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Carta de respuesta a mi AFP Opinión

Carta de respuesta a mi AFP

Enrique Fernández Darraz
Por : Enrique Fernández Darraz Doctor en Sociología, académico.
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Estimado Martín, y disculpe que lo llame por su nombre de pila, pero dado que usted hizo lo mismo, creo importante retribuir su confianza.

Agradezco su carta de 9 de julio. En especial, y muy sinceramente, el tono amable y dialogante. Muy distinto al de las recibidas por algunos amigos y amigas, a quienes, luego de la votación de la Cámara de Diputados, otras AFP les prometieron las penas del infierno en la tierra, en la forma de una vejez ruinosa y miserable.

Me tomé la libertad de responderle, debido a que en la carta que usted me envía señala que su actuar y el de la empresa que gerencia buscan defender mi “mejor interés”. Para que puedan hacerlo en consecuencia, juzgo fundamental que conozcan por mí mismo cuáles son mis intereses en lo que respecta a mi futura pensión y al sistema que la administra. Comprenderá que con más de 50 años de vida ya tengo bastante claridad sobre ellos y me preocupa que se malinterpreten o se hable en nombre mío sin consultarme.

Me parece necesario que sepa que estoy afiliado a una AFP no porque quiera, sino porque la ley me obliga y no me da una opción distinta al sistema privado que impera en Chile. De igual modo, me parece relevante que se entere que estoy en la AFP que gerencia por devolverle un favor a un amigo, cuya esposa trabajaba captando clientes. No se debe a ninguna consideración especial respecto de su empresa o de sus rentabilidades. Por último, y pienso que esto podría sin mayor dificultad averiguarlo por usted mismo, es importante que sepa que pertenezco al pequeño grupo de chilenos que desde hace más de veinte años ha tenido buenos y bien remunerados trabajos, por lo que casi no tengo “lagunas previsionales” y, además, recibiré probablemente una pensión superior al promedio nacional.

Dicho eso, vamos al grano. Respecto del sistema de pensiones, es de mi mayor interés que este sea modificado a la brevedad y pase de la capitalización y rentabilidad individual a uno con base solidaria, en el que quienes tenemos el privilegio de ganar más y/o seamos más jóvenes contribuyamos a las pensiones de los más desfavorecidos. A mi juicio, este (entre otros) es un principio fundamental, que permite diferenciar una sociedad de una simple aglomeración de individuos.

No me opongo a que exista como complemento un sistema privado, para quienes juzguen al de base solidaria como insuficiente. Pero no debería ser más que eso: un complemento voluntario a uno organizado estatalmente que garantice pensiones dignas. En mi condición de privilegiado he podido apreciar el funcionamiento de un sistema como el que le describo. Tuve la oportunidad de vivir fuera de Chile (en Alemania) y ver que ello no solo es posible, sino que no se desmorona ni se destruye un país con un modelo distinto al que existe acá.

En segundo lugar, me parece fundamental que sepa que es de mi mayor interés que en el sistema de jubilaciones no se permita el lucro, dado que ello provoca que primen otros criterios, por sobre el beneficio de los afiliados. Es decir, en un régimen como el que tenemos, las decisiones de inversión se toman cautelando primero las utilidades de los dueños y accionistas, o de las empresas que se capitalizan con los ahorros de los trabajadores y trabajadoras. Y recién luego se vela por estos últimos, entre los que me cuento.

En síntesis, estimado Martín, le pido que en coyunturas como la actual u otras futuras, y si usted insiste en la gentileza de defender pública y privadamente mis “mejores intereses”, impulse la pronta eliminación del sistema de APF y su mantención solo como un seguro complementario y voluntario. También la prohibición de toda forma de lucro a costa de los ahorros de quienes esperamos tener una vejez con un mínimo de seguridad financiera.

Por último, y sin querer pecar de confianzudo, le pido que, de aprobarse esta reforma, dé las instrucciones para que el retiro de los fondos sea expedito y sin cobros de ninguna especie. Ello, sin duda, está en sus manos en su calidad de gerente. No quisiera verme sometido a un trámite engorroso que busque desincentivarme en el ejercicio de ese derecho.

Ahora que conoce mis “mejores intereses”, le pido que si estos no coinciden con los suyos o los de la empresa que gerencia, no se preocupe, simplemente dígalo y transparéntelo. Ello, lejos de distanciarnos, hará más claro el punto de partida de esta relación, por ahora solo epistolar.

Disculpe lo manido de la cita, Martín, pero “pienso que este es el comienzo de una hermosa amistad”.

Con atentos saludos.

 

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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