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Investigadores buscarán los factores genéticos asociados a la gravedad de COVID-19 en la población chilena CULTURA|CIENCIA

Investigadores buscarán los factores genéticos asociados a la gravedad de COVID-19 en la población chilena

La bióloga Yolanda Espinosa, del Centro Asistencial Docente y de Investigación (CADI) de la Universidad de Magallanes, es la investigadora principal de la macrozona austral en este estudio que abarcará a todo el país. En cada zona se estudiarán 800 genomas, lo que en Magallanes equivale a la mitad de los casos positivos a la fecha. Se trata de una de las 63 iniciativas financiadas por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) para la ejecución de proyectos de investigación sobre el coronavirus. Fue postulado por la Universidad de Chile en colaboración con el plantel magallánico y la Universidad Austral de Chile.


“Estudio de la variación genética a nivel de genoma para la susceptibilidad y la gravedad de COVID-19 en la población chilena” es el nombre del estudio que, a finales de junio, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, a través de la ANID, adjudicó a un equipo de investigadores a nivel nacional, quienes se propusieron este trabajo, a fin de dilucidar, desde el punto de vista genético y en las distintas zonas de nuestro país, qué factores inciden en el grado de severidad con que un paciente afronta esta enfermedad y cuán susceptible es frente a la infección.

El proyecto es liderado por el Dr. Ricardo Verdugo, del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile, y en él participan investigadoras de la Universidad Austral de Chile, la Universidad de Antofagasta y la Universidad de Magallanes. En esta última, está a la cabeza la Dra. en Ciencias Biológicas, Yolanda Espinosa Parrilla, profesora asociada de la Escuela de Medicina e investigadora del Centro Asistencial Docente y de Investigación (CADI), hoy a cargo de una de las cinco macrozonas de estudio que contempla la investigación: el territorio austral, para lo cual cuenta con el apoyo y colaboración de la estudiante de doctorado Daniela Zapata, así como de otros profesionales del CADI y del Hospital Clínico Magallanes.

“Todos sabemos la enorme diferencia en la severidad y la gran variedad de síntomas que presenta la enfermedad COVID-19. De hecho, una de las dificultades que estamos afrontando con esta enfermedad es que no sabemos cómo o en qué magnitud nos va a afectar de forma individual, si es que nos llegamos a contagiar, esto independientemente de la edad y/o de la existencia de enfermedades previas. Y ese es uno de los puntos más críticos que se está viendo en el tratamiento de COVID-19”, argumenta la genetista para dar cuenta, a renglón seguido, de lo clave que resulta este estudio, que también es parte de una iniciativa científica internacional más global, denominada Host Genetic o Covid-19 hg, cuyo objetivo es buscar la respuesta a qué es lo que hace o qué aporta nuestra genética para que exista una gran diferencia, tanto en la gravedad como en los síntomas presentes en cada individuo.

Factores genéticos

En este contexto, explica que “lo que el proyecto trata de ver es qué factores genéticos están precisamente subyaciendo a esa susceptibilidad de tener una enfermedad más grave, es decir, responder a por qué algunas personas son asintomáticas y tienen cuadros leves, y otras padecen cuadros muy graves que pueden llegar a una afectación pulmonar severa –que sabemos es una de las causas más frecuentes de mortalidad– o por qué, independientemente de la gravedad de la enfermedad, hay individuos que presentan afectaciones cerebrales tales como delirios o pérdidas de memoria. En definitiva, es ver cuáles son los factores genéticos que están bajo esa presentación diferente en la gravedad y sintomatología de la enfermedad. A partir de estudios genéticos ya sabemos, por ejemplo, que el grupo sanguíneo A está asociado a un 50% más de riesgo a necesitar de apoyo de un respirador, mientras que el grupo 0 confiere un cierto efecto protector”.

Como base para este planteamiento, la Dra. Espinosa sostiene que todas las personas somos un 99,9% iguales en nuestra composición genética y una parte de ese 0,1% que nos diferencia sería clave para definir la severidad con que nos enfermamos de COVID-19 y, por ende, la razón principal para proponer el estudio del genoma de quienes la han padecido para ayudar a predecir futuros escenarios. Solo en términos estadísticos, el 80% de los casos se enferma de forma leve o moderada, el 20% requiere ingreso hospitalario y, dentro de estos, el 5% requiere cuidados intensivos e incluso algunos mueren. 

¿Cómo se hará? La investigadora de la UMAG señala que para extraer una muestra representativa de la heterogeneidad en la composición genética que caracteriza a la población chilena, debido a las diferencias en sus componentes ancestrales y a las recientes inmigraciones de otras regiones de América Latina y Europa, se analizarán, en el período de un año, los genomas de 4 mil personas que han resultado positivas para COVID-19 de norte a sur de Chile (800 en cada macrozona) así como su afectación clínica a través de encuestas. “Esto nos permitirá –acotó– conocer su genética y el grado de severidad con que cursó la enfermedad y, posteriormente, encauzar las acciones de resguardo, estratificando a la población según riesgo e identificando potenciales objetivos terapéuticos, tanto para esta como para otras enfermedades virales”.

Trabajo de laboratorio en CADI UMAG.

Estudio del genoma

Técnicamente, hablar de un análisis de genoma refiere al concepto de genotipación o genotipificación, como explica la investigadora. Y este consiste en “analizar todo el genoma y ver los marcadores (mutaciones genéticas) que nos diferencian de forma individual del resto de individuos en una población”. “Esa diferencia –añade– que es menos del 1% de nuestro ADN, puede estar formada, en pequeña medida, por mutaciones que son la causa de enfermedades severas pero, en la mayoría de los casos, son cambios en el ADN que son totalmente inocuos o no nos causan enfermedad directamente, pero pueden determinar respuestas diferentes, por ejemplo, en el caso de COVID-19, la respuesta defensiva de nuestro organismo ante el ataque de un virus, o puede hacer que algunos receptores, las puertas de entrada para el virus, sean diferentes entre personas, es decir, puede hacer que un individuo tenga una ‘llave’ que abra mucho más las puertas a la entrada del virus que en otro individuo. Estos son los tipos de cosas que nosotros vamos a ver”.

Gracias a las alianzas internacionales este proceso de genotipificación correrá por cuenta de dos centros extranjeros: The Broad Institute of MIT and Harvard, de Estados Unidos, y el Institute for Molecular Medicine Finland (FIMM) de la Universidad de Helsinki, Finlandia. “Ellos aportan la genotipificación, es decir, van a mirar todos esos marcadores del genoma y nos entregarán la información, que será de libre acceso, para poder analizarla nosotros”, indica la doctora, haciendo hincapié en que se trata de un aporte económico significativo al proyecto, además de los 90 millones que aporta ANID.

Lo que sigue son los análisis estadísticos de estos marcadores que se van a hacer en Chile “y que nos van a aportar información sobre si algunos de ellos son importantes para determinar la gravedad de la enfermedad, si hay grupos de individuos con mayor riesgo genético que, por ejemplo, presenten más probabilidades de tener una enfermedad grave o de ser o no asintomáticos”, puntualizó Espinosa. También permitirá observar si estos factores tienen relación con la ancestralidad u origen de las poblaciones, es decir, si alguna de las poblaciones originarias de Chile presenta un riesgo diferente al resto. “Es por ello que es importante realizar este tipo de estudios genéticos aquí en Chile, hacerlo a lo largo de todo el país e incluir la mayor variedad étnica y el mayor número de individuos posible”, detalla la investigadora.

Metodología

Un punto en el que se detiene la Dra. Yolanda Espinosa es en el de la metodología. Advierte que será un tema complejo de abordar porque recogerá nuevamente a una parte importante de la población que ha sido diagnosticada con COVID-19. En Magallanes, a la fecha, van 1.600 casos positivos y, de ellos, necesitan contar con 800 para el estudio, es decir, la mitad. En ese sentido, en estos momentos se están solicitando los permisos pertinentes, pero ya se está pensando en hacer un llamado a participar a quienes padecieron coronavirus en Magallanes y estén interesados e interesadas en ser parte de este estudio, contactándose con el equipo científico al correo electrónico covid19-info@chilegenomico.cl.

“Todo el procedimiento será confidencial y los datos se anonimizarán”, resaltó, agregando que “nos interesa tener pacientes de los dos extremos, asintomáticos –porque eso podría significar que genéticamente tiene predisposición a no tener gravedad en los síntomas, lo cual es muy interesante– y sintomáticos –pacientes que han cursado COVID-19 con gravedad, sobre todo si no padecían una enfermedad previa, porque significa lo contrario, que su genética lo ha predispuesto a presentar gravedad–”. El proyecto debería acabar en junio de 2021, según los plazos establecidos en la convocatoria de la ANID. 

“Estamos contentas de formar parte de este proyecto porque ayuda a situar a la universidad y al CADI como un centro de investigación biomédica de relevancia a nivel nacional. Son cinco macrozonas y la macrozona austral la representamos nosotros, posicionando a la UMAG como partícipe activa de investigaciones de importancia nacional e internacional. Además, vamos a formar parte de este consorcio mundial que estudia la genética del ser humano en relación con la infección causada por el virus SARS-CoV-2, causante de COVID-19, un consorcio creado con el espíritu de compartir datos y resultados de forma abierta para la totalidad de la comunidad científica mundial”, concluyó la Dra. Espinosa.

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