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Desarrollo sostenible: la diferencia entre ser o no rentable en el siglo XXI Opinión

Desarrollo sostenible: la diferencia entre ser o no rentable en el siglo XXI

Rodrigo Rettig
Por : Rodrigo Rettig Abogado, Magíster Política y Gobierno, UDP.
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¿Por qué señalo que sí genera rentabilidades el ser una empresa sustentable y no tan solo preocupada de la generación de ganancias? Debido a que la evidencia también apunta en esta dirección. Ya no se trata de lo que ética o moralmente es correcto en el funcionamiento de una empresa en su relación con el medio ambiente y comunidades, sino que incluso en materia de rentabilidad es deseable incorporar elementos de sustentabilidad en los procesos productivos.


“La historia abunda en análisis precipitados, muchas veces movidos por intereses económicos y/o ideológicos, que han llevado a grupos, países, e incluso a parte de la humanidad, a errar en el diagnóstico, abordando de manera impropia determinadas situaciones, o bien utilizándolas para atacar a personas o grupos sociales y volcar en su contra las frustraciones o miedos derivados de ellas. Es lamentable que el mundo empresarial aparezca validando la COP25, un encuentro en donde ya se anticipa un discurso contrario al modelo de desarrollo y el libre emprendimiento”.

La cita anterior pertenece a Fernando Barros, abogado, quien escribió una columna en el Diario Financiero, la cual da cuenta de su escepticismo frente al cambio climático y, en síntesis, frente a la sustentabilidad, aduciendo que esta idea obedecería a una especie de moda que abandona el ámbito científico. Todo, en el marco de la COP25 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) a realizarse en diciembre de 2019 en nuestro país. Señalar que Barros es miembro de siete directorios de empresas, además de consejero de la Sofofa.

Lo anterior llama la atención, más aún viniendo de un abogado consejero de la elite empresarial, en donde ciertamente su voz es escuchada con atención en los diferentes directorios y citas que se dan en los círculos económicos más relevantes del país, siendo esto lo que otorga mayor grado de preocupación ante sus afirmaciones.

No es de extrañar, en consecuencia, que una de las causas que pudieren generar el estancamiento de la matriz de desarrollo del país, estuviera presente en la propia cuna empresaria nacional. Es evidente: si una de las voces más escuchadas de las empresas (organizaciones fundamentales, necesarias, y piedra angular sobre la cual se desarrollan los países) duda del cambio climático y de la sustentabilidad, es plausible ser pesimista en la proyección de mejoras en la economía chilena. Los empresarios estarían siendo ineficientemente informados.

El Desarrollo Sostenible es un concepto formulado en 1987 en el contexto de la Comisión Brundtland (liderada por la Primera Ministra Noruega de entonces, Gro Harlem Brundtland), creada en 1987 en el seno de la Organización de las Naciones Unidas en el marco de la necesidad de comprender que la forma de direccionar la evolución social debe ser desde el tránsito del“crecimiento” al “desarrollo” económico, el cual incorpora la variable de la sostenibilidad. Se define el Desarrollo Sostenible como “la forma de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las generaciones del futuro para atender sus propias necesidades”.

En este escenario, la evidencia empírica referente a la efectividad de los impactos humanos en materia medioambiental y climática es abrumadora. Entre 1880 y 2012, la temperatura media mundial aumentó 0,85 grados centígrados. Los océanos se han calentado, la cantidad de nieve y de hielo ha disminuido, y ha subido el nivel del mar. Entre 1901 y 2010, el nivel medio del mar aumentó 19 centímetros, pues los océanos se expandieron debido al calentamiento y al deshielo. La extensión del hielo marino del Ártico se ha reducido en los últimos decenios desde 1979, con una pérdida de hielo de 1,07 millones de km2 cada decenio, entre otros efectos. Durante 2013 y 2014, solo cuatro de 69.406 autores de artículos revisados por pares en relación con el calentamiento global, rechazaron que la causa de este fuera por efectos del hombre. Esto es, el 0,0058% de los autores.

Así, podemos señalar que existen cuatro elementos que son cada vez más importantes para que una empresa genere rentabilidades a largo plazo: i) Mostrar procesos amigables con el medio ambiente; ii) Preocuparse de sus estructuras internas; iii) Promocionar la diversidad; y iv) Mantener buena relación con las comunidades. En síntesis, se debe promover y abordar la preocupación de externalidades ambientales y sociales, lo cual permite dotar de valor social a la empresa. Se debe ir más allá de la antigua “Responsabilidad Social Empresarial” (RSE), avanzando hacia la deseable “licencia social”, que finalmente es lo que otorga viabilidad y eficiencia a los proyectos financieros a largo plazo.

¿Por qué señalo que sí genera rentabilidades el ser una empresa sustentable y no tan solo preocupada de la generación de ganancias? Debido a que la evidencia también apunta en esta dirección. Ya no se trata de lo que ética o moralmente es correcto en el funcionamiento de una empresa en su relación con el medio ambiente y comunidades, sino que incluso en materia de rentabilidad es deseable incorporar elementos de sustentabilidad en los procesos productivos.

Un estudio de Nordea Equity Research (2017) evidenció que entre 2012-2015, las empresas mejor evaluadas en rankings de sustentabilidad tuvieron una rentabilidad hasta 40% superior que las peor calificadas. A su vez, en 2018 un estudio de Bank of America Merrill Lynch dio cuenta de que las acciones de empresas amigables a factores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) mostraron mejor rentabilidad en un período de tres años. Además, presentaron menores posibilidades de generar insolvencia y grandes caídas de precios. En definitiva, disminuyeron su riesgo.

A esto se suma que uno de los mayores fondos de inversión a nivel mundial (BlackRock) envió a inicios de 2018 una carta a los gerentes generales de todas las empresas chilenas que transan en bolsa y en las que invierten, refiriendo que dichas empresas deben demostrar cómo contribuyen a la sociedad o sencillamente perderían el aporte de la firma, además de advertir que debe existir paridad de género en los directorios de las empresas.

Finalmente en este punto, podemos citar la decisión de Starbucks de dejar el uso de bombillas plásticas en las 28 mil tiendas que tiene a nivel mundial. Esta noticia elevó en 1,9% las acciones de la firma. Todo lo relatado indica que las compañías ya no solo deben cumplir por coacción, sino que ahora por retribución, cambiando el paradigma de generación de riqueza.

Lo anterior ciertamente es puesto en duda por determinados grupos y sectores de la sociedad, quienes hoy tienen, preocupantemente, líderes en Estados Unidos, Brasil, entre otros países, negando la verdad que no les conviene y exaltando la mentira que sí. Decir que la sustentabilidad es movida por intereses económicos e ideológicos es derechamente no decir la verdad, amparados quizás por una especie de manifestación de “disonancia cognitiva”, el cual es un proceso psicológico que tensiona a la persona en sus creencias, produciendo desarmonía interna del sistema de ideas y/o emociones, al enfrentarse ante dos pensamientos que entran en conflicto.

El Desarrollo Sostenible desafía la idea de que solo la generación de recursos, sin reparar en el cómo, es la forma de desarrollo de las personas y las sociedades. No solamente sería crecimiento y generación de riqueza. Ante ello, se preferiría negar, manteniendo el conjunto de principios en regla.

Sin embargo, es deseable que los líderes de los países, dentro de los cuales definitivamente se encuentran los empresarios, exploren nuevas formas de desarrollo avaladas por la evidencia, no obstante dichas direcciones tensionen las convicciones. En el nombre de estas, las convicciones, se han producido los más diversos atropellos de derechos y sociedades enteras en la historia de la humanidad, por tanto, ellas no deben ser vistas como un valor en sí mismas sin la posibilidad de ser desafiadas. Los verdaderos líderes son aquellos que se permiten explorar el cambio de dirección en la esfera de sus competencias y principios cuando observan que la evidencia indica que es deseable caminar hacia ellas.

Finalmente, el episodio sirve para relevar la importancia que tiene, en materia empresarial, asesorarse por criterios amigables al siglo XXI. Si usted es empresario y no quiere creer en el cambio climático, el desarrollo inclusivo y armónico, es probable que sus recursos no estén siendo lo eficientes que pudieran ser.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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