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Gonzalo Blumel, el ministro del Interior que juega sin margen de acción PAÍS

Gonzalo Blumel, el ministro del Interior que juega sin margen de acción

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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Sin nada nuevo que ofrecer desde que fue investido como ministro del Interior, el nuevo jefe de gabinete ha tenido que sortear la crisis con la misma fórmula ya aplicada, pero con un tono más conciliador. En las diversas apariciones públicas no ha podido salir del mantra dictado desde Presidencia y que apela a buscar la paz social, condenar los hechos delictuales y ceñirse a la agenda social presentada por el Presidente. Trilogía que está lejos de lograr el efecto esperado. Para el analista, Axel Callís, al no ser este un acorazado, ni un Pánzer y no tener autonomía no es descartable que el ministro del Interior, pueda pasar a llamarse ‘Blumel el breve’.


Llegó como bombero a la mitad de un gran siniestro. Gonzalo Blumel, el ex ministro de la Segpres, surge como el rostro de Palacio en medio de una crisis sin precedentes, una cara “más amigable”, un tono más conciliador, para bajar la temperatura de la calle y establecer algún grado de conexión con la misma, aquella que fue criminalizada por el ex ministro Andrés Chadwick, antes y después de la Revuelta de Octubre. El desafío es el más grande de su carrera, la prueba de fuego, para el que enfrenta dos grandes problemas de los que no ha salido bien parado estos últimos días: El primero, imponer la seguridad pública y detener el descrédito de Chile en el tema de derechos humanos y, el segundo -tan complejo como el anterior-  consolidar un margen de acción, una autonomía real en el gabinete, y no ser el mero»rostro» de las voluntades de Cristián Larroulet y del propio Presidente.

Desde el oficialismo algunas fuentes han querido establecer un paralelo con la apuesta de la ex Presidenta Michelle Bachelet en su segundo gobierno, cuando nombró en el mismo cargo a Rodrigo Peñailillo. En el caso de Peñailillo, también fue una sorpresa su nombramiento y también tuvo un estrecha relación con el segundo piso en Bachelet. Al igual que Blumel, Peñailillo no manejaba una gran red de contactos y tampoco tenía un amplio bagaje en la política, pero sí existe una diferencia entre ambos y en el caso del fallido ex ministro del Interior este llegó a su cargo con algo que ofrecer: una reformas al sistema de elecciones, a los impuestos y a la educación. Cosa muy distinta a la de Blumel, quien llegó a intentar a pagar un incendio y a impulsar una batería de medidas sociales, que a priori fueron calificadas de insuficientes.

El nuevo jefe de Interior del Presidente Piñera, que llegó a representar la nueva fase de diálogo que pretendió instalar Palacio con este último cambio de gabinete, hasta ahora, no ha tenido mucho que ofrecer, por lo que sus respuestas sólo han redundado en un ajustado libreto impuesto en medio de la emergencia. En los diversos puntos de prensa, los tres ejes de sus respuestas son los mismos del gabinete anterior: la paz social que es igual que hablar solo de violencia, buscar que todo el espectro político rechace públicamente el vandalismo, y destacar la agenda social, impulsada días a tras por el Jefe de Estado como un medida para aplacar el movimiento social y el rechazo a su gestión. Agenda Social, que al igual que el cambio de gabinete, no han surtido los efectos esperados.

Aunque diversas fuentes políticas asumen que es muy pronto para un análisis más fino, en medio de una crisis el ministro del Interior camina entre la espada del discurso ceñido a la violencia, y la pared, que el renovado aire de su perfil busca entregar a Palacio. Lo rígido de sus movimientos, cooptadas por el diseño de crisis de La Moneda, han hecho imposible que tanto sus declaraciones, como las de la nueva vocera, Karla Rubilar, hayan tenido efecto en la disminución de la presión en las calles. El infaltable lado “policial” del discurso, ha terminado por responder más a una necesidad de la centro derecha, que a las exigencias que se escuchan todos los días desde iniciada la revuelta.

Reuniones con el director general de Carabineros, Mario Rozas; con el director general de la PDI, Marcos Espinoza; y con el director del Instituto Nacional de Derechos Humanos, Sergio Micco, reflejan la fuego que está viviendo el ministro Blumel -investido recién el lunes de esta semana- y con una temperatura ambiente que parece no descender.

Hasta ahora, el diseño comunicacional no ha sido de todo claro. Al día siguiente desde asumido en su nuevo cargo, la vocera Karla Rubilar y al subsecretario de Interior, Rodrigo Ubilla, fueron quienes realizaron la bajada comunicacional de los hechos ocurridos la noche anterior. Al día siguiente, sin embargo, fue el nuevo jefe de Interior el encargado de hacer la bajada política del consejo de gabinete, para luego el miércoles, hacerse cargo del anuncio del nuevo nombramiento del Intendente, Felipe Guevara, espacios que están siempre relegados a las vocerías y no precisamente al jefe de gabinete. En la ocasión, y dando cuenta de un diseño poco nítido, se vio al ministro Blumel teniendo que leer todo lo que se habló del nuevo jefe de la Intendencia regional Metropolitana, evidenciando nuevamente el grado de improvisación que existe en el Gobierno.

El decano de la facultad de gobierno de la Universidad Central, Marco Moreno cree que “su capacidad de maniobra está directamente relacionado con los espacios que el hiperliderazgo presidencial de Piñera le deje (…) hoy al único asesor que parece escuchar Piñera es a Larroulet, que tiene a su vez mucho ascendiente en Blumel, pero ni Piñera ni Larroulet están dispuestos a darle autonomía a Blumel o replegarse a una segunda línea (…) tendrá tres tensiones que enfrentar: i) la falta de un diseño y mandato claro para enfrentar la crisis, ii) el híperliderazgo de Piñera y iii)la presión por orden público y su correlato de vulneración de derechos fundamentales asociados al uso de la fuerza de organismos encargados del control del orden público”.

En cambio para el analista, Axel Callís, al no ser este un acorazado, ni un Pánzer “no es descartable que pase a llamarse ‘Blumel el breve’. A juicio de Callís, Blumel tiene una contradicción, «que es una persona dialogante, pero sin nada que ofrecer, no tiene sentido su nominación (…) es poner un ministro que no va a ejercer como ministro del Interior, es esencialmente por su perfil, es lo más parecido al “Peta” Fernández, la diferencia es que Blumel está para lograr acuerdos, pero sin nada que ofrecer, es el Peta, y va a quedar Ubilla, como Aleuy, a cargo del ministerio y de la dureza”.

La temperatura no baja

Al interior de palacio confirmaron que, durante las reuniones, ya sea del comité político o las bilaterales con los más altos rangos de las policías uniformadas, que de no lograr restablecer la seguridad pública, una nueva invocación de Estado de emergencia, está, por ahora, totalmente fuera de la discusión.

Pero más que una decisión sostenida en el ámbito de la seguridad pública, la determinación es meramente política, y que tiene como principal fin cuidar y resguardar al nuevo gabinete que se encuentra en un escenario bastante volátil. Esto debido a que -dadas las circunstancias que sobrepasaron cualquier tipo de control político, mediático u operacional-, estas obligaron al Ejecutivo a tener que precipitar la salida de los ex jefes de cartera antes de que la Revuelta de Octubre disminuyera en su intensidad.  A ese respecto, el riesgo de que se “queme”el nuevo equipo del gobierno antes de tiempo, estaba dentro de los cálculos. Desde el oficialismo, existió una advertencia al respecto, pero sus palabras no fueron escuchadas.

Para Mireya Dávila, académica del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile la supervivencia de Blumel “tiene que ver con el manejo de orden público y de las policías, que eso depende del ministro del Interior, pero depende también de la voluntad política del propio Presiente , en un sistema tan presidencialista como el chileno, el capital del ministro del Interior, depende también del Mandatario y de cuanto espalda legislativa y de recursos le ponga (…) el Presidente no tenía muchas alternativas para no llevar a cabo el cambio de gabinete, entonces las expectativas de que este gabinete resolviera la situación era mucho pedirle, entonces lo que yo le pediría es que no la embarre más a través de declaraciones incorrectas, que haya cierta coordinación, cierto control del orden público”.

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