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Evo Morales renuncia a la presidencia de Bolivia: 3 elogios y 3 críticas a sus más de 13 años de gobierno MUNDO

Evo Morales renuncia a la presidencia de Bolivia: 3 elogios y 3 críticas a sus más de 13 años de gobierno

«Se le atribuye al gobierno de Morales la capacidad de haber podido pactar con la gran mayoría de movimientos sociales del país para generar buenos niveles de gobernabilidad. De hecho hay quienes dicen que, durante las gestiones presidenciales de Evo, los movimientos sociales se quedaron sin movimiento».


América Latina atraviesa un momento histórico con la renuncia de Evo Morales a la presidencia de Bolivia.

Tras casi 14 años en el poder, el mandatario anunció su dimisión este domingo tras ser víctima de lo que calificó como «un golpe cívico, político y social».

De nada sirvió que horas antes anunciara nuevas elecciones después de que la OEA señalara «irregularidades» en su victoria en los comicios del 20 de octubre, y que dio lugar a semanas de convulsas protestas callejeras y manifestaciones de partidarios y detractores de Morales.

Tampoco fue suficiente para las Fuerzas Armadas del país, que el domingo sugirieron que renunciara al mandatario para permitir «la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad» en Bolivia.

Cuál será el futuro de Morales ahora y si participará o no en un nuevo proceso electoral es de momento una incógnita

Pero en sus hasta ahora tres mandatos presidenciales, no hay duda de que protagonizó algunas acciones que marcaron, para bien o para mal, al país andino.

La periodista de BBC Mundo Stefania Gozzer hizo un repaso de algunos de los logros de Morales durante sus años al frente del gobierno boliviano y también de algunas de las críticas más sonadas a su gestión.

América Latina comenzó el nuevo milenio con un giro a la izquierda que llevó al poder a dirigentes como Hugo Chávez en Venezuela, Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil o Néstor Kirchner en Argentina.

Unos se retiraron tras cumplir su mandato, como el uruguayo José «Pepe» Mujica. Otros fallecieron, como Kirchner y Chávez. Alguno fue derrocado, como el hondureño Manuel Zelaya, y más de uno está investigado por la Justicia, como el ecuatoriano Rafael Correa.

Entre los pocos que persistían al mando se encontraba Evo Morales, el primer indígena que llegó a la presidencia de Bolivia, el país con mayor población originaria de la región.

Se mantuvo al frente del Ejecutivo durante más 13 años y esperaba poder hacerlo otros cinco más al presentarse a la reelección en los comicios del pasado 20 de octubre.

Con Morales, Bolivia gozó de estabilidad política y económica y fue escenario de logros como reducir la pobreza del 60% de la población al 35% actual.

Pero también se vivieron escándalos como los recientes incendios forestales en los que se quemaron cerca de tres millones de hectáreas.

O el mismo hecho de que Morales aspirara a un nuevo mandato después del referéndum en que los bolivianos votaron en contra de retirar de la Constitución el límite a la reelección presidencial.

Pero lo decidido en el referendo quedó en nada después de que el partido oficialista, el Movimiento al Socialismo (MAS), consiguiera que la Justicia declarara que no permitir a Morales volver a presentarse en los comicios iba en contra de sus derechos humanos.

BBC Mundo recoge a continuación tres aspectos que le valieron elogios a Evo Morales durante su presidencia en Bolivia… y otros tres por los que le criticaron.

Los elogios

1. Crecimiento económico e inclusivo

Durante los 13 años del gobierno de Morales, la economía boliviana creció a un promedio del 4,9% cada año, según los últimos datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

En 2018, Bolivia fue el país sudamericano donde más aumentó el producto bruto interno (PIB): un 4,2%.

Unos buenos resultados que se vieron reflejados en los segmentos más vulnerables de la población, como le explica a BBC Mundo la economista de la consultora Oxford Economics Pamela Ramos.

«Bolivia es uno de los países que más logró reducir la pobreza la pobreza extrema durante la anterior década», apunta Ramos.

«Desde 2006 hasta 2018, ambos indicadores se redujeron en 25 y 23 puntos porcentuales, respectivamente».

Ramos cree que el mayor acierto económico del gobierno ha sido «la construcción de un crecimiento inclusivo que ha permitido mejorar el acceso a oportunidades» y pone como ejemplos las áreas de salud y educación.

En este último campo, por ejemplo, la diferencia se hizo patente a solo dos años de que Morales subiera al poder, cuando la tasa de analfabetismo pasó del 13,3% al 4,7% entre 2006 y 2008.

Planes como el Programa Nacional de Alfabetización y el «Yo Sí Puedo» consiguieron sentar el camino para que Bolivia registrara el año pasado la cifra más baja de su historia: 2,4%, según el Ministerio de Educación.

Que el porcentaje de población que vive bajo el umbral de la pobreza se haya recortado del 60% al 35% es «todo un logro», le dice a BBC Mundo Jim Schultz, el fundador del grupo de presión estadounidense The Democracy Center. Aunque la cifra sigue estando entre las más altas de la región.

«Uno no revierte dos siglos de pobreza en una década y siempre se requerirá más que simplemente tener dinero efectivo a tu disposición. Se necesita invertir a largo plazo en educación y oportunidades económicas para la personas de todos los niveles», comenta Schultz.

Sin embargo, muchos dudan de cuánto más pueda durar la época de vacas gordas.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), Bolivia debe»actualizar» la estrategia económica. «El modelo de éxito pasado se basaba en factores que no son sostenibles«, criticó la institución en un informe publicado en diciembre del año pasado.

«Uno debe recordar que este progreso no hubiera sido posible sin un contexto externo favorable marcado por el superciclo del precio de las materias primas», advierte Ramos.

Los crecimientos del PIB superiores al 4% no aparecieron con Morales. Habían comenzado ya dos años antes gracias al boom de las materias primas. Pero este acabó en 2014, resintiendo la economía de vecinos como Argentina y Brasil.

Bolivia ha conseguido mantener el buen ritmo. Pero, según el analista político boliviano Henry Oporto, lo ha logrado «quemando la casa para pasar el invierno«.

«La caída de precios ha tratado de ser compensada con una política fiscal expansiva, el aumento de la inversión estatal y la expansión del sector público; este ha llegado a representar el 45% del PIB», le dice a BBC Mundo.

El resultado, según asegura, es una economía que se mantiene estable «sobre fundamentos frágiles» y en base a un modelo que «ha agotado sus posibilidades».

El déficit fiscal (la diferencia entre lo que gasta e ingresa el Estado) alcanzó el 8,1% el año pasado: el más alto de Sudamérica.

Pamela Ramos afirma que la expansión del Estado en la economía ha sido tan grande que, desde 2015, la administración pública ha pasado a ser el «sector» de mayor crecimiento. Pero se trata de un Estado que no tiene la capacidad de compensar la falta de inversión privada.

2. El Estado indígena

Tener a un indígena en el poder no necesariamente significa que el colectivo vaya avanzar durante su gestión. En Perú, por ejemplo, el primer presidente indígena, Alejandro Toledo, no consiguió marcar un antes y un después en la situación de los pueblos nativos de ese país.

Sin embargo, en Bolivia, el ascenso de Morales sirvió para integrar en la institucionalidad a quienes, pese a ser mayoría (62% de la población), habían vivido olvidados.

Es un logro que hasta sus detractores le reconocen y que se plasmó en la Constitución que aprobó en 2009, a través de la cual cambió el nombre de República de Bolivia a Estado Plurinacional de Bolivia.

El vicepresidente, Álvaro García Linera, uno de los intelectuales más influyentes de la izquierda latinoamericana, lo llama el Estado indígena.

Morales, quien nació en una familia aimara de pastores de llamas, comenzó su activismo como sindicalista cocalero, desde donde dio el salto a la política. Una historia de superación en un país donde subir en la escalera social aún resulta toda una hazaña para un indígena.

La nueva Carta Magna permite a los pueblos indígenas convertirse, si así lo quisieran, en territorios con autonomía donde aplicarían sus usos y costumbres a la hora de gobernar. Aunque, siempre de manera subordinada a la Constitución.

Esta pluralidad, junto a la estabilidad económica, eran las dos cosas que más orgullo le producían al mandatario cuando habló con BBC Mundo a finales de 2017: «Nos sentimos orgullosos de nuestro Estado Plurinacional. Porque nos dejaron un país mendigo y limosnero. Ahora somos un pueblo digno. Hemos dignificado a Bolivia».

A esto se suman otras iniciativas como una ley contra el racismo y «toda forma de discriminación», así como el aumento de la inversión en educación y en salud para los sectores más vulnerables o una reorganización política que reserva escaños para fomentar la presencia de los pueblos originarios en las instituciones.

3. Estabilidad política

Antes de que Evo Morales fuera elegido presidente por primera vez, Bolivia llegó a tener cinco jefes de Estado en un periodo de cinco años. Dos de ellos tuvieron que renunciar después de protestas masivas.

Morales fue elegido presidente en 2006 con un 54% de los votos. «Era la primera vez desde 1966 que un candidato obtenía más del 50% de los sufragios», afirma el politólogo boliviano Jorge Dulón.

Aunque primero le tocaron vivir algunos años de agitación que incluyeron levantamientos de corte incluso secesionista de los departamentos que acumulan las mayores riquezas naturales, la llamada Media Luna (Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando).

Pero, al final, la nueva Carta Magna fue aprobada con un amplio apoyo popular y los años siguientes gozaron de mayor estabilidad política que los anteriores.

Para el analista Henry Oporto, dos elementos explican el «éxito político» de Morales y su «prolongada» permanencia en el poder.

Uno es que él y su partido, el MAS, «propiciaron la incorporación de sectores indígenas, campesinos y trabajadores urbanos y de clase media baja a esferas de poder político, lo que ha significado un salto en inclusión social«.

El otro, el boom de las materias primas, «que impulsó el crecimiento de la economía y le dio al país estabilidad social y política, después de unos primeros años turbulentos».

Dulón coincide en que los buenos resultados económicos jugaron un papel importante para crear estabilidad política y añade la capacidad de negociación a la fórmula exitosa de Morales.

«Se le atribuye al gobierno de Morales la capacidad de haber podido pactar con la gran mayoría de movimientos sociales del país para generar buenos niveles de gobernabilidad. De hecho hay quienes dicen que, durante las gestiones presidenciales de Evo, los movimientos sociales se quedaron sin movimiento», asegura.

«No es extraño que hoy se califique al gobierno de Morales como un gobierno ‘corporativista'», concluye.

Aunque esto no le ha librado de acusaciones de persecución política a opositores.

Tanto Dulón como Oporto consideran que el gobierno controla en la actualidad todas las instituciones y poderes y, según el primero hay «un conjunto de procesos judiciales manipulados para neutralizar o para perseguir a dirigentes o ex dirigentes políticos, cívicos, periodistas o sociales».

«En la primera gestión, hubo diálogo, negociación y resolución de controversias entre la oposición y el oficialismo. El MAS no tenía mayoría en el Congreso así que estaba obligado a dialogar y negociar con sus opositores», afirma Dulón.

«A partir de la segunda gestión de Evo Morales, el MAS tuvo más facilidad para lograr desarrollar sus planes y proyectos sin depender de lo que tenía que decir la oposición».

Según el experto, en esta última legislatura, los parlamentarios opositores han sido «casi obviados y ninguneados» por el oficialismo.

Morales ha negado varias veces que haya persecución política en Bolivia y ha alegado que entre los investigados por la Justicia se cuentan también políticos oficialistas.

Las críticas

1. Personalismo y querer «perpetuarse» en el poder

Sus más de 13 años al mando del país convirtieron a Evo Morales en el presidente latinoamericano que más tiempo llevaba en el cargohasta su renuncia este domingo.

Pero un periodo tan extenso en el poder no solo fue criticado por sus opositores, sino que también comenzó a despertar suspicacias en algunos sus seguidores.

Esto fue visible en los ajustados resultados de las pasadas elecciones de octubre, tras unas victorias claras y rotundas para Morales en los comicios anteriores.

Aunque, ya antes de las elecciones, sus detractores y organismos internacionales como el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reprocharon al Tribunal Supremo Electoral (TSE) de Bolivia que prohibiera la difusión de encuestas de intención de voto menos favorables al mandatario alegando errores técnicos en su realización.

Acciones como estas fueron vistas como maniobras dudosas para perpetuarse en el poder, entre los que destaca el desconocimiento, al menos en la práctica, de los resultados del referéndum de 2016.

Morales defiende que no incumplió aquella consulta en la que se preguntaba si se debía reformar el artículo de la Constitución que limita el número de veces que un presidente puede ser reelecto de manera continua ya que la Constitución no ha sido modificada.

El discurso que ha repetido una y otra vez dice que son los bolivianos quienes le piden que se mantenga en el puesto: «Yo no busco cargosa mí me buscan«, le dijo a BBC Mundo hace dos años.

«Repito: nunca he soñado con ser dirigente, menos presidente. (Prefiero) volver a mi chaco (plantación de coca), con mi gente, a trabajar, eso quiero… Pero siento una obligación. Una presión. Un destino a seguir siendo presidente».

Comentarios como estos provocaron que también le llovieran acusaciones de culto a la personalidad.

Los críticos ponen como ejemplo la construcción de un museo en su remota localidad natal que, en principio, está dedicado a la «Revolución Democrática y Cultural». Sin embargo, los objetos personales e imágenes de Morales ocupan una buena parte del que ahora es el museo más grande del país.

Para el politólogo Jorge Dulón, este culto a la personalidad de Morales como «líder o caudillo» definitivamente «prevalece» en Bolivia.

«Existe un fenómeno político social muy interesante que muestra que en 14 años de gobierno, Morales todavía cuenta con un voto duro de alrededor del 30% al 35% de los bolivianos», le explicó a BBC Mundo antes de las últimas elecciones.

«Esto se define como una fidelización hacia su figura. Las personas que representan este porcentaje no cambiarían de ninguna manera su lealtad hacia Morales».

Según el experto, esto surge, por un lado, de «una constante campaña propagandística» que se ha reforzado en el tiempo con acciones como usar la foto o las frases del presidente en «gran parte de las obras públicas».

Por otro, del «sentimiento de representación» que Morales genera en «un sector indígena mestizo proveniente de clases medias bajas y de niveles socio educativos primarios y técnicos».

2. Comentarios machistas y homofóbicos

Algunas declaraciones de Morales causaron polémica dentro y fuera del país.

En 2011, ya sumaba las suficientes para que el periodista Alfredo Rodríguez pudiera llenar un libro con ellas: «Evadas, 100 frases de Juan Evo Morales Ayma para la historia».

Una recopilación que, según dijo el autor a la agencia de noticias EFE, fue curada bajo el criterio de elegir frases «que no salen de la boca de cualquier ciudadano, sino de un líder que ha sido nombrado 10 veces doctor honoris causa por universidades de todo el globo».

Entre ellas, la más recordada es una de 2010: «El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres».

Si bien Morales pidió disculpas tras ser criticado, María Galindo, activista feminista y defensora de los derechos de la comunidad LGBT, recuerda lo «duras» que fueron aquellas declaraciones para el colectivo.

«Todavía Evo Morales no estaba en una fase de decadencia y de desgaste político e ideológico como se encuentra ahora… Había todavía mucha esperanza de que este gobierno iba atraer novedades».

Galindo, que se presenta como «una de las primeras lesbianas públicas de la sociedad boliviana», le dijo a BBC Mundo: «Entonces, esas declaraciones tan grotescas, tan burlescas tuvieron un impacto anímico en los diferentes colectivos muy fuerte y se desató todo tipo de protestas».

«A partir de esa fecha, el presidente Evo Morales ha sido visto en Bolivia como un presidente profundamente homofóbico«.

Esto pese a que justamente uno de los miembros de su partido, Manuel Canelas, es el primer diputado y ministro (de Comunicación) boliviano que es abiertamente gay.

Y que fue durante el gobierno de Morales que se promulgó la Ley de Identidad de Género, aunque para Galindo resulta insuficiente porque, según dice, en la práctica se limita a permitir el cambio de sexo en el documento de identidad.

La posición de Morales respecto al colectivo LGBT, según explicó hace tres años al diario boliviano La Razón, es: «Soy medio conservador. No entiendo, perdonen la expresión y que me disculpen los hermanos, como entre hombres o entre mujeres (puede haber relaciones)… serán pocos, serán muchos, pero son seres humanos y hay que reconocerlos».

Las mujeres también fueron objetivo de comentarios de Morales que fueron ampliamente criticados.

Por ejemplo, el que hizo a principios de año en un evento: «Solo una cosa estaba mal, ¿saben por qué no he bailado? (Porque) las hermanas cholitas estaban con calza, está mal eso. Hermano diputado, hermano alcalde, la próxima si quieres hacerme bailar, (las cholitas) sin calza por si acaso».

«El presidente ha tenido a lo largo de todos estos 13 años de mandato una retórica homofóbica, misógina y machista. Siempre se ha atrevido a burlarse de los cuerpos de las mujeres, del papel sexual de las mujeres y a introducir los temas de homosexualidad en tono de burla», lamenta la activista.

Bolivia ha conseguido últimamente hitos como convertirse en el tercer país con más presencia femenina en el parlamento (53,1%), pero sin poder desprenderse de otros problemas como el embarazo adolescente, que registra allí la proporción más alta de América Latina (116 por cada 1.000).

3. Daño al medioambiente

Al inicio de su primer gobierno, Evo Morales se labró la fama de líder ecologista. Su orígenes indígenas y la conexión que este colectivo suele tener con la naturaleza le ayudaron, pero también discursos en foros internacionales que incluían frases como «Hoy, nuestra Madre Tierra está enferma» o «El mundo tiene fiebre por el cambio climático y la enfermedad se llama modelo de desarrollo capitalista».

En 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas lo nombró «héroe mundial de la madre tierra» por su defensa del medio ambiente. Una década después, se le acusa de haber relajado las normas para permitir las quemas de tierra que habrían provocado los incendios que acabaron con tres millones de hectáreas de bosque en Bolivia.

«Morales ha sostenido un discurso y narrativa ecologista hacia la comunidad internacional que ha construido con mucho éxito», afirma la fundadora del colectivo ecologista Ríos de Pie, Jhanisse V. Daza. Pero, para ella, «ver o no ver a Morales como un líder respetuoso del medio ambiente depende de la cantidad de información que el vidente tenga».

Daza destaca tres medidas a favor del medio ambiente decretadas por el presidente. La primera, incluir el concepto de «vivir bien» en la Constitución redactada en 2009. «Este nace de concepciones indígenas que contemplan la convivencia saludable, sostenible y respetuosa del ser humano con el medio ambiente», le explica a BBC Mundo.

La segunda es la Ley de Derechos de la Madre Tierra de 2012, que reconoce al planeta como un «sistema viviente dinámico conformado por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y los seres vivos». No solo es una ley pionera en el mundo sino que Morales hizo campaña para que fuera replicada en la ONU.

La tercera es otra iniciativa internacional de Morales: la creación en 2010 del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza.

«Quedaron en un plano netamente simbólico», lamenta Daza. «Irónicamente, el mismo Tribunal de Internacional por Derechos de la Naturaleza que el gobierno de Morales ayudó a establecer, este año lo encontró culpable de violar derechos indígenas y del medio ambiente«.

El pasado mes de mayo, el tribunal concluyó que el gobierno de Bolivia había violado los «derechos de la naturaleza y de los pueblos indígenas» del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), donde planea construir una carretera que cruce el parque natural pese a la oposición de ecologistas y de la población nativa.

A esto, la fundadora de Ríos de Pie añade medidas como ciertas amnistías a responsables de desmontes o quemas desautorizadas. La más criticada este año fue un decreto que permitía el chaqueo o quema planificada de rastrojos en departamentos que luego se vieron afectados por incendios forestales durante semanas.

Morales incluso defendió la práctica: «Es importante el control del chaqueo pero también quiero que sepan: si las pequeñas familias, pequeños productores, si no chaquean, ¿de qué van a vivir? Es para maíz, media hectárea, es la situación del pequeño productor, máximo una hectárea de arroz para la sobrevivencia».

El biólogo boliviano Alfredo Romero, de la Universidad Humboldt de Berlín, le dice a BBC Mundo que tras un primer mandato en el que se forjó la imagen de ecologista, Morales «empezó a implementar políticas nocivas para la naturaleza» a partir del segundo, entre las que destaca la ampliación de la «frontera agrícola». Es decir, más permisos para tierras de cultivo y crianza de ganado.

Fue esta apuesta por el agro lo que ayudó a Morales a hacer las paces con quienes habían liderado las protestas opositoras de 2008, según un artículo de 2017 del economista político Jeffery R. Webber, del centro Goldsmiths de la Universidad de Londres, titulado «Evo Morales, ‘transformismo’ y consolidación del capitalismo agrario en Bolivia».

Según Webber, tras la «ruptura absoluta con la política neoliberal en materia agraria» de su primer mandato, el presidente luego optó en 2010 por una «alianza agro-capital-Estado» que «ha consolidado el capital agroindustrial, tanto nacional como extranjero, en el sector soyero, integrando de forma subordinada a los campesinos ricos».

Fue un cambio de rumbo que colocó a Bolivia entre los «10 países que más deforestan en el mundo», según le dijo a la radio francesa RFI un antiguo socio de Morales, el activista boliviano Pablo Solón.

«Antes, Evo Morales no podía poner un pie en Santa Cruz, era persona non grata allí. Hoy ha comprado el voto, no solo a los pequeños productores, sino especialmente a los grandes terratenientes y pastores. Porque las 350.000 hectáreas de bosque que desaparecen cada año en el país -y que colocan a Bolivia entre los 10 países que más deforestan en el mundo- son obra de grandes productores y ganaderos», afirmó a ese medio de comunicación el pasado mes de agosto.

Según Daza, «desde donde uno lo mire, las leyes que ha aprobado el gobierno de Morales premian un desarrollo económico basado en la expansión y no en la conservación del medio ambiente».

Jim Shultz, de The Democracy Center, coincide en que estos incendios demuestran el «costo gigante para el medio ambiente» que tiene la política económica actual del gobierno y a la que define como «petróleo, gas, oro y litio, así como destrucción de bosques para dar paso al pastoreo de ganado y al cultivo de soja».

Una política que, sin embargo, también incluye «tratar de dirigir el dinero que proviene de la explotación ambiental en mejorar las vidas de los pobres».

«Es un giro nuevo e importante para Bolivia. Significa más escuelas y más caminos pavimentados, subsidios para niños pobres y otras inversiones», concluye.

* Esta nota de la periodista Stefania Gozzer fue originalmente publicada el 18 de octubre de 2019 y actualizada con motivo de la renuncia de Evo Morales.

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