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La Villa San Luis, un espacio público para el reencuentro, la ciudad y los vestigios

Alberto Texido Zlatar
Por : Alberto Texido Zlatar Arquitecto PhD, Académico FAU Universidad de Chile @DataLabU, ex Presidente del Colegio de Arquitectos de Chile, Consejero CPI (Consejo de Políticas de Infraestructura)
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Acorde los procedimientos establecidos por la ley y liderado por el distinguido miembro de nuestro Colegio Miguel Lawner, el Comité de Defensa de Villa San Luis conformó la carpeta de antecedentes necesarios para solicitar al Consejo de Monumentos Nacionales considerar su declaratoria como Monumento Nacional. En virtud de lo presentado y hecho el análisis, el Consejo ha declarado en la categoría de Monumento Histórico a los últimos vestigios de la Villa San Luis –llamada alguna vez Ministro Carlos Cortés- en la comuna de Las Condes.

Por una parte, una larga historia de transferencias de propiedad, legales e ilegales, que incluyen el desalojo de viviendas, inician un complejo período en la historia urbana de Santiago: el de las operaciones de radicación y erradicación, que trasladaron arbitraria y forzosamente a miles de familias hacia la periferia, situación que después de un cuarto de siglo de gobiernos democráticos, no se ha corregido, reparado ni protegido. Por otra, una lógica inmobiliaria de renovación espacial, económica y cultural ha querido ver esta vez -en una autorización de anteproyecto- un derecho adquirido para materializar edificios, lo cual sólo se obtiene con un permiso de edificación, no solicitado ni otorgado por la Municipalidad.

El debate ha sido intenso: circulan columnas desde hace varias semanas, con posiciones diversas que de no resolverse, pueden resultar en una inconveniente trabazón. Los planteamientos de nuestro Premio Nacional de Arquitectura  2016 Edward Rojas, para realizar un Concurso de Ideas y la propuesta del urbanista Pablo Allard para incorporar un espacio de memoria en el nuevo edificio, han surgido como proposiciones compatibles y complementarias, que requieren que posiciones que hoy se enfrentan puedan encontrar un punto de equilibrio en sus legítimas exigencias, siendo esta posibilidad de diálogo y consenso, una opción para evitar la judicialización, tan alejada del quehacer creativo de la Arquitectura.

Propuestas puede haber muchas, mixtas en financiamiento e integradoras en emplazamiento, dado que frente al predio privado protegido está el Parque Araucano, espacio público de propiedad municipal que puede ser incorporado a la solución. Si el Estado aplica una variable de protección, también puede colaborar en la apertura de espacios de diálogo. Se trata de conmemorar lo que allí ocurrió y no de hacerlo desaparecer.

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Una mesa de trabajo entre el Municipio y el Consejo de Monumentos Nacionales, que sume a las partes, puede y debe ser la instancia diversa y multisectorial que cree las bases y abra las puertas para convocar a la comunidad a colaborar organizadamente con las ideas que compatibilicen intereses en este espacio disputado. Es aquí donde el Concurso Público y la ampliación de la intervención desde los edificios de la Villa hasta el frente de Parque, podrían dar cabida al equilibrio posible para un sitio de memoria mejor incorporado a la transformación en curso. Nuestro Colegio ofrece su experiencia para colaborar en la gestación y desarrollo de ese eventual llamado.

La existencia de un lugar dedicado a la memoria es siempre sanadora y permite el recuerdo colectivo, lo que puede incluir el duelo de la pérdida. La incapacidad de dar cabida a la otredad significa la imposición de unos y la sumisión de otros. Aquí, por el contrario, debe tratarse de la ciudad donde coexistimos, incluimos lo distinto, acogiendo un vestigio de lo que alguna vez fue vanguardia. Esta convicción es la que conduce a la reflexión y a la construcción de un futuro común.

El Colegio de Arquitectos apoya decididamente este camino.

*Alberto Texidó es el actual presidente del Colegio de Arquitectos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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