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Pragmatismo de Piñera quema «fusible» de Varela para frenar desplome en las encuestas

La frase de los bingos fue solo el tiro de gracia, porque en la práctica el Primer Mandatario se convenció de que el titular de Educación nunca iba a cambiar de estilo, que solo seguiría perjudicando la imagen de su Gobierno y, por ende, influyendo en la caída en los sondeos. Desde Chile Vamos aseguraron –a regañadientes– que el único que ganó fue el piñerismo con el retorno de Schmidt y el enroque de Cubillos a Educación, dos figuras del círculo cercano y de confianza del Presidente.


Aunque lo nieguen, las últimas declaraciones de la ex Presidenta Michelle Bachelet pegaron fuerte al interior de La Moneda. “Nosotros somos de los que creemos que eso tiene que arreglarse con aportes del Estado y no con bingos”, dijo la ex Mandataria en alusión directa a la cuestionada frase que terminó por coronar la salida de Gerardo Varela del Gobierno: el ministro más polémico del primer gabinete de Sebastián Piñera. La frase quedó dando vueltas en las diferentes oficinas de Palacio, las que aún resienten la desafortunada instalación del concepto de “bingos” con que ahora se asocia a esta administración.

Pero no hay dos lecturas al respecto. La respuesta de Varela a la ex Jefa de Estado fue finalmente el detonante que llevó al Presidente Sebastián Piñera a realizar el ajuste ministerial que se venía trabajando hace un tiempo. Tal como lo había señalado El Mostrador, Varela era uno de los que no pasaba agosto. En Palacio quedaron atónitos cuando oyeron las palabras del ahora ex titular de Educación, quien revivía su némesis y el del ejecutivo al señalar que “ojalá tengamos más Estados y más bingos”.

Al escuchar esto, el Presidente se terminó de convencer de algo que muchos en la derecha ya sabían, que no importaba cuánto tiempo pasara, lo cierto es que Varela no iba a cambiar nunca. Lo de los bingos fue la última gota que rebalsó el vaso de su paciencia, porque en el corazón del piñerismo anoche confesaron que la decisión de cambiarlo se tomó entre el domingo y el lunes, al constatar una entrevista que el ahora ex ministro de Educación dio al diario El Sur, en el marco de una gira en esos días a la Octava Región, donde declaró –entre otras cosas– que «la idea de destinar más plata a educación es poco probable».

«Ese día Piñera llegó a la conclusión de que Varela no tenía vuelta, que nunca cambiaría su estilo», sentenciaron en el entorno del Mandatario. Por eso, este no dudó y aplicó todo su pragmatismo para evitar que se debilitase el plan principal de esta administración: la reelección.

Piñera aplicó el manual definido previamente en el verano, en las oficinas de Apoquindo 3000, y por eso sacó uno de los fusibles que estaba fallando, que interrumpía la fluidez del trabajo, y optó por un ajuste ministerial acotado, sin tocar el corazón y motor político de su administración, el comité político, por ende, la planificación original de su Gobierno.

La incapacidad de Varela por sacarse su antiguo rol de columnista confrontacional y ponerse de lleno el traje de ministro no es la razón de fondo de este primer cambio de gabinete que ejecutó Piñera, sino que se explica realmente por la caída en los números que siguen arrojando las encuestas internas que circulan en Palacio.

Es que en el seno del Ejecutivo y en la derecha confesaron ayer que se prendieron las alarmas internas al constatar que los sondeos propios no solo muestran números en rojo, sino que el promedio de la caída, de junio a la fecha, no dista más de dos puntos de la baja que marcó en su momento la administración piñerista en su primer mandato el año 2012, cuando empezó el desplome. Una suerte de límite psicológico.

En La Moneda son conscientes de que este segundo semestre estarán los ojos y las presiones políticas sobre dos temas de la agenda que ponen al límite la capacidad negociadora de cualquier administración: el presupuesto anual y el reajuste del sector público. Atendiendo a aquello, tomaron nota y llegaron a la conclusión de que con los porcentajes de aprobación y desaprobación que presentan los estudios al día de hoy, iba a ser muy difícil sostenerse y generar el poder de negociación que se requiere para estas lides.

Más allá del vendaval de declaraciones políticas, el senador del PPD, Ricardo Lagos Weber, fue uno de los que desde la oposición leyó acertadamente lo que sucedió en La Moneda: «Las cosas son más simples de lo que se creen, el Presidente Piñera es una persona bien práctica, el ministro Varela significaba baja en las encuestas, una baja en las encuestas significa que la empresa no anda bien, hago cambio en el equipo”. Con otras palabras, el senador RN Manuel José Ossandón, a través de Twitter, dio a entender lo mismo: “Este cambio de gabinete es señal de que estamos gobernando y quien no sigue la hoja de ruta debe bajarse del barco. El mejor ajuste: Educación, una cartera tan importante necesita mayor experiencia política, sentido común y sobre todo conciencia social”.

Triunfo del piñerismo

Conocido el ajuste, en un sector de Chile Vamos, si bien no presentaron una absoluta disconformidad, tampoco entregaron una sincera sonrisa después de conocer la conformación del nuevo elenco ministerial, porque la primera conclusión general que hubo ayer en el oficialismo es que “el único que ganó acá fue el piñerismo”. Y es que todos los cambios ministeriales apuntaron precisamente a figuras del núcleo cercano o de confianza del Mandatario.

[cita tipo=»destaque»]El Presidente se terminó de convencer de algo que muchos en la derecha ya sabían, que no importaba cuánto tiempo pasara, lo cierto es que Varela no iba a cambiar nunca. Lo de los bingos fue la última gota que rebalsó el vaso de su paciencia, porque en el corazón del piñerismo anoche confesaron que la decisión de cambiarlo se tomó entre el domingo y el lunes, al constatar una entrevista que el ahora ex ministro de Educación dio al diario El Sur, en el marco de una gira en esos días a la Octava Región, donde declaró –entre otras cosas– que «la idea de destinar más plata a educación es poco probable».[/cita]

Las miradas apuntaron principalmente a la nueva ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, de quien varios personeros no tienen la mejor impresión, sacando a relucir lo que consideran fue una “desastrosa gestión” en Educación durante el primer Gobierno de Piñera. Desembarcó en el gabinete desde Copesa, donde ejercía como gerenta general de medios, tiempo en el que ejecutó una cifra no menor de despidos y los cierres de medios como la emblemática revista Paula, Qué Pasa, además de los diarios Pulso y La Hora.

No solo ella, el enroque de Marcela Cubillos desde Medio Ambiente a Educación también responde a esa lógica, una figura que no solo está casada con el senador RN Andrés Allamand, sino que es conocida de años de Piñera, alguien de toda su confianza y sobre todo del poderoso ministro del Interior, Andrés Chadwick, y además del estratégico jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet. Alguien de la casa, un «cuadro del piñerismo”, reconocen desde el Gobierno.

En el caso del Ministerio de las Culturas y Las Artes, las miradas son diferentes. La salida de Alejandra Pérez no sorprendió a nadie. Sus conflictos de gestión y trato al interior de la cartera eran un secreto a voces en el Ejecutivo. Su salida tiene, en todo caso, una segunda lectura respecto de la apuesta que había llevado a cabo el influyente periodista Cristián Bofill, a raíz del cargo que ejercía su pareja en el Gobierno, lo que lo había llevado a tomar la decisión de dejar la primera línea como director general de prensa de Canal 13, para asumir como gerente de estrategia y desarrollo de negocios.

Al sacar a Pérez, el Presidente solucionó dos problemas: tratar de darle un impulso a una cartera que, bien manejada, puede darle buenos dividendos en las encuestas, como fue el caso cuando ese cargo lo ejerció el hoy diputado Luciano Cruz-Coke, y de paso, se le dio una salida más que honrosa a quien era el «ghostwriter» de Piñera, el que influía en el contenido de sus discurso, Mauricio Rojas, el mismo que hace solo unas semanas hizo gala en una entrevista del relato que le imprimía al Gobierno y promocionaba estratégicamente su último libro en la foto de rigor.

Por la boca muere el pez

Todos en el oficialismo tenían claro que el ministro-columnista tenía los días contados y, pese a que muchos pidieron su cabeza desde el primer momento, varios parlamentarios de derecha le reconocieron ayer que “resistió más de lo que debió estar”.

En la Secom no ocultaban su molestia con el hoy ex ministro, ya “cansados de apagar incendios” que generaba Varela, y se declararon ante el Presidente “atados de manos”. Nunca se pudo dar vuelta la página de la errática frase de sus hijos “campeones” en pleno apogeo de la ola feminista, con decenas de facultades tomadas a lo largo de todo el país, como tampoco de aquella en que dijo en el Congreso, cuando calificó como “pequeñas humillaciones” los casos de acoso sexual, lo que le costó las críticas de su par, la ministra Isabel Plá.

Uno de los últimos “varelazos” fue hace unas semanas, en el marco del aniversario de Enseña Chile. Frente a una serie de especialistas en educación,  sacó los más profundo de su ideología respecto al modelo educativo y señaló que los colegios deberían aprender a solucionar sus problemas de infraestructura, como las goteras, para lo que podrían «hacer bingos para financiarlo».

Pero su problema no era solo su verborrea. Su falta de experiencia y conocimiento técnico a la hora de afrontar reformas importantes como el CAE 2.0 de Piñera, ha sido tema en cada círculo dedicado al mundo educacional. Desde el propio Mineduc y el Congreso han destacado –en reiteradas ocasiones– que el subsecretario Raúl Figueroa es quien lideraba realmente el trabajo de la cartera, que a Varela se le vio “poco y nada” en el trabajo legislativo y menos aún en la construcción de los proyectos educacionales.

Con la llegada de Cubillos al Mineduc, no significa que ahora todo será miel sobre hojuelas. La nueva ministra tiene el mismo pecado de Varela: no cuenta con un gran dominio técnico del mundo educacional, a pesar de que ha trabajado por varios años en la Universidad Mayor y haber sido parte de la Comisión de Educación mientras fue diputada. En el ministerio reconocen que su llegada significa un mayor control de La Moneda sobre la cartera, que, si bien muchos preferían a Figueroa, reconocen que es mejor carta que el ministro saliente.

En el Gobierno se hizo la lectura de que insistir con un hombre en una cartera tan compleja como es Educación, era una apuesta peligrosa, considerando el escenario de despliegue de las demandas feministas. Por eso, en La Moneda se optó por reforzar la presencia femenina en el gabinete con el enroque de Cubillos desde Medio Ambiente al Mineduc.

Desde el mundo social la nominación de Cubillos no ha sido muy bien recibida. La dirigenta de la Confech, Valentina Gatica, aseguró que «al igual que el ex ministro, Marcela Cubillos es una seguidora doctrinaria del neoliberalismo, la misma ideología del bingo, pero con rostro de mujer».

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