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8M: no basta hablar, se necesita coherencia

Que duda cabe que este marzo ha traído sorpresas y oportunidades para quienes sean innovadores y entiendan hacia dónde camina el mundo. El gobierno podría demostrar en hechos concretos las ganas de hacer todo lo posible en pos de las mujeres, como lo dijo el mismo Presidente Sebastián Piñera. Pero que no pase lo del año pasado, cuando fue capaz de anunciar cambios constitucionales para que el Estado garantice la igualdad entre mujeres y hombres y no tuvo la voluntad de alinear a los partidarios de Chile Vamos que votaron en contra.


Al igual que la mayoría de mujeres de todas las edades, fui a la marcha del 8 de marzo (8M) en Santiago. La cantidad de personas era impresionante, pero mucho más era ver las fotos en los portales de los medios de comunicación. Fue entonces que terminé de dimensionar realmente su masividad.

Marzo venía escrito con M de mujer: el lunes 4 amanecimos con las estaciones del metro rebautizadas con nombres de destacadas figuras en la historia de nuestro país: Elena Caffarena, Eloísa Díaz, Ana González, Gabriela Mistral, Violeta Parra, Nicolasa Quintreman y Pedro Lemebel, entre otras. Todos nombres que asustaron a sectores ultra-ideologizados de derecha, que pusieron en órbita la mañosa idea de que este movimiento estaba manipulado por la izquierda, lo que el gobierno les se compró y por esa razón, tuvimos a ministras y ministros dando instrucciones de cómo ser feminista de derecha o feminista de izquierda.

Las lecturas apuradas y llenas de prejuicios a partir de los nombres de las mujeres que han aportado a nuestra cultura y nuestros derechos, llevó a una persona de apellido Meza (militante de RN) a bautizar otras estaciones de metro con nombres de mujeres de derecha, perdiéndose la oportunidad de poner nombres de grandes mujeres ligadas a dicho pensamiento que engrandecieron nuestro país.

[cita tipo=»destaque»]Dada la multitudinaria marcha de la que fuimos testigo, no es necesario decir que dicha estrategia fracasó y que el gobierno sufrió una gran derrota, al cuestionar anticipadamente una marcha que era social y cultural. Fue un grave error acusar instrumentalización por parte de la oposición, porque ojalá la oposición -que se tomó unas largas vacaciones de verano- pudiera convocar al 10% de las y los movilizados de ese viernes.[/cita]

La estrategia que usaron para que fracasara el 8M estaba en marcha: la ministra Plá -que el año pasado mostró una gran habilidad para responder a las movilizaciones de mayo- quiso explicar como era la forma correcta para manifestarse a la ciudadanía; también salió Bettina Horst con un vehemente discurso de las razones por las que ella no iba marchar el viernes, título que usó en columna de un diario para explicar que las mujeres de derecha no debían adherir a la marcha, sumándose otras parlamentarias.

Dada la multitudinaria marcha de la que fuimos testigo, no es necesario decir que dicha estrategia fracasó y que el gobierno sufrió una gran derrota, al cuestionar anticipadamente una marcha que era social y cultural. Fue un grave error acusar instrumentalización por parte de la oposición, porque ojalá la oposición -que se tomó unas largas vacaciones de verano- pudiera convocar al 10% de las y los movilizados de ese viernes.

El mayor fracaso de la estrategia del gobierno fue la reacción de 2 importantes empresarios, Andrónico Luksic y Bernardo Larraín, quienes alabaron la actividad y reconocieron la necesidad de integrar más mujeres en directorios y empresas, desmarcándose de la idea de que el acto habría sido manipulado por algún grupo como tanto se quiso hacer creer. El gobierno tuvo que cambiar el tono, justo en su celebración de 1 año en ejercicio y pasar de lo “innecesaria” de la movilización ha sentir orgullo de las mujeres que participaron. ¡Gran punto para las coordinadoras del 8M!

Lo que el gobierno no ha querido entender es que esta no es una “pelea de minas” como tanto les gusta decir, sino una pelea por igualdad de oportunidades para mujeres y hombres; no hay ánimo de revancha, de que “ahora nos toca a las mujeres” y que arrasaremos con los hombres. No, no es así, queremos concursar en igualdad de condiciones y queremos aportar en todas las áreas y en todos los niveles de nuestro de país. También ahí donde se juega el poder.

No hay duda que el feminismo es una postura política que tiene en común con la izquierda tradicional la búsqueda de la igualdad, pero no responde a partidos. Esta conmemoración del 8M fue masiva, pacífica, sin desmanes. El petitorio iba desde terminar con la violencia contra las mujeres hasta cambiar el sistema de pensiones y de salud donde las mujeres somos las más perjudicadas.

Que duda cabe que marzo 2019 ha traído sorpresas y oportunidades para quienes sean innovadores y entiendan hacia dónde camina el mundo. El gobierno podría demostrar en hechos concretos las ganas de hacer todo lo posible en pos de las mujeres, como lo dijo el mismo Presidente Sebastián Piñera este sábado 9, pero que no pase lo del año pasado, cuando fue capaz de anunciar cambios constitucionales para que el Estado garantice la igualdad entre mujeres y hombres y no tuvo la voluntad de alinear a los partidarios de Chile Vamos que votaron en contra. No basta hablar es necesario mostrar coherencia.

Que el gobierno pueda (por fin!) mandatar a Carabineros para ser más efectivos en la protección de mujeres que denuncian violencia, recuperando de paso la confianza de la ciudadanía. Que la justicia cumpla con el deber de aplicar perspectiva de género en sus fallos, lo mismo las universidades que están en deuda con la equidad de género. Para las empresas, incorporar mujeres en todos sus estamentos, sobre todo donde se toman decisiones y se generan ideas. En resumen, este 8M es una oportunidad para Chile y no una amenaza como quisieron hacernos creer.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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