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La encrucijada DC frente a la voz del pueblo encuestado Opinión

La encrucijada DC frente a la voz del pueblo encuestado

Cristián Valdivieso C.
Por : Cristián Valdivieso C. Psicólogo, Socio y fundador de Criteria Research
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¿Escuchará la voz del pueblo, expresada en las encuestas, que le dice que Carolina Goic es hoy menos competitiva que Alejandro Guillier y que arriesga llegar bastante atrás en una eventual primera vuelta? O ¿escuchará la voz de su doctrina, de sus convicciones e intuiciones, que le dicen que el potencial de su candidata es alto y que requiere más tiempo para desplegarse y así despegar?


Mientras la ciudadanía politizada discute por medios masivos y redes sociales sobre la pertinencia y los intereses que hay detrás de las diversas encuestas electorales, la clase política es principalmente cínica respecto de los resultados que arrojan estas mediciones. En ocasiones las apuntan como creíbles y representativas del sentir ciudadano y, en otras, las degradan como fotografías coyunturales y desajustadas técnicamente. Los mismos que ensalzan al mensajero en un buen día, sin pudor lo matan en uno malo.

Sin embargo, donde uno siempre encuentra consenso en el mundo político es en torno al repetitivo mantra de que las decisiones partidarias no responden, ni por un momento, a las encuestas.

Pero ¿es tan cierto esto último? No lo creo para nada.

A quienes estamos en el mundo de la “encuestología”, nos resulta muy llamativo lo poco que se ha reparado en la incidencia de las encuestas en la decisión del ex Presidente Lagos, quien, apelando a la voz del pueblo, declinó hace unos días su candidatura presidencial.

El caso sirve para ilustrar el punto. En rigor, el ex Mandatario no necesitaba el apoyo del Partido Socialista para su nueva aventura presidencial. Ya contaba con el apoyo del PPD, partido que había fundado y por el cual se había refichado hacía poco, por lo que ya tenía en su mano la llave de acceso a la primaria de su coalición. Es más, la campaña de Lagos requería de la primaria como plataforma de escucha, como espacio de debate de ideas y propuestas, donde de seguro más brillaría el ex Presidente y su indiscutido talante de estadista.

Pero, más allá de estas formalidades que ya cumplía con creces para postular, su convicción parecía tan blindada de opiniones, escrutinios partidarios y, especialmente, de las encuestas de turno, que llevó a sus más cercanos asesores –erigidos en voceros del entonces candidato– a asegurar hasta los últimos días que, pasara lo que pasara, Lagos no se bajaba. Pero se bajó.

Entonces, ¿qué otras razones pudieron convencer a un hombre con las ganas y convicción de Lagos de bajarse de la carrera presidencial?

[cita tipo=»destaque»]La definición política que tomó Lagos con su equipo, de escuchar la voz del pueblo encuestado, no deshonra para nada la decisión adoptada, pero hace tangible elocuentemente el valor que el mundo político asigna a estas mediciones.[/cita]

Al deponer su candidatura, el ex Jefe de Estado nos dijo haber escuchado la voz del pueblo, pero no nos dijo que fue la voz expresada a través de las encuestas y no de las urnas, como ocurrió tras la primera vuelta de la elección en que resultó electo diecisiete años atrás. En esta ocasión, no hubo más voz popular que la de las encuestas que él y su equipo deben haber estado consultando desde que se lanzó nuevamente al ruedo presidencial, en septiembre del año pasado.

La definición política que tomó Lagos con su equipo, de escuchar la voz del pueblo encuestado, no deshonra para nada la decisión adoptada, pero hace tangible elocuentemente el valor que el mundo político asigna a estas mediciones.

Mediciones que le señalaban sistemáticamente que aparecía menos competitivo frente a la derecha que otros hombres y mujeres de su misma coalición y que sus números no eran los esperados para reclamar un derecho preferente ante otros postulantes que marcaban igual o más que él. Al decir adiós a la carrera, el ex Presidente se resignó a la continuidad de la vida y a que su postulación parecía ser, esta vez, más voluntariosa que una expectativa ciudadana.

La pregunta que queda botando ahora es qué pasará con la Democracia Cristiana, que este fin de semana debe tomar una definición presidencial. ¿Escuchará la voz del pueblo, expresada en las encuestas, que le dice que Carolina Goic es hoy menos competitiva que Alejandro Guillier y que arriesga llegar bastante atrás en una eventual primera vuelta? O ¿escuchará la voz de su doctrina, de sus convicciones e intuiciones, que le dicen que el potencial de su candidata es alto y que requiere más tiempo para desplegarse y así despegar?

Nadie sabe lo que pasará, pero de lo que sí estoy cierto es de que la voz del pueblo encuestado estará más que presente en la junta nacional falangista de este sábado.

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