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La historia que Luis Enrique Yarur no quiere que se sepa En cuatro años pasó de ser accionista minoritario a controlador del tercer mayor banco privado del país

La historia que Luis Enrique Yarur no quiere que se sepa

Héctor Cárcamo
Por : Héctor Cárcamo Periodista El Mostrador Mercados
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Tomar control del BCI en 1994 lo catapultó a la lista de los hombres más ricos y poderosos de Chile. Pagó casi un 50% menos del valor de mercado, usó un crédito de su propio primo y se hizo en el extranjero para no pagar impuestos. La historia se repitió en 2002.


Luis Enrique Yarur Rey vive en las alturas. Los periodistas que cubren el sector bancario no recuerdan muchas conversaciones directas con el presidente del BCI, el tercer mayor banco privado del país. Yarur Rey tiene poder y lo hace sentir. Su vocero en el banco –el principal activo del grupo Yarur– es el gerente general, Lionel Olavarría.

Yarur dedica tiempo a labores corporativas tanto puertas afuera como puertas adentro. Su reputación es su poder. En parte dado por el peso económico de un grupo que se ubicaba a junio pasado como el cuarto más grande de país, según el ranking de la Universidad del Desarrollo, con un patrimonio bursátil superior a los US$ 4.000 millones y que controla al tercer banco privado de mayor tamaño en Chile, una de las mayores cadenas de farmacias, Salcobrand, Carnes Ñuble y Viña Morandé, entre otras compañías.

Su reputación parece incuestionable. Pero la historia podría ser distinta. La disputa con su primo, Jorge Yarur Bascuñán, desatada en 2013 y que Luis Enrique zanjó pagándole US$ 99 millones, a cambio del compromiso de silencio y olvido por parte del dueño de Museo de la Moda, generó dudas.

Ese acuerdo, en la práctica, buscó evitar que se conociera la forma en que el presidente del BCI pasó de ser un accionista muy minoritario a comienzos de los 90 a controlador del banco a fines de 1994.

En este reportaje, El Mostrador Mercados logra develar cuánto pagó Luis Enrique Yarur al único hijo heredero de Jorge Yarur Banna, quien dirigió por media década el banco. El traspaso de acciones entre septiembre y diciembre de 1994 permitió que el presidente del BCI pasara a controlar el banco a cambio de un pago 50% inferior a lo que se transaba la acción de la compañía en la Bolsa, dejando a un lado el premio que acostumbraban a ofrecer otros inversionistas por operaciones similares en la época.

La operación fue concretada principalmente fuera del país, evitaron así el pago de impuestos al Estado chileno, no dejaron rastros públicos en Chile y tampoco reconocieron el cambio de control en la institución. Todo esto, validado por la Superintendencia de Bancos e Instituciones (Sbif), que nunca respondió las dudas sobre dichas operaciones.

La segunda parte y corolario del avance de Luis Enrique en la propiedad de BCI incluye la compra de un segundo paquete de acciones en 2002, nuevamente pagando menos de lo que pagaría el mercado y usando como contraparte no a Jorge Yarur, sino al primo de éste, Daniel Yarur, ex superintendente de Valores y Seguros (SVS), quien actuaba como su representante.

En definitiva, esta es la historia de cómo uno de los hombres más ricos de Chile –quien no quiso abordar el tema con este medio– alcanzó su fortuna.

Primos mal avenidos

El 15 de enero de 2014, Luis Enrique Yarur y Jorge Yarur Bascuñán anunciaron un sorpresivo acuerdo, por el cual el presidente del BCI asumió el deber de pagar US$ 98,8 millones a Jorge Yarur y éste se comprometió a dar por superadas las diferencias respecto de la venta del 33,8% del BCI en 1994.

El anuncio sorprendió. Desde abril de 2013 se había desatado una disputa familiar poco común en la elite chilena. Jorge, dueño del Museo de la Moda e hijo único del histórico presidente del BCI, Jorge Yarur Banna, presentó una medida prejudicial antes de demandar a su primo para que se revirtiera el traspaso de acciones ocurrido en 1994, operación que le quitó el control del banco y se lo dio a Luis Enrique.

Jorge aseguró que no quería dinero, sino develar el abuso que había cometido Luis Enrique cuando le compró las acciones. El caso, además, venía encendido por la disputa paralela que protagonizaba también Jorge con su otro primo, Daniel Yarur Elsaca. Este le administró su patrimonio desde fines de 1999 hasta fines de 2009, periodo en el cual vendió otro paquete de acciones de Empresas Juan Yarur que le daba una participación indirecta en el BCI.

Finalmente, la disputa entre Jorge y Luis Enrique concluyó con el acuerdo millonario y la pelea con Daniel se zanjó, parcialmente, en tribunales, donde Daniel Yarur ganó el juicio a Jorge a fines de abril de este año. Posteriormente, las cortes confirmaron el fallo de primera instancia que estableció que Daniel tenía un mandato general para administrar dineros de Jorge y que debía verse en sede civil si efectivamente hubo impacto en el patrimonio del dueño del Museo de la Moda.

Pero ni el acuerdo entre Luis Enrique y Jorge, ni el juicio que ganó Daniel contra el dueño de Museo de La Moda, apagan la historia aun no revelada de cómo el actual presidente del banco BCI se hizo con el poder y control.

El origen del conflicto

Es historia conocida que el mismo día que el BCI pagó la última cuota de la deuda subordinada proveniente de la crisis bancaria de 1982, el 17 de octubre de 1991, murió el presidente del Banco, Jorge Yarur Banna (padre de Jorge Yarur Bascuñán, dueño del Museo de la Moda), de un paro cardíaco.

El banco se había transformado así en la segunda entidad privada en recomprar la cartera de créditos que cedió al Banco Central, adelantando en casi una década el plazo que tenía para pagar su deuda, que originalmente había sido fijado para el 2000.

Yarur Banna había explicado que adelantaban el proceso para iniciar lo antes posible el reimpulso del banco, capitalizando las ganancias (que hasta ese momento se destinaban a cancelar la deuda) y compensando a los accionistas que no habían recibido dividendos por casi una década, con la sola excepción de un porcentaje inferior al 5% de las utilidades que se repartía a los tenedores de papeles preferenciales.

Tras el pago de la deuda, se dispuso que no habría diferencias en el pago de dividendos a accionistas serie A y B, por lo que las condiciones de los propietarios del BCI quedaron equiparadas. Con todo, en los años siguientes el banco continuó con altos niveles de capitalización de utilidades que se ubicaron por sobre 60%.

Esto, en conjunto con un crecimiento explosivo en los años siguientes, permitió a la entidad consolidarse como uno de los referentes del mercado.

Sin embargo, las buenas perspectivas que tenía Jorge Yarur Banna para el negocio al momento de morir no parecieron ser compartidas por Luis Enrique Yarur, quien es hijo de Carlos Yarur Banna. El sobrino había tomado la gerencia general del banco desde comienzos de los 80 y, cuando murió Jorge Yarur Banna, asumió el liderazgo del directorio de inmediato.

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Jorge Yarur Banna

Luis Enrique al ataque

Poco más de dos años después de la muerte de Jorge Yarur Banna, Luis Enrique Yarur Rey y Jorge Yarur Bascuñán tomaron contacto en mayo de 1994. Las versiones sobre cómo lo hicieron, con qué intenciones y con qué efecto varían. Existen versiones sobre una cierta homofobia en la familia que hacía inviable la presencia de Jorge en la propiedad, teniendo como presidente del mismo banco a un seguidor del Opus Dei.

Jorge además, demostraba poco interés en meterse en el negocio y siendo el hijo único del ex presidente no se veía proyección de mando en el banco.

Lo cierto es que Luis Enrique le hizo una oferta por el control del BCI el 20 de mayo de 1994. La carta, titulada Memorándum, se entregó luego de una reunión que habrían tenido días antes en la casa de Jorge Yarur Banna, ubicada en la esquina de Avenida Vitacura casi al llegar a Avenida Américo Vespucio, hoy sede del Museo de la Moda.

En dicho escrito, Luis Enrique formalizó la propuesta, la cual años después fue requerida por Jorge Yarur a Luis Enrique en una medida prejudicial presentada el 25 de abril de 2013. Este fue el paso previo a una demanda civil por la que el dueño del Museo de la Moda pretendía revertir la venta de las acciones de 1994, acusando ilegalidad del acto.

En la medida prejudicial, Jorge Yarur dice que cuando Luis Enrique presentó la oferta, tanto él (Jorge) como su madre estaban en precario estado de salud.

De hecho, Raquel murió en enero de 1996 y Jorge estaba, como él ha reconocido públicamente, hundido en el consumo de drogas duras. Adicción que hoy habría superado, según ha declarado.

Diversas fuentes señalan que Raquel no habría firmado la venta de las acciones y en su nombre lo hizo Pedro del Favero, histórico colaborador de los controladores del banco y que hasta hoy mantiene vínculo con Luis Enrique.

Junto con ello, Jorge Yarur reclama que no contaron con ninguna asesoría legal ni financiera, lo cual “era indispensable atendida la magnitud y complejidad de la operación”.

Lo cierto es que sí hubo una asesoría financiera, aunque al parecer no para el vendedor sino para el comprador.

PWC elaboró un informe en su momento valorando al banco. Ese informe luego actualizó el valor del banco con cifras al cierre de 2013. El documento –que típicamente calcula y trae al presente el flujo estimado por diez años de una empresa– requerido por la defensa de Jorge Yarur ante los tribunales, permitió a Luis Enrique tener una aproximación externa sobre el valor del BCI.

Aunque dicho documento duerme bajo siete llaves en las manos de las partes que se enfrentaron, lo cierto es que marca un punto de inflexión respecto a lo que finalmente terminó pagando el hoy presidente del BCI. Por eso fue requerido en los tribunales por la defensa de Yarur Bascuñán.

Precio en liquidación

Según la información de la Bolsa, al 11 de agosto de 1994, fecha del acuerdo –aunque se firmó el 26 de agosto de 1994 y se concretó el 26 de septiembre del mismo año– el BCI (llamado en ese momento sólo Banco de Crédito e Inversiones) se cotizaba a $ 1.265 por papel, esto es, US$ 3,02 la acción. Con ese precio, el mercado valoraba al BCI en US$ 290 millones y el paquete de acciones que quería comprar Luis Enrique Yarur a los herederos de Jorge Yarur Banna (33,88% del banco) en US$ 98,2 millones.

Sin embargo, el precio final que ofreció Luis Enrique llegó a US$ 2,15 por acción. Así lo señala Jorge Yarur en una de las cartas que envía a Luis Enrique en abril de 2012 y que reveló recientemente El Mercurio. Esto implicaba valorizar al banco en US$ 202 millones (un tercio menos que el valor mercado), y el paquete de su primo y tía Raquel en casi US$ 70 millones.

A esa fecha el precio del papel del banco había subido en forma relevante y sorpresiva (casi un 46%). De hecho, las transacciones de la acción de BCI, que a fines de julio y los primeros días de agosto transaban en no más de $ 2 millones diarios y mantenía al precio en torno a $ 1.250, al día siguiente del 11 de agosto, se pasaron a transar a 25 millones de pesos y subió casi 5%.

En los siguientes días las transacciones del papel subieron aún más y llegaron incluso a $ 200 millones diarios.

No hay información a la autoridad sobre las causas de este movimiento, pero ya para el 27 de septiembre la acción se hallaba en $ 1.850 (US$ 4,47) y el valor total del paquete accionario sujeto del negocio alcanzaba un valor en US$ 145,4 millones.

De esta forma, Jorge Yarur Bascuñán y su madre recibieron de Luis Enrique Yarur Rey –el nuevo mandamás del banco– US$ 76 millones menos de lo que posiblemente le habría pagado el mercado si la transacción se hubiese realizado en Bolsa o públicamente como lo hacían otros empresarios en el país en esos años. O lo que es lo mismo, el timonel del BCI pagó un 51% menos de lo que habría pagado –sin considerar el premio por control– el mercado.

Al actualizar las cifras, como más adelante se revela, el daño se encumbra a más de US$ 100 millones. Esto, sin considerar que se trataba del traspaso del control del banco, lo que en el mundo financiero significa pagar un extra por ello, algo que sí ocurrió en otras operaciones de esas fechas y que evidenciaron ofertas con premios relevantes en el país.

Operaciones de otros bancos

Una de las operaciones más cercanas ocurrida un año después de la operación en el BCI, se produjo cuando el grupo Luksic apostó a tomar el control del Banco de Santiago el 12 de diciembre de 1995. Con este fin, anunció una oferta pública por 3.200 millones de acciones de la entidad.

El Banco de Santiago, al igual que el BCI, se cotizaba en Bolsa. Luksic ofreció $ 12,15 pesos por acción serie A, $ 22 por acción serie B y $ 40 por acción serie C. Las transacciones del papel del banco fueron suspendidas y al reanudarse la cotización saltó 55%.

El grupo Luksic informó que estaba pagando “un precio muy superior al mercado para compensar el beneficio tributario” de las acciones Serie B, además de dar un “premio adicional por el control”.

Otro ejemplo en una modalidad distinta, pero siempre en el ámbito de la competencia, es el que atañe al Banco Concepción, que en ese momento lo controlaba la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) y que el 6 de diciembre de 1995 decidió vender el banco a Infisa, una sociedad cuyos accionistas principales eran Álvaro Saieh y el grupo Abumohor.

Se hizo una licitación, donde Saieh le ganó la puja a otros grupos –como el que lideraba Vicente Caruz, ligado a Banco del Desarrollo– pagando US$ 62 millones por el Concepción. Más tarde, Saieh cambiaría el nombre a CorpBanca.

El rol de PWC y las referencias de mercado

A diferencia de sus competidores, BCI cambió de control de manera diferente y privada.

La participación de la auditora PWC parece clave en el negocio, pues habría sido el único antecedente financiero considerado por Luis Enrique para comprar el paquete de acciones.

Nadie en el mercado en esos días sabía que el presidente del BCI había valorizado las acciones que le dieron el control en función de un informe del auditor externo del banco, que es remunerado por la propia empresa que él dirige.

Como revelamos al inicio de esta nota, PWC aportó un informe que aparentemente valoró al banco en términos inferiores al mercado, lo cual sirvió de sustento para que Luis Enrique ofreciera un precio un tercio por debajo de lo que pensaba el mercado.

PWC tiene una relación de larga data con el grupo y con Luis Enrique en particular. Durante toda la década de los 90, la auditora revisó los estados financieros del banco y también los de la sociedad que lideran los Yarur Rey y que posteriormente será la controladora directa del banco, Empresas Juan Yarur.

El socio que firmó los estados financieros durante casi toda la década de los 90 fue Alberto López-Hermida, quien incluso llegó a ser asesor de la presidencia del BCI en 1998, lo que prueba la cercanía que tiene con Luis Enrique. Así lo revela la memoria de ese año, publicada a comienzos de 1999.

El 18 de enero de 1998, López-Hermida suscribió su última auditoría al BCI, aunque no así la última revisión de PWC al banco, pues siguió auditando sus estados financieros hasta 2012.

El fin de la relación de BCI y PWC fue abrupto. El caso La Polar que estalló en junio de 2011 impactó la imagen de la auditora y el banco se vio presionado a cambiarla.

En la despedida y por las más de dos décadas de relación, el presidente de BCI se despidió con especial cariño en la junta de accionistas de comienzos de abril de 2012. «En nombre personal mío y del BCI quiero testimoniar la labor desarrollada durante muchos años por PWC, quienes auditaron al banco y filiales hasta el ejercicio recién finalizado, llevando a cabo su cometido en términos profesionales y técnicos que jamás suscitó reproche alguno».

PWC le devolvió la mano y en julio de 2014, junto a Diario Financiero, entregaron el tercer lugar a las empresas premiadas de Chile a BCI, reconocimiento que acudieron a recibir Luis Enrique y su hijo Ignacio Yarur.

Una relación muy cercana

Si bien Alberto López-Hermida dejó de auditar los estados financieros del BCI y asumió la asesoría de la presidencia en 1998, tres años después se alejó de este cargo y asumió como director del banco, sentándose a la misma mesa que su anterior cliente. En 2001, además, entró al directorio de BCI Securitizadora, según un acta de la sociedad del 1 de marzo de ese año.

El vínculo entre ambos se ve truncado 12 años después, cuando el 30 de noviembre de 2013 el contador auditor falleció.

Sin embargo, su relación no era sólo en los negocios. Luis Enrique Yarur es seguidor del Opus Dei, de hecho figura como uno de los principales financistas de la Universidad de Los Andes. Su mujer, Ane Mirren Aserrate, es consejera del club de amigos de la fundación Nocedal, ligada al Opus Dei.

El año 1999 comenzó a dirigir la escuela de negocios ESE de la Universidad de Los Andes. Su vínculo con Yarur permitió altos montos de aportes tanto de la familia como del BCI. En 2007, según un artículo de La Nación de junio de 2008, Yarur aportó personalmente $ 777 millones y el banco –donde los fondos de pensiones de los trabajadores chilenos a través de las AFP tenían el 8% de la propiedad y más de US$ 200 millones invertidos– donó otros $ 194 millones.

Hoy, el hijo homónimo de López-Hermida sigue su camino. Es doctor en comunicación política y profesor de la misma casa de estudios. Su hija, María Eugenia, es abogada en BCI.

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Jorge Yarur

Fuera de Chile y sin impuestos

El 27 de septiembre de 1994, Luis Enrique Yarur informó al mercado del cambio de propiedad, pero lo hace con omisiones. Quienes no estaban al tanto de las conversaciones privadas que venían sosteniendo sólo se enteraron por publicaciones de prensa de esa fecha. No obstante, de acuerdo a las fuentes diversas consultadas por este medio, la historia de la toma de control por parte de Luis Enrique fue comidillo entre empresarios, abogados y ejecutivos del sector.

BCI dio cuenta a través de un hecho esencial que el 26 de septiembre de 1994 se realizó la compra de 11,39 millones de acciones de BCI por parte de Forel S.A., que representaban el 11,79% del banco. Dichas acciones las vendió Inmobiliaria e Inversiones Tauro S.A., de Jorge Yarur y su madre. En ese momento, dijeron los medios, Luis Enrique pasó a tener más de un 10% del banco. No obstante, no se revelaron detalles del negocio, el objetivo y el impacto para la cadena de control y tampoco adelantaron lo que vendría en los meses siguientes.

A fines de ese año, el 27 de diciembre de 1994 publicó la prensa que Forel S.A. adquirió otro 22,15% de acciones de BCI, con lo cual la sociedad de Luis Enrique pasó a tener casi el 34% del banco.

Las sociedades que vendieron este último paquete están todas ligadas a Jorge Yarur Bascuñán y su madre: Lautaro (4.593.498 acciones), La Guaira (5.671.000 acciones), Kenmar (5.003.378 acciones) y South American Investment (5.945.841 acciones).

Estas sociedades, que representaban dos tercios del paquete que compró en 1994 Luis Enrique a su primo y que habían estado por años en manos de Jorge Yarur Banna, tenían sede en el extranjero y cuya transferencia permitió eludir el pago de impuestos, aprovechando la laxitud de las normas tributarias chilenas de esa época, según explica un ex ejecutivo del banco y un profesional cercano a la misma entidad.

Estas fuentes creen que este fue un argumento utilizado por Luis Enrique para convencer a Jorge de venderle a él sus acciones, pues así no habría terceros que accedieran a la información tributaria de dichas sociedades.

Este medio no logró detectar escrituras públicas de la operación, lo que según las fuentes consultadas ocurre porque dichos documentos nunca existieron o, si los hubo, fueron eliminados. Ni Jorge Yarur ni Luis Enrique quisieron referirse a esto, pese a las consultas realizadas. “La propiedad del BCI siempre estuvo en el extranjero”, dice un abogado que los conoce.

La Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (Sbif) fue consultada respecto de la autorización de estas operaciones, pero no hubo respuesta. Sin embargo, según informó Yarur en ese momento, todas las operaciones contaron con la autorización de la Superintendencia que dirigía José Florencio Guzmán, siendo el intendente de Bancos Ernesto Livacic.

BCI informa que “si bien son importantes, estos traspasos de acciones se han realizado dentro de un grupo de sociedades y personas que constituyen una tradición como accionistas y controladores del Banco, de modo que la publicación esencial que hizo el banco sólo obedece a disposiciones de carácter legal”.

Aun más, en publicaciones corporativas posteriores el BCI indica que el 30 de diciembre de 1995 “los accionistas vinculados a la familia Yarur celebraron un pacto de accionistas”, en el cual “reafirman su voluntad de mantener la tradicional unidad y control del Banco, reiteran su propósito de conservar los principios en los que se ha basado su administración”.

Es decir, BCI –que preside Luis Enrique Yarur– no entregó detalles de las condiciones de la operación de venta y consideró que no hubo cambio de control, dado que los nuevos dueños de los papeles son parte de la misma familia. El pacto de accionistas a que aludieron nunca ha sido hecho público, aunque aseguraron que está disponible para los accionistas.

No obstante, algunos medios, como Estrategia, informaron en ese momento que Jorge Yarur Bascuñán y su madre “renunciaron” al control del banco y por eso le vendieron a Luis Enrique.

Lo cierto es que las operaciones significaron un cambio claro en el control de la compañía. Y Luis Enrique lo hace explícito dos años después, aunque siempre intentando hacer creer que el clan Yarur seguía unido.

En realidad, el banco pasó a ser controlado por él y sus hermanos, siendo acompañados en ello por su padre Carlos Yarur Banna y su tío Amador; este último hizo ver más tarde sus diferencias con las decisiones, pero se vio sometido al poder de sus sobrinos.

Te pago con tu plata

Respecto de las condiciones de pago, éstas tampoco se hicieron públicas. Lo que sí pudimos establecer es que se canceló por debajo del precio de mercado y pagadero en cuotas.

Los US$ 70 millones que acordó pagar el hoy presidente de BCI se pactaron a cinco cuotas anuales, con un pie de casi un 30%, como dijeron cercanos a Luis Enrique a El Mercurio recientemente.

Aunque no fue posible verificarlo formalmente con ninguna de las partes involucradas, dicen en el mercado que Luis Enrique comprometió un pago de intereses cercano al 4% anual, lo que llevaría el precio final a casi US$ 80 millones.

Luis Enrique no estuvo disponible para verificar estos antecedentes.

El interés era ventajoso, pues la inflación en ese año superó el 10% y el interés corriente en operaciones no reajustables a más de 90 días se alzaba por encima del 30% anual, de acuerdo a lo informado por la Sbif.

Es decir, el presidente de BCI habría obtenido de su primo un crédito casi seis veces más barato de lo que obtenía cualquier ciudadano en Chile en ese momento.

No sólo eso. Las cuotas fueron pactadas a ser pagadas en la fecha en que se distribuyen dividendos en el BCI, abril de cada año. Así lo revelan las cartas publicadas en el diario El Mercurio en 2014.

Y como Luis Enrique recibió de inmediato las acciones tras firmar el acuerdo (como informan el 27 de septiembre y en diciembre de 1994), comenzó a gozar del reparto de dividendos a contar de 1995, lo que le dio liquidez para pagar las cuotas a Jorge, con el dinero que a éste le correspondía recibir como accionista hasta antes que firmara el acuerdo con su primo.

Esto ocurrió porque Luis Enrique simplemente no tenía dinero para pagar. Así quedaría claro más tarde, cuando en la junta de 1996 en que Forel S.A. (la sociedad con que Luis Enrique compró las acciones de su primo) y Empresas Juan Yarur (el holding desde el cual Luis Enrique y sus hermanos manejan parte de las acciones que tienen en BCI y otros negocios) se fusionan –incorporando los activos de BCI que Luis Enrique había adquirido a Jorge Yarur–, dejando establecido que de las 34,54 millones de acciones que aporta Forel, 27 millones “están gravadas con prenda”.

De ellas, el 37% están gravadas en favor de Inmobiliaria Tauro –de Jorge Yarur– y 14 millones están gravadas en favor del Chase Manhattan Bank (antes Chemical Bank). Fuentes del sistema financiero que participaban en el mercado en esa época dicen que las acciones para el banco estadounidense corresponden a la garantía que puso Luis Enrique para obtener un crédito que le permitiera pagar el pie para hacerse con las acciones de Jorge Yarur.

De ahí, indican, toda la cadena de condiciones que requirió Luis Enrique para quedarse con el control del BCI.

El presidente del BCI financió la toma de control del banco con la obtención inmediata de la propiedad de las acciones de su primo, derivando de dicho acto la recepción de los dividendos durante los siguientes cinco años y usando la garantía de la propiedad de dichos papeles para conseguir créditos con un banco extranjero para hacer el pago inicial. Todo esto, complementado con condiciones crediticias que le dio el vendedor –Jorge Yarur– a intereses muy inferiores al mercado y, finalmente, pagando un precio inferior en un 50% al existente en el mercado al momento de la transacción.

Luis Enrique consolida su poder

El 19 de agosto de 1996 se realizó la junta extraordinaria de accionistas de Empresas Juan Yarur, el holding donde originalmente participaban los tres hermanos Yarur Banna, de los cuales a esa altura quedaban vivos Amador y Carlos, este último padre de Luis Enrique.

Según el acta de la junta, formalizada el 21 de agosto de ese año, la reunión la preside Carlos Yarur Banna, quien figura con simbólicas 4 acciones de la sociedad. En rigor, quien maneja la firma es Luis Enrique y sus hermanos, Jorge Alberto y Juan Carlos Yarur Rey.

En dicha reunión, se acordó dividir Empresas Juan Yarur y crear Inversiones Juan Yarur, la cual concentrará el negocio automotriz, mientras la original se enfocará en el área financiera, con el estandarte del banco BCI.

Amador Yarur Banna –quien tenía en ese momento un tercio de las acciones de la sociedad– votó en contra e informó su decisión de ejercer su derecho a retiro, algo que al parecer luego no ejecutará.

Dice el acta que Amador “dejó constancia que su oposición a la aprobación de este acuerdo lo fundamenta en que es perjudicial para los intereses de Empresas Juan Yarur así como también para la sociedad que él representa (Parc Berdrand)”.

La medida es sólo el preludio del acto final por el cual Luis Enrique concretará la consolidación de su compra de acciones a Jorge Yarur en septiembre de 1994.

Así, el 2 de diciembre de 1996 se realizó la junta de accionistas de Empresas Juan Yarur, en la cual no figura acudiendo Amador Yarur Banna. A Jorge Yarur Bascuñán (ya sin el paquete controlador de BCI y con una participación minoritaria de Empresas Juan Yarur) lo representó Pedro del Favero, el hombre de confianza de su padre fallecido y ahora de Luis Enrique, y quien ha negado que haya tenido alguna participación en la venta de acciones de septiembre de 1994, pese a que Jorge Yarur Bascuñán le reclamó por su rol en dicha operación en cartas publicadas recientemente.

En la reunión se acuerda la fusión de la sociedad con Forel S.A., la sociedad de Luis Enrique que había comprado dos años antes las acciones de su primo Jorge. De esta forma, Empresas Juan Yarur –que absorbe a Forel– pasa a controlar el 55,1% del BCI, además del 80% de Inversiones Jordan Dos, sociedad que a su vez tenía otro 2,1% del BCI.

En esta cascada de sociedades, Luis Enrique pasa a ser el dominador principal, pues al aportar Forel S.A. incluye el paquete clave de acciones que le dan a la sociedad el control del banco y de Empresas Juan Yarur. Años después hizo una nueva compra de acciones, esta vez teniendo como contraparte a Daniel Yarur Elsaca, con lo que el grupo controlador se concentraría sólo en Luis Enrique y sus dos hermanos.

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Daniel Yarur

Aparece el superintendente

El juicio penal entre Jorge Yarur Bascuñán y su primo Daniel Yarur Elsaca iniciado en marzo de 2014, fue de grueso calibre. Las acusaciones entre ambos a través de los diarios incluyeron detalles de sus vidas que desnudaron una disputa intensa y de mantel corto.

Daniel fue Superintendente de Valores y Seguros (SVS) hasta marzo de 2000 en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, siendo reemplazado por Álvaro Clarke con la llegada de Ricardo Lagos a La Moneda.

Cuatro meses antes de dejar su cargo, Daniel viajó a Italia. Allá firmó junto a su primo Jorge Yarur Bascuñán un documento por el cual obtuvo amplios poderes para gestionar el patrimonio del dueño del Museo de la Moda, a esas alturas ya sin el control del BCI.

Lo que le quedaba era casi un 5% del BCI en forma directa y un 12% de Empresas Juan Yarur, sociedad que en ese momento controlaba el banco y que manejaba el 55% de la propiedad del mismo.

Luis Enrique volvió a la carga. Esta vez el negocio fue más fácil. Nuevamente, Luis Enrique pagó un precio por debajo del mercado, sin pasar por Bolsa, sin competidores y sin transparencia.

Según la escritura pública protocolizada el 4 de enero de 2002 en la notaría Andrés Rubio, Luis Enrique y Daniel concurrieron a firmar la transferencia del 12,8% de las acciones de Empresas Juan Yarur que estaban en manos de la sociedad Inversiones T&V S.A. de Jorge Yarur Bascuñán –representado por Daniel– a la sociedad Inversiones Petro S.A., ligada a Luis Enrique Yarur Rey.

El paquete de acciones sumaba 2.666.666 acciones y fueron traspasadas a cambio de UF 1,429 millones. En el acto, según indica el acta revisada por este medio, se pagaron UF 221.359 y se acuerda que el 30 de abril de 2003 se cancelarían otros UF 632.150 y el 30 de abril de 2004 la diferencia de UF 575.692.

Al dólar de la época, Luis Enrique pagó US$ 32,9 millones. Como Empresas Juan Yarur no cotiza en Bolsa, no resulta posible verificar si el precio pagado fue de mercado.

Sin embargo, de acuerdo a información financiera de Empresas Juan Yarur de esa fecha, casi un 75% de los activos de Empresas Juan Yarur estaba compuesto por el 53,5% que tenían de BCI.

El 4 de enero de 2002 la acción de BCI se cotizaba a $ 4.800. El porcentaje de Empresas Juan Yarur en BCI entonces, estaba valorizado, según el mercado, a US$ 300 millones. El 12% que tenía Jorge Yarur hasta que Daniel firmó la venta de sus papeles equivalía indirectamente al 6,8% del BCI. Dado el precio de la acción del BCI al 4 de enero de 2002, su paquete de acciones valía en realidad casi US$ 50 millones de la época.

Sin embargo, Luis Enrique le pagó US$ 32,9 millones, es decir, casi US$ 17 millones menos o, dicho de otro modo, un 34% por debajo de lo que muy posiblemente le habría pagado el mercado si hubiera vendido en forma directa el paquete en Bolsa.

Al actualizar las diferencias a la UF y dólar de hoy, Jorge Yarur recibió US$ 28 millones menos de lo que podría haber valorado el mercado su 12% en Empresas Juan Yarur.

Sin embargo, en esta operación también existen matices. Así lo advierten fuentes cercanas a la operación que se realizó en 2002 y que cuestionan el perjuicio y la inocencia de Jorge.

Según indican, las acciones que tenía Jorge Yarur en Empresas Juan Yarur y que indirectamente le daban una participación de 6,8% en BCI, no tenían liquidez por esa misma condición indirecta.

Esto, aseguran, impedía valorizar en Bolsa dichas acciones y, por ende, reducía drásticamente la posibilidad de tener interesados en comprarlas. Aún más, dichos papeles no daban control en BCI, como sí ocurría en la operación de venta de acciones de 1994.

Sin embargo, las fuentes consultadas no lograron dilucidar si existieron intentos por contactar a terceros interesados y más bien afirman que ésta fue “una operación familiar”.

Adicionalmente, Daniel Yarur ha dicho en forma pública que Jorge quería deshacerse de sus acciones en Empresas Juan Yarur, pues no quería mantenerse en la propiedad y que habría estado de acuerdo en que Luis Enrique las comprara. No obstante, el propio Jorge Yarur ha dicho que no quería vender sus acciones, que Daniel Yarur no le consultaba y que si no le hubiera administrado sus dineros habría tenido un patrimonio superior hoy.

Más allá de eso, la operación de 2002 también ha tenido una arista que enfrentó –y que según fuentes cercanas a la disputa, continuará enfrentando– a Daniel Yarur y su primo Jorge en tribunales orales en lo penal por la gestión de patrimonio de éste último por parte del ex SVS.

Según la defensa de Jorge, su primo le sustrajo (apropiación indebida) USS$ 60 millones en dos operaciones financieras. Por el contrario, los abogados de Daniel reclamaron que no hubo tal delito y que, si quería discutirse, el tema debía verse en sede civil.

La opinión de la defensa de Daniel fue respaldada por los tribunales de justicia este año hasta su instancia superior, señalando que Daniel tenía un mandato amplio de administración, que no fue respaldado el perjuicio patrimonial por ningún estudio y que el caso debía primero discutirse en sede civil.

No obstante, el mismo juicio confirmó las operaciones por las cuales Daniel se quedó con el dinero reclamado, por lo que, según han dicho los abogados de Jorge, podrían seguir con acciones civiles en el futuro, en Chile o en Estados Unidos.

La cifra final

Lo cierto es que BCI estuvo bajo el control de los tres hermanos Yarur Banna desde mediados del siglo pasado y por 40 años bajo la presidencia y dirección de Jorge Yarur Banna.

De hecho, en la escritura del 19 de marzo de 1957 en que Jorge, Carlos y Amador –en participaciones casi equivalentes– crearon Empresas Juan Yarur, Jorge ya se encumbraba como el más aventajado de los hijos de Juan Yarur Lolas, creador del banco en 1937.

En dicha constitución de la sociedad aportaron, además de media docena de terrenos que tenían en Providencia, un grupo importante de acciones de BCI y otras empresas de la familia Yarur. En el tiempo EJY fue adquiriendo más papeles de BCI, aunque al momento de la cuestionada operación de 1994 aún no controlaba el banco desde esa sociedad.

La muerte de Jorge Yarur Banna en 1991 provocó la indefinición de quién lideraría el banco, pues si bien Luis Enrique asumió la presidencia, no tenía el control que había estado en manos de Jorge Yarur Banna.

Tanto es así que en una carta de Jorge Yarur a Luis Enrique, el primero le recriminaba que fue elegido presidente el 21 de octubre de 1991 con los votos de su familia.

Hoy, con el valor actualizado en UF y dólar indicaría que en 1994 Jorge Yarur recibió US$ 105 millones por el 33,88% de BCI, debiendo haber recibido US$ 218 millones, lo que implica que a valor actualizado significó un pago inferior a lo que indicaba el mercado de US$ 113 millones (siempre con cifras actualizadas).

Mientras que en el caso de la operación de venta del 12% de Empresas Juan Yarur, que a su vez representaba indirectamente el 6,8% de BCI, el dueño del Museo de La Moda recibió US$ 27,8 millones actuales menos que lo que correspondía por lo que se cotizaba la acción del BCI en el mercado en ese momento.

Así, en total y con UF y dólar actualizado, Luis Enrique pagó US$ 133 millones menos de lo que debía cancelar según valores de mercado y con cifras actualizadas en UF y dólar.

De esta forma, los US$ 100 millones que acordó pagar el 15 de enero de 2014 Luis Enrique Yarur a su primo Jorge Yarur Bascuñán para cerrar la disputa, se acercan bastante, aunque no cubren el perjuicio provocado en las operaciones abordadas en este artículo.

El perjuicio, además, se incrementa sustancialmente, dado que Luis Enrique no pagó por el control del banco, cuando en esos años otros empresarios de fuste, como el grupo Luksic, ofrecieron premios de hasta 55% por controlar el Banco de Santiago.

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Juan Yarur Lolas

No hay explicación

Luis Enrique Yarur Rey no quiso hablar con este medio, ni responder preguntas por correo electrónico para aclarar las dudas que se le plantearon. El estilo del controlador y presidente del tercer banco privado más grande de Chile ha cambiado respecto del que tenía en los 90, cuando hablaba con la prensa. El vocero del banco es el gerente general Lionel Olavarría, quien incluso en algunas ocasiones ha cumplido funciones de comunicaciones en otras empresas del grupo.

Sin embargo, Luis Enrique sí tiene figuración pública, aunque, principalmente, en actividades corporativas. Una de las últimas relevantes donde participó fue el lanzamiento de Generación Empresarial, agrupación de la que BCI es socia y donde Luis Enrique es consejero.

Dicha entidad, en conjunto con la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) y El Mercurio anunciaron el 20 de marzo de este año la nueva etapa de “Bien Común, dilemas éticos y compromisos empresariales”, iniciativa que propende, según lo definió el diario de Agustín Edwards, a liderar y difundir una corriente empresarial de mejores prácticas basadas en los principios y valores éticos.

En esa oportunidad, el timonel de la CPC, Andrés Santa Cruz, dijo que “en un momento en que hay cuestionamientos al actuar de las empresas, es muy importante recalcar y hacer ver el compromiso que tenemos las empresas y los empresarios con un comportamiento ético”.

Este reportaje buscó justamente esclarecer el trasfondo de las operaciones millonarias en las que estuvo involucrado el presidente de BCI y que no fueron a precios de mercado ni contaron con procedimientos transparentes, o al menos públicos, pese a que devinieron finalmente en la toma de control por parte de su rama familiar.

El timonel del BCI, una de las fortunas más grandes de Chile, no estuvo disponible para enriquecer este reportaje.

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