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Mas allá de Venezuela: las cartas que se va a jugar La Moneda en su segundo año PAÍS

Mas allá de Venezuela: las cartas que se va a jugar La Moneda en su segundo año

Hernán Leighton
Por : Hernán Leighton Periodista de El Mostrador
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La idea del Gobierno es reforzar dos espacios que, de resultar –apuestan en Palacio–, podrían despejar bastante el camino a la actual administración para sortear los desafíos electorales de los siguientes dos años y, por ende, la posible continuidad de la derecha en el poder. Uno, el principal, es la clase media, a la que esperan «conquistar» con las promesas de los beneficios que significarían para este sector las reformas tributaria y de pensiones. Y, segundo, retomar la línea original con la que debutó este mandato de Piñera y que le dio buenos dividendos en los primeros meses, la política de los acuerdos, siempre bien valorada por esta clase media, independientemente del color del Gobierno que la invoque.


El Gobierno de Sebastián Piñera no puede vivir eternamente de los réditos que le ha dado en las últimas semanas el uso y abuso de la crisis política y humanitaria en Venezuela, y La Moneda lo sabe. Una vez que pase el receso estival y cuando los problemas reales del país se vuelvan a tomar la agenda pública, La Moneda tiene que tener cartas con las cuales hacer frente al segundo año de la administración piñerista, el último sin un proceso electoral de por medio que determine el clima y las voluntades políticas. Contenido, hoja de ruta, definiciones políticas, argumentos, elementos que van más allá de la parafernalia comunicacional y que deben tratar de eclipsar la promesa pendiente de los «tiempos mejores».

El Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec) de diciembre, que arrojó un 3,3%, fue decidor. Se ubicó por debajo de las expectativas del mercado y no solo trajo aparejado un problema para la ciudadanía, sino que también puso –nuevamente– en la cuerda floja el relato gubernamental de los «tiempos mejores», al que el Presidente Sebastián Piñera sigue aferrado con dientes y muelas.

Todas las proyecciones de las últimas semanas han apuntado a que en términos económicos no habría mayor variación a lo que fue el 2018, lo que deja en compás de espera la posibilidad de sustentar con hechos concretos y cotidianos la promesa que llevó a la derecha otra vez al poder, que era sacar al país de los supuestos “tiempos peores” en que estaba bajo la administración de Michelle Bachelet.

A diferencia de su antecesora, cuyo Gobierno se sustentó en el relato de reformas profundas para avanzar hacia la igualdad, el relato eje del actual mandato de Piñera depende de la arista económica, una en la que no todos los factores están en su rango de alcance. Más aún con informes como el conocido esta semana de Percepción de Negocios, emitido por el Banco Central, que asumió que la actividad del 2019 no se traducirá en más empleos ni mejores salarios.

[cita tipo=»destaque»]El Presidente Piñera ya hizo saber a sus ministros que el concepto clave para este año es el “sentido común”. Una fórmula que en La Moneda consideran que ya ha sido probada de manera exitosa con los proyecto «Aula Segura» y «Admisión Justa», que han sido los caballitos de batalla comunicacionales en los últimos meses para neutralizar conflictos políticos de proporciones, como fue el asesinato de Camilo Catrillanca, sin verse obligados a entrar en el debate de fondo sobre la calidad de la educación pública.[/cita]

En La Moneda reconocen que están al tanto del escenario y que, por lo mismo, para los próximos meses es un objetivo primario del Ejecutivo jugar las cartas de sacar adelante la tramitación de las reformas tributaria y de pensiones, temas que serán claves en el sustento del relato para este año, en pos de que la promesa de los «tiempos mejores» no naufrague.

Por eso, explicaron en Palacio, el Presidente Piñera ya hizo saber a sus ministros que el concepto clave para este año es el “sentido común”. Una fórmula que en La Moneda consideran que ya ha sido probada de manera exitosa con los proyecto «Aula Segura» y «Admisión Justa», que han sido los caballitos de batalla comunicacionales en los últimos meses para neutralizar conflictos políticos de proporciones, como fue el asesinato de Camilo Catrillanca, sin verse obligados a entrar en el debate de fondo sobre la calidad de la educación pública.

La idea, agregaron en el Gobierno, es reforzar dos espacios que, de resultar –apuestan en Palacio–, podrían despejar bastante el camino a la actual administración para sortear los desafíos electorales de los siguientes dos años y, por ende, la posible continuidad de la derecha en el poder.

Uno de esos, el principal, es la clase media, a la que esperan «conquistar» con las promesas de los beneficios que significarán para este sector las reformas tributaria y de pensiones. Y, segundo, retomar la línea original con la que debutó este mandato de Piñera y que le dio buenos dividendos en los primeros meses, la política de los acuerdos, siempre bien valorada por la clase media, independientemente del color del Gobierno que la invoque.

Para el analista político Axel Callís, la implementación y capacidad de bajar a la ciudadanía un buen relato, tiene relevancia porque es lo que determina la posibilidad de un Gobierno de de reelegirse. “En el sentido clásico/político, no existe relato, lo que hay es una promesa que se trata de cumplir y, por lo tanto, no hay un punto de inicio y un horizonte donde se avanza”, agregó.

Callís consideró que la administración piñerista a poco andar se dio cuenta de que los «tiempos mejores», lo que podría haber servido efectivamente como relato, no tenía sustento.

Y, en ese contexto, el uso adecuado de la contingencia es clave. No por nada, desde que el Gobierno entregó su reconocimiento al autoproclamado presidente de Venezuela, Juan Guaidó, el 23 de enero, el oficialismo en pleno –de Piñera para abajo– ha hablado todos los días y a cada rato del país caribeño, una fórmula que arrojó frutos. Según la última encuesta Cadem, el 77% apoya el respaldo de Chile a Guaidó y un 86% cree que Bachelet debe pronunciarse sobre la situación venezolana. Oro puro, como reconocen hoy en Chile Vamos mientras se frotan las manos.

No solo eso. La crisis de Venezuela –complementó el analista de la Universidad de Talca, Mauricio Morales– logró asociar a la derecha con la democracia y a la izquierda con el autoritarismo, algo que la UDI y RN pueden hacer por primera vez desde el retorno a la democracia en Chile.

Pero el director de la escuela de publicidad de la UDP, Cristián Leporati, advirtió que hay que separar los relatos secundarios de la contingencia del fondo. Explicó que es indiscutible que el tema de Venezuela prendió y ayudó positivamente al Gobierno de Piñera, pero que eso está lejos de ayudar a construir un relato sólido. Añadió que Piñera está obligado a retroceder en su protagonismo y “buscarse voceros distintos para complementar discursos, falta el lado B, el lado emocional”.

Al existir un relato débil, la contraparte al Gobierno cumple un rol fundamental y eso guarda directa relación con la capacidad de la oposición para instalar su punto de vista y guiar el debate, algo sobre lo que no hay dos lecturas. Tanto la ex Nueva Mayoría como el Frente Amplio han “bandejeado” las maniobras comunicacionales de La Moneda ante su falta de claridad e inexistencia de una propuesta sólida.

Para Morales es claro que la centroizquierda está construyendo un “antirrelato”, porque precisamente hace y dice «lo que no quiere la gente”. Agregó que, de seguir así las cosas, al Gobierno de Piñera le bastará con que se muestren cifras económicas razonables para pensar, con realismo, en su sucesión.

Un punto que Leporati compartió: “No veo fácil cómo deconstruye la oposición ese discurso”.

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