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La guerra de la leche: una pelea hasta la última gota MERCADOS

La guerra de la leche: una pelea hasta la última gota

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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La pugna por quién se queda con el título de tener el mejor producto parece ser solo la punta del iceberg de una disputa que se desarrolla en varios frentes: a nivel de marketing, sobre la leche reconstituida, en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC); en los medios de comunicación, mediante recados de sus respectivos gerentes e, incluso, a nivel de lobby político. ¿Tiene una empresa ventaja comparativa sobre otra?


De vainilla, de chocolate, en cajita, en polvo, sin lactosa, con proteína adicionada y ahora de almendra y vegetal. La leche es un alimento esencial para los seres humanos, y campañas –tanto privadas como gubernamentales– han intentado que no pierda prestigio ni presencia en medio de la tendencia de alimentación vegana, mucho más saludable y consciente en lo que a las cadenas de producción se refiere. Y en medio de ese debate, dos empresas están protagonizando una verdadera guerra blanca, por dos visiones muy diferentes sobre cómo competir en el negocio.

Los primeros albores de las diferencias no son recientes. Datan de 2014, cuando Watt’s –la firma que produce marcas como Calo y dueña de Danone– deslizó que algo no cuadraba con los ajustes de participación en el mercado. Vaivenes que implicaban la concentración severa en algunas zonas del país y el estatus de su principal competidora en categorías como la leche y los yogures –Colun–, que a sus ojos estaba gozando de algunos beneficios por su carácter de cooperativa. Pero la situación no pasó a mayores o, al menos, no tuvo el eco esperado por la firma ligada a la familia Larraín.

Pero, hace pocos meses, Watt’s volvió a la carga a la luz de una consulta ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), que ha abierto una caja de Pandora entre los actores de un sector altamente atractivo: extranjeros como Fonterra (que controlan Soprole), los suizos de Nestlé, la propia Watt’s y Colun, se yerguen como los principales players del mercado. Hay un nutrido abastecimiento de productores lecheros que suman miles de pequeños agricultores, pero también connotados empresarios como los neozelandeses de Manuka, el ex controlador de D&S, Nicolás Ibáñez, o el dueño de Bethia, Carlos Heller. Y todos quieren ser una “vaca sagrada” en este mercado.

“Colun pone en evidencia a las demás marcas: su leche es chilena y no reconstituida”, “se seca la ilusión de la leche y solo Colun es la esperanza blanca”, son algunos de los titulares que, sumados a varios virales en redes sociales, le han permitido a la cooperativa de La Unión ganar prestigio de marca y clientes. Pero algo que parece normal en el mercado, es interpretado por Watt’s como una estrategia para desviar la atención del punto que hoy convoca el debate en el TDLC: no se está compitiendo en igualdad de condiciones, porque en teoría y no en la legalidad, hace rato la firma dejó de ser una cooperativa.

La causa original busca debatir sobre la duda respecto a si todas las empresas del sector, incluyendo a Colun en ese mapa, deben reportar los precios a los que compran la leche fresca a los productores. Pero esa ha sido solo la punta del iceberg, ya que en un informe económico del académico de la Universidad Católica, Joaquín Poblete, Watt’s sacó a colación lo que los convoca.

“En primer lugar, los cooperados tienen acceso a invertir en una firma que no paga impuestos de primera categoría (mientras que los productores no cooperados no tienen dicho acceso). En segundo lugar –a partir de una sentencia de la Corte Suprema en el año 2014, en el contexto de un juicio de un cooperado de Colun en contra del Servicio de Impuestos Internos, cambia la interpretación que el SII hace de los artículos 50 y 51 de la Ley de Cooperativas que los cooperados no pagan impuestos por los excedentes que reciben de las cooperativas”, indican en su aporte de antecedentes.

[cita tipo=»destaque»]Quienes apoyan a Colun aseveran que el manejo de su modelo de negocios como cooperativa ha sido tan exitoso, que los ha llevado a tener un vínculo de largo plazo con sus productores, pues es un modelo beneficioso para todo el ecosistema, y que el mercado se lo han ganado sobre la base de atributos de marca y calidad de productos. Los antecedentes en la carpeta del TDLC indican que la cooperativa de La Unión pasó de tener poco más del 21% del mercado a cerca del 27%, en desmedro de los otros players y, precisamente, quien más disminuyó su market share fue Watt’s, de 18% a 14%.[/cita]

Agregan que, de acuerdo a la legislación, “el cooperado tiene acceso a invertir en una firma o entidad que no paga impuestos, pero a la vez al aceptarlo en la cooperativa, esta le hace extensivo el beneficio tributario de no pagar los impuestos que correspondan por los excedentes que recibe. Esta exención tributaria puede ser significativa, ya que tomando en cuenta que los excedentes no tributan ni en primera categoría ni constituyen ingreso tributable para el miembro de una cooperativa agrícola, los miembros de estas, si tienen ingresos altos, pueden recibir una exención de hasta un 44% ,45% por los excedentes que recibe, respecto, por ejemplo, a un miembro de una cooperativa especial o inversionista de alguna otra firma. Por otro lado, para un productor pequeño o de bajos ingresos, que no está sujeto a pagar impuesto global complementario, el beneficio es mucho más pequeño. Sin conocer detalles de los miembros cooperados es difícil estimar el impacto de estas exenciones. Desde una perspectiva empírica, la evidencia de la evolución de la industria sugiere que las exenciones tributarias a cooperativas y particularmente a los cooperados tienen efectos reales sobre el mercado”, indica Poblete.

El informe considera que, al comparar el hecho de que Colun es la empresa que menos paga por litro de leche a sus productores, pero que mayor participación de mercado ha ganado, se demostraría que los productores lecheros prefieren recibir un menor pago por litro a cambio de pagar menos impuestos en la repartición de ganancias. Desde el punto de vista económico –añade el documento–, «resulta difícil entender estas cifras, a menos que los productores estén dispuestos a vender su leche a Colun a un menor precio si esto les permite ser aceptados como cooperados, lo que les extiende la facultad de no pagar impuestos por los excedentes que recibe de acuerdo a su cuota”.

Fuentes de Watt’s aseguran que, en todo caso, cuentan con poco apoyo, por ejemplo, para que la cooperativa exhiba el listado de sus cooperadores, el porcentaje que cada uno tiene y también sus estados financieros más recientes (que el El Mostrador solicitó a la Decoop sin éxito). Esto, pues la discusión es «impopular».

Quienes apoyan a Colun aseguran que el manejo de su modelo de negocios como cooperativa ha sido tan exitoso, que los ha llevado a tener un vínculo de largo plazo con sus productores, pues es un modelo beneficioso para todo el ecosistema, y que el mercado se lo han ganado sobre la base de atributos de marca y calidad de productos. Los antecedentes en la carpeta del TDLC indican que la cooperativa de La Unión pasó de tener poco más del 21% del mercado a cerca del 27%, en desmedro de los otros players y, precisamente, quien más disminuyó su market share fue Watt’s, de 18% a 14%.

Pero lo anterior se generaría, justamente, por las ventajas comparativas que tendría una empresa sobre otras, lo que repercutiría en sus costos y en el precio final de sus productos.

¿Qué dimensiones tiene Colun actualmente en materia financiera? Cercanos a Watt’s explican que sus cálculos evidencian que la firma generaría cerca de $53 millones en utilidades, aunque los últimos datos informados por el Departamento de Cooperativas en su página web muestran los resultados financieros al cierre de 2011. Así, los números de la pelea son sobre la base de cálculos que ha hecho Watt’s: cerca de 90 millones de dólares en remanente a repartir entre los cooperados, una de las 10 empresas más grandes de alimentos del país.

La compañía, consultada al respecto por El Mostrador, hizo sus descargos. Ante la consulta sobre sus ingresos y cifras, respondió a nuestro medio que Colún «tuvo una recepción de 566 millones de litros el año 2017, equivalente al 26,7% de la industrialización nacional. De acuerdo a datos de producción de Odepa, Colun lidera los mercados de quesos, mantequilla y crema y también participa en leches líquidas, yogurt, quesillo y manjar».

Lo más preocupante: una concentración de las cuotas sociales en manos de pocos cooperados. La cara más visible de Colun ha sido por años el empresario Augusto Grob, presidente del directorio de la empresa. Sobre este punto, la firma de La Unión señala que «en Colun, no existe concentración de propiedad, ya que, de acuerdo a nuestros estatutos, los socios solo pueden tener una participación de hasta un 4% del capital. Además, por disposición legal, en las cooperativas rige el principio de un socio, un voto, lo que frena la concentración económica, el control de la administración y generan un crecimiento inclusivo y democrático. En la cooperativa, no existe un grupo controlador como en la mayoría de las empresas. Este tipo de gobierno corporativo permite que los productores participen activamente, generando arraigo y pertenencia a la zona donde viven y trabajan. Así, cooperados grandes y pequeños se necesitan recíprocamente para gobernar y  para generar economías de escala», plantearon a El Mostrador.

La magia del sur

El sábado 4 de agosto, el gerente general de Colun, Lionel Mancilla, contestó en El Mercurio a una entrevista realizada el 19 de julio a Rodolfo Véliz, su par en Watt’s, donde hizo eco de lo planteado en el tribunal. “El cooperativismo ayuda al Estado a focalizar sus recursos de manera efectiva”, sentenció el ejecutivo, y se hizo cargo de las acusaciones en torno a la exención de impuestos al afirmar que dicha exención “es respecto del remanente de las operaciones son sus socios, no con terceros como la ley indica”.

Colun detalla que «las cooperativas y los productores sí pagan impuestos. Las cooperativas tributan por los remanentes provenientes de operaciones con terceros, como la ley lo indica. No hay canchas que emparejar, las canchas son distintas. Las cooperativas por su objetivo social, un socio un voto, deben tener una regulación especial y no se pueden comparar con otros tipos de asociaciones comerciales ni menos con sociedades anónimas. El espíritu cooperativo, a diferencia de las sociedades de capital, no se mide por el resultado económico, ya que estas instituciones se inspiran en otros principios tales como la ayuda mutua, el control democrático, el impacto social de sus actividades».

El diputado de RN, Harry Jürgensen, en conjunto con el parlamentario DC, Iván Flores, acudieron a la Fiscalía Nacional Económica (FNE) a raíz de la disputa, prestando apoyo a Colun y acusando a Watt’s de acusaciones sin sustento. Colún es una empresa con alto arraigo en las regiones del sur y con una relación fluida con representantes políticos de diversos sectores. La firma incluso ha sido respaldada por el ministro de Agricultura, Antonio Walker. “Para el país es mejor un Colun no pagando impuestos, pero desarrollando la agricultura”, señaló el secretario de Estado hace un par de semanas.

Walker fue más allá en su defensa. “Los cooperados conforman parte importante del sistema económico regional y, por lo tanto, los beneficios que reciben los distribuyen de forma equitativa y hace que la lechería, específicamente por parte de Colun, sea motor de la economía regional. No digo que las restantes empresas no lo sean, pero ellos buscan maximizar su retorno, sus utilidades, y, en definitiva, no contribuyen de la misma manera al desarrollo regional. Esa es la principal razón por la cual yo no comparto las críticas formuladas por Watt’s”, recalcó el secretario de Estado.

Fidel Espinoza, parlamentario por la zona, también apoya a la empresa. En tal sentido, comentó a El Mostrador que «hoy la actitud de Watts hacia Colun es una consecuencia de haber instalado entre los consumidores nacionales el tema de la importación de los productos lácteos, sobre todo luego del proyecto que presentamos para transparentar la información hacia los usuarios cuando se trata de leche reconstituida, es decir, extranjera, que se trae en polvo y luego se reconstituye con agua o en quesos que luego se laminan en el país. En ese sentido, Colun tiene ventaja, ya que sus productos son hechos en un 100 por ciento con leche chilena fresca y envasados en su origen».

El parlamentario añadió que «Watts acusa a Colun de competencia desleal, pero no dicen que ellos han contribuido a que el mercado de producción nacional disminuya permanentemente, debido al aumento progresivo de la importación de leche, mucha de ella proveniente de mercados que subsidian y protegen este producto, lo que impide a los productores locales poder competir en igualdad de condiciones. Si Watt’s considera que los beneficios tributarios de Colun son tan buenos, ¿por qué no hace una cooperativa con sus proveedores, devolviendo así la Calo a sus legítimos dueños?».

En 2014, un fallo de la Corte Suprema –que entonces zanjó las dudas planteadas por el SII, respecto a si los socios de las cooperativas debían pagar impuestos en cuanto a ingresos por concepto del remanente por operaciones entre cooperativa y socio– establece que la regulación legal de las Cooperativas se encuentra en diversas normas, pero que estas se hallan reguladas principalmente por el DFL N°5 del año 2004, Ley General de Cooperativas.  Luego de extractar el artículo 53 del DFL N°5, expresa que dicha norma «ha generado interpretaciones que indican que las utilidades que se generen por actuaciones entre la Cooperativa y sus socios se entienden Ingresos No Renta, lo que implicaría que no tributan por impuestos establecidos en la Ley de Impuesto a la Renta”, explica la resolución.

¿Quién podría zanjar el debate? Pues bien, la única manera de hacerlo sería que la reforma tributaria u otro ajuste a la misma glosa determinara un límite de utilidades para las cooperativas, algo que –de acuerdo a fuentes del sector– ha estado en al menos dos ocasiones en el despacho presidencial, tanto de Sebastián Piñera como de Michelle Bachelet. Pero la decisión parece muy impopular en momentos en que el Gobierno tiene su esfuerzo económico puesto en, precisamente, mejorar su percepción.

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