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Temperatura récord en Antártica enciende alarmas de científicos sobre los reservorios de agua dulce CULTURA|CIENCIA

Temperatura récord en Antártica enciende alarmas de científicos sobre los reservorios de agua dulce

Marco Fajardo
Por : Marco Fajardo Periodista de ciencia, cultura y medio ambiente de El Mostrador
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El Instituto Antártico Chileno advierte de una reducción de ecoespacios para especies menos tolerantes al calentamiento y, en muchos casos, en extinción. También una pérdida de masa de los glaciares, aumento del nivel del mar, intensificación de los vientos del oeste, acidificación de los océanos, llegada de especies exóticas a Antártica y, lo que es por lejos menos conocido, puesta en jaque de la capacidad del continente antártico de modular el clima del planeta. «Y especialmente de Chile, la nación más cercana a ella», precisó su director, Marcelo Leppe.


Una temperatura récord en el lado este de la Antártica, tras un verano cálido, ha causado polémica sobre sus causas y efectos entre los científicos.

El 6 de febrero, la base de investigación argentina Esperanza marcó una temperatura de 18,3 °C, lo que superó el anterior registro de 17,5 °C del 24 de marzo de 2015.

En isla Rey Jorge, la ausencia total de precipitación nivosa durante enero ha llamado la atención. De hecho, logísticos y científicos de la Base Científica Profesor Julio Escudero, del Instituto Antártico Chileno (INACH), señalaron que no cae nieve desde la Navidad.

«Esto es extremadamente irregular y en casi 20 años viniendo al Continente Blanco, jamás había observado aquello. Hablando con investigadores de otras bases antárticas, señalan la preocupación por los reservorios de agua dulce», dijo el director del INACH, Marcelo Leppe.

[cita tipo=»destaque»]El INACH especificó que el calentamiento fomenta el crecimiento y la propagación de plantas establecidas, una mayor producción de semillas y un mayor establecimiento de las plántulas. Varios estudios han demostrado que el cambio climático ha incrementado la disponibilidad de áreas susceptibles de ser colonizadas por las plantas, como resultado de la reducción de la cobertura de hielo y nieve y la recesión de los glaciares a lo largo de la Península Antártica. Estos cambios se asociaron a aumentos en la capacidad reproductiva de ambas especies, como resultado de temporadas de crecimiento más largas y cálidas.[/cita]

En principio, esta situación es atribuida a los vientos «Foehn», un fenómeno similar al viento Puelche o Raco, que provoca temperaturas récord en la zona central de Chile, según el académico de la Universidad de Santiago, Raúl Cordero. El aire se calienta al ser forzado por el viento a subir y bajar el cordón montañoso que cubre la península, con una altura media de 1.500 metros.

«Aunque sabemos el mecanismo que genera las temperaturas récord en la Península Antártica, aún estamos trabajando en entender exactamente por qué los vientos Foehn han aumentado allí, rompiendo cada vez más frecuentemente los récords de temperatura en la zona», afirmó Cordero.

La temperatura media anual del continente antártico varía de aproximadamente -10 °C en la costa a -60 °C en las partes más altas del interior.

Temperaturas extremas

Los investigadores saben que el cambio climático incrementa la frecuencia con la que se dan eventos extremos, que incluyen olas de calor y temperaturas extremas. Por lo tanto, sí es esperable que se rompan récords cada vez más frecuentemente en Antártica y en todo mundo. «Viene sucediendo desafortunadamente desde hace décadas», sentenció el académico.

Cordero agregó que “en nuestra plataforma de investigación (anexa a la Base Escudero del INACH), la temperatura en lo que va corrido del verano ha estado en alrededor de 1,5 °C sobre el promedio en igual periodo durante la última década. La temperatura en enero 8 y en febrero 7 fue superior a los 6 °C y hemos tenido varios días de inusual buen tiempo”.

Según INACH, todos los pronósticos muestran una tendencia al aumento de temperatura en las zonas polares, aunque el incremento había sido mucho más notorio en el Ártico.

Sin embargo, aunque ya hubo un episodio en marzo de 2015, lo que sorprende es «que sea tan corto el intervalo para un nuevo récord de temperatura», admite su director.

De acuerdo al INACH, hay variados reportes de deshielos acelerados en distintas regiones de Antártica, como por ejemplo el canal Jorge VI, al sur de bahía Margarita, en Territorio Chileno Antártico, constatado a través de imágenes tomadas por el satélite Landsat 8 de la NASA durante enero del 2020.

Además, se sabe que los océanos tropicales influyen en el clima antártico a través de teleconexiones atmosféricas. Estos impactos tropicales son más evidentes hoy en día en la Península Antártica y están relacionados principalmente con el Océano Pacífico tropical y subtropical.

La variabilidad de los eventos de El Niño (ENSO) en los plazos interanuales es la influencia más prominente. Estas fuerzas tropicales y polares gobiernan el comportamiento de los vientos de la deriva del oeste alrededor de la Antártica que afectan la circulación del Océano Austral, la extensión del hielo marino, el secuestro de calor y carbono, y la biogeoquímica oceánica. «Sin embargo, la megatendencia muestra un vínculo estrecho con el calentamiento global antropogénico», admitió Leppe.

Por eso, la frecuente rotura de récords de temperatura no es resultado del azar. “Son una consecuencia directa del calentamiento global. El alza en la temperatura media, aumenta las probabilidades de ocurrencia de altas temperaturas y las olas de calor”, alertó Cordero.

En ese sentido, un nuevo récord de temperatura podría ser posible y dependería principalmente de la intensidad de estos fenómenos locales en condiciones de verano, en sinergia con el calentamiento global, que es un proceso de origen remoto.

«Aunque no es posible predecir con certeza estos eventos, más importante es indicar que solamente por el efecto del calentamiento global, es probable que se obtengan con mayor frecuencia valores máximos de temperatura a escala estacional», coincidió el académico de la Universidad Austral de Chile e investigador del centro IDEAL, José Luis Iriarte.

Impactos

Obviamente, estas alzas de temperaturas tienen un impacto en la flora y fauna de la zona, además de sus recursos hídricos. «En el océano puede afectar a los organismos marinos, así como también a los icebergs que se desplazan por el área afectada», sintetizó Iriarte.

También puede haber un efecto combinado. El derrumbe de la plataforma de hielo Brunt en el Mar de Weddell ofrece un ejemplo reciente de un evento extremo que ha eliminado el hábitat de la segunda colonia de pingüinos emperador más grande del mundo.

En cuanto al primer punto, la región antártica mantiene algunas de las especies más icónicas del planeta –como ballenas y pingüinos– y provee una amplia gama de importantes servicios ecosistémicos. «Estos eventos abren nuevos hábitats, especialmente para microorganismos. Un sistema de agua, con mayor radiación solar, mayor temperatura y nutrientes, son las condiciones ideales para el crecimiento de microorganismos como bacterias y microalgas», afirmó el experto del centro IDEAL.

El INACH especificó que el calentamiento fomenta el crecimiento y la propagación de plantas establecidas, una mayor producción de semillas y un mayor establecimiento de las plántulas. Varios estudios han demostrado que el cambio climático ha incrementado la disponibilidad de áreas susceptibles de ser colonizadas por las plantas, como resultado de la reducción de la cobertura de hielo y nieve y la recesión de los glaciares a lo largo de la Península Antártica. Estos cambios se asociaron a aumentos en la capacidad reproductiva de ambas especies como resultado de temporadas de crecimiento más largas y cálidas.

Sin embargo, el mejoramiento de las condiciones para el establecimiento de plantas vasculares, sumado al aumento de la llegada de seres humanos y al incremento en la temperatura y las precipitaciones en la región de la península Antártica, están facilitando el arribo y supervivencia de especies exóticas en el Continente Blanco.

A nivel hídrico, según Cordero, estas altas temperaturas tienen efectos inmediatos sobre la nieve y el hielo, provocando enormes pérdidas por derretimiento. Durante este verano, vía imágenes satelitales –Landsat8 y Aqua de la NASA–, su equipo ha detectado enormes pozas o lagos (meltponds) en la superficie de plataformas de hielo del lado este de la Península Antártica.

«Estos pozones, y dependiendo de su magnitud, pueden determinar un daño mecánico a las plataformas de hielo a través de una profundización o perforación a través de la la masa de hielo», explicó Iriarte.

“Al ser más oscura que el hielo, el agua de estos lagos absorbe radiación solar, se calienta y perfora el hielo, provocando lo que se conoce como hidrofractura”, explicó Cordero. El académico además subrayó que el derretimiento relativo a este evento se ha concentrado en la costa este de la península antártica.

Por eso, las temperaturas en las bases chilenas han estado lejos de las registradas en la Base Argentina Esperanza. Mientras en la Base Esperanza la temperatura superaba los 18 °C, a solo 160 km de distancia, en la Base Escudero del INACH, donde se encuentra la plataforma de investigación TARP-02, la temperatura máxima no alcanzó los 4 °C.

Futuros escenarios

Ahora la pregunta es qué sucederá en el futuro si la temperatura aumenta todavía más.

Recientemente, durante el desarrollo del Congreso Chileno de Ciencia Antártica, en septiembre de 2019, el investigador del British Antarctic Survey, Huw Griffiths, señaló que si se proyecta el calentamiento a los próximos decenios –fenómeno inevitable si seguimos el mismo comportamiento–, el fondo marino se verá muy susceptible.

Con un aumento de solo 0,5 °C, bastará para estresar la vida bentónica, que buscará refugio a mayores profundidades o en aguas más al sur. En una escala de 200 años más, el panorama es menos auspicioso, según Griffiths. El ambiente marino antártico sería más adecuado para especies subantárticas o de Sudamérica y no tanto para las especies nativas.

Un calentamiento de 1 o 2 °C será un problema crítico para estas especies, porque su reproducción es muy lenta y lo hacen cuando llegan a una edad muy avanzada, por lo que no habrá suficientes generaciones que puedan ir adaptándose progresivamente a los cambios ambientales.

El INACH advierte sobre una reducción de ecoespacios para especies menos tolerantes al calentamiento y, en muchos casos, en extinción. También una pérdida de masa de los glaciares, aumento del nivel del mar, intensificación de los vientos del oeste, acidificación de los océanos, llegada de especies exóticas a Antártica y, lo que es por lejos menos conocido, la puesta en jaque de la capacidad del continente antártico de modular el clima del planeta. «Y especialmente de Chile, la nación más cercana a ella», dijo Leppe.

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