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El factor Swett: el primero que dijo que el acuerdo de Ponce no le gustaba al mundo empresarial MERCADOS

El factor Swett: el primero que dijo que el acuerdo de Ponce no le gustaba al mundo empresarial

Natalia Saavedra Morales
Por : Natalia Saavedra Morales Editora periodística El Mostrador Mercados
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Viendo que era un tema que iba ser consultado por los medios de comunicación, tomó la batuta y propuso ser franco con la visión que habían compartido informalmente en la reunión habitual de la CPC: que era un tema incómodo y que no se entiende en medio del debate por mayor ética que se ha dado en diferentes círculos empresariales, con el fin de dejar de una vez por todas capítulos que han generado alta desconfianza hacia el empresariado, como los casos de colusión o los escándalos de platas políticas. El gesto marcó una diferencia de estilo con su antecesor, Alberto Salas.


Tres palabras bastaron para que uno de los líderes de los empresarios marcara una pauta, un camino que, al observarlo más allá del hecho puntual, habla del intento por establecer una nueva etapa de liderazgo al interior de los gremios y que se está instalando de a poco en las diferentes cúpulas empresariales como una nueva forma de hacer las cosas.

No se trata de darle palmaditas en la espalda el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Alfonso Swett, pero lo cierto es que llamó la atención su actuación en medio de los primeros destellos del escándalo que esta semana protagonizó Julio Ponce Lerou, con su polémico regreso como asesor a SQM, la firma de la cual fue obligado a salir tras un acuerdo con la Corfo y que hoy inscribe una disputa entre todos sus asesores legales.

Sin embargo, mucho antes de que las autoridades salieran a blindar a la primera línea de autoridades, especialmente a Sebastián Piñera, y que el capítulo se tornara confuso con la guerra de declaraciones cruzadas y evidentes conflictos de interés, Swett fue uno de los primeros en reaccionar y prender las alarmas acerca de lo que estaba sucediendo.

El martes, el diario Pulso amaneció en su portada con la noticia y Sweet coincidentemente tenía comité ejecutivo de la CPC, algo habitual en la entidad, pero donde el tema de Ponce Lerou y su regreso a SQM fue comentario obligado de tal reunión. En esta cita participan todos los gremios que tienen representación en la instancia y, como la noticia hizo eco, varios periodistas prefirieron esperar a Swett a la salida de la tradicional sede de calle Monseñor Sótero Sanz en Providencia.

Ante este escenario, Swett tomó la batuta y propuso ser franco con la visión que compartieron informalmente: era un tema incómodo y que no se entiende, en medio del debate por mayor ética que se ha dado en diferentes círculos empresariales, con el fin de dejar de una vez por todas los complejos capítulos que han generado alta desconfianza hacia el empresariado, como fueron las situaciones de colusión o la vinculación con el financiamiento irregular de la política, con los casos Penta y SQM.

El timonel de la CPC dijo en la reunión, con todas sus letras, que la decisión de la minera no metálica no había sido la mejor, todos estuvieron de acuerdo y acordaron dejarlo claro con una frase. «No nos gusta», sentenció el presidente del gremio después frente a los micrófonos y las cámaras de televisión, al comentar el regreso de Ponce Lerou.

[cita tipo=»destaque»]De hecho, ayer, este punto marcó una fuerte diferencia entre ambos estilos de mandato en la CPC, el de Swett y Salas. Diversos dirigentes empresariales –Jorge Awad, Andrés Santa Cruz, Hermann von Mühlenbrock, Ricardo Mewes y José Antonio Guzmán– no solo condenaron la venia que dio Salas para el regreso de Ponce Lerou, sino que también apoyaron la línea marcada por Swett.[/cita]

La jugada no fue improvisada. Pese a que la decisión se tomó rápidamente esa mañana, había claridad interna respecto a que esta era una oportunidad de la CPC para verse resolutiva y decidida frente a un tema que ocuparía la agenda de negocios del país.

«Muy claro: no nos gusta. Sin embargo, reconocemos la autonomía de las empresas para la nominación de sus asesores y su directorio, pero como Confederación de la Producción y del Comercio, no nos gusta», recalcó el líder empresarial esa mañana. Añadió que «cuando hablamos que no nos gusta, es justamente por todos los impactos que esto tiene y todos los desafíos y complejidades que trae».

La reiteración de la frase era precisamente para insistir en que, pese a tener opinión, no se trataba de hacer un juicio del control interno de SQM o de cualquier otra empresa, sino de ponerse en una vereda. De hecho, la CPC fue la primera en reaccionar con una postura más marcada a eso de las 9:30 a.m., cuando ni el ministro de Economía, José Ramón Valente, ni el vicepresidente ejecutivo de Corfo, Sebastián Sichel, habían definido aún su discurso público sobre el asunto. Solo al otro día ambas autoridades giraron su postura inicial y comenzaron una escalada de declaraciones apuntando a la responsabilidad del Gobierno anterior y, puntualmente, de Eduardo Bitran.

Al interior de los gremios la movida de Swett fue vista con buenos ojos. Transversalmente diferentes ramas y dirigentes, incluso los más conservadores, vieron positivamente que se refiriera al asunto. En efecto, tras ello otros dirigentes se sintieron respaldados para poder dar su opinión del tema.

El martes por la tarde, el presidente ejecutivo del Consejo Minero, Joaquín Villarino, comentó en CNN que «no son buenas noticias para Soqui, no son buenas noticias para al acuerdo que alcanzó el Gobierno y, en general, siguiendo lo que declaró Alfonso Swett a la salida de la CPC, tampoco es bueno para el mundo empresarial que sigamos teniendo noticias de esta naturaleza, que no son positivas para la buena fe y el normal desarrollo de los negocios». Añadió que este tipo de hechos evita, precisamente, que se siga cultivando la confianza hacia el empresariado y quebranta esa línea que se ha tratado de construir.

Un dirigente gremial agregó que lo más grave del caso, y que por eso les parecía clave marcar postura, era que se vuelva a ver a los empresarios mezclados en movidas políticas. «No era una definición fácil, hay que recordar que en la otra vereda como presidente SQM estaba el ex timonel de la CPC, Alberto Salas, que apoyó la decisión. No era una declaración cualquiera la que se iba a hacer», señaló la misma fuente.

De hecho, ayer, este punto marcó una fuerte diferencia entre ambos estilos de mandato en la CPC, el de Swett y Salas. Diversos dirigentes empresariales –Jorge Awad, Andrés Santa Cruz, Hermann von Mühlenbrock, Ricardo Mewes y José Antonio Guzmán– no solo condenaron la venia que dio Salas para el regreso de Ponce Lerou, sino que también apoyaron la línea marcada por Swett.

Horas mas tarde ese día, el timonel de la Sofofa, Bernardo Larraín, siguió la misma pauta. «Me parece que no es una buena práctica empresarial en sociedades anónimas abiertas con accionistas minoritarios, que legítimos derechos de accionistas controladores o relevantes, se ejerzan a través de instancias distintas del directorio, comités de directores o junta de accionistas, salvo que en su condición de director (que no es el caso) asume otros roles en condición de asesor», manifestó.

Agregó que «el documento de evolución empresarial de Sofofa que recomienda buenas prácticas empresariales que entregamos a todos nuestros socios, recomienda definir políticas de gobierno corporativo que establezcan, entre otras cosas, ‘las instancias (directorio, administración y comités tanto a nivel de la matriz como de sus filiales) a través de las cuales ejerce su rol los distintos estamentos de la empresa, particularmente su núcleo primario (accionistas minoritarios, accionista controlador, dueños, directores y directivos)'».

«Marca una pauta de liderazgo moderno, de respeto por las reglas del juego, lo de Alfredo es un cambio apropiado, porque no se pasa de la línea de juzgar y condenar como si fuera un tribunal. No era fácil salir con una definición que marcó un rumbo para ver qué decía el resto», concluyó un allegado a la cúpula empresarial.

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