Opinión
En el contexto de la crisis por los beneficios complementarios para becas que entrega CONICYT, se realizó en la Universidad de Santiago de Chile una reunión en la que participaron los vicerrectores y directores de investigación de las universidades chilenas y el presidente de CONICYT Mario Hamuy para analizar los alcances de la Política Nacional de Capital Humano Avanzado. Además del tema del estancamiento de recursos, quedó de manifiesto la insuficiente coordinación entre los principales actores del ecosistema, debido a la permanente ausencia de mirada a largo plazo en investigación, desarrollo e innovación.
El futuro de la ciencia se basa en los estudios de post grados de profesionales jóvenes, la mayoría de ellos financian sus estudios a través de becas y beneficios complementarios. La Política presentada le otorga a CONICYT la facultad para priorizar disciplinas y/o áreas de estudio y/o población de interés. Según el Informe del Consejo de CONICYT 2015-2018 se trata “de una herramienta eficaz para comenzar a otorgar a Becas Chile un sentido más estratégico, en función de las necesidades del país”. En octubre de 2017 el Consejo aprobó́ priorizar el 20% de los recursos destinados a Becas Chile Magíster, por medio de un concurso separado en áreas de interés prioritario. ¿Quién define las áreas y bajo qué parámetros? ¿La Estrategia Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación para el Desarrollo que propone el nuevo Ministerio del área conversará con las estrategias establecidas ya por los diversos actores?
[cita tipo=»destaque»]En la semana del 64ª aniversario del CRUCH es momento de hacer un llamado a las autoridades para que reconozcan el rol que cumplen las universidades. Primero, en la generación del conocimiento, su transferencia y su aplicación y apropiación por la sociedad en su conjunto y segundo, como consecuencia de lo anterior, su capacidad para aportar en la política de largo plazo respecto de capital humano y línea de desarrollo científico.[/cita]
En el estudio “Ciencia, Tecnología e Innovación en Chile: un análisis presupuestario” SEGPRES entrega datos interesantes en el tema. En los últimos 10 años, los programas relacionados con ciencia, tecnología e innovación desde el Estado han sido planteados predominantemente con un enfoque neutral -sin foco sectorial o temático al momento de realizar su convocatoria de asignación- representando en promedio un 70% del total del presupuesto público destinado a CTI. En particular, el presupuesto del año 2017 contempló $432.989 millones para programas con enfoque neutral, lo cual representa un 67% respecto al total.
Ni la prescindencia en la asignación de recursos, ni tampoco la decisión de priorizar exclusivamente en manos de la burocracia estatal. La nueva institucionalidad, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, deberá suplir esta deficiencia y deberá funcionar como articulador y coordinador del sistema nacional de ciencia.
En la semana del 64ª aniversario del CRUCH es momento de hacer un llamado a las autoridades para que reconozcan el rol que cumplen las universidades. Primero, en la generación del conocimiento, su transferencia y su aplicación y apropiación por la sociedad en su conjunto y segundo, como consecuencia de lo anterior, su capacidad para aportar en la política de largo plazo respecto de capital humano y línea de desarrollo científico.
A pesar del amplio y creciente consenso de la importancia de la ciencia en el desarrollo futuro del país, no se replica este consenso en el qué y el cómo. Necesitamos, por lo tanto, trabajar colaborativamente para establecer líneas que nos permitan tener una real estrategia nacional por el bien del futuro de Chile.
