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Su pasado los condena: la UDI y RN reviven su eterna historia de conflicto y canibalismo político PAÍS

Su pasado los condena: la UDI y RN reviven su eterna historia de conflicto y canibalismo político

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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El ajuste de gabinete de la semana pasada desató las iras del gremialismo, ante la evidente pérdida de poder interno en la actual administración. El conflicto tomó tales proporciones, que en estos días en el seno de la derecha muchos han recordado la peligrosa tendencia de este sector al «canibalismo político», ese que los lleva a hacerse zancadillas entre sus pares y por lo cual nunca han logrado ser realmente una coalición política. Las cosas llegaron al punto que el Mandatario se vio en la obligación de citar –para hoy en La Moneda– a un almuerzo a los timoneles de Chile Vamos, precisamente para tratar de imponer una suerte de «pax romana» entre sus partidos, que evite que la derecha se autodestruya en el camino.


La historia los condena y, por más que el poder genere una fuerza centrífuga que desde la campaña del 2017 ha mantenido relativamente neutralizados los conflictos en el seno de Chile Vamos, bastó una decisión del Presidente Sebastián Piñera, que inclinó la balanza relativamente en desmedro del gremialismo, para que la eterna pugna de poder entre la UDI y RN se desatara, igual que en los viejos tiempos.

En razón de aquello es que el Mandatario se vio en la obligación de citar –para hoy en La Moneda– a un almuerzo a los timoneles de la coalición oficialista, precisamente para tratar de imponer una suerte de «pax romana» entre sus partidos, que evite que la derecha se autodestruya en el camino.

El ajuste de gabinete de la semana pasada, en el que Presidente optó por incorporar a figuras de su confianza al Gobierno, reconocidos piñeristas, desató las iras del gremialismo, ante la evidente pérdida de poder interno en la actual administración. El hecho de que, de los cuatro ministros entrantes, tres fueran cercanos a RN, fue considerado desde la UDI como una afrenta, de la cual no se van a sacudir fácilmente y todo enmarcado en una anticipada carrera presidencial que tiene al alcalde de Las Condes, Joaquín Lavín (UDI), y el senador RN, Manuel José Ossandón, peleando en las encuestas y por un mayor grado de exposición.

En efecto, ni el correr de los días ni todas las gestiones bajo cuerdas de parte de algunos inquilinos de La Moneda, alcanzaron para apaciguar los ánimos en la derecha, principalmente en la UDI, donde no han escatimado en calificativos públicos contra el timonel de Renovación Nacional, Mario Desbordes, y la ministra vocera, Cecilia Pérez.

Bastó un par de duras frases acusando cobardía y deslealtad, para que los propios integrantes Chile Vamos recordaran otros capítulos de los cuales dicen no sentirse orgullosos. Y uno de los más repetidos, fue la operación que algunos denominaron como “San Lorenzo”, que se hizo al interior de la UDI y en concomitancia con el primer Gobierno de Piñera, para bajar –en cuatro días– la candidatura de Laurence Golborne, quien se había instalado como la carta gremialista para disputar las primarias presidenciales a Andrés Allamand el 2013.

El no haber sido parte del ADN de la tienda terminó por sepultarlo en tiempo exprés, cuando pasó desde ser el candidato de la meritocracia a uno que tuvo que enfrentar el fallo de la Corte Suprema contra el alza unilateral de comisiones de Tarjeta Jumbo Más, cuando ejercía como gerente general de Cencosud, y el cuestionamiento público por tener parte de su patrimonio en el paraíso fiscal de Islas Vírgenes. En un abrir y cerrar de ojos, quien fuese el ministro más popular de aquel período tras el rescate de los 33 mineros, desapareció de la agenda y en su reemplazo se instaló un «coronel» histórico: Pablo Longueira.

[cita tipo=»destaque»]Para el analista político de la Usach, René Jara, este último episodio en la derecha guarda relación con el contexto y la abundancia de candidatos, el ensanchamiento en el espacio de juego y el posicionamiento de uno frente otro: “En este espacio, que es de carrera presidencial, de distribución de poder, se van a ver pequeñas guerras de trinchera, que van a fagocitar lo que podría ser un proyecto unitario de derecha, va a ser súper difícil (…), la derecha nunca ha sido buena cooperando, es un problema histórico, tienen serios problemas para cooperar”. El director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, hizo el punto en que “la derecha se hace fuerte cuando tiene un solo liderazgo, pero cuando tiene dos o más liderazgos, comienzan a aparecer estas tendencias al canibalismo (..). Estos canibalismos se producen cuando hay expectativas de algunos de los miembros de la derecha de derrotar al candidato favorito”.[/cita]

Más reciente fue la última primaria presidencial del 2017, con el recordado episodio en pleno debate televisado, cuando el senador Ossandon lanzó una frase a Piñera que aún le saca ronchas al Mandatario: “No te declararon reo por lindo”, en relación con el polémico episodio del Banco de Talca en la década del 80, en que estuvo involucrado Piñera. Eso no le salió gratis al parlamentario. Poco después y en el marco de esa misma primaria, en un debate radial, el ex alcalde de Puente Alto fue interpelado por la periodista de Radio Agricultura, Pilar Molina, quien le señaló “ya que se ha puesto una vara moral, en sus largos años como alcalde y senador, ¿puede asegurar que nunca en su vida ha solicitado una factura o una boleta que no corresponda?”.

Luego de aquello, la periodista le dijo que había recibido una llamada de un empresario, al que no nombró y que habría asegurado haber prestado facturas falsas a Ossandon cuando fue alcalde por Pirque. El empresario en cuestión, Juan José Gana, pidió disculpas un año más tarde y Molina fue sumariada por el Colegio de Periodistas.

Pero la más recordada es sin duda el “kiotazo”, cuando en 1992 el entonces dueño de Megavisión, Ricardo Claro, expuso en vivo, durante un programa de televisión, una grabación emitida desde una radio Kioto, donde Piñera –entonces precandidato presidencial– entregaba recomendaciones a su amigo, Pedro Pablo Díaz, para hacer una encerrona a su otrora amiga de la «Patrulla Juvenil» de RN y luego competidora, Evelyn Matthei.

En las parlamentarias del año 1997, cuando se enfrentaron por el cupo senatorial en Santiago Oriente Allamand y Carlos Bombal, la UDI levantó una acusación constitucional contra el entonces presidente de la Corte Suprema, Servando Jordan, y con ello a su candidato a senador como paladín de la lucha contra el narcotráfico. La acusación no llegó a puerto, pero la carrera senatorial de Allamand –y por ende sus aspiraciones presidenciales de la época– quedaron destruidas, al punto que ese hecho marcó su conocida «travesía por el desierto» que lo alejó unos años de la coyuntura política.

Escenas que reflejan aquello que siempre han reconocido en el seno de la derecha: su peligrosa tendencia al «canibalismo político», que los lleva a hacerse zancadillas entre sus pares y por lo cual nunca han logrado ser realmente una coalición política, sino solo un grupo de partidos juntos por necesidad electoral.

Para el analista político de la Usach, René Jara, este último episodio en la derecha guarda relación con el contexto y la abundancia de candidatos, el ensanchamiento en el espacio de juego y el posicionamiento de uno frente otro: “En este espacio, que es de carrera presidencial, de distribución de poder, se van a ver pequeñas guerras de trinchera, que van a fagocitar lo que podría ser un proyecto unitario de derecha, va a ser súper difícil (…), la derecha nunca ha sido buena cooperando, es un problema histórico, tienen serios problemas para cooperar”. El director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca, Mauricio Morales, hizo el punto en que “la derecha se hace fuerte cuando tiene un solo liderazgo, pero cuando tiene dos o más liderazgos, comienzan a aparecer estas tendencias al canibalismo (..). Estos canibalismos se producen cuando hay expectativas de algunos de los miembros de la derecha de derrotar al candidato favorito”.

Un antes y un después

Es verdad que el ajuste ministerial cayó mal en la UDI, pero lo cierto es que lo que más fuerte les pegó fue haber perdido el Ministerio de Desarrollo Social, no solo por el hecho de que siempre que ha gobernado la derecha esa cartera ha estado en manos de uno de los suyos, sino además porque –como explicaron– fue el propio Presidente Piñera quien en un inicio la calificó como el “corazón de su Gobierno”, razón por la cual en su primera administración la sumó al comité político ampliado, cuando Lavín era ministro.

Desarrollo Social para la UDI –afirmaron– representa de mejor manera el espíritu del partido de Jaime Guzmán, es parte del ADN del discurso político de la colectividad, de ese sello social que han querido imprimir a sus huestes. En el gremialismo consideran injusto que, además de la salida de Alfredo Moreno, la otra cartera de fuerte impronta social, como es Vivienda, esté en manos de Cristián Monckeberg, quien no solo es RN, sino también es “ex presidente de la colectividad, es decir, un dirigente de partido, no cualquier militante”.

Ante los lamentos y críticas en los medios de comunicación, la vocera dijo que “este no es un Gobierno de cuoteos, sino de equilibrios”, en directa respuesta al senador gremialista Víctor Pérez, algo que encendió aún más los ánimos en la UDI y que le fue notificado al ministro del Interior, Andrés Chadwick, durante su participación en el consejo ampliado que hizo la colectividad el fin de semana pasado en las Termas de Cauquenes.

Un influyente personero de la casona ubicada en calle Suecia explicó que la UDI no tiene interés en generar un quiebre, pero que el Gobierno debe entender que hay «un antes y un después en los afectos» y que “se puede jugar mojando la camiseta o por cumplir”. Acto seguido, la misma fuente agregó que el mayor interés en que le vaya bien a la actual administración estriba en la posibilidad de que un siguiente mandato desde La Moneda sea encabezado por uno de los suyos.

En estos días las reuniones no han parado. El lunes Desbordes fue recibido por la ministra Pérez, mientras que la presidenta de la UDI, Jacqueline van Rysselberghe, llegó hasta el mismo despacho presidencial a conversar con Piñera. Era necesario para la senadora, considerando que durante la última interna gremialista se le cuestionó haber perdido influencia ante La Moneda y lo sucedido tras el ajuste de gabinete revivió esa crítica.

En toda esta trama, el analista de la Usach puso sobre la mesa otro elemento a considerar y es el estilo político de Piñera: “No sé cuál era la expectativa, pero es muy de su estilo, ‘el Gobierno soy yo, el reflejo de las relaciones que yo quiero entablar con los partidos’. Un gobierno como proyecto personal y no uno de coalición, es coherente con su actuar político”. Claramente un rasgo que revivió todos los fantasmas del conflicto en la derecha.

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