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¿Están los hijos de padres separados en la lista de los niños con peor salud mental del país? Opinión

¿Están los hijos de padres separados en la lista de los niños con peor salud mental del país?

Andrea Stutman
Por : Andrea Stutman Directora Centro Psicológico Revincularse (www.revincularse.cl)
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Un reciente estudio muestra que los niños chilenos sufren la peor salud mental del mundo. La investigación, realizada en 24 países por la directora del departamento de psiquiatría de la Universidad de Chile, Mónica Kimelman, y, el doctor en Psicología infantil, Felipe Lecannelier, hace preguntarse si esta realidad afecta en mayor parte a los hijos de padres separados, por sobre los menores que viven con ambos padres en una familia tradicionalmente constituida.

Si los expertos del estudio plantean que para revertir esta situación los adultos responsables deben ejercer una educación emocional temprana en los niños; entonces, ¿se podría pensar que los padres separados se encuentran emocionalmente menos disponibles para ejercer esa función en el momento de enfrentar el quiebre de la pareja parental y de forma posterior?

La experiencia con los padres separados e hijos de padres separados con que contamos revela que, a pesar de la separación, los padres pueden seguir ejerciendo de buena forma su rol protector y educativo con sus hijos y, en todo caso, la falta de disposición emocional para contener a los hijos no va a depender de la separación en sí misma, sino del proceso como esta se lleva a cabo.

Es evidente que durante el quiebre de la pareja sus miembros se verán centrados en sus dolores y necesidades más inmediatas para intentar resolver las vicisitudes que trae la reestructuración familiar. Pero este tipo de dolor y reacomodación no tendría por qué ser mayor al proceso que viven otros padres frente a otros eventos importantes y de alto impacto en sus vidas, como la pérdida de un trabajo, cambio de país, una enfermedad importante y la muerte de un ser querido, momentos donde los adultos naturalmente retiran parte de la energía de los hijos por un tiempo determinado.

El problema se suscita, en cambio, cuando tras la separación los adultos pasan más tiempo del necesario enfocados en sus peleas y rencores, en desmedro de sus hijos y pierden el foco, que debería ser ayudarlos a elaborar el nuevo escenario familiar.

Y más en concreto lo que realmente les genera un gran daño a los hijos es cuando algunos padres utilizan a los niños como parte de las peleas, los sitúan al medio del conflicto de la pareja y, así, muchas veces, los menores deben enfrentarse a tribunales, declaraciones y peritajes. 

En estos casos, es probable que los menores sí desarrollen síntomas, como los señalados en el estudio sobre los problemas mentales de los niños chilenos, como la agresividad, la ansiedad y hasta la depresión, por ausencia de adultos concentrados en llevar a cabo una educación emocional coherente y constante en sus hijos. 

Al mismo tiempo, existen muchos padres que se separan logrando acuerdos conciliatorios por medio de lo que hemos denominado una “separación colaborativa”, donde los niños no sufren mayores consecuencias psicológicas, que son las de deber adaptase a una realidad diferente y, generalmente, triste, sin ambos padres en la misma casa. Pero donde siguen contando con la colaboración de ambos progenitores, quienes a pesar de sus dificultades ante la nueva estructura familia, no dejan de cumplir el rol de cuidar, proteger, educar y apoyar emocionalmente a sus hijos y, en ese sentido, velar por su salud mental.

De esta manera, los niños chilenos, que son hijos de padres separados, no tienen que ser quienes encabecen la lista de los menores con peor salud mental de Chile y ni siquiera ser parte de ella, pero sí se encuentran en la zona de riesgo. Por lo anterior, quienes enfrentan esa situación deben tomar acciones preventivas que los ayude a enfrentar su proceso de separación sin que sus hijos sufran las consecuencias.

Dentro de las acciones preventivas se encuentran, por ejemplo, la de tener un plan claro para llevar a cabo el proceso de concreto del cambio de casa (ya sea la salida de uno de los miembros de la pareja o la familia completa de la casa familiar): plan que debe ser acordado por ambos padres para luego ser comunicado con claridad a los hijos y posteriormente cumplido según lo planificado, lo cual ayudará a los niños a disminuir la angustia que les genera la incertidumbre del cambio.

Otras acciones preventivas deben estar dirigidas a contener las penas de los niños, tener claridad frente a los cambios futuros y a las visitas que tendrán con cada padre y sus respectivas familias, entre otros.

Está claro que los adultos que deciden separarse tienen que poner a sus hijos en primer lugar en el proceso de la separación y, si es necesario, buscar ayuda para que los niños no desarrollen síntomas o sufran más de los necesario. 

A su vez, el reciente estudio es un importante llamado de atención para todos los padres, separados o no, con el fin que busquen las herramientas necesarias para conectarse mejor desde el punto de vista emocional con los requerimientos de cada uno de sus hijos, y así, logremos ir cambiando, las cifras negras y nefastas de la salud mental de los pequeños de nuestro país. ¡No podemos ocupar más ese primer lugar!   

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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