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La soledad de Piñera en la más «extraña» de sus intervenciones presidenciales PAÍS

La soledad de Piñera en la más «extraña» de sus intervenciones presidenciales

La extrema tensión que se generó en La Moneda luego del quiebre de agenda que trajo de vuelta a Palacio al Presidente Sebastián Piñera, y el llamado de último minuto al titular de Defensa, terminó nuevamente en una intervención que dejó más dudas que certezas. La invisibilización que tuvo luego el ministro Espina dio para todo tipo de especulaciones en el oficialismo. Todo enmarcado en un período de absoluta soledad política del jefe de Estado, en medio de una crisis que hasta el momento ha sido inmanejable para el Ejecutivo.


Fue una jornada de extrema tensión la que se vivió en La Moneda en horas de la tarde del martes, cuando repentinamente el Presidente Sebastián Piñera dio un giro a su agenda, y decisión retornar a Palacio. Junto él fue convocado también el titular de Defensa, Alberto Espina, protagonista durante el período en que varias regiones del país se mantuvieron bajo estado de emergencia y también toque de queda semanas atrás.

El «tándem» generó todo tipo de especulaciones, no solo en los asesores de la casa de Gobierno que no sabían cómo descifrar el momento, sino también en varios de los ministros sectoriales y parlamentarios oficialistas.

La presencia de Alberto Espina, unida a una jornada que destacó por la masividad de los concurrentes en las calles de Santiago y regiones, pero que terminó con altos grados de violencia, fueron la suma de factores para que pocos dudasen de la vuelta a un estado de excepción. Durante todo el día, ante la pregunta de dónde se encontraba el Presidente, la respuesta era un silencio absoluto.

Más tarde se supo que aquella carta estuvo siempre sobre la mesa y que los partidos oficialistas habrían presentado su respaldo ante el desborde que se pudo apreciar de la policía uniformada, principalmente en el eje Alameda-Providencia, donde se saqueó e incendió un hotel, además de duros enfrentamientos entre carabineros y encapuchados.

Luego, en el segundo piso de La Moneda, a un costado de donde se ubica el mesón presidencial, se sentaron también a la mesa el ministro del Interior Gonzalo Blumel, la vocera Karla Rubilar y el subsecretario de Interior Rodrigo Ubilla.

Fueron horas de incertidumbre en la casa de Gobierno, pues a la reunión de emergencia se sumaba la presión que tenía sobre sus hombros el Mandatario, cercado por las decenas de denuncias por violación de los Derechos Humanos, las muchas publicaciones en el extranjero al respecto, y –como han señalado desde el Gobierno– quizás la “máxima preocupación” del jefe de Estado: no ensuciar sus credenciales democráticas. Sumado a eso, la determinación que había tomado la oposición semanas atrás, cuando se negó a negociar estando los militares en la calle.

Pasadas las 22:30 horas, el Presidente sorpresivamente flanqueado solo por el ministro del Interior y la vocera –los rostros amables de la crisis–, salió a entregar un mensaje que hizo a todos mirarse a los ojos para preguntarse de qué se traba esta nueva intervención presidencial, una más de las que a lo largo de la crisis han marcado hitos que suman bastantes cuestionamientos.

El permitir la reintegración de exuniformados de Carabineros y de la PDI  para reforzar el control público, y un llamado a tres acuerdos: por la paz, la justicia y la nueva Constitución –de la que no se movió ningún metro respecto de lo planteado por el ministro Blumel–, fue la demostración de un estado de debilidad de la figura presidencial que revela la soledad del Presidente. Una autoridad de Gobierno resumió la situación de la siguiente manera: “Hubo mucha expectativa de nuevo, pero pasó lo mismo que con el Cosena, grandilocuencias que terminan desinflándose en el camino”.

Dos interrogantes surgieron luego de esta nueva intervención presidencial. La primera: ¿qué fue del ministro Alberto Espina? El jefe de Defensa fue el único de los invitados que no tiene oficina en La Moneda que fue llamado de emergencia, participó de la reunión; sin embargo, no tuvo protagonismo alguno luego de aquello. No fueron pocos en el sector los que especularon con que los militares no habrían querido salir nuevamente a las calles.

La segunda, que por más que hubiese tenido el respaldo de los partidos oficialistas, haber decretado un nuevo estado de emergencia habría dejado al Presidente con “margen cero”, y en la misma situación a los ministros Blumel y Rubilar, quienes ya en la pasada determinación fueron anulados respecto del rol que llegaron a asumir. Se sabía de antemano que ninguno de los dos era proclive a esa determinación tampoco.

Soledad política

El anuncio del Presidente Piñera se dio en un conflictivo contexto, que se ha agudizado en las últimas semanas. En los círculos de La Moneda se reconoce que el Jefe de Estado se ha visto solo políticamente. Que el blindaje original de los partidos de Chile Vamos se ha roto y que poco a poco se ven las fisuras respecto a las determinaciones que toma el núcleo político de Palacio.

Un ejemplo que repiten todos en el oficialismo es el de Renovación Nacional. En Chile Vamos aseguran que la distancia que ha tomado el mandamás de RN, Mario Desbordes, ha generado “ruido” en el Gobierno. Que en el segundo piso de La Moneda han realizado “más de un llamado” al diputado y al senador Manuel José Ossandón, quien ha sido uno de “los más conflictivos”, recalcaron desde el Congreso.

El llamado de atención habría llegado desde el mismo Presidente, con el fin de que el partido más grande del oficialismo “se ordene”, agregaron desde el Ejecutivo. Uno de los puntos más conflictivos ha sido la Nueva Constitución, impulsada abiertamente por parlamentarios y alcaldes de RN, un hecho que no solo ha molestado a La Moneda, sino que también a Evópoli y la UDI.

Los otros partidos de Chile Vamos han alegado la estrategia “de giro” que dio La Moneda el domingo recién pasado, cuando, en un improvisado punto de prensa, el ministro Blumel anunció que el Gobierno convocaría a un “Congreso Constituyente”. A pesar de que fue un acuerdo tomado en la casa del Mandatario, en la UDI ya han comenzado las críticas a la necesidad de cambiar la Carta Magna, pero también al Mandatario, lo que ha generado una distancia política con este.

Distancia que también ha surgió en el gabinete presidencial. Desde Palacio reconocen que el Comité Político se ha mantenido cohesionado, pero los ministros y ministras con más “experiencia política” han sostenido que el cierre del gobernante solo genera “distancia y conflictos” con las carteras que no fueron modificadas en el último cambio de gabinete.

Para la mayoría el factor Larroulet es el clave, pero en el gabinete reconocen que en la última semana sería el propio Mandatario el que ha marcado “cierta distancia”, lo que ha llevado a que varios ministros “intenten salvar su imagen” por sobresalir en una defensa irrestricta al Gobierno con los equipos ministeriales.

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