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Escritora Marcela Serrano: «Las mujeres de mi generación son espléndidas. Son la vanguardia misma» CULTURA

Escritora Marcela Serrano: «Las mujeres de mi generación son espléndidas. Son la vanguardia misma»

Desde la tranquilidad de su rincón en Mallarauco, rodeada de animales y con conectividad inestable por los cerros que rodean su entorno, la reconocida escritora Marcela Serrano se da un tiempo para responder esta entrevista. En su espacio de retiro, reflexiona sobre su vida actual y sobre su generación de mujeres empoderadas, que abrieron los caminos para los movimientos feministas actuales. «Cuando vemos a las mujeres jóvenes, tan asertivas y seguras de sus derechos, nos invade un gran orgullo. Ser mujer es cada día más potente y más entretenido», reconoce. Aunque su vida no es la misma de antes, sus energías no decaen, es una lectora voraz y está esperanzada de ver una nueva Constitución que permita introducir cambios reales en el país.


No fue fácil el desafío. Entrevistar a Marcela Serrano no es una tarea sencilla, y si a eso se suma un imperativo suyo del tipo “pero hagámoslo entretenido”, la dificultad se multiplica por dos. O por tres, cuando además hay que ser creativo con una escritora, más bien con una gran novelista que goza y entusiasma con su creación.

Hablar de Marcela Serrano es siempre interesante, pero hablar de y con «la Marcela», se me impuso como una propuesta aún más sugerente.  Hacerlo además desde la distancia, sin verle sus ojos expresivos, sin visitarla en su rincón de Mallarauco, sin escuchar su voz, sin la vida que se rescata en el contacto directo, sin conversar de libros ni de sus próximas novelas, es un ejercicio todavía mayor.

Pero eso es lo que buscábamos: dejar de lado la literatura para saber de la vida y en especial de la etapa en que se encuentra actualmente.

A Marcela la conocí en los años 90, cuando de la  mano de un editor recién incorporado a la Editorial Los Andes, llegó con el primer original de Nosotras que nos queremos tanto. Era un tiempo en que la industria editorial estaba activa, eran los primeros años de la Concertación, y esta joven escritora era una promesa que ni ella misma se creía. Así fue el origen de su escritura. Luego vino la novela Para que no me olvides, publicada por la misma editorial. Comenzaba así el camino de la reconocida novelista que recorre hasta el hoy. 

De todo eso, han pasado más de 30 años. 

Por eso hoy, en tiempos de pandemia, nos “reencontramos” para saber cómo transcurre la vida de esta mujer –y escritora– que vive sus últimas décadas, pero es seguro que todavía tiene mucho más que vivir y contar. 

-Marcela, ¿cómo transcurren tus días en plena pandemia?
-He sido afortunada, he podido pasar este tiempo en el campo, en medio de un huerto, con aire libre y naturaleza y mis animales (que son muchos). Estaba aquí desde diciembre y me quedé para siempre. Mis días son lentos, sin embargo, de noche suelo sentir que no me ha alcanzado el tiempo. No hago nada productivo, cocino y lavo platos, leo, escribo, camino y a veces me tomo un trago con alguna de mis hermanas que están en sus casas aquí cerca. Por supuesto, no veo a nadie aparte de ellas. Ni siquiera puedo hacer Zoom porque mi señal, al estar rodeada de cerros grandes, es pobrísima. Pero de alguna forma yo ya vivía en cuarentena, elegí hace bastante tiempo una forma de vida apartada del gran ruido, por lo que su ritmo no me incomoda, me es conocido. 

-¿Qué puedes contar de tu vida en esta última década? ¿Han variado tus preocupaciones e intereses?
¿Década? ¡Eso es largo! Cualquier resumen resulta arbitrario. Estoy más vieja, inevitablemente, y no sé si más sabia, pero al menos más serena. Y definitivamente más relajada. Es muy rico constatar que cada día que pasa aleja a la ansiedad, en cualquiera de sus horribles manifestaciones. Debo reconocer que han sido años buenos, he tomado decisiones sustanciales sobre el tono en el que quiero vivir y he cumplido fantasías. Eso ya es mucho, ¿verdad?

-¿Cómo vives tu vida hoy? ¿Te hace falta algo del pasado?
-Echo poco de menos el pasado, no haría ningún pacto con Fausto. Ser joven es agotador, menos mal se pasa. Mi rutina es leve porque peco de pereza, vivo entre el campo y la ciudad, no necesito agenda, viajo por períodos prolongados, cuido a mi nieto y salgo a comer con mis amigos. No asisto a actividades públicas, me expongo lo menos posible y veo a poca gente, solo a los que quiero mucho. Leo. Leo sin parar. Y observo el mundo, siempre un poco asombrada.

[cita tipo=»destaque»]»-¿Cuáles son los aspectos más determinantes en tu visión actual de la realidad?
-Los más determinantes, sin duda, han sido la política y el feminismo, que hoy resumo en una misma mirada, pero que llegaron a mí por caminos y tiempos muy distintos. La intensidad era inevitable, nos tocó la dictadura, después de todo, y entonces no se podía militar a medias. Los comienzos del feminismo también fueron difíciles. Todo era épico, lo que nos exigía una enorme fuerza. Y esa intensidad debe haberse instalado en la sangre porque no ha variado un ápice en mi interior, no he dejado de ser de izquierda ni feminista un solo día de mi vida pensante y así será hasta el final.[/cita]

Mujeres espléndidas

-¿Cómo ves a las mujeres de tu generación? ¿Consideras que influyeron en las generaciones actuales de mujeres?
-Las mujeres de mi generación son espléndidas. Son la vanguardia misma. Han jugado el papel de bisagra, de primera línea, de carne de cañón. No veo a mi alrededor el modelo de “resignadas por el paso del tiempo”, cada una ha debido reinventarse mil veces, ha sido tan fuerte la resiliencia, de verdad no hay nada que decirles. Cuando vemos a las mujeres jóvenes, tan asertivas y seguras de sus derechos, nos invade un gran orgullo. Ser mujer es cada día más potente y más entretenido.

-¿Cuáles son los aspectos más determinantes en tu visión actual de la realidad?
-Los más determinantes, sin duda, han sido la política y el feminismo, que hoy resumo en una misma mirada, pero que llegaron a mí por caminos y tiempos muy distintos. La intensidad era inevitable, nos tocó la dictadura, después de todo, y entonces no se podía militar a medias. Los comienzos del feminismo también fueron difíciles. Todo era épico, lo que nos exigía una enorme fuerza. Y esa intensidad debe haberse instalado en la sangre porque no ha variado un ápice en mi interior, no he dejado de ser de izquierda ni feminista un solo día de mi vida pensante y así será hasta el final.

-¿Cómo ves el futuro? ¿Qué te falta por recorrer?
-Me falta leer de corrido Las mil y una noches. Me falta conocer San Petersburgo. No mucho más. Ya me he movido demasiado y he hecho tantas cosas. Además, he sido esposa, madre y abuela. ¡Las hice todas!

La esperanza de una nueva Constitución

-¿Cuáles son tus principales inquietudes con respecto al país?
-Ay, ¡qué pregunta! Y me la haces en el día de hoy, en que TODO inquieta. Para empezar: qué enorme mala suerte hemos tenido de vivir esta pandemia en manos de estas autoridades. Pobre país nuestro. Me aterra la pospandemia, si es que salimos vivos de esta. Hay tres cosas específicas que me producen terror: la pobreza que lo cubrirá todo, el nivel de desempleo al que llegaremos y la rabia que ya se acumula. Esos tres elementos juntos pueden llegar a ser un infierno con un dolor del que nadie se salvará. 

-¿Qué te preocupa del futuro de Chile?
-Creo fundamental abocarnos de lleno al tema de la próxima Constitución. Aquello me da esperanzas, no solo para cambiar un sistema tan injusto como el que ha prevalecido desde la dictadura, sino también para volver a encantarnos como país. Nos hace falta ese encantamiento, para tenernos un poco de respeto y más confianza. Y una nueva Constitución es el único camino que veo a la mano para que eso suceda. También me preocupa el tipo de derecha que existe en Chile. Me ha tocado vivir en distintos países por tiempos largos y en ninguno he visto algo igual: así de fanática, de ideológica, de cavernaria. Los empresarios chilenos son los más ávidos e inescrupulosos del mundo; los políticos, los más retrógrados. Dudo mucho de su vocación democrática y eso, claro, es inquietante.

-¿Y respecto de las nuevas generaciones?  
-Me preocupa mucho la falta de lenguaje de los más jóvenes, por lo tanto, la complejidad de su pensamiento. Quizás aquella es una de las razones de la intolerancia que impera. Me encanta su vitalidad y su valentía, son nuestros grandes cómplices para llegar a una sociedad más humanitaria, especialmente desde un punto de vista de género. Pero a veces no les haría mal un par de clases de educación cívica. 

«Lean mucho»

-Desde tu trayectoria como escritora, ¿qué le dirías a quienes comienzan a recorrer por caminos creativos de la literatura?
-Lo único que puedo decirles es que lean, que lean mucho. No sé si los talleres literarios sirven para algo, menos la academia que reduce la creatividad en pos del análisis. Creo que la lectura es el instrumento más válido de aprendizaje. Y, de paso, que no escriban pensando en publicar, ese no es el único objetivo de la escritura.

-Aparte de tu obra, ¿qué quisieras dejar o qué deberíamos heredarles a los que nos siguen?
-Debiéramos absolutamente legarles una sociedad más igualitaria, si no lo hacemos van a corromperse. Ellos no fueron responsables ni de la dictadura ni de que Friedman hiciera un laboratorio de nuestro país. No se merecen estos niveles de injusticia. 

-Gracias por tu franqueza. Ahora una pregunta que no venía en este cuestionario, con qué te gustaría concluir.
-No me has preguntado qué quiero hacer en una próxima vida. Me gustaría dedicarme a los pájaros, entrar en ese mundo majestuoso. Estudiarlos. Conocer cada uno de sus nombres y habilidades. No basta con amarlos.

 

 

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