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Controversia por millonaria multa a librería por repartir… libros CULTURA

Controversia por millonaria multa a librería por repartir… libros

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El Ministerio de Salud sancionó por un total de cinco millones de pesos a la cadena Bros, por infringir la cuarentena. La empresa se defiende con una autorización del Ministerio de Economía, refrendada por la Secretaría de Cultura, y advierte que el pago o un juicio pondrían en peligro su subsistencia. «Habiendo escuchado todas las promesas que se hicieron respecto del libro desde el Ministerio de las Culturas… y la ministra, el trato como artículo de primera necesidad que se daría al libro en este difícil tiempo de pandemia, nos parece entonces incomprensible e injusto el trato con la cultura y el libro en específico, un tratamiento propio del funcionario disciplinado, tan ciego y congruente con la banalidad del mal que comienzan a confundirse, o ya vienen confundidos hace mucho tiempo», expresó el presidente de la SECH, Roberto Rivera.


La cadena de librerías Bros recibió dos multas por un total de 5 millones de pesos por trabajar en cuarentena, lo que desató una protesta gremial en medio de la dura situación que vive el sector.

La entidad estaba funcionando en virtud de un oficio del Ministerio de Economía que habilitaba su funcionamiento, lo que le permitía la distribución de textos.

En una carta publicada en el diario El Mercurio del pasado viernes, la Asociación de Librerías de Chile lamentó que el Ministerio de las Culturas no cuente con «el apoyo y recursos de otras carteras».

En término parecidos se expresó la Sociedad de Escritores de Chile (SECH), que criticó el «trato injusto» con la cultura en general y el libro en particular.

«La lógica dice que debieran anular la multa. Si no es así, nos ponen en una encrucijada, porque nos obliga o ir a juicio, lo que probablemente nos va a costar más caro que la multa, o pagar, que para una pyme es una sentencia de muerte», alertó Fabio Costa, uno de los propietarios de la librería afectada.

Caída de ventas

Bros posee cuatro librerías (Apumanque, Los Dominicos, Los Trapenses y Edificio Alonso) y, al igual que el resto del sector, ha sufrido los embates del confinamiento.

Costa señaló que las ventas han caído entre un 40% y 50%, aunque otras entidades han sufrido caídas de 70% y hasta 80%.

«Tuvimos que cerrar todos los locales, en distintas etapas», aunque en abril lograron lanzar su página web. Luego abrieron algunas para poder hacer entregas a domicilio, sin atención de público.

Multas

Tras una autorización del 1 de junio del Ministerio de Transportes, Bros funcionó parcialmente, hasta que recibió dos visitas de funcionarios del Ministerio de Salud, una el 10 de junio y otra el 14 de junio, que terminaron con sendas sanciones monetarias.

Según la resolución 2013760 del 21 de junio de 2020 de la Seremi de Salud de la Región Metropolitana, el 10 de junio un funcionario visitó la sucursal de Los Trapenses.

Allí determinó que «el establecimiento se encuentra realizando servicios no esenciales para la comunidad como la venta de libros» y que «permanece funcionando con un trabajador en su interior, siendo no esencial la venta de
libros».

La situación volvió a repetirse cuatro días después.

Según la resolución 20131372 del 29 de julio de 2020 de la misma autoridad, el 14 de junio un funcionario de la entidad visitó nuevamente la misma sucursal. Según Costa, en esta ocasión el funcionario incluso amenazó con llamar a Carabineros para detener al trabajador del lugar.

Allí constató que el «establecimiento fiscalizado se encuentra funcionando, estando expresamente prohibido su funcionamiento en la normativa dictada en el contexto de la pandemia por Covid-19; realizando servicios no esenciales para la comunidad, tales como venta de libros», según el documento del Minsal.

«Además, se constata que trabajador de librería realiza venta de libros en local comercial no esencial, sin patente comercial al momento de ser fiscalizada», indica el documento.

La autoridad determinó un multa de 50 UTM en casa caso, es decir, un total de 100 UTM, unos 5 millones de pesos.

«Las librerías no están consideradas como comercio esencial, por lo que sus trabajadores no pueden optar a permisos de desplazamiento para venta presencial», señaló la autoridad ante una consulta de este medio, al confirmar los hechos.

«Sin embargo, los trabajadores de librerías podrán optar a permisos de desplazamiento para ir a trabajar en instalaciones de almacenamiento, depósito, inspección y/o distribución de bienes, pudiendo realizar despacho online desde bodegas o centros de almacenamiento –en el caso de que sea la tienda– y puedan despachar», indicó.

Apelación

En ambos casos, en una apelación, la librería señaló que según el folio N° OFIC202000365, dirigido por el ministro de Economía, Lucas Palacios, a la Comisión de Cultura del Senado, del 1 de junio, se autorizaba explícitamente el funcionamiento de este rubro.

Palacios citaba el apartado de «Transportes» del «Instructivo para permisos de desplazamiento» del 30 de abril, al puntualizar que «nada impide que los trabajadores de librerías puedan ir a trabajar a ‘instalaciones de almacenamiento, depósito, inspección y/o distribución de bienes’, ya que el Instructivo no excluye a los libros dentro de los ‘bienes'».

«Luego, los libreros podrían hacer despacho online desde bodegas o centros de almacenamiento (en el caso de que sea la tienda) y nada impide que despachen», expresó Palacios.

«Como Ministerio de Economía, Fomento y Turismo, manifestamos nuestra preocupación por todos los sectores de la economía que hoy se ven deprimidos y afectados por la Pandemia, y destacamos la relevancia del libro tanto para la salud mental como para la educación y formación de todos los chilenos», añadió.

La librería además recibió un correo electrónico del Ministerio de las Culturas el 4 de junio, el cual refrendaba el oficio del Ministerio de Transportes.

«Como Ministerio sabemos lo relevante que es mantener la vitalidad de sus negocios y con ello contribuir también, de modo fundamental, a la difusión de la lectura y el libro, como una herramienta para resguardar la salud mental de la población en confinamiento», indicaba la misiva.

Poco peso

Sin embargo, nada sirvió. Por eso, Costa dice las sanciones configuran «un error claramente» por una «descoordinación» entre los ministerios, más allá de que «quedó claro que el Ministerio de las Culturas no tiene el mismo peso ni relevancia» que otros.

El librero dijo que ha habido mesas de trabajo con la entidad dirigida por Consuelo Valdés, pero más que colaborativas «han sido informativas», donde «nuestras propuestas no han podido avanzar mucho».

«Hay buena onda, buenas intenciones, pero al final cero ayuda. Me queda la sensación de que para las autoridades la cultura tiene cero relevancia. Al final tenemos que rascarnos solos», lamentó.

Eso explica que durante el fin de semana, 55 organizaciones culturales se retiraran de mesas de trabajo con el Ministerio de las Culturas, al señalar que no son instancias participativas y menos resolutivas.

“El débil liderazgo del Ministerio de las Culturas frente a la crisis, la falta de voluntad de hacer un trabajo participativo, la poca convicción en la defensa presupuestaria, junto a la invisibilidad en la que nos mantiene la política social, nos instala como un sector completamente abandonado”, indica una misiva dirigida a Valdés.

Entre los firmantes figuran ACA (Arte Contemporáneo Asociado), SCD (Sociedad Chilena de Autores e Intérpretes Musicales), AdCultura (Asociación de Gestores Culturales), ADG (Asociación de directores y guionistas), ADOC (Asociación de documentalistas de Chile), Asociación Chilena de Barrios y Zonas Patrimoniales, Asociación de Editores de Chile, UNA (Unión Nacional de Artistas), SOECH (Sociedad de Escultores de Chile), SIDARTE (Sindicato Interempresa de Actores y Actrices, trabajadores y trabajadoras de artes teatrales de Chile), SECH (Sociedad de escritores de Chile), Red de Salas de Teatro y CRIN (Asociación Gremial de Creadores Infantiles de Chile).

Críticas

En el caso de la librería Bros, el propio presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Roberto Rivera, criticó la situación.

«Habiendo escuchado todas las promesas que se hicieron respecto del libro desde el Ministerio de las Culturas… y la ministra, el trato como artículo de primera necesidad que se daría al libro en este difícil tiempo de pandemia, nos parece entonces incomprensible e injusto el trato con la cultura y el libro en específico, un tratamiento propio del funcionario disciplinado, tan ciego y congruente con la banalidad del mal que comienzan a confundirse, o ya vienen confundidos hace mucho tiempo», expresó.

Asimismo, expresó su «mayor solidaridad» con la librería Bros, Fabio Costa y la Asociación de Librerías de Chile.

En la carta publicada en El Mercurio el 31 de julio, la Asociación manifestó que «con gran tristeza y frustración debemos dejar en evidencia el poco apoyo que las librerías —como actores relevantes del panorama cultural del país— hemos recibido durante esta pandemia».

La misiva, que además cuenta con las firmas de libreros del GAM, Qué Leo, Sotavento, Alapa y Casa de Cartón, también dice:

«Entendiendo la magnitud de la crisis, vemos con preocupación el futuro de un país al que se le niega y dificulta el acceso a la cultura. El Ministerio correspondiente no cuenta con el apoyo y recursos de otras carteras, y quienes dedicamos nuestra vida a los libros dependemos del mundo privado, con escasas alternativas y condiciones a veces perjudiciales para mantener nuestros proyectos con vida».

«A lo largo de todo Chile las pequeñas y medianas librerías sufren y luchan por sobrevivir y seguir difundiendo cultura, con el único apoyo en la red que hemos construido como Asociación de Librerías de Chile, que lamentablemente aún no es suficiente», alerta.

«Un país sin cultura es un país sin alma, un país superficial», advierte, para agregar que «el desarrollo sin cultura es insostenible en el largo plazo, pero las autoridades parecen no entenderlo».

Y concluye:

«Al mundo cultural, cual náufrago abandonado a su suerte, solo le queda esperar un rescate fortuito que le permita seguir viviendo».

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