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Historiador español Mario Amorós alerta sobre un posible “pinochetismo” sin Pinochet CULTURA

Historiador español Mario Amorós alerta sobre un posible “pinochetismo” sin Pinochet

Amorós resalta que “Chile es el único país latinoamericano cuya Constitución se redacta en plena dictadura”, en 1980, y sigue vigente aún, si bien con las reformas pertinentes añadidas, sobre todo en 2005, para eliminar las coordenadas autoritarias que figuraban en ella.


El historiador y periodista Mario Amorós ha alertado sobre el surgimiento en Chile de un posible “pinochetismo” sin Augusto Pinochet (1915-2006), auspiciado por ciertos sectores de la extrema derecha chilena y fundamentado en un ideario en buena medida tributario de la doctrina del que fuera dictador de ese país entre 1973 y 1990.

Entrevistado por Agencia Efe, tras la reciente publicación de su voluminosa obra “Pinochet. Biografía militar y política” (Ediciones B. Alicante, 1973) afirma que “ahora, en medio de esta ola de conservadurismo reaccionario que ha salido a la luz con personajes como (el presidente de EEUU, Donald) Trump, o (el de Brasil, Jair) Bolsonaro, ha emergido una tendencia de este tipo en Chile”.

Dicha tendencia, según Amorós, la encarna el político ultraconservador José Antonio Kast, presidente del recién creado Partido Republicano (muchos de cuyos miembros proceden de la Unión Demócrata Independiente, UDI, una de las fuerzas clásicas de la derecha chilena), quien el pasado 24 de junio se reunió en Madrid con los principales dirigentes del partido ultraderechista Vox, entre ellos su presidente, Santiago Abascal.

El ideario de Kast “es abiertamente pinochetista”, afirma Amorós, al destacar que, por ahora, “representa a sectores minoritarios pero que están ahí”, al tiempo que afirma que la derecha democrática chilena “tiene una visión conservadora de la historia”.

De ese modo, destaca, se “justifica el golpe de Estado” que Pinochet dio el 11 de septiembre de 1973 contra el presidente constitucional Salvador Allende, y lo hace “quitando peso a la nefasta obra” de su régimen.

No obstante, Amorós reconoce que, pese a todo, la derecha democrática chilena ha ido distanciándose claramente de la figura de Pinochet, en particular desde 2004, “cuando se descubre que tiene cuentas bancarias multimillonarias en el extranjero”, lo que desmantela la imagen de austeridad que el dictador se había afanado en forjar desde su llegada al poder y a lo largo de todo su régimen.

Amorós resalta que “Chile es el único país latinoamericano cuya Constitución se redacta en plena dictadura”, en 1980, y sigue vigente aún, si bien con las reformas pertinentes añadidas, sobre todo en 2005, para eliminar las coordenadas autoritarias que figuraban en ella.

Sin embargo, señala, no se ha tocado nada del modelo económico implantado en 1975, de marcado carácter ultraliberal y que hoy por hoy “condiciona la vida de los chilenos”.

Ciertamente, una de las características de la economía chilena es su estabilidad y su solidez, ambas ya definidas por el modelo impuesto por la dictadura de Pinochet y que en el terreno macroeconómico ofrece unas cifras muy positivas.

“Pinochet entrega el poder en 1990 con un 40 por ciento de la población en una situación de pobreza extrema”, afirma Amorós, quien, no obstante, recalca que los sucesivos gobiernos democráticos chilenos “han hecho un esfuerzo grande y exitoso por paliar esas desigualdades y esa extrema pobreza.”

“Es muy fácil apreciar el lado bueno del modelo ultraliberal en Chile, con cifras macroeconómicas muy buenas. Sin embargo, ese mismo modelo condiciona en gran medida la vida de los ciudadanos chilenos”, subraya el historiador, quien destaca que “la de Pinochet fue también una dictadura de clase”.

“La dictadura de Pinochet tuvo la capacidad de instalar un proyecto político y económico en Chile que en parte ha perdurado hasta hoy”, manifiesta Amorós.

Por otro lado, el autor se hace eco de la pirueta del azar que supuso en la vida de Pinochet su viaje a Londres en septiembre de 1998 y la orden de detención que en octubre de ese mismo año dictó contra él el entonces juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón por su presunta implicación en los delitos de genocidio, terrorismo internacional, torturas y desaparición de personas cometidos durante la dictadura.

Hasta ese momento “Pinochet era intocable”, subraya el experto, pues no en vano tras entregar el poder y restablecida la democracia siguió siendo, primero, comandante en jefe del Ejército hasta 1998 y, desde entonces y tras su pase a retiro definitivo, senador vitalicio en su condición de expresidente de la República.

Con respecto a las similitudes que se han establecido tantas veces entre la figura de Pinochet y la del general Francisco Franco (por el que el primero no ocultaba su admiración y simpatía y a cuyo entierro acudió en Madrid el 23 de noviembre de 1975), Amorós resalta sobre todo su llegada al poder con un golpe de Estado que acaba, en Chile y en España, con un régimen de legalidad democrática.

“El régimen franquista destruyó la primera experiencia democrática de la historia de España”, la Segunda República, “y causó un retroceso de tal dimensión que aún no conocemos en toda su magnitud”, subraya Amorós.

En el caso de Chile, afirma que Pinochet “acaba con la experiencia de la Unidad Popular, la primera vez en la historia en que un socialista marxista como Salvador Allende llegaba al poder por vía democrática”.

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