribera es considerado como un neutralizador del poder en las sombras que ejercía Larroulet, quien según fuentes de Palacio y la derecha, estaría debilitado ante los ojos del Presidente.

De todas formas, este cambio no dejaría contento a Renovación Nacional. Para un sector del partido conducido por Mario Desbordes, la posición de Ribera, en una oficina fuera de Palacio y lejos de la toma de decisiones diaria, no lograría equiparar el poder en las sombras de Larroulet, por esta razón, al interior de dicha colectividad señalan que el verdadero cambio debería ser “una cirugía profunda al Segundo Piso”.

El que aún resiste es el ministro Alfredo Moreno, quien fue asignado al Ministerio de Obras Públicas.

Valdivieso destaca que Piñera “manda a Moreno cargado con un paquete de reactivación económica, fundamental para recuperar la confianza”, lo que podría revitalizar sus expectativas presidenciales. Lo mismo ocurre con Juan Andrés Fontaine, quien fue trasladado a Economía. Al respecto, en Chile Vamos destacan que ambos ministros “no son un gran aporte, Moreno puede hacer inversión en concesiones, pero a Fontaine no le van a llover las inversiones, pero es un tipo disciplinado”.

Improvisado ajuste con sabor amargo

La señal política que envía el Primer Mandatario es que decidió seguir la guía del ministro Chadwick, quien había señalado –en reiteradas ocasiones– que el momento de crisis no era suficiente para hacer un cambio de giro en el Gobierno. No se tocó al Comité Político, razón por la cual su diseño se mantiene intacto. “Se refuerza, si trajo a todo el piñerismo”, bromea un asesor Palacio.

El que no quedó para nada feliz con el resultado de este ajuste ministerial es un sector de los partidos de Chile Vamos. Si en Evópoli ven en el ajuste “un esfuerzo por hacer un guiño”, en la UDI pusieron el grito en cielo.

Primero, RN quedó con un ministro más, Teodoro Ribera; segundo, el Presidente Sebastián Piñera fortaleció al “mundo sin partido, reclutó para su gente”, destacan desde el gremialismo; y tercero, el cambio ministerial no tocó el Comité Político, especialmente, dejó a la ministra Cecilia Pérez en su puesto, una espina que sacó más que ronchas.

Cabe recordar que una de las principales críticas que han surgido desde la UDI apuntan a la gestión y rol que ha tenido la ministra vocera de Gobierno, quien “opera en todos los niveles para proteger a RN”, reiteran desde la UDI. Además, habría tenido respuesta el “rayado de cancha” que hizo el presidente de RN, Mario Desbordes, quien destacó que el “comité político lo ha hecho bien”, una señal “más que clara” de respaldo para la vocera de La Moneda, “el valor más grande que tiene RN”, señalan desde Palacio.

Además, entre los pasillos del Congreso, apuntan a que el ajuste ministerial “no podía esperar más”, pero que al mismo tiempo fue “una estupenda bomba de humo, porque nadie se acuerda que el Presidente Piñera cayó de la barrera de los 30 puntos de aprobación”. Una estrategia que es reconocida por algunos asesores de la casa de Gobierno, quienes señalan que ante las cifras de la CEP “no era posible estirar más el chicle”, aunque este cambio fuera solo un maquillaje.

Esto habría quedado en evidencia en lo “apresurado” de dicho ajuste ministerial. Los ministros Rivera, Fontaine y Sichel no estaban en el Palacio para asumir sus nuevos cargos, además varios secretarios de Estado se habrían enterado “en la mañana del cambio de gabinete”, pese a que a algunas ministras se les había afirmado el día martes que sus puestos estaban asegurados.

“Dicen que, si no se toca el equipo político, es ajuste y no cambio de gabinete”, destaca el analista político Cristóbal Bellolio, quien señala que hubo “poca variedad, lo que habla de la estrechez de los elencos de que dispone la derecha para gobernar. Son básicamente enroques”. Línea que coincide con la de Cristián Valdivieso, quien plantea que “el Presidente no recogió el guante de la fuerte derrota que sufrió el piñerismo en las últimas semanas, y que fue consolidada en Criteria y la CEP”.

Para el analista de imagen Cristián Leporati, “el cambio de gabinete es bastante insulso”, porque no apunta a la gestión política ni hace cambios, “frente a una encuesta como la CEP que los deja muy mal parados”. El director de la Escuela de Publicidad de la UDP indica que “el relato de los ‘tiempos mejores’ se cayó a la basura y se esperaba un nuevo relato en estos tiempos, muy duros políticamente, pero no llegó”.

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