Gastronomía
En la Plaza Mulato Gil de Castro, antesala del MAVI, se dispondrán 7 cocinas ambulantes donde se podrá ver en acción a las cocineras inmigrantes invitadas que darán a conocer cómo preparan sus platos y, además, ofrecerán degustaciones a quienes asistan el domingo 10 de febrero.
Este domingo 10 de febrero se realizará una actividad de extensión de la exposición actual «Qué lejos estoy del suelo donde he nacido», una selección de la Colección MAVI curada por Rolando Báez.
Esta acción de mediación cultural entre la comunidad femenina del Centro Integrado de Atención al Migrante CIAMI de la Fundación Scalabrini y el público de Barrio Lastarria, con el apoyo del Museo de Artes Visuales MAVI, consiste en una degustación culinaria a la cual serán invitadas a participar siete cocineras beneficiarias del CIAMI, de nacionalidades diferentes.
La meta de esta acción culinaria es generar vínculos significativos entre el mundo de la cultura y las artes visuales comprometiéndonos en una armonía de integración cultural con la comunidad femenina migrante de CIAMI.
El enfoque curatorial de Báez indaga sobre aproximaciones e imágenes de la migración traducidas por las artes visuales, elementos que describen los procesos migratorios y los intercambios culturales como axiomas positivos que enriquecen nuestro patrimonio cultural.
En esta intervención se apela al folclor visual de la cocinería migrante callejera contemporánea que puede observarse en diferentes sitios de la ciudad, sobre todo en el Mapocho e Independencia.
Las características funcionales de estas cocinerías es que preparan y sirven alimentos de gran diversidad en carros de supermercado acondicionados para esta actividad. Es un servicio ambulatorio, móvil, que se desplaza libremente por la ciudad, generando un nuevo factor cultural de mestizaje y folclor urbano.
Desde su organización, afirman que el marco teórico e inspiración de esta intervención culinaria y acción de mediación cultural, se puede definir desde una descripción que nos encontramos en el texto “La olla deleitosa, Cocinas mestizas de Chile” de la investigadora Sonia Montecino.
Ella describe la acción culinaria como «un gesto social», indicando que «comer entraña al cuerpo de manera irrevocable».
«Si vestirnos implica el contacto de una materia en nuestra piel, comer supone incorporar, introducir y procesar elementos en nuestro interior. Por eso no ingerimos cualquier cosa, debemos antes convertirla, simbólicamente, en alimento. Ello ocurre cuando la nombramos y la incluimos, junto a otros elementos que son considerados apropiados, dentro de un conjunto de alimentos que nos nutren y nos agradan. El proceso por el cual transformamos algo comestible, entonces es completamente cultural y arbitrario y se ajusta a un determinado imaginario de la incorporación», afirma.
Las actuales condiciones de nuestra cultura urbana se están modificando rápidamente desde la llegada de nuevos habitantes a la ciudad. Se trata de una nueva capa social compuesta por inmigrantes.
El fenómeno de la migración siempre trae significativos aportes a las comunidades locales, generando diversidad social, cultural, económica, educativa, entre otras, modificando paulatinamente nuestros hábitos.
Un grupo de estos nuevos habitantes poseen las condiciones que les permiten adecuarse a nuestro territorio, integrarse a nuestra sociedad sin mayor necesidad de vinculación, pero también existe otra porción que se encuentra en un estado de hibernación, esperando tener la oportunidad de vincularse con nuestra cultura e integrarse a contextos sociales, culturales y económicos.
El Observatorio Lapin permanece expectante ante el fenómeno de la migración actual y contempla imprescindible aportar desde nuestros conocimientos soluciones que contribuyan a articular una vinculación amable de la porción inmigrante con mayor dificultad de integración.
