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De la falla del simulador de pensiones a la falla del Sistema de Pensiones Opinión

De la falla del simulador de pensiones a la falla del Sistema de Pensiones

Mediante una serie de circulares y normativa supuestamente compleja y técnica, pero errada en lo esencial, las compañías de seguros que venden rentas vitalicias esconden en sus balances su real situación de solvencia, en la cual sus activos son considerablemente insuficientes para cumplir con los compromisos adquiridos con los pensionados.


En relación con la entrevista al superintendente de Pensiones, Osvaldo Macías, dada en Tele13 Radio el día lunes 6 de mayo, donde hizo un mea culpa y un “aprendimos la lección” en torno a la comunicación y actualización de los últimos ajustes a los parámetros de rentabilidad en las estimaciones de las futuras pensiones, me permito escribir la siguiente columna.

Es comprensible el interés que ha causado lo anterior, toda vez que, por ejemplo, ha transcendido que según ciertos cálculos las pensiones podrían bajar un 25%. Me temo que la situación es aún más delicada, tal como personalmente se lo he advertido al superintendente Macías, mediante variadas cartas desde cuando era intendente de Seguros.

En efecto, las pensiones pueden perfectamente caer aún más; incluso existe la posibilidad de que el ya bajo monto de la jubilación no sea pagado en su totalidad, incluidos los ya pensionados al día de hoy. Así de claro, para empezar a sincerar el tema.

Como contexto, cito algunas cartas a Macías: el 14 de septiembre de 2015 le presenté mi libro La Magia del Sistema de Pensiones y le señalé que “como usted se dará cuenta, el tema de fondo es lo que ha pasado con las tasas de interés-descuento y su efecto en el régimen previsional en su conjunto (…). Usted podrá advertir las graves implicancias de dichas conclusiones (del libro)”.

El 11 de diciembre de 2015 solicité al superintendente de Valores y Seguros, con copia a Osvaldo Macías, que se hiciera un cálculo del pasivo económico y test de patrimonio a las compañías de seguros de vida que ofrecen rentas vitalicias, la opción preferida de los pensionados a la hora de jubilar.

El 4 de enero de 2016, por encargo del Superintendente de Valores y Seguros, Macías me respondió mediante OFORD N° 53, y el 8 de enero de 2016 le señalé que su respuesta no fue satisfactoria porque no abordó el tema de fondo planteado, ya que me remitió a la normativa vigente, cuando fue precisamente dicha normativa la que estaba siendo cuestionada, pues no era coherente con el diseño del sistema ni con el debido resguardo de las pensiones. Quedé a su disposición para conversar el tema y explicar mis argumentos; nunca fui llamado.

En antecedentes de lo planteado están, también mediante cartas, la máxima autoridad de la otrora Superintendencia de Valores y Seguros, la CMF, Ministerio de Hacienda y el Banco Central, entre otros.

Volviendo al tema actual, como bien se ha informado, el problema con las proyecciones es que caen en la falacia del retorno esperado. Particularmente con el simulador de la Superintendencia de Pensiones, de acuerdo a la versión actualizada (feb. 2019) de sus principales supuestos, en la etapa de acumulación de fondos, previa a jubilar, se ajustaron a la baja los retornos promedios reales anuales considerados para un horizonte de 55 años, los cuales ahora van de UF+ 5,22% anual (Fondo A) a UF+3,13% anual (Fondo E).

Se insiste en el error conceptual que induce a que la ciudadanía se sienta –con justa razón– engañada. ¿Por qué? Porque cuando se trata de diseñar un sistema de pensiones, que opere en ambiente lo más seguro posible, usar el retorno esperado para las proyecciones es parcial, y más encima produce promesas implícitas que a la larga son recordadas y se cobran. Engañoso porque, dados los flujos de largo plazo, bastan pequeños “ajustes”, positivos o negativos, para tener efectos relevantes en el valor presente (duration creo que le llaman). De hecho, eso es lo que ahora se está constatando con las cartas que las AFP han enviado a sus afiliados.

Entonces, la falacia del retorno esperado no puede hacer magia. No existirían las verdaderas opciones para obtener permanentemente excesos de retornos ajustados por riesgo en relación con la alternativa más segura disponible. Esa es la esencia del tema. En equilibrio, supuesto clave para el diseño del sistema, un mayor retorno obtenido por un multifondo solo paga el mayor riesgo asumido, y en ese sentido, ningún multifondo es mejor que otro, ninguno.

Incluso más, ningún multifondo sería mejor que la alternativa más segura disponible… aunque se agreguen todos los activos alternativos habidos y por haber. ¿Y cuál es la alternativa más segura? Ahí está el problema: si queremos usar un criterio conservador, en el mejor de los casos es UF+0% anual. A su vez, el peor escenario de cada multifondo –incluido el E– es más dañino que UF+0% anual.

¿Contiene eso el simulador de la Superintendencia de Pensiones (y por defecto, el de las AFP)? NO. Y, por lo tanto, no está contando la película completa.

Entonces, no sirve de nada que el simulador contenga funciones de densidad de probabilidad para el valor de la pensión, que contenga supuesto de densidad de cotizaciones, que considere más de 2 mil series mensuales de retornos simulados según el horizonte de inversión del afiliado y que separe los escenarios para cada multifondo, si no considera un supuesto fundamental, a saber, que cualquier retorno esperado no es mejor, corregido por riesgo, que la opción más segura, la cual, en el mejor de los casos, es la suma lineal de los aportes más la inflación.

Y si somos más técnicos, si hablamos de retorno del fondo acumulado, la volatilidad se amplifica, siendo el peor escenario aun más dañino. Y es eso lo que se debe informar a la ciudadanía, que existe alguna probabilidad de terminar mal a la hora de jubilar, terminar peor que la alternativa más segura disponible que rendiría prácticamente nada (considere que, en el mundo actual, los instrumentos libres de riesgo están rindiendo tasas reales cero o negativas). Esto, por cierto, es un concepto muy distinto al escenario pesimista del simulador de la Superintendencia de Pensiones.

De esta cruda realidad se desprende una verdad que hasta ahora no se dice: que en un ambiente seguro, el ahorro mensual del afiliado “no da” para obtener tasas de reemplazo aceptables, aún sin existencia de lagunas previsionales. Otra promesa implícita.

Lamentablemente, eso no es todo. Un problema incluso mayor al comentado anteriormente es el que ocurre con los pensionados mediante renta vitalicia (opción preferida). Porque a la ya queja de la ciudadanía respecto del bajo monto acumulado, se sumará una mayor, aún desconocida: existe la posibilidad de que las ya bajas jubilaciones no se paguen totalmente. Y este problema pondrá en jaque a todo el sistema de pensiones, que fue una buena idea en reemplazo del sistema de reparto, pero que en su ejecución se fue alejando del diseño original.

Como señalé, a lo menos, Carlos Pavez (como último superintendente de Valores y Seguros), Osvaldo Macías (como intendente de Seguros), Rodrigo Pérez Mackenna (como presidente de la Asociación de AFP), Tamara Agnic (como superintendenta de Pensiones), Rodrigo Valdés (como ministro de Hacienda), Rodrigo Vergara (como presidente del Banco Central), Felipe Irarrázabal (como fiscal Nacional Económico), Joaquín Cortez (como presidente de la Comisión para el Mercado Financiero) y el resto de los comisionados de la CMF, todos están en pleno conocimiento de este problema, el cual hasta ahora no ha sido refutado con argumentos. Las pocas respuestas que he recibido agradecen mi preocupación y me remiten a la normativa vigente.

La  SVS –ahora CMF– autorizó a las compañías de seguros para que muestren una ficción contable: que registren una deuda por rentas vitalicias sin seguir el axioma básico de valoración de un flujo comprometido sin riesgo de no pago.

Mediante una serie de circulares y normativa supuestamente compleja y técnica, pero errada en lo esencial, las compañías de seguros que venden rentas vitalicias esconden en sus balances su real situación de solvencia, en la cual sus activos son considerablemente insuficientes para cumplir con los compromisos adquiridos con los pensionados.

Es tal la magnitud del problema, que correctamente valorizados los pasivos de las compañías de seguros, se excederían considerablemente los límites de endeudamiento y terminarían con patrimonio ínfimo o incluso negativo. Es decir, quebradas, si no realizan el aumento de capital más grande de su historia. Todo por un error de cálculo en la tasa de descuento, confiar demasiado en el retorno esperado que ofrece el mercado de capitales y olvidar lo básico.

Por lo tanto, lo que en realidad se está vendiendo hoy es un producto que NO es una renta vitalicia, toda vez que está sujeto a un riesgo de no pago, a pesar de que son ampliamente publicitadas y vendidas como pagos seguros. Que el simulador de la Superintendencia de Pensiones contemple un retorno prometido promedio de UF+3,23% anual para las rentas vitalicias no solo es una trampa, es una locura.

El problema ya pasó de ser analítico y conceptual. Es real y se va a agravar. Tal como señaló al superintendente Macías en la entrevista citada al inicio, hay que aprender la lección. Pero aprendamos la lección correcta y comencemos sincerando el modelo antes de que sea demasiado tarde y no valga ningún “mea culpa”.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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