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EE. UU. y Rusia: por qué China no quiere un nuevo tratado nuclear MUNDO Crédito: EFE (temática)

EE. UU. y Rusia: por qué China no quiere un nuevo tratado nuclear

El fin del importante pacto de reducción de armas nucleares entre Estados Unidos y Rusia está sellado. Ahora, muchas miradas se vuelven hacia China, un país que hasta el momento no ha estado involucrado en dicho tratado.


En el Tratado INF, EE. UU. y Rusia se comprometieron a destruir todos sus misiles que puedan ser lanzados desde tierra con un alcance de 500 a 5 mil kilómetros y a no realizar más investigaciones en dicho ámbito. China, por otro lado, ha avanzado mucho en el desarrollo de sus propias armas de ese tipo en los últimos 30 años; su estructura de seguridad regional se apoya, en gran medida, en esos misiles. El Departamento de Defensa de EE. UU. estima que el Ejército chino posee entre 1.000 y 1.200 misiles de corto alcance (hasta 1.000 kilómetros). Estos constituyen la mayor parte de los misiles chinos y caerían dentro del tratado INF.

La desventaja de China, la ventaja de EE. UU.

Es fácil entender por qué China no tiene interés en unirse al tratado INF. “Significaría que China tendría que despedirse de sus misiles y EE. UU. no tendría que renunciar a nada, porque confían en sus armas marinas y aéreas”, explica Wolfgang Richter de la Fundación Ciencia y Política (SWP). La característica especial del tratado INF es que prohíbe completamente una categoría de armas. Si EE. UU. y Rusia intentan negociar un nuevo tratado con China, esta podría exigir un límite máximo distinto de 0. “Eso significaría que Rusia también tendría un límites superior, por lo que podría desplegar misiles”, explica. “Y eso sería una mala noticia para Europa”, añade.

Cuando se firmó el tratado INF en 1987, los misiles de mediano alcance desempeñaban un papel importante en el conflicto de la Guerra Fría. Hoy, ambos países, también debido a las prohibiciones, han desarrollado otros misiles lanzados desde submarinos o aviones, por no mencionar los drones.

Sin embargo, no se debería cometer el error de creer que el tratado INF “no tiene tanto valor”, subraya Richter. “Tiene una gran importancia política. Después de todo, ha eliminado a toda una clase de armas atómicas. Permitir que estas regresen es, obviamente, el camino equivocado».

Carrera armamentista cualitativa y no cuantitativa

Sin embargo, EE. UU. y Rusia no piensan así: los estadounidenses decidieron abandonar el pacto y, luego, los rusos. En agosto expirará el acuerdo. Desde el punto de vista de Ulrich Kühn, del Instituto para la Investigación de la Paz y la Política de Seguridad, ambas partes no tienen interés real en el tratado: “Rusia se siente amenazada por la OTAN y también por la creciente capacidad militar de China, aunque no lo reconozca oficialmente”.

Kühn teme ahora una nueva carrera armamentista: “Veremos una carrera armamentista cualitativa, que se viene desarrollando desde hace varios años (…). Es decir, mejores armas, armas más rápidas, sistemas de misiles y, por supuesto, disminuirá la estabilidad ante la crisis”, aclara.

¿Qué salidas hay?

Una vez finalizado el tratado INF, solo queda un tratado importante entre las dos antiguas potencias, el tratado de Reducción de Armas Estratégicas: ambos países limitaron el número de sus armas estratégicas de destrucción masiva. Sin embargo, el pacto expira en el 2021 y, debido a que en EE. UU –desde la intervención rusa en las elecciones del 2016– la confianza en Rusia ha disminuido considerablemente, Kühn teme que las posibilidades de que se  prolongue el tratado sean “muy escasas”.

“Vemos en los últimos años que los tratados, que fueron tan importantes para superar la confrontación en la Guerra Fría, corren peligro de desaparecer uno tras otro”, se lamenta el experto. “En el 2021 volveríamos a estar donde estábamos en la década de 1960, sin limitaciones jurídicamente vinculantes para las armas nucleares”, pronostica.

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