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Ernesto Aguila: “La verdadera oposición a la derecha son las expectativas que sembró, la otra es casi inexistente» PAÍS

Ernesto Aguila: “La verdadera oposición a la derecha son las expectativas que sembró, la otra es casi inexistente»

Para el analista, la principal lucha del gobierno de Sebastián Piñera es «contra su eslogan que vendrían “Tiempos Mejores” y esos no llegaran, no -por lo menos- como se los imaginaron quienes votaron por la derecha. La oposición propiamente tal no es percibida como alternativa, ya que a veces logra, con dificultades, articular respuestas y confrontar al gobierno, pero no logra centrarse en una agenda relevante. Temas que se han tomado la agenda desde el mundo social como las luchas feministas del primer semestre, la huelga portuaria, la demanda por un nuevo sistema de pensiones, el empleo precario, el endeudamiento o el conflicto en la Araucanía, no encuentran un acompañamiento ni respuestas que estén a la altura desde la política representativa».


Las cifras de la última encuesta Criteria Research, que se conoció el jueves, mostraron una tendencia que ya el último tiempo rondaba en el ambiente político. El ex presidenciable, José Antonio Kast, está con el viento a su favor, su estrategia política y comunicacional está mostrando frutos, ya que no solo logra tensionar el tono y contenido de la agenda de La Moneda, sino que además lidera por primera vez las preferencias de la opinión pública (12%) con miras a suceder a Sebastián Piñera. Para el analista político, Ernesto Águila, este avance de Kast es congruente con lo que se observa a nivel latinoamericano y mundial y de hecho pone a “la derecha chilena en una encrucijada histórica: o se reafirma en un ethos democrático liberal o se re-pinochetiza, el neoliberalismo no se aviene mal con formas autoritarias”.

Pero dicho sondeo no solo dio luces de la temperatura ambiente en la derecha, sino también de la paupérrima realidad de la oposición en general y la intrascendencia política que han tenido los partidos de dicho sector durante todo el 2018. Basta ver que en la encuesta Criteria, si se suman los apoyos de todos los posibles presidenciables de derecha, dicho sector obtiene un 34% y en el mismo ejercicio, la oposición solo alcanza un escuálido 19%

En ese contexto, Águila precisó que puntualmente el PS “no ejerce liderazgo, nadie de sus filas se proyecta con un liderazgo presidencial y sin un giro en su Congreso de enero y en sus próximas internas de abril, se puede encaminar a la irrelevancia”.

-¿Cuáles son las principales conclusiones que arrojó el sondeo de Criteria?

-Si uno lee atentamente la encuesta, lo que tenemos es un gobierno que ha perdido la mayoría y cuyo rechazo es más que su aprobación, pero es claro que esa baja no la capitaliza ni el Frente Amplio (FA) ni lo que fue la Nueva Mayoría (NM). Lo otro relevante es la irrupción del «factor Kast» en línea con el alza de opciones de extrema derecha en el mundo y América Latina. El telón de fondo de todo esto es la pérdida de legitimidad de la política representativa y, por otro, un neoliberalismo que precariza la vida y genera diversas sensaciones de inseguridad. Se constituye así el caldo de cultivo para la emergencia de liderazgos salvíficos extrainstitucionales y de una demanda de autoridad fuerte, de orden y seguridad.

-¿José Antonio Kast plantea un desafío para la derecha y para la izquierda?

-Claro. Para la derecha Kast es una bomba de tiempo en su interior, porque interroga y debilita su componente liberal democrático y repone su vínculo con el pinochetismo. La posibilidad de una “bolsonarización” de la derecha chilena los coloca frente a una disyuntiva histórica. El factor Kast puede generar un cisma en la derecha y abrir un flanco impensado de debilitamiento del gobierno. Para la izquierda es un desafío, porque ofrece una opción para un mundo popular escéptico con la política y porque resignifica el problema de la desigualdad y la precariedad como problemas de inseguridad y orden público. Mientras la extrema derecha habla desde las consecuencias o efectos de esta globalización de pocos ganadores y muchos perdedores, la izquierda habla desde las causas. Se crea así una sensación falaz -pero percibida como verdadera- que la extrema derecha propone soluciones y la izquierda divaga.

-¿En este cuadro político pareciera que la oposición no existe?

-La verdadera oposición a la derecha son las expectativas que sembró, la otra es casi inexistente, sin agenda común ni unidad. La principal lucha del gobierno es contra su eslogan que vendrían “Tiempos Mejores” y esos no llegaran, no -por lo menos- como se los imaginaron quienes votaron por la derecha. La oposición propiamente tal no es percibida como alternativa, ya que a veces logra, con dificultades, articular respuestas y confrontar al gobierno, pero no logra centrarse en una agenda relevante. Temas que se han tomado la agenda desde el mundo social como las luchas feministas del primer semestre, la huelga portuaria, la demanda por un nuevo sistema de pensiones, el empleo precario, el endeudamiento o el conflicto en la Araucanía, no encuentran un acompañamiento ni respuestas que estén a la altura desde la política representativa.

-¿Cuál ha sido el mayor error de la oposición este primer año? 

-En el caso de la ex NM, no haber examinado las causas de la derrota en profundidad, no haber hecho un análisis auto crítico que abriera paso a un proceso de rectificación y reconstrucción de confianzas con su electorado. Como nunca, se ha vivido aquello de que las derrotas son huérfanas.

-Más en específico…

-No haber impulsado una lectura de los fenómenos de subjetividad de las nuevas clases medias y de las nuevas condiciones de vida del mundo popular y de los trabajadores, que estuvo en la base de la derrota. No haber dado paso a una renovación de sus liderazgos, de abrir paso a nuevas generaciones, en definitiva, poca o nula renovación en la ex NM.

[cita tipo=»destaque»]Para la derecha Kast es una bomba de tiempo en su interior, porque interroga y debilita su componente liberal democrático y repone su vínculo con el pinochetismo. La posibilidad de una “bolsonarización” de la derecha chilena los coloca frente a una disyuntiva histórica. El factor Kast puede generar un cisma en la derecha y abrir un flanco impensado de debilitamiento del gobierno. Para la izquierda es un desafío, porque ofrece una opción para un mundo popular escéptico con la política y porque resignifica el problema de la desigualdad y la precariedad como problemas de inseguridad y orden público. Mientras la extrema derecha habla desde las consecuencias o efectos de esta globalización de pocos ganadores y muchos perdedores, la izquierda habla desde las causas. [/cita]

-¿Y el Frente Amplio?

-En su caso, no proponerse como alternativa articuladora de una nueva oposición, estar demasiado reconcentrado en sus propios procesos identitarios, no lograr alzarse como un referente con capacidad de dirección y conducir una irrupción de lo social en lo político. Hubo una parlamentarización demasiado rápida de su accionar político. Este cuadro general redunda en una oposición débil, donde cada actor aparece más preocupado de su propia sobrevivencia o proyección, que de articular un proyecto alternativo a la derecha.

-¿Considera que el PS se transformó en una fuerza política intrascendente?

-Al inicio de este gobierno el PS jugó un rol fiscalizador interesante. Posiblemente ese posicionamiento tenía un techo, pero supo canalizar en una primera etapa un rol de oposición que nadie estaba jugando. Pero no ha examinado la derrota ni ha desplegado una agenda tendiente a reconstruir un proyecto político alternativo, que ofrezca una forma de organizar la sociedad de manera no neoliberal ni ha reconstruido sus lazos con la sociedad y sus problemas actuales.

-¿Cómo rectifica el rumbo?

-El PS tiene una oportunidad de fondo en su próximo Congreso General del 25 y 26 de enero. Para ello, debe cerrar definitivamente el ciclo de la Concertación y de la Nueva Mayoría para abrirse a un proceso creíble de reconstrucción de una nueva alternativa política, capaz de enfrentar a la extrema derecha. Debe proponer un nuevo pacto social y político constitucional a Chile que le dé una salida de fondo a los problemas de desigualdad social, que ofrezca un nuevo impulso al desarrollo económico con igualdad y sustentabilidad ambiental. Ello implica renovación de liderazgos y dar paso a una dirección que haga creíble el inicio de este nuevo ciclo político en el PS.

-Ese es el problema parece, el PS aparece sin liderazgos nacionales, salvo insistir en la imagen de Bachelet…

-Según Criteria no existen hoy entre posibles presidenciables ninguno que pertenezca al mundo socialista. Ello es inédito desde el 90 hasta ahora, constituye una señal que no debiera dejarse pasar. Si en algo ha sido prolífico el PS, históricamente, ha sido en su capacidad de generar liderazgos con proyección nacional. Puede ser una señal de declive o de perdida de gravitación. Creo que ello pone más presión y urgencia a cambios de fondo en la etapa que viene. Con más de lo mismo o incluso, con menos de lo mismo como fue la propuesta de “Convergencia Progresista” -la alianza con el PPD y PR- no se avizora mayor futuro para el socialismo en esta etapa.

-¿Por eso no ha logrado ahora cumplir el papel de coordinar y aglutinar a la oposición, como sí lo hizo durante el primer gobierno de Sebastián Piñera?

-El PS  enfrenta problemas similares de legitimidad al de los demás actores políticos. Tiene una larga historia, con errores y aciertos, en la cual mirarse y desde donde reconstruir su proyecto. Tiene un patrimonio político y moral heredado del allendismo y de una actitud consecuente durante la dictadura. A pesar de su debilitada estructura orgánica actual, mantiene vínculos con el mundo popular como pocos partidos y una implantación nacional, pero padece los males actuales de la despolitización y del clientelismo. Desde su fundación, dos rasgos fueron característicos: su vocación popular y su rol facilitador de alianzas de izquierda y, en ciertos periodos, con el centro. La principal tarea de la nueva dirección del socialismo que surja en abril debiera ser la reconstrucción de un proyecto a través del cual volver a jugar un rol de dialogo y articulación, primero con la izquierda hoy reunida en el FA, el PC y el PPD, y sobre la base de ello, ir al encuentro con sectores más amplios como la DC. Incluso, ante la amenaza autoritaria ultraderechista, buscar acuerdos en torno a la defensa de la democracia y los derechos humanos con sectores democráticos de derecha.

-La DC sacó 5% en las últimas presidenciales y ahora ni aparece en las encuestas. ¿Efectivamente está en riesgo de desaparecer? 

-Como los otros partidos, la DC enfrenta una crisis de identidad. El centro político está en proceso de cambio y hoy lo disputan a los sectores socialcristianos y liberales. Ello tiene que ver con procesos de secularización de la sociedad y con el debilitamiento de la influencia de la Iglesia Católica por los hechos y escándalos que todos conocen. También el pensamiento socialcristiano está en disputa desde el mundo conservador con la UDI desde hace muchos años, a lo que se debe sumar la irrupción de una visión evangélica conservadora en el mundo popular, que no se identifica con la DC. Por eso, enfrenta problemas de sobrevivencia que tienen que ver con cambios societales y culturales. Habrá que ver si es capaz de construir una respuesta, hasta ahora la tendencia ha sido hacia el debilitamiento político y electoral.

-¿Cree que la DC, para sobrevivir, buscará entrar por la ventana a La Moneda con alianzas puntuales con el gobierno y cómo a afectaría eso a la oposición? 

-En esa crisis de identidad, que es profunda, se vive en la política más contingente en la disyuntiva de cómo entender su rol ante un gobierno de derecha. Si concebirse como una oposición clara, constructiva si se quiere, pero oposición al fin y al cabo u, ofrecerse como un facilitador de la agenda del gobierno. Esa tensión está hoy presente en la DC y no termina por decantarse aún.

-¿La oposición en general solo le queda avanzar a un reordenamiento de sus alianzas y entendimientos políticos?

-Pienso que este escenario de dispersión programática y falta de articulación se mantendrá este año, pero los actores políticos comenzarán a tener que tomar definiciones de alianzas más claras en la medida que se acerquen las elecciones de gobernadores, alcaldes y concejales del 2020. Es claro que quien gane esas elecciones, tendrá el camino pavimentado para las próximas presidenciales y parlamentarias de 2021. Se viene un momento de decisiones.

-¿Qué tipo de deficiones?

Para el FA será el momento de decantar posiciones sobre como relacionarse con los partidos de la ex NM y para éstos el entender las alianzas en un escenario post Concertación y post NM. Este año será clave para saber si la reconstrucción de la oposición será solo electoral o tendrá sustancia programática. Está la posibilidad de ir construyendo un entendimiento transversal entre actores que sean capaces de ir articulando un proyecto y un nuevo nivel de confianza de largo plazo entre estos, que de paso a un nuevo cuadro de alianzas de carácter progresista y postneoliberal.

-¿Que necesitan para eso?

-Se requerirá una alta cuota de generosidad para construir ese camino y de dirigentes visionarios a la altura de los problemas actuales. Es una posibilidad abierta, lo otro conduce a un largo ciclo de gobiernos de derecha.

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