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El llamado social en materia de salud Opinión

El llamado social en materia de salud

Báltica Cabieses y Alexandra Obach
Por : Báltica Cabieses y Alexandra Obach Báltica Cabieses, PhD epidemióloga social y Alexandra Obach, PhD antropóloga social. Programa de Estudios Sociales en Salud ICIM UDD
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Hacia nuevas formas de construir bienestar


Estamos viviendo tiempos de profunda transformación social. Inequidades sociales, incluyendo aquellas históricas presentes en salud, han tocado por fin un punto de no retorno: no más indolencia, no más intolerancia a la diferencia, no más falta de reconocimiento y aceptación mutua. El país clama, como nunca antes, un nuevo acuerdo social. Esto es, una nueva forma de vivir que nos haga más sentido y donde todos y todas podamos gozar de bienestar en igual medida.

Nuestros estudios sociales en salud, por ya más de una década, han informado sobre la magnitud y profundidad de las desigualdades sociales en los resultados de salud poblacional. La distribución de buena salud entre dominantes y dominados, en cualquiera de sus formas (la llamada clase media, personas viviendo en pobreza o con alguna discapacidad, mujeres, niños y niñas, adolescentes y jóvenes, inmigrantes, pueblos indígenas, personas de la diversidad sexual, por mencionar algunas de estas categorías), depende de las políticas públicas que cada país define e implementa. Hemos aprendido que la política pública, incluyendo la política de salud, se vive en el cuerpo de cada persona y familia, produciendo malestar y estrés crónico en aquellos que no se sienten reconocidos o escuchados. Este es uno de los llamados más sentidos de nuestra población, en reconocimiento de nuestra fragilidad humana, toda vez que nosotros o alguien cercano se enferma. El dolor de no siempre encontrar respuesta oportuna y sensible en salud a cada historia y realidad particular.

Como parte de esta manifestación social, tenemos un llamado urgente y profundo desde la salud poblacional. Desde nuestro aprendizaje en investigación, vemos una valiosa oportunidad en fortalecer, en materia de política pública en general y de política de salud en particular, los siguientes ámbitos:

  1. Fortalecer la justicia desde los procedimientos: la justicia de cualquier acuerdo social requiere, inevitablemente, de justicia en su procedimiento de construcción. Para ello, uno de estos mínimos es el construir espacios formales y sistemáticos de diálogo que, a diferencia de experiencias del pasado, deben ser vinculantes al nuevo acuerdo social. Los nuevos resultados en materia de salud deben velar por el cumplimiento de mecanismos transparentes, sistemáticos, auditables y participativos.
  2. Instalar más espacios de reconocimiento y de pertenencia: tanto de grupos como de individuos que se conciben como diferentes, desintegrados o marginados de cualquier forma, es un imperativo ético. Monitorizar procesos de identidad y pertenencia social en espacios de salud es un proceso necesario para no perder el pulso de las cambiantes dinámicas que tienen lugar en nuestra realidad. Más aun, hoy estamos llamados a repensar todas estas categorías de grupo social, a reconocernos desde nuestras identidades personales y comunitarias, y a dialogar desde estas posibles diferencias para un real reencuentro social.
  3. Fortalecer la vigilancia de salud poblacional con enfoque de equidad: establecer procesos fortalecidos y cada vez más rigurosos de monitorear cómo los resultados de salud están siendo distribuidos al interior de nuestra sociedad. Nuevamente, debemos cuestionar en forma permanente las categorías de grupo que consideramos para este análisis, pero no debemos jamás detenernos en buscar quienes pueden quedar atrás en cada estrategia y acción sanitaria.
  4. Promover mayor sensibilidad intercultural en salud: siendo todas las personas distintas en sus construcciones de identidad y sentido de pertenencia social, es urgente que los trabajadores de salud fortalezcamos nuestra capacidad de comprender y dialogar con personas cada vez más diversas. El tejido sociocultural del país está en permanente cambio, y no siempre el sector está disponible o entrenado para acercarse de manera sensible y pertinente a estos procesos individuales y colectivos. Junto con mayor vigilancia en salud, necesitamos mayor sensibilidad intercultural en salud.

Hoy tenemos la oportunidad de renovar nuestra forma de construir salud en nuestra población, desde el reconocimiento de la diferencia sociocultural y su inclusión formal en procesos, vigilancia de salud poblacional y atención directa en salud. Llamamos a contemplar de manera seria, explícita y planificada la voz de todos los grupos sociales en temáticas de salud, no solo los poderosos y bien conocidos, los intelectuales y los más articulados. Se deben convocar, especialmente, a aquellos que se sienten diferentes, desintegrados, silenciados y marginados en la construcción histórica de nuestra política y nuestra sociedad. Ellos son múltiples, diversos y cambiantes; es por esta razón que el llamado debe ser amplio, abierto, inclusivo y transversal. Este es un paso fundamental para asegurar la legitimidad de un nuevo acuerdo social y de salud.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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