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Notre Dame: Nuestra señora iglesia en llamas Opinión

Notre Dame: Nuestra señora iglesia en llamas

León Pascal
Por : León Pascal periodista y escritor
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La iglesia católica chilena atraviesa una crisis profunda, moral e histórica. Si no se limpia, renueva y moderniza en sintonía con los tiempos modernos y sus nuevas exigencias, está condenada al más profundo repudio de la ciudadanía y las generaciones de recambio: la incredulidad. Pero no sólo la Iglesia católica atraviesa por un infierno en la tierra. La Iglesia evangélica también se encuentra en llamas.


Observé, perplejo, las dantescas imágenes de las llamas consumiendo la milenaria catedral de Notre Dame en París- Francia, transmitidas, en vivo y en directo por los noticieros nacionales y extranjeros. Como clímax del desastre incendiario, el derrumbe cinematográfico de la torre más emblemática de este monumento, “la aguja”, me trajo a la memoria la misma y extraña sensación de cuando fui testigo del bombardeo a las Torres Gemelas en Nueva York: la caída de un paradigma político, histórico y religioso.

¡Por los clavos de Jesucristo! Justo este penoso incendio de la catedral, se origina previo a Semana Santa. La gigantesca nube de humo negro sobre esta emblemática catedral se tiñó de simbolismo con el mismísimo infierno que atraviesa, actualmente, la iglesia y el cristianismo, a nivel nacional y mundial.

En Chile, también “Nuestra Señora Iglesia está en llamas”, hace rato. Los casos de abusos sexuales, los encubrimientos, los temas valóricos, de género, entre muchos otros, han originado la falta de confianza y credibilidad en los curas y las iglesias.

La Fiscalía chilena investigó a 139 religiosos por abusos sexuales. Existen 144 causas judiciales en todas las regiones de Chile. Donde se ha producido un índice mayor de abusos sexuales ligados a la Iglesia es en Santiago, Biobío y Valparaíso. Entre los 139 religiosos investigados se encuentran 74 obispos, sacerdotes y diáconos sin congregación y otros 65 que pertenecen a alguna, entre ellas 16 salesianos y 15 maristas. Un informe inédito señala que el 66% de las agredidas era menor de edad y que hay 34 investigaciones en marcha.

[cita tipo=»destaque»]El mundo pide a gritos la transformación de la iglesia, basada en una visión menos castigadora y retrógrada; más renacentista y post moderna, en sintonía con la ciudadanía y los tiempos actuales. De lo contrario, nunca saldrá humo blanco y limpio de los templos, aún en llamas. [/cita]

La iglesia católica chilena atraviesa una crisis profunda, moral e histórica. Si no se limpia, renueva y moderniza en sintonía con los tiempos modernos y sus nuevas exigencias, está condenada al más profundo repudio de la ciudadanía y las generaciones de recambio: la incredulidad.

Pero no sólo la Iglesia católica atraviesa por un infierno en la tierra. La Iglesia evangélica también se encuentra en llamas. El obispo Eduardo Durán, líder emblemático de la Primera Iglesia Metodista Pentecostal está siendo investigado por la Fiscalía para esclarecer el eventual delito de lavado de dinero e infracciones tributarias. La máxima autoridad de la catedral evangélica es dueño a título personal de ocho vehículos -entre ellos dos modelos Ford de colección de los años 20- y 12 propiedades que, según información comercial, tienen un avalúo fiscal de $ 1.152 millones, monto que podría duplicarse si se considera el precio de mercado.

El obispo Durán ha sido duramente criticado por la opinión pública, pastores y hasta sus propios fieles de su congregación, por llevar una vida de lujo extremo, -de impactante hipocresía-, alejada de una vida austera como lo hizo Jesús, usufructuando con un monto nada despreciable de 30 millones de pesos al mes, gracias a la recolección bendita en diezmos de libre disposición, por lo que los puede destinar para sus “gastos personales” o para el funcionamiento de su iglesia, tipo gastos reservados del Ejército, sin rendirle cuentas a nadie.

Es el momento histórico que las iglesias chilenas se purifiquen del humo negro, diabólico y tóxico de los Karadimas, los curas Tatos, los Ezzatis, los Errázuriz y tantos otros, embajadores del mal.

Los curas deben volver a adquirir un concepto progresista y popular, inspirados en sacerdotes intachables, integrales y emblemáticos, como Mariano Puga, que ha dado su vida, junto a los más pobres, con un estilo de vida y humildad franciscana, envidiables.

El mundo pide a gritos la transformación de la iglesia, basada en una visión menos castigadora y retrógrada; más renacentista y post moderna, en sintonía con la ciudadanía y los tiempos actuales. De lo contrario, nunca saldrá humo blanco y limpio de los templos, aún en llamas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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