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Del ritual al “retail”: el caso de las Escuelas Concentradas de Talca

Jorge Alarcón
Por : Jorge Alarcón Instituto de Investigación y Desarrollo Educacional (IIDE). Universidad de Talca.
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Sacar del centro a las Escuelas Concentradas no responde a una lógica de desconcentración. De hecho, las Escuelas están allí como testigos de un tiempo pasado que difícilmente habrá de retornar. ¿Por qué es tan importante que las Escuelas salgan de ese lugar? ¿Porque hay interesados en la compra de sus apetecidos terrenos? ¿Porque comprarlos permitiría realizar “deseos emprendedores”? Y mientras tanto, ¿qué de nuestros deseos, qué ciudad nos espera?


Hace unos días se anunció que el Concejo Municipal de Talca votó por mayoría el traslado de las llamadas “Escuelas Concentradas” desde su actual ubicación a una localización todavía indeterminada.

La historia es relativamente larga y tiene múltiples ribetes; en consideración al espacio y al tiempo, no obstante, baste con señalar que la votación revocó el acuerdo que el mismo Concejo había adoptado en la administración anterior —con el mismo jefe edilicio a la cabeza, pero con distinta distribución de fuerzas políticas—, que las Escuelas corresponden a las tradicionales escuelas N° 1 y N° 2 o de Niños y Niñas, y que ambas están situadas a tres cuadras de la Plaza de Armas de la ciudad en plena calle 1 Sur, la principal arteria de Talca.

La controversia generada por la decisión ha copado los medios de comunicación locales, al punto que el Alcalde de Talca ha ofrecido una entrevista al principal periódico escrito de la Región del Maule, intentando aclarar sus razones y las de quienes rechazan la medida.

Pese a ello, las razones no son de dominio público y las expresiones del Alcalde no ayudan a hacerse una idea clara acerca de qué justificaría la decisión; todavía más en circunstancias que una de sus consecuencias sería rescindir un contrato del municipio con el Ministerio de Educación, que permitía disponer de fondos para reconstruir los edificios en el actual emplazamiento, de acuerdo con la voluntad del anterior Concejo Municipal.

La decisión del Concejo, en todo caso, avala la aplicación para este caso de muchas de las consideraciones usuales relacionadas con la educación pública (o municipal) en el país, especialmente si se atiende al modo de proceder del municipio, a la falta de participación deliberativa de padres y apoderados, así como a los efectos de segregación provocados.

[cita]Sacar del centro a las Escuelas Concentradas no responde a una lógica de desconcentración. De hecho, las Escuelas están allí como testigos de un tiempo pasado que difícilmente habrá de retornar. ¿Por qué es tan importante que las Escuelas salgan de ese lugar? ¿Porque hay interesados en la compra de sus apetecidos terrenos? ¿Porque comprarlos permitiría realizar “deseos emprendedores”? Y mientras tanto, ¿qué de nuestros deseos, qué ciudad nos espera?[/cita]

En cuanto a lo primero, muchas de las críticas hacia el actual Concejo conciernen al hecho de estar revocando la decisión del Concejo anterior, sin que existan nuevos antecedentes que así lo justifiquen y a que algunos de los integrantes del Concejo —incluido el propio alcalde— concurrieron a la decisión previa de construir en el mismo lugar. Tanto es así que ya se había conseguido fondos con el Ministerio de Educación para hacerlo, al punto que la decisión del Concejo actual supone devolver parte del dinero utilizado con ese fin, etc.

La réplica a estas críticas sostiene que el Concejo es soberano y que su soberanía le autoriza a adoptar la decisión; que se debe a la composición del actual Concejo, proclive al edil; que la votación de la ciudadanía en las últimas elecciones municipales, tanto por el alcalde como por quienes acompañan su administración, constituyó un “voto de confianza” a su gestión (pese a la alta abstención), etc.

Las observaciones en uno y otro sentido, sin embargo, no hacen pie en lo que es obviamente más importante: ¿la decisión anterior, y ésta que la revoca, obedece a qué criterios, razones o motivaciones? ¿Qué función cumplen a este respecto los instrumentos con los que debe operar la administración municipal: el Padem por ejemplo? Y, desde luego, no construir en el mismo lugar implica ¿usar los terrenos para qué?, ¿emplazar los colegios dónde y, nuevamente, por qué ahí y no donde estuvieron históricamente situados?

Porque, después de todo, los espacios de una ciudad son expresiones rituales, cuya modificación afecta a la integración y cohesión de sus habitantes: al sentido de sus vidas.

En cuanto a lo segundo, es decir, al rol que cabe jugar en la decisión a padres y apoderados, corresponde decir que algunos de ellos han manifestado públicamente su desacuerdo con la decisión, apelando precisamente a la localización de los colegios y a los efectos positivos de ello sobre el desplazamiento de sus hijos e hijas, a los logros de los establecimientos en términos de rendimiento escolar y, por cierto, a la tradición que simboliza que los colegios estén situados donde están, esto es, en el “centro” de la ciudad.

La respuesta a estas críticas sostienen que parte del problema es justamente la localización de los colegios, porque es una zona ruidosa y con alta concentración vehicular, que los padres y apoderados no ven las consecuencias sobre la circulación vial en la ciudad. Además, se ha sostenido que los edificios ya son añosos y en consecuencia poco aptos e inclusive peligrosos para acoger niños y niñas. Se ha contestado, en fin, que el progreso de la ciudad es un valor más alto que la conservación “sentimental” de lugares rituales, etc. y que, de hecho, se ha modificado ya la plaza que antecedía a ambos edificios, bajo la cual se construyeron sendos estacionamientos.

En suma, la participación de padres y apoderados en la decisión ha sido nula. Nula ha sido también la atención prestada al valor social de la ubicación de los colegios y a los resultados de aprendizaje de los mismos; ambos no dejan de estimarse, según se ha dicho, pero se ha tenido otras consideraciones ¿Cuáles? ¿Cuáles son las razones positivas de la modificación del emplazamiento de los establecimientos educacionales?

Cierto es que el “centro” de Talca ha dejado de ser hace tiempo la Plaza de Armas y su entorno, el municipio, la Catedral, el Correo y los bancos —hoy en día una zona más bien vacía, a causa de las atracciones triunfantes del retail ubicado a siete cuadras al oriente— y que allí no hay mucho protagonismo que disputar. Pero entonces, ¿qué se gana o qué se pierde con dejar o sacar los colegios de su actual ubicación? ¿Hay nuevos antecedentes?

Finalmente, cuán lejos o cuán cerca del “centro” de las ciudades esté ubicado un establecimiento educacional ha sido parte de la historia de conformación de las provincias de Chile. Que esté en el “centro” es expresión del valor también “central” atribuido a la educación. Estudiar “en el centro” no se considera lo mismo que hacerlo lejos de él. Y esta consideración vale para el centro metropolitano en general, en la medida que los estudiantes de comunas pequeñas migran a la gran ciudad para estudiar allí donde las oportunidades son más, como para los grandes establecimientos que atraen a los estudiantes de las escuelas y liceos situados en la periferia de la ciudad.

El “centro concentra” y de ello nuestro sistema educativo es expresión paradigmática. Integrarse a la vida social o elevar la cohesión de la sociedad ha sido equivalente a aproximarse desde la periferia al centro, etc. En esta lógica, las Escuelas Concentradas serían un obstáculo que impide continuar el desalojo de que ha sido objeto la educación pública y con ella el espacio público mismo.

Pero no todo es así de simple. De hecho, la zona cívica es un sector vacío, despoblado ya por el retail que construyó su propio entorno a cerca de un kilómetro del “centro”, esto es, la plaza, el municipio, etc. De hecho también las ciudades se han despoblado de sus clases dirigentes, privilegiadas, económicamente más activas, como quiera llamárseles, porque esos habitantes huyeron del centro a la periferia, buscando exclusividad. El centro estaba ya demasiado poblado como para evitar ser uno más.

De modo que sacar del centro a las Escuelas Concentradas no responde a una lógica de desconcentración. De hecho, las Escuelas están allí como testigos de un tiempo pasado que difícilmente habrá de retornar. ¿Por qué es tan importante que las Escuelas salgan de ese lugar? ¿Porque hay interesados en la compra de sus apetecidos terrenos? ¿Porque comprarlos permitiría realizar “deseos emprendedores”? Y mientras tanto, ¿qué de nuestros deseos, qué ciudad nos espera?

¡La paciencia de los ciudadanos arde!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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