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El cambio de paradigma de las carnes rojas Alimentos

El cambio de paradigma de las carnes rojas

Desde hace unos años se recomienda disminuir el consumo de carnes rojas por sus supuestos efectos nocivos en la salud. Sin embargo, un reciente estudio no encontró una asociación estadísticamente entre su consumo y el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes o cáncer.


El consumo de carne ha aumentado considerablemente los últimos años gracias a una mayor accesibilidad y aumento del nivel adquisitivo. Sin embargo, hace unos años se ha recomendado a la población mundial disminuir su consumo de manera sistemática por los efectos nocivos en la salud.

Hoy en día una de las revistas médicas más prestigiosas (Annals of Internal Medicine) publicó un artículo que prueba que la evidencia en contra de ellas respecto de su efecto en la salud de las personas (cáncer y cardiovasculares) son muy débiles. Esto podría provocar la reivindicación de las carnes rojas.

En primer lugar, hay que hacer una distinción entre lo que son las carnes rojas de las carnes blancas. La carne roja es la procedente de animales como la vaca, caballo, toro o la que viene de animales de caza como el jabalí, venado, perdiz y codorniz. Por otro lado, dentro del grupo de las carnes blancas encontramos aves, pollo y pavo. A nivel nutricional, la carne roja es un alimento principalmente proteico, rico en minerales como hierro y zinc y vitaminas como la B12.

Son muy consumidas por los deportistas, por ejemplo, debido a su alto contenido en hierro, mineral imprescindible para evitar la fatiga, y por su contenido en proteínas. Esto porque la carne contiene todo tipo de aminoácidos que facilitan la recuperación del músculo después del ejercicio.

Hace unos años sin embargo, se han estudiado las desventajas que podría producir su consumo para la salud humana y cada vez más grupos se han adherido a la postura de disminuir su consumo e incluso eliminarlo por completo.

Un cambio en la visión que vive el mundo de la nutrición humana se podría estar produciendo porque hace poco se publicó un artículo por la revista Annals of Internal Medicine que cuestiona los supuestos efectos nocivos de las carnes rojas para la salud. Corresponde a un consorcio mundial de 19 investigadores (NutriRECS) de siete países. Los miembros de este Consorcio fueron seleccionados por su falta de conflictos de interés y su habilidad para evaluar la calidad de la evidencia científica.

La investigación científica

Realizaron una revisión del contenido y la calidad de varios estudios que involucran a sujetos asociados al consumo de carnes rojas. Así, utilizaron un sistema ampliamente aceptado para clasificar la evidencia científica conocida como Grade. Este consiste en ponderar los hallazgos de estudios dietéticos controlados aleatoriamente más que los provenientes de estudios observacionales que son los que comúnmente muestran un vínculo entre la carne y las enfermedades.

Este sistema Grade otorga un mayor valor a los hallazgos de estudios que no están financiados por intereses privados. La principal conclusión fue que, en su revisión, los investigadores no encontraron una asociación estadísticamente importante entre el consumo de carne y el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes o cáncer.

Desde los años 80 en adelante se ha recomendado a la población disminuir el consumo de carnes rojas por sus supuestos efectos nocivos en la salud, principalmente el cáncer y enfermedades cardiovasculares. Desde entonces se han reducido el consumo de estos productos y aumentado el de carbohidratos refinados. Estados Unidos por ejemplo disminuyó su consumo casi en un 28%. Durante este mismo período, sin embargo, se han incrementado otras enfermedades como la diabetes y la obesidad. Así, muchos críticos de las guías nutricionales han afirmado que las directrices dietéticas y sus prohibiciones contra la carne no se basan en la mejor evidencia científica.

La periodista de ciencia y salud estadounidense Nina Teicholz afirmó que «la creencia de que la carne roja causa problemas de salud se ha basado en la ciencia débil y poco confiable”.

Y agregó: “Desafortunadamente, nuestros expertos en nutrición se han acostumbrado a confiar en este tipo de ciencia observacional poco confiable, pero ahora hay un movimiento para avanzar hacia evidencia más sólida y rigurosa”.

Este cambio de paradigma es y será un proceso lento y que debe vencer muchas barreras: comenzará siendo de salud y sigue la del cambio climático.

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