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Abandono de deberes de autoridades amenaza a estudiantes en zona de sacrificio ambiental de Puchuncaví Estudios demuestran agentes contaminantes en establecimientos educacionales

Abandono de deberes de autoridades amenaza a estudiantes en zona de sacrificio ambiental de Puchuncaví

Alejandra Carmona López
Por : Alejandra Carmona López Co-autora del libro “El negocio del agua. Cómo Chile se convirtió en tierra seca”. Docente de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile
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Después de un informe encargado por la Subsecretaría de Salud en 2011 y que evidenciaba la presencia de metales pesados en todas las escuelas de Puchuncaví, las secretarías regionales de Salud y Educación debían establecer diferentes pasos para asegurar un medioambiente sin contaminación a los estudiantes. Un informe de la Contraloría describe que las medidas adoptadas por las Seremías de la Quinta Región han sido solo maniobras pequeñas o que, en algunos casos, en nada ayudan a aminorar la carga de tóxicos, incluso cancerígenos, que los estudiantes respiran.


En octubre de 2011, un informe elaborado a petición de la Subsecretaría de Salud alertó de una realidad que, hasta ese momento, solo había hecho famosa a la escuela La Greda en Puchuncaví: 14 colegios de la zona habían sido analizados y mostraban presencia de metales pesados como plomo, cadmio, níquel, cromo, arsénico y zinc.

“Los análisis realizados en las matrices de polvo y suelos indican la presencia de contaminación en todos los establecimientos educacionales, sin embargo, ésta presenta gradientes de concentración distintos en función de diferentes factores”, señalaba el primer párrafo del documento que el 7 de octubre de ese año envió con preocupación el entonces seremi de Salud de la Región de Valparaíso, Jaime Jamett, al subsecretario de Educación, Fernando Rojas, con las conclusiones respecto a la concentración de metales pesados en todos los establecimientos de la zona.

Seis años después de dicho documento, Andrés León, Hernán Ramírez y Julia Muñoz –dirigentes sociales de esa zona de sacrificio ambiental– pidieron a la Contraloría que se pronunciara sobre el presunto abandono de deberes por parte de las secretarías ministeriales de Educación y Salud de Valparaíso, en relación con el cumplimiento del oficio n.° 1.448, de 2011; es decir, el instructivo que nació luego del análisis de los suelos y el aire en 2011.

El mismo informe decía que debía establecerse un plan regular y permanente de limpieza industrial al interior de los establecimientos educacionales de la comuna de Puchuncaví; un plan de vigilancia epidemiológica de estos; y el mejoramiento de los colegios con deficiencia de infraestructura, con el fin de evitar la acumulación de polvo tóxico.

Sin embargo, todo fue escaso. A seis años del referido documento, en la respuesta que fue entregada a los dirigentes sociales, la Contraloría describe que las medidas adoptadas por las secretarías regionales ministeriales de Educación y Salud de la Quinta Región han sido solo maniobras pequeñas o que, en algunos casos, en nada ayudan a aminorar la carga de tóxicos, incluso cancerígenos, que los estudiantes respiran.

El estudio de 2011 señalaba que, respecto a la presencia de cromo en las muestras de suelo, La Greda presentaba valores notoriamente más bajos que en las escuelas La Laguna, Campiche y La Chocota. Según la Agency for Toxic Substances and Disease Registry (ATSDR) de EE.UU., los efectos del cromo son: cáncer, irritación en las vías aéreas y síntomas de asma, como sibilancias. La ingesta de cromo puede producir anemias y úlceras gastrointestinales (un hecho que ha sido observado en animales).

Como una forma de enfrentar tales resultados, las medidas tomadas por Educación en la escuela Campiche fueron, por ejemplo, la conservación de techumbres y pisos de los pabellones 1 y 2 (2016) y habilitación de comedor de profesores, construcción de comedor, bodega y cocina para el servicio de alimentación escolar (2014).

En cuanto a polvo, el ranking de exposición a elementos carcinógenos elaborado en 2011 era aun más alarmante. Todos los colegios estaban expuestos a este tipo de agentes en el largo plazo. Sin embargo, Educación respondió así: en la Escuela Sargento Aldea se amplió la sala del Kinder (2014); en la escuela Maitencillo se hizo conservación y construcción de comedor, bodega y cocina para el servicio de alimentación escolar (2014) y en colegios como el Rungue, se realizó conservación de sistema eléctrico de la multicancha, mejoramiento en pavimento y techumbre de patios.

El olvido de los niños

Hernán Ramírez –asesor de organizaciones ambientales de Puchuncaví, ex encargado de medioambiente de la comuna e ingeniero pesquero– señala que la respuesta de la Contraloría confirma que la autoridad sanitaria no ha cumplido su rol de velar y cuidar a los niños de la zona. “Ni siquiera han fiscalizado lo que ellos mismos instruyen. El año 2011 se les dice que deben adoptar un sistema de monitoreo permanente de limpieza de los colegios de Puchuncaví, no lo hizo el Ministerio de Educación y no le interesó tampoco como Seremía”, dice Ramírez, uno de los profesionales que pidió respuestas por la falta de acciones por parte de las autoridades.

[cita tipo=»destaque»]La reciente respuesta de la Contraloría –de junio de este año– también señala que, si bien la Seremi de Salud detectó situaciones que comprometían a otras instituciones, no hizo absolutamente nada en esa línea. “La Seremi de Salud debió haber arbitrado las acciones pertinentes para subsanar el problema detectado, en ‘virtud de sus atribuciones y responsabilidades indicadas en’ la normativa previamente citada, y atendida la urgencia de, dichas medidas”, dice el documento de Contraloría.[/cita]

La reciente respuesta de la Contraloría –de junio de este año– también señala que si bien la Seremi de Salud detectó situaciones que comprometían a otras instituciones, no hizo absolutamente nada en esa línea. “La Seremi de Salud debió haber arbitrado las acciones pertinentes para-subsanar el problema detectado, en ‘virtud de sus atribuciones y responsabilidades indicadas en’ la normativa previamente citada, y atendida la urgencia de, dichas medidas”, dice el documento de Contraloría.

En relación con la mejora de infraestructura, el órgano contralor refiere que no se advierte en qué medida los proyectos informados por la Seremi de Educación permitirían mitigar los efectos relativos a la exposición a metales pesados. Por ello, la entidad manifestó que las secretarías regionales ministeriales de Salud y Educación «deberán actuar coordinadamente para reevaluar las acciones recomendadas en el oficio ordinario n.° 1.448, de 2011 y, de ser necesario, incluir a otros organismos en dicho proceso, e informar a esta Contraloría Regional sobre sus resultados o estado de avance en un plazo de 60 días, hábiles contados desde la recepción del oficio de Contraloría».

Desde la Seremi de Educación de Valparaíso señalan que el dictamen precisa que su rol en el tema es “planificar, normar y supervisar el apoyo pedagógico que se preste, cuando corresponda, en los establecimientos ubicados en el territorio jurisdiccional cautelando el cumplimiento de los objetivos y políticas educacionales y su correcta adecuación a las necesidades e intereses regionales”. Aunque, sin perjuicio de ello, se acompañaron los antecedentes que avalan las diversas tareas de infraestructura realizadas por el Ministerio de Educación y “se analizara la proyección de este informe, toda vez que son otros organismos los que deben evaluar si las acciones provocaron una mitigación de los efectos de la contaminación”, comentaron vía correo electrónico a El Mostrador.

La Seremi de Salud regional no contestó a nuestras preguntas.

Un informe tóxico

Mientras los organismos se ponen de acuerdo en la eficacia y urgencia con que cuidan a los niños, las emergencias en Puchuncaví continúan.

El 22 de marzo de este año, cuatro niños del Complejo Educacional Sargento Aldea se desmayaron en medio de un fuerte olor a gas . “Habíamos sentido olores, pero jamás de esta dimensión”, contó entonces Tomás Opazo, quien lleva más de 20 años como director del colegio que en 2011 ya había aparecido también en el informe.

Ese día cuatro alumnos del Sargento Aldea se desmayaron y llegaron hasta el policlínico con náuseas, vómitos y dolores de cabeza.

El año 2011, al mismo tiempo que el informe sobre los colegios de Puchuncaví daba cuenta de la presencia de metales pesados, el departamento de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Universidad Católica también presentaba el estudio “Evaluación de los efectos en salud en escolares asistentes a la Escuela Básica La Greda”, un análisis en el que se comparó a los pequeños, ya no de escuelas cercanas, sino que de un establecimiento educacional en Algarrobo.

Los resultados siguieron la misma línea que aquel encargado por la Subsecretaría de Salud el mismo año 2011. En las conclusiones, se sugirió un nivel de exposición a plomo y posibles daños a la salud respiratoria y el desarrollo neuropsicológico de los niños asistentes a la Escuela Básica La Greda, o expuestos, mayores que en los niños del Colegio Carlos Alessandri Altamirano de Algarrobo. “Todos los elementos explorados en este estudio apuntan en la dirección de que los niños de la Escuela Básica La Greda tienen exposición ambiental con efectos biológicos detectables”, detalló el documento.

El estudio de la PUC demostró que los niveles de plomo en sangre de ambos grupos de estudio fueron, en promedio, mayores que 0: “Se observan niveles mayores que 0 de plomo en sangre de población no expuesta en todo el mundo, lo que es atribuible a la presencia de plomo en pinturas antiguas de casas y juguetes, cerámicas y en residuos de gasolina con plomo. Los niveles de plomo encontrados en los alumnos de la Escuela Básica La Greda, sin embargo, resultaron superiores a los niveles encontrados en el grupo control, lo que es indicativo de que existe exposición crónica a plomo ambiental superior a la esperada para una población infantil chilena de esas características”.

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