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Racismo, televisión y publicidad en Chile Opinión Crédito: Archivo Joane Florvil 2017

Racismo, televisión y publicidad en Chile

Carol Chan y Natalie Gómez
Por : Carol Chan y Natalie Gómez Carol Chan (Universidad Academia de Humanismo Cristiano) y Natalie Gómez (Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África Chile)
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El asesinato injusto de George Floyd por la policía de Estados Unidos en mayo de este año ha provocado un estallido social bajo el eslogan “Black Lives Matter” (Las vidas negras importan). Este incidente y el movimiento social que ha generado ha resonado fuertemente en Estados Unidos, así como también en Europa y el Sudeste asiático.[1] Las protestas sociales y las discusiones públicas visibilizan y denuncian el racismo institucional y cotidiano que diariamente experimentan minorías excluidas de los privilegios de una supuesta “mayoría”. En Chile, con la excepción de ciertos activistas antirracistas que se han manifestado en redes sociales, no existe una discusión o reflexión más amplia sobre las consecuencias, a veces violentas y explotadoras, del racismo contra los afrodescendientes, así como hacia otras personas y comunidades racializadas en el país.

Recordemos las muertes injustas de personas inmigrantes haitianas en Chile como Joane Florvil, quien fue acusada sin fundamento, detenida y criminalizada por el supuesto abandono de su hija, sin haber contado con intérpretes ni un procedimiento apropiado de detención.[2] Si bien la historia particular de racismo, colonización y esclavitud difieren en cada contexto nacional y regional, debemos reconocer el carácter global del racismo, donde la historia de esclavitud de los afrodescendientes está fuertemente vinculada con las historias de falta de libertad y trabajo forzado de otras personas racializadas, como aquellas provenientes de China e India.[3] La presencia de las diásporas globales de afrodescendientes, chinos, e indios – y el racismo que ellos viven en muchos contextos — evidencia esta historia compartida. El racismo cotidiano, simbólico y muchas veces institucionalizado contra personas de dichas ascendencias también ocurre en Chile. Diversas formas de racismo nos muestran que todavía no hemos superado el legado del colonialismo, donde los chilenos suelen considerarse “un país occidental” y continuamente reniegan de su herencia indígena.

Recordemos la historia del blackface en Chile– por ejemplo, en el programa Jappening con Ja en los años 80, y en los anuncios de chocolate Negrita en los años 90, donde algunos actores usaban maquillaje para representar una persona negra.[4] La existencia y popularidad del blackface en Chile en un periodo donde no habían muchos afrodescendientes en el país, evidencia el carácter global del racismo. Lo mismo se da incluso hoy con aquella conocida publicidad del papel higiénico marca Noble. En los años 80, sus anuncios para la televisión presentaban humorísticamente a un afrodescendiente que promovía un producto “100% chileno” con frases como “el color que más me gusta… blanco”. En general, estos ejemplos asocian la negritud con lo primitivo, la suciedad, la falta de intelecto e hipersexualidad, ideas denigrantes que hoy se refuerzan en la sociedad chilena con la mayor presencia de migrantes afrodescendientes en el país.

En esta misma línea, queremos problematizar y denunciar las representaciones racistas y estereotípicas de las personas asiáticas – de China e India—en los medios de comunicación chilenos. Queremos desafiar la idea de que, si bien las representaciones de asiáticos en los medios parecen ser más inofensivas que la de personas afrodescendientes, las bromas y estereotipos que se utilizan en dichos anuncios no dejan de ser perjudiciales. Ambas imágenes — de asiáticos, por un lado, y afrodescendientes por el otro — están interrelacionadas y demuestran las diversas formas que toma el racismo. Por un lado, la imagen (racializada) del “buen migrante” hace posible aquella del “migrante indeseable”. Como miembros de ambas comunidades (chinas e india), queremos cuestionar y rechazar la idea del “buen migrante”. Por otro lado, creemos que estas ideas invisibilizan la diversidad interna de estas comunidades y omiten que su aparente autosegregación y autosuficiencia son en parte el resultado de una larga historia de desafíos y obstáculos de inserción económica, social, y política en el país. Es más, las distinciones entre los migrantes “buenos” y “malos,” “emprendedores” y “delincuentes,” “empoderados” y “vulnerables” solo separan y hacen mutuamente irrelevante o conflictivas las experiencias y luchas que comparten diversas personas migrantes y racializadas.

Tomemos el ejemplo del popular anuncio de Té Supremo y el personaje llamado Rashid, supuestamente de India o Sri Lanka. Rashid utiliza un turbante, baila una coreografía llamada Saltarín Bombay (en alusión al cine de Bollywood), habla con un acento “distinto,” y promociona principalmente un té que es originario de Sri Lanka. La apariencia y forma de hablar de Rashid es un disfraz que podríamos describir como brownface; una representación que pretende reducir la heterogeneidad de la cultura y población del Asia del sur a unos símbolos limitados y erróneos. En primer lugar, no todos ellos usan turbantes, siendo más distintivo de la población sikh. Por otra parte, el acento de Rashid recuerda, en el imaginario chileno, al acento utilizado por el personaje Apu de Los Simpsons, creado y personificado, por un hombre blanco; efectivamente, Rashid es como nuestro Apu chileno.[5] Ambos son caricaturas, en donde su origen étnico y acento se prestan para bromas y provocan micro-racismos en la vida cotidiana de las personas que se identifican con Asia del Sur.[6] El brownface e instancias de apropiación cultural de la India en Chile son actos de poder, porque se toma elementos importantes de una cultura, y se ridiculiza para entretenimiento de otros.

Con la llegada del Covid19 en Chile, hemos visto racismos con consecuencias a veces violentas en espacios públicos contra las personas chinas y asiáticas.[7] No es difícil vincular estos actos y discursos de racismo y xenofobia con su normalización en los medios de comunicación. Por ejemplo, en el programa “Mentiras Verdaderas” de La Red, María Luisa Cordero evocaba la imagen del trabajo infantil en China, declarando, en el contexto de la pandemia mundial, que “todo lo que venga de China es peligroso”.[8] El programa “Morandé con compañía” de Mega también vincula y culpa a las personas chinas por la pandemia de manera vulgar y denigrante: el cuarto capítulo de su temporada 2020 promueve el estereotipo de que las personas chinas comen animales inusuales y de manera barbárica. Estos programas normalizan la idea de que los chinos suelen hablar mal, vinculando esto con una aparente falta de inteligencia y un dejo de vulgaridad, siendo, por tanto, perpetuadores de visiones racistas sobre las personas asiáticas.

Debemos evitar que estas representaciones estereotipadas y estigmatizantes se conviertan en generalizaciones que impregnen e informen nuestras interacciones con las personas representadas, así como nuestra forma de verlas y entenderlas. Este tipo de representaciones son dañinas y desconocen las múltiples realidades y sensibilidades de la diversidad que conforman estas culturas. Estos ejemplos e instancias de racismo también son relevantes para problematizar el clasismo en Chile y las relaciones y perspectivas conflictivas contra la población indígena mapuche. Como hemos visto en el caso de Camilo Catrillanca, su asesinato y las justificaciones del hecho, se dan dentro de una perspectiva que lo presenta como un “otro”. Ésta no identificación con él, así como con otras víctimas de racismo sistémico es parte fundamental del problema. Esta falta de identificación revela que existe una jerarquía racial en Chile, donde algunos son más “otros” que el resto. Los racismos son múltiples y están todos interrelacionados. El racismo no es sólo un problema para quienes son discriminados, sino que también de quienes lo practican y avalan. Es un problema compartido como sociedad. Sólo afrontándolo en conjunto podremos vivir en un mundo un poco más justo, apreciando y reconociendo a cada ser humano en toda su complejidad.

 

 

 

[1]https://www.thejakartapost.com/news/2020/06/04/papuanlivesmatter-george-floyds-death-hits-close-to-home-in-indonesia.html?fbclid=IwAR1cLRgPN7o0N96HgBHOrdVB_bIuJOX-ibR2Ur2qK_jRfMCXz_pcwP97HKY

[2] https://www.latercera.com/noticia/los-30-dias-calvario-joane-florvil/

[3] Lee, A. P. (2018). Mandarin Brazil: Race, representation, and memory. Stanford University Press.

[4] Ver: https://www.youtube.com/watch?v=r-r9F8-5hno

[5]https://dindep.cl/art/15574/el-hombre-del-te-yair-juri-debutara-junto-a-diana-bolocco-en-nuevo-programa-de-concursos

[6]https://theconversation.com/the-problem-with-apu-why-we-need-better-portrayals-of-people-of-colour-on-television-106707

[7] https://www.latercera.com/la-tercera-domingo/noticia/xenofobia-en-tiempos-de-crisis-me-escupieron-porque-pensaban-que-tenia-coronavirus/2XBVYQUBT5AIFLSAIFEGKXNUBI/

[8] https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2020/02/06/empresarios-chinos-critican-a-doctora-cordero-por-decir-que-envios-de-china-pueden-traer-coronavirus.shtml

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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