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Duopolio: el comienzo del fin Opinión

Duopolio: el comienzo del fin

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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El principal desafío del diputado por Santiago será mantenerse en un punto de equilibrio entre estar “cercano” y “distante” de la Nueva Mayoría y el Gobierno. Jackson aún necesita a la coalición oficialista. Además de que una parte importante de quienes lo evalúan positivamente viene de esa sensibilidad, él también requiere de un respaldo político que le permita dar un salto más largo.


Ni ME-O se habría imaginado que su frase cliché, “terminemos con el duopolio”, era posible de lograr, aún con las reglas del juego vigentes. A veces, la fuerza de las personas y especialmente de algunos líderes, es capaz de iniciar procesos de cambios que, en el papel, se ven muy difíciles. Me refiero al quiebre del bipartidismo en España –luego de 33 años– de manos de Podemos (20,69%) y Ciudadanos (13,93%). Un resultado histórico equiparable al épico triunfo del NO en Chile.

Luego de un año negro para la política chilena y lo ocurrido en el país europeo, estoy optimista de que nuevos vientos podrían empezar a soplar en nuestro país. En estas semanas hemos podido constatar dos datos que refuerzan esta proyección. Por un lado, Evópoli y Amplitud han logrado constituirse como partido, lo que sumado a los procesos que están llevando a cabo Revolución Democrática y Ciudadanos, traerán un aire fresco, una esperanza de renovación de la política que se necesita con urgencia. Como contrapunto, los partidos tradicionales han seguido sumando a su desprestigio al bajar las penas de cárcel para quienes infrinjan la ley electoral. Los honorables senadores también rechazaron el proyecto del Ejecutivo que buscaba la pérdida del escaño para quienes presenten cuentas de ingreso y gastos que difieran de los que determine el Servel. Acuerdo transversal, público y sin ningún pudor. ¿Qué falta para que nuestros parlamentarios logren entender los cambios que ha experimentado el país y especialmente la ciudadanía? ¿No tienen asesores o amigos que les ayuden leer adecuadamente las señales de su entorno?

Estos dos años estarán marcados por elecciones más austeras (¿quién se va a atrever a pedir dinero a una empresa?, ¿qué compañías estarán dispuestas a entregar aportes, incluso legales, después de todo el desfile de imputados y formalizados por tribunales?), y por tanto, algo se emparejará la cancha. Tendremos candidatos que deberán sintonizar mejor con el elector y apelar más a promesas cumplibles y mucho menos al marketing y el eslogan simple. Esto, sin contar el duro castigo que pueden recibir los partidos más involucrados en los escándalos por aportes irregulares. Aún está por verse si la rabia de los ciudadanos actuará con un efecto positivo –aumento de electores– o negativo, es decir, que la abstención supere el 60% registrado en 2012 y 58% en 2013 desde que rige el voto voluntario. Por otra parte, en 2017 debutará el nuevo sistema electoral, el que permitirá que emerjan grupos o movimientos de “nicho”, es decir, fuerzas o partidos regionales, representativas de diferentes minorías (étnicas, sexuales, etc.) y temáticas (como ambientalistas).

En cualquier escenario, esta especie de bipartidismo que actualmente existe entre la Nueva Mayoría y Chile Vamos, comenzará a romperse en estos dos años. La profundidad dependerá de que la crisis de los partidos actuales no siga aumentando, pero especialmente que existan líderes capaces de realizar propuestas serias y provocar entusiasmo en la gente. ¿Y quiénes pueden cumplir un rol similar a Pablo Iglesias o Albert Rivera en España?, definitivamente ya no será ME-O. Aunque con diferencias de estilo de sus pares españoles, la carta nacional que podría cumplir ese rol –si se decide a asumirlo– es Giorgio Jackson.

[cita tipo= «destaque»]En cualquier escenario, esta especie de bipartidismo que actualmente existe entre la Nueva Mayoría y Chile Vamos, comenzará a romperse en estos dos años. La profundidad dependerá de que la crisis de los partidos actuales no siga aumentando, pero especialmente que existan líderes capaces de realizar propuestas serias y provocar entusiasmo en la gente.[/cita]

La encuesta CEP, de diciembre pasado, confirmó una tendencia consolidada en los sondeos de 2015: el diputado por Santiago se convirtió en el “personaje político” con mayor proyección. Un aire nuevo. Y la verdad es que las similitudes con el carismático Iglesias, de Podemos, lo dejan en un posición expectante.

Ambos irrumpieron en la política a partir de la crítica a esta, vienen de mundos universitarios, son impetuosos, inquietos. A diferencia de lo que podría suponer el mundo político tradicional, su juventud les juega a favor, ya que no están contaminados por la crisis política que se vive en los dos países. También mantienen una agenda atractiva que integra temas ciudadanos y de interés público, sin caer en el abuso de eslóganes. Quizás la diferencia entre ambos es que Jackson se proyecta firme en sus planteamientos, pero no es confrontacional como Iglesias. Y un “atributo” final de Giorgio Jackson: se acerca al estereotipo que la elite criolla acepta, aunque tenga diferencias: se ve como uno de los suyos. Estudió en el colegio Thomas Morus, presidió la FEUC, tiene buena facha y un apellido poco común. El perfil de los Mapu y de los UDI de la PUC.

Giorgio Jackson debería aprovechar este momento. Es una oportunidad única en un instante en que la “política” y sus partidos están con las acciones en el suelo. En 2016 Jackson debería liderar los temas de transparencia, pero de manera más audaz. Y es el momento de mostrar más respaldo, más rostros. Revolución Democrática podrá ser una alternativa solo si es capaz de posicionarse realmente como un grupo con diversidad de actores, edades y nivel socioeconómico. Pero debe tener cuidado de que su partido termine siendo un movimiento de adultos jóvenes con cierta homogeneidad.

El principal desafío del diputado por Santiago será mantenerse en un punto de equilibrio entre estar “cercano” y “distante” de la Nueva Mayoría y el Gobierno. Jackson aún necesita a la coalición oficialista. Además de que una parte importante de quienes lo evalúan positivamente viene de esa sensibilidad, él también requiere de un respaldo político que le permita dar un salto más largo. El joven diputado deberá seguir con atención cómo Albert Rivera, de Ciudadanos, resuelve la disyuntiva entre apoyar al Partido Popular, para poder formar el Gobierno, o mantenerse en la oposición pese a haber nacido al alero de ese mismo partido. Una verdadera contradicción vital que no fue capaz de administrar el alicaído Marco Enríquez-Ominami.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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