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La caída del avión Hércules Opinión

La caída del avión Hércules


Transcurridos casi dos años desde el fatal accidente del avión Hércules KC130R de la Fuerza Aérea de Chile en su viaje a la Antártica, y tal como ocurrió hace una década con la caída del avión Casa 212 en Juan Fernández como producto de negligencias en el entrenamiento de sus pilotos, otra vez los chilenos seguimos esperando el resultado de largas, oscuras e infructuosas investigaciones de la Fuerza Aérea de Chile, por lo cual ya es hora de señalar que en mi opinión la causa más probable de su caída no fue una falla eléctrica, como se ha sugerido, que pudiera haber generado la explosión del combustible del avión y/o de la carga inflamable que se transportaba, pues en las fotos y películas que se han mostraron no aparecen elementos notoriamente quemados, ni tampoco fue una falla mecánica de un avión diseñado con mucha redundancia para operaciones de guerra.

Por consiguiente, es posible inferir que su fulminante caída, sin tiempo para alcanzar a emitir mensajes de auxilio, fue causada por una falla estructural catastrófica similar a otros accidentes del mismo modelo de avión (ver video). En este caso, probablemente ella fue originada por su operación en ambientes altamente salinos propios de las misiones de su anterior operador, la Infantería de Marina de Estados Unidos, que generó una corrosión prematura que no fue detectada tempranamente en la rehabilitación efectuada en la Base Hill, Utah, de la Fuerza Aérea Norteamericana, antes de su entrega a Chile o, posteriormente, en los talleres de la Fuerza Aérea de Chile.

Con el objeto de graficar la gravedad de los efectos de la corrosión salina en los aviones, podemos mencionar que la Armada de Chile ha debido reemplazar importantes componentes estructurales en el reciente mantenimiento de media vida de dos de sus aviones Orion P-3ACh, del mismo fabricante, concepción y tecnología que el Hércules; por lo cual creemos que sería relevante que la fiscalía que investiga el accidente le solicite una auditoría independiente, particularmente centrada en la corrosión en ambientes marinos, que incluya las bitácoras de los mantenimientos efectuados al avión caído y el estado actual de los otros tres aviones iguales adquiridos por la Fach en la misma oportunidad y al mismo proveedor.

El avión Hércules C130 fue diseñado por el mayor genio de la ingeniería aeronáutica del siglo XX, Clarence “Kelly” Johnson, del cual, en estos tiempos de pandemia, he podido leer su autobiografía y particularmente su evaluación de caídas similares, lo que me ha llevado a inferir que el origen probable de esta catástrofe pudo ubicarse en una rotura (por corrosión) de las bisagras de los compensadores (tabs) de los alerones de cola del avión.

Los chilenos queremos saber qué está pasando en nuestra Fuerza Aérea y no enterarnos por la prensa de nuevos accidentes, de los cuales solo recibamos ambiguas explicaciones.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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