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Se está perdiendo el sentido de hermandad del montañismo en Chile Opinión

Se está perdiendo el sentido de hermandad del montañismo en Chile

Víctor Troncoso
Por : Víctor Troncoso Montañismo, rescatista. Fundador de Flecha Extrema.
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En el montanismo era inherente el espíritu de solidaridad, jamás dejar o abandonar a alguien que solicita tu ayuda. Recuerdo cuando comencé a subir cerros en el año 2001 y me encontraba con otros montañistas: todos nos saludábamos como si fuéramos amigos o conocidos y eso me acerco más aún al deporte de montaña. Ahora subes un cerro y muchos pasan por tu lado sin saludarte y botan basura. Cero respeto por el medioambiente.

Me gustaría hacer público un tema que en estos días se está perdiendo. Me refiero al sentido de hermandad del montañismo en Chile. Hace unos fines de semana atrás fuimos con unos amigos a mejorar las condiciones en las que vive un ermitaño en el sector de escalada las Chilcas. A través de las redes sociales convocamos a amigos a ser partícipes de esta obra. Solo tres amigos ayudaron, de los cuales estoy muy agradecido.

Compramos maderas y placas, le llevamos una cama, colchón y frazadas para que Eduardo pase un invierno protegido del viento, las lluvias y el frío. Mientras algunos chicos escalan, bajo ellos una persona lleva viviendo 17 años bajo esa roca, la cual se niega a dejar. Por eso le mejoramos un poco sus condiciones

Comenzamos los trabajos el día sábado y fuimos a pedir ayuda a los escaladores que estaban en ese momento. Hablamos con varios grupos, los que respondían desinteresados: «Cuando terminemos quizás vayamos a ayudar». Solo tres chicos llegron, unos 10 minutos y se fueron. En el sector de encontraban más de 80 personas.

El día domingo pasó lo mismo. Llevé un maestro carpintero y solicité ayuda a los que estaban escalando y nadie quiso apoyar en el traslado de herramientas y materiales.

Es increíble la indolencia de las personas frente al dolor y la soledad de un ser humano que vive en condiciones inhumanas. Se perdió el espíritu de compañerismo que muchos compartían cuando yo comencé a escalar. Subir montañas era muy diferente. Los mismos profesores nos enseñaban valores. De hecho existe un código de montaña y escalada, la cual describe una base estructurada para la conducta deseable de los escaladores.

Siento una rabia inmensa con este tipo de personas que claramente carecen de valores del compañerismo, solidaridad y la esencia de un montañista.

Como dice una amiga: “No cabe duda que no son montañistas ni escaladores, simplemente hacen escalada porque está de moda o simplemente tienen el dinero para comprar equipo”. Pero el dinero no lo es todo.

En el montanismo era inherente el espíritu de solidaridad, jamás dejar o abandonar a alguien que solicita tu ayuda. Más allá de tener una conexión con la montaña, se trata de ser solidarios y poder ayudar a otros sin recibir nada a cambio. Sé que en los tiempos que vivimos es una tarea difícil de cambiar pero aún podemos hacer algo y cambiar la mentalidad de estos jóvenes.

Recuerdo cuando comencé a subir cerros en el año 2001 y me encontraba con otros montañistas. Si alguien necesitaba de mi ayuda ahí estaba -y he estado siempre-, porque eso es lo que me enseñaron y aprendí durante mis años de ser un aficionado a este gran deporte.

Subir o escalar montañas no los hace mejores personas, algunos están cegados por su ego. Deberían ser más humildes porque somos afortunados de poder practicar esta disciplina en la naturaleza, y visitar lugares donde pocos llegan. Los tiempos actuales, nos hacen vivir con rapidez y estresados, pero debemos ser más sociables y ayudar a quien nos solicite.

Como montañistas o aficionados al montañismo sentimos una responsabilidad con las comunidades indígenas y gente local. Ellos tienen que ser dignificados, no pasados a llevar como pasó con Eduardo, el Guardián de las Chilcas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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