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Influyente líder científico subantártico: «La respuesta es una. No ha lugar a la salmonicultura en sitios de conservación» PAÍS

Influyente líder científico subantártico: «La respuesta es una. No ha lugar a la salmonicultura en sitios de conservación»

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
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El biólogo y filósofo Ricardo Rozzi, líder científico en la creación de la Reserva Mundial de la Biósfera Cabo de Hornos y precursor de la «ética biocultural», que combina la conservación de la biodiversidad con el bienestar humano, no deja espacio para la duda: «Nuestro criterio es claro, la salmonicultura debe estar excluida de las áreas protegidas y también de las áreas prioritarias para la conservación, que incluyen a los territorios ancestrales de los pueblos originarios yagán, kawésqar y mapuche-huilliche.»


El 16 de enero de 1833, Charles Darwin desembarcó en un bote ballenero en las costas del Cabo de Hornos, específicamente en un punto entre Punta Anchor e islotes Holger, al sudeste de la Isla Navarino. En este lugar, del confín del mundo, el naturalista inglés pasó su primera noche en territorio chileno, mientras en su cabeza se desarrollaba la teoría que cambió para siempre la forma de concebir la vida en la Tierra y que plasmó 26 años después en su obra fundamental: El origen de las especies.

Los detalles de esta misión histórica a bordo del Beagle, forman parte del próximo libro que el biólogo y magíster en filosofía Ricardo Rozzi presentará el 16 de mayo en la Casa Central de la Universidad de Chile. Pero antes de entrar en los pormenores de esta visita trascendental para la ciencia, el profesor titular de la Universidad de Magallanes y de la University of North Texas, suelta –en conversación con El Mostrador– una precisión geográfica tan reveladora como inesperada.

«En este punto de la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, en donde debería haber un museo al padre de la teoría de la evolución, es precisamente el lugar donde pretende instalarse la industria salmonera. Una salmonicultura en estos lugares, simplemente no ha lugar», señala sin espacio a la duda ni la interpretación.

Junto a su trabajo teórico, Rozzi ha colaborado con el Ministerio de Educación de Chile en los programas de Ecología en el Patio de la Escuela (EEPE), y ha participado en la creación de la Fundación y Estación Biológica «Senda Darwin», la Red Latinoamericana de Jardines Etnobotánicos Hermanos, el Parque etnobotánico Omora, y la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos (2005), con el fin de incorporar la ética ambiental en las prácticas de conservación y educación en Latinoamérica.

[cita tipo=»destaque»]»Se debe poner en perspectiva que la Patagonia, en relación con el planeta, es una joya, un amazonas, un Jurasic Park. La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo hemos permitido que este lugar corra peligro? La COP es una oportunidad para encontrar salidas que valoren que tenemos un zona geográfica única, y un maritorio aún no poluto. Aquí se produce una fotosíntesis muy rápida, tanto de fitoplancton como de microalgas, especialmente entre octubre y marzo, porque es estacional. También es importante transmitir que lo que pase en esta zona va a repercutir, por ejemplo, en Inglaterra».[/cita]

La visita de los reyes noruegos a Puerto Williams hizo visible una ardua tarea por la conservación en La Patagonia. ¿Cómo es que las salmoneras han logrado avanzar hasta llegar a la Reserva de la Biósfera?
-Las concesiones marítimas para el cultivo de salmónidos que se pretenden instalar en la reserva Cabo de Hornos están caducadas. Aprovechándose de traspasos de la propiedad, ahora las empresas buscan ampliar los permisos como si fuera el mismo proyecto. Pero no lo es. Esas concesiones están obsoletas. Se trata de un proyecto nuevo y estas empresas no pueden estar metiéndose en esta área sin consultar a las comunidades indígenas y, sin embargo, lo están haciendo, no se está respetando la normativa.

-¿Cómo se enteran de que esto está ocurriendo?
-Cuando se comienza a ver los barcos, entonces es claro que no se está actuando de buena fe. Como científicos estábamos buscando las lagunas de Sudamérica que no tuvieran salmónidos, porque está lleno. ¡Si tú vas al Orinoco (uno de los ríos más caudalosos del mundo, que pasa mayormente por Venezuela) te encuentras con truchas! Nosotros andábamos buscando la joya, un lugar prístino, sin su presencia voraz, cuando tuvimos que desviar la orientación ante la amenaza de los salmones en la Reserva de la Biósfera, ante esta «avivada» de las empresas.

-¿Cómo así?
-Para asumir responsablemente la conservación, el primer punto clave es darnos cuenta de que hay debilidades, brechas, fracturas en el Estado, en lo público, en lo ciudadano y en lo privado, que permiten, en buen chileno, «avivadas» malintencionadas. En este caso en particular, hay que ser muy claros. Se debe respetar el marco legal. Se debe cumplir la normativa sin excepciones dentro de un proceso participativo que exige una área de desarrollo indígena, y eso no es transable, se debe ir a consulta indígena. No pueden instalar jaulas y, si lo hicieron, las tienen que retirar.

-¿Es clave entonces que los argumentos científicos para la conservación vayan unidos al desarrollo indígena y al conocimiento ancestral?
-Las iniciativas de conservación biocultural a las que hemos aportado nuestros antecedentes científico-técnicos, tales como la Reserva de Biósfera Cabo de Hornos y el Parque Marino Islas Diego Ramírez-Paso Drake, están basadas en la valoración de la diversidad biológica y cultural. Un pilar fundamental de nuestra visión lo constituye el conocimiento ancestral de los pueblos originarios, y este se complementa hoy con conocimientos científicos, tecnológicos, económicos y éticos. Hay variadas opciones de un desarrollo sustentable y equitativo basado en la pesca artesanal, el cultivo de algas y peces nativos y otros cohabitantes, los que con hábitos de vida libre han coevolucionado en los ecosistemas costero-marino y otros hábitats nativos, desafío que implica un acceso y gestión equitativa de estas áreas. Los científicos estamos a disposición para trabajar conjuntamente en la construcción de una visión y modelo de desarrollo que valore el bienestar de todos los seres vivos que cohabitamos en el extremo austral.

-Hace unos días se desató una polémica cuando un dirigente kawésqar lo acusó de querer defender solo una parte de la Patagonia, y de proponer el cultivo de salmones al norte de la Cordillera de Darwin
-No he dicho eso, es una interpretación errónea respecto a mi relato. Cuando se creó la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos, quedaron instalaciones de salmonicultura que ya estaban ubicadas en la isla Capitán Aracena. Mi observación fue respecto a un hecho histórico (2003), no el tiempo actual. Quiero reiterar mi convicción y compromiso de promover un desarrollo sostenible y equitativo, tal como se expresa en el documento elaborado por del Programa de Conservación Biocultural Subantártica. He dedicado mi vida a la conservación biocultural, y por más de 20 años en la Región de Magallanes y Antártica Chilena. Nuestro criterio es claro: la salmonicultura debe estar excluida de las áreas protegidas y también de las áreas prioritarias para la conservación, que incluyen a los territorios ancestrales de los pueblos originarios yagán, kawésqar y mapuche-huilliche.

-El desarrollo de las actividades económicas debe contar con la legitimidad de las comunidades.
-Absolutamente. Y lamento que mis declaraciones hayan sido malinterpretadas y, peor aún, hayan ofendido a las comunidades indígenas que legítimamente defienden la conservación y resguardo de sus territorios y maritorios. Ratifico mi apoyo a esta legítima reivindicación, que hoy tiene además un sustento legal-normativo nacional e internacional. Ratifico, también, mi planteamiento respecto a las variadas opciones de un desarrollo sustentable y equitativo basado en la pesca artesanal, el cultivo de algas y peces nativos y otros cohabitantes, los que con hábitos de vida libre han coevolucionado en los ecosistemas costero-marino y otros hábitats nativos, desafío que implica un acceso y gestión equitativa de estas áreas.

-¿Defender las áreas protegidas y prioritarias es una urgencia?
-Chile tiene la oportunidad para forjar enfoques y mejores prácticas en diálogos donde las cosmovisiones y hábitats de los pueblos originarios constituyen el primer pilar. En el Centro Subantártico de la Universidad de Magallanes, el mundo indígena se está integrando, pero no de manera simbólica sino de manera real en la planta de trabajadores, como académicos y docentes del saber tradicional. En el extremo sur de Sudamérica tenemos una oportunidad única a nivel planetario: en los territorios y maritorios de los pueblos yagán, kawésqar y huilliche todavía es posible conservar más que luego remediar o restaurar. Estamos a disposición para trabajar conjuntamente en la construcción de una visión y modelo de desarrollo que valore el bienestar de todos los seres vivos que cohabitamos en el extremo austral. Tengo la convicción de que en este debate se debe tener presente el principio precautorio o de precaución, adoptado en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro en 1992, considerando que está en juego la diversidad de una de las áreas más prístinas del planeta.

-Tiene confianza que en la COP25, que se realizará en Chile, pueda ponerse en perspectiva lo que está en juego? 
-Se debe poner en perspectiva que la Patagonia, en relación con el planeta, es una joya, un amazonas, un Jurasic Park. La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿cómo hemos permitido que este lugar corra peligro? La COP es una oportunidad para encontrar salidas que valoren que tenemos un zona geográfica única, y un maritorio aún no poluto. Aquí se produce una fotosíntesis muy rápida, tanto de fitoplancton como de microalgas, especialmente entre octubre y marzo, porque es estacional. También es importante transmitir que lo que pase en esta zona va a repercutir, por ejemplo, en Inglaterra.

-¿Los desperdicios y los antibióticos de la industria salmonera van a llegar hasta allá?
-Así es. Imagínate un río que está alrededor de la Antártica, y hay un momento en que sale una península antártica y, en la puntita de Sudamérica, se encajona el río. Choca con un monte que esta ahí, se desvía esa columna de agua y sube por el Atlántico pasando por Inglaterra hasta llegar a Groenlandia. Vale decir que lo que no se haga aquí va a incidir allá. Si aquí la estamos embarrando al acabar con las redes tróficas, matando el ecosistema con los desperdicios de los salmones y sus antibióticos, esto va a llegar a Inglaterra. Cuidar este rincón del mundo no es un asunto local. Es planetario.

-¿Qué se necesita para evitar el colapso?
-El planeta Tierra necesita un corazón y para que esté sano se necesita que la corriente subantártica no esté deteriorada, que las islas Diego Ramírez no tengan exóticas. En este lugar hay un pulmón azul del planeta, no la embarremos. No le metamos salmones.

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