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Chile: mucho subsidio, poco sueldo Opinión

Chile: mucho subsidio, poco sueldo

Aland Tapia San Cristóbal
Por : Aland Tapia San Cristóbal Ingeniero Civil Industrial U. Federico Santa María
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Las cifras sobre déficit de vivienda en Chile, de acuerdo a la Cámara Chilena de la Construcción, alcanzan a 505 mil familias. Este es un número enorme, toda vez que por año no se ejecutan más de 70 mil subsidios habitacionales. Tal como en San Francisco, el suelo se ha encarecido. Es más caro el metro cuadrado en Ñuñoa, Viña del Mar o Providencia que en Miami o alguna ciudad satélite de Madrid o Roma. Esto se debe a los altos ingresos de un grupo menor en Chile y en California, porque si hay algo en que nos estamos pareciendo los chilenos a los californianos es en la extrema pobreza en cada esquina, donde aventuro que 2 de cada 10 personas presentan algún trastorno psiquiátrico, y el resto son letrados que ni siquiera pueden optar a un rincón en la periferia.


Los últimos reportes del Banco Central y de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) dan cuenta de la concentración de la propiedad de la vivienda, específicamente me refiero a los departamentos. Cuatro de cada 10 unidades se adquieren para renta, dice el organismo gremial. A su vez, el Central apunta a la vulnerabilidad que habría en un segmento de personas que compraron viviendas para arrendarlas, los que podrían verse impedidos de cumplir sus compromisos si se acentúa la baja en la actividad económica (como está sucediendo) y, por tanto, los arrendatarios se marchan.

Este mal es un sello del capitalismo, que se está sufriendo en extremo en Estados Unidos. Un reporte de la oficina de los sin casa de San Francisco, California (Mission Neighborhood Health Center), citado en El País, señala que miles de familias están a un cheque de quedar sin casa.

Entre las causas, analistas californianos aseguran que es tanto el dinero que paga Silicon Valley a sus empleados, que estos adquieren a elevados precios departamentos en cualquier locación para vivir en esa ciudad, o en la bahía que contempla Berkeley y Oackland. Esto ha llevado a unos cien mil letrados a vivir en la calle, porque no tienen ya cómo pagar un arriendo en algún rincón local. Por cada cien habitantes de la turística San Francisco, hay una persona viviendo en la calle, lo que significa que no hay esquina donde no se vea la pobreza extrema.

En nuestro caso, comunas como Providencia, Estación Central y Santiago están viendo sus plazas y parques poblados de carpas con personas que se desenvuelven durante el día en cualquier oficio ambulante. Hay un porcentaje, sin duda, con trastornos mentales. Las cifras sobre enfermedades psiquiátricas en la población chilena no son confiables por la falta de diagnóstico. Se calcula que el 23% de la carga de enfermedades del país es de tipo neuropsiquiátrica y que solo el 20% de ellas se encuentra diagnosticado. Los países OCDE cuentan, en promedio, con 16 psiquiatras por cada 100 mil habitantes: en Chile son 5.

El centro del problema está en la asignación por parte del mercado sobre la distribución del ingreso. Los bancos le prestan dinero al que demuestre que puede pagar y no al que necesita la vivienda. Esto parece de toda lógica, pero no es tan así, porque las propiedades quedan hipotecadas, es decir, son del banco hasta que se pague la última cuota.

El banco se está autoengañando, a juzgar por la advertencia del Central a comienzos de mayo, cuando puso la alerta sobre el mercado de la vivienda y el riesgo de una baja en la actividad económica. Veamos el siguiente ejemplo. El banco le presta a quien junte los requisitos. Llegan 10 clientes y solo 6 habitarán los departamentos, mientras 4 los arrendarán. Entonces, 4 familias pagarán más por el valor del arriendo que por el valor del dividendo, cuya diferencia la ganará el que consiguió el crédito en el banco.

Las cifras sobre déficit de vivienda en Chile, de acuerdo a la Cámara Chilena de la Construcción, alcanzan a 505 mil familias. Este es un número enorme, toda vez que por año no se ejecutan más de 70 mil subsidios habitacionales. Tal como en San Francisco, el suelo se ha encarecido. Es más caro el metro cuadrado en Ñuñoa, Viña del Mar o Providencia que en Miami o alguna ciudad satélite de Madrid o Roma. Esto se debe a los altos ingresos de un grupo menor en Chile y en California, porque si hay algo en que nos estamos pareciendo los chilenos a los californianos es en la extrema pobreza en cada esquina, donde aventuro que 2 de cada 10 personas presentan algún trastorno psiquiátrico, y el resto son letrados que ni siquiera pueden optar a un rincón en la periferia.

No espero ningún anuncio que solucione esto en el corto ni mediano plazo, porque este problema es estructural y se origina en la gran cantidad de trabajadores que no gana más de 500 mil pesos (80%). En el supuesto de que su pareja ganase igual monto, podrían conseguir un dividendo por 250 mil pesos. Si atendemos a que la mitad de la fuerza laboral es independiente y de estos solo cotiza un 5%, pues o el Estado regala las viviendas, como ocurre con el DS 49, o llegaremos a los extremos de la desigualdad, que sufre incipientemente nuestro país, como ya lo viven en San Francisco. Este tampoco es un asunto de alta tasa de desempleo en Chile ni en Estados Unidos, es netamente concentración de la riqueza en manos de unos pocos.

Si hubiese algún anuncio para revertir esto, sería una reforma tributaria donde los súper ricos paguen los impuestos que deben, porque les saldría más rentable pagar buenos sueldos que entregar al Estado una mayor recaudación. Si esta ecuación la resuelve esa reforma, pues estaremos en el camino correcto.

Del otro lado, la tentación del político de llenar de bonos y subsidios a la gente para generar clientelismo electoral es como la manoseada frase “pan para hoy, hambre para mañana”. Ya no más, sonó el reloj, es hora de despertar. Y todo lo anterior incluye a la clase media.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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