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Lecciones para gobernar en crisis Opinión

Lecciones para gobernar en crisis

Lo que hoy es tibieza, en tiempos menos polarizados se llamaba moderación. Y qué importante era. Moderación en las apariciones en matinales, moderación en la recepción de redes sociales, moderación de la oposición. En todo momento lo que exigimos de nuestro Gobierno es que el objetivo sea buscar lo mejor para Chile, transparencia, decisión y resultados. Y, aunque estas son conclusiones evidentes para la mayoría de los chilenos, parecen haber sido olvidadas por muchas autoridades.


El terremoto del 2010 sometió a Chile a una crisis humana, económica y política. Para entonces, era alcalde de la Municipalidad de Santiago, de un momento a otro la ciudad que lideraba entró en caos y sabía que sería duro gobernar. Por eso, la tarea inmediata consistió en hacer un catastro para evaluar los daños de la comuna, era fundamental comunicar a los vecinos la magnitud de lo que había sucedido y comenzar la reconstrucción.

El plazo para la toma de decisiones era corto, el margen para errores casi nulo y, aunque conciliamos la idea que no todo saldría perfecto, teníamos que actuar. Me atrevo a decir que estas son algunas de las características que aparecen en toda crisis y hoy, cuando miro hacia atrás, extraigo de mis aciertos y mis errores algunas lecciones que podrían ser útiles, guardando las proporciones, al momento de gobernar cuando impera la incertidumbre.

Los matinales, hoy en día, se han transformado en programas al servicio de la información, dejando de lado sus temas misceláneos y representando una relevante plataforma de comunicación con la ciudadanía. A mí parecer, la participación de las autoridades en este tipo de espacios es necesaria como herramienta de debate político, social y como forma de conectar con el público en vivo. Ahora bien, cuando la participación de la autoridad carece de una finalidad útil, entonces esa participación se vuelve prescindible.

[cita tipo=»destaque»]Actuar sobre la base de lo que se dice en redes sociales es actuar sobre la base de una realidad fraccionada donde nada es suficiente, donde todo será criticado y donde un debate se resume a 140 caracteres. Si la base de una decisión política yace en los «trending topics» del día, no hay posibilidad de que subsista la gobernabilidad y nos superará el populismo. Afortunadamente, más allá del computador y el celular, existe un mundo real donde la falta de anonimato disminuye la polarización.[/cita]

Ya lo hemos escuchado en la opinión pública: sentarse a opinar junto a los conductores de un programa sin finalidad alguna, es convertirse en un opinólogo profesional, cuestión para la que no nos pagan los contribuyentes de Chile. Por eso, me atrevo a hacer una invitación a utilizar estos espacios al servicio de nuestros ciudadanos, sin agotar este recurso. Que cuando una autoridad haga uso de ese medio, los chilenos perciban per se que hay algo que se aporta a la comunidad.

Cuando lideraba la Municipalidad de Santiago las redes sociales no tenían la intensidad que tienen hoy y eso le agrega una serie de complicaciones a la gestión de la pandemia a la que nos enfrentamos. En Chile, según datos de Statista, el número de publicaciones realizadas en redes sociales durante la pandemia creció un 53% en marzo de 2020, con respecto al año pasado. Sin embargo, de igual manera hay que entender que las redes sociales son un reflejo de una parte de la sociedad. Twitter, por ejemplo, ocupa el cuarto puesto en el ranking de utilización en el país.

Por lo tanto, actuar sobre la base de lo que se dice en redes sociales es actuar sobre la base de una realidad fraccionada donde nada es suficiente, donde todo será criticado y donde un debate se resume a 140 caracteres. Si la base de una decisión política yace en los «trending topics» del día, no hay posibilidad de que subsista la gobernabilidad y nos superará el populismo. Afortunadamente, más allá del computador y el celular, existe un mundo real donde la falta de anonimato disminuye la polarización.

Ese mundo real resulta ser algo mucho menos extremo de lo que nos presenta el caso de Twitter y, de ahí, la gran relevancia del rol de la autoridad en terreno dejando las redes sociales como una fuente de información y opinión, más que como una verdad absoluta.

Por último, me gustaría poder destacar que durante el terremoto del 2010 la actitud del mundo político fue más colaborativa que lo que vemos actualmente, pues hoy tenemos a una oposición que se ha destacado más por criticar y obstaculizar. En ese momento, siendo por primera vez Gobierno, entendí que se puede hacer partícipe a la oposición y aprovechar sus críticas cuando la misión generalizada es Chile. Lastimosamente, el panorama actual tiene menos luz y se vuelven más evidentes las pequeñeces de quienes piensan en las próximas elecciones, mas no en las próximas generaciones.

Al lector le podrá parecer que las lecciones que aquí expongo son un reflejo de tibieza. Y permítame decir que lo que hoy es tibieza, en tiempos menos polarizados se llamaba moderación. Y qué importante era. Moderación en las apariciones en matinales, moderación en la recepción de redes sociales, moderación de la oposición. En todo momento lo que exigimos de nuestro Gobierno es que el objetivo sea buscar lo mejor para Chile, transparencia, decisión y resultados. Y, aunque estas son conclusiones evidentes para la mayoría de los chilenos, parecen haber sido olvidadas por muchas autoridades. He ahí la relevancia de este mensaje.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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