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Ley de Convivencia Vial, crónica de una muerte anunciada Opinión

Ley de Convivencia Vial, crónica de una muerte anunciada

Felipe Ulloa
Por : Felipe Ulloa Consultor internacional en Infraestructura y transportes, profesor de diplomado de extensión Smart Cities, FAU Universidad de Chile, profesor de diplomado de extensión en Inteligencia territorial FEN-FAU Universidad de Chile.
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La entrada en vigencia de la Ley de Convivencia de Modos, da cuenta de que las improvisaciones llevan al país al fracaso de sus políticas de transportes, pues no es posible que no exista ninguna señalética asociada a la implementación de dicha ley. La vida de los usuarios de los distintos modos de transportes está en peligro.

En Chile, a veces, primero se regula y después se hacen los estudios racionales para dar solución a la mala regulación, en materia de transportes por la vía de nuevos reglamentos sin ir más lejos el caso del Transantiago que todavía se sigue «parchando», ya que es un sistema de transporte público donde se perdió la certeza de llegada del bus y la confianza de desplazamiento desde el punto A al punto B, es decir el Transantiago es una política pública de transporte fracasada a la cual se le agrega otro fracaso: La Ley de Convivencia de Modo.

En el escenario actual, Chile no posee infraestructura suficiente en sus ciudades para garantizar la movilidad de las personas de forma segura en los distintos modos (sean estos en transportes público, auto privado, bicicleta, otros ciclos y caminata) no están garantizados por el Estado, es decir, no hay veredas amplias y en buena forma para caminar con seguridad, ni iluminación para garantizar la seguridad ciudadana. Asimismo, no cuenta con suficientes ciclovías para las bicicletas y otros ciclos y tampoco hay normas claras que se refieran a cómo se compartirán las calles entre diferentes usos como bicicletas y automóviles en zonas de baja velocidad (si es que están demarcadas) al interior de las ciudades, además de los otros ciclos, como patinetas, patines, monopatines eléctricos públicos, monopatines privados, bicicletas públicas etc.

[cita tipo=»destaque»]En el escenario actual, Chile no posee infraestructura suficiente en sus ciudades para garantizar la movilidad de las personas de forma segura en los distintos modos (sean estos en transportes público, auto privado, bicicleta, otros ciclos y caminata) no están garantizados por el Estado, es decir, no hay veredas amplias y en buena forma para caminar con seguridad, ni iluminación para garantizar la seguridad ciudadana. Asimismo, no cuenta con suficientes ciclovías para las bicicletas y otros ciclos y tampoco hay normas claras que se refieran a cómo se compartirán las calles entre diferentes usos como bicicletas y automóviles en zonas de baja velocidad (si es que están demarcadas) al interior de las ciudades, además de los otros ciclos, como patinetas, patines, monopatines eléctricos públicos, monopatines privados, bicicletas públicas etc.[/cita]

Internacionalmente, en países con mayores ingresos, aseguran a sus ciudadanos la movilidad en los distintos modos de transporte que cada persona escoja, esto es: transporte público, automóvil, bicicletas, otros ciclos eléctricos o de tracción humana. Se piensan los modos complementarios, es decir hacer un viaje que considere: Bicicleta-bus-metro-bicicleta (donde se pueda llevar la bicicleta al interior del bus y el Metro, caso San Francisco/California) o caminata-bicicleta publica-bus-metro-caminata, etc. El Estado de Chile debe generar infraestructura para garantizar la movilidad de las personas con seguridad, sin accidentes, pues la falta de infraestructura genera aumento en la tasa de accidentes y eventuales muertes de personas.

La Ley de Convivencia de Modos, lo más seguro es que no fue acompañada de estudios serios en la materia, de tal manera generará un alza en las tasas de accidentabilidad, pues la infraestructura debe garantizar la movilidad y la seguridad de las personas.

Por otra parte, se debe considerar que ahora las cadenas de distribución de logística urbana, como Uber Eats, que son otros actores que están usando las vías locales, donde tampoco hay estudios de la capacidad que tenemos en las vías de las ciudades chilenas para saber quiénes las usan, cómo las usan, a qué hora las usan y para qué las usan. Solo como resultado se tiene una norma que tiene ausente los estudios necesarios y que puede poner en riesgo la vida de las personas.

Constitucionalmente, el Estado debe velar por el libre tránsito de las personas, en consecuencia, cualquier norma prohibitiva del libre tránsito, eventualmente, podría ser revisada e interpretada por el Tribunal Constitucional, TC.

El desarrollo tanto de infraestructura como de normas, finalmente deben impactar positivamente en la vida de las personas para garantizar, en el caso del transporte, la movilidad con seguridad, tendiendo a que cada persona pueda cumplir con sus expectativas de desarrollo, si esto no ocurre así, entonces la política adoptada fue un fracaso.

Hacer buenos estudios y buenas normas es muy importante pues, no se debe olvidar jamás que el usuario final de cada estudio y política adoptada por el Estado para la ciudad, son diversas personas con nombre y apellido que solo quieren tener una vida mejor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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