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Geoffrey West, el físico teórico que propone aumentar la «diversidad» para reducir la «desigualdad» social en urbes como Santiago CULTURA|CIENCIA

Geoffrey West, el físico teórico que propone aumentar la «diversidad» para reducir la «desigualdad» social en urbes como Santiago

West, cuyo trabajo está motivado por la búsqueda de la “simplicidad subyacente a la complejidad” es actualmente profesor de matemáticas en el Imperial College de Londres, pero su campo de estudio lo ha destinado últimamente a la observación de las ciudades como organismos biológicos. Desde ese punto de vista -en conversación con El Mostrador- el científico sostiene que la desigualdad tiene consecuencias negativas, entre otros aspectos, porque anula uno de los primeros conceptos de las urbes como lugar de encuentro con el otro. «Si dejas fuera a parte de la población, dejas fuera un potencial extraordinario que llega con la interacción social. La clave exitosa es aumentar la diversidad», sostiene.


«Quiero hablar sobre si es posible mantener lo que tenemos y lo importante que es comprender lo que son las ciudades y las dinámicas sociales existentes en ellas», especialmente en relación a las capacidades del planeta en término de niveles de vida, adelanta en conversación con El Mostrador el físico teórico estadounidense Geoffrey West, cuyo centro de estudio son el papel clave de las ciudades en el futuro del planeta.

«Todo el tema del cambio climático, las desigualdades, la salud y el medio ambiente se cruzan en esto», dice. «Lo importante es que todo está interconectado, no son cuestiones individuales».

Simplicidad y complejidad

West es un físico teórico cuyo trabajo está motivado por la búsqueda de la “simplicidad subyacente a la complejidad”, abarcando desde las partículas elementales y sus implicaciones cosmológicas hasta las leyes de escala universal en biología y el desarrollo de una ciencia cuantitativa de las ciudades, las empresas y la sustentabilidad global, incluyendo tomas como el metabolismo, crecimiento, envejecimiento, mortalidad del sueño, cáncer, ritmo acelerado de vida, entre otros.

Licenciado en Física de la Universidad de Cambridge con un doctorado de la Universidad de Stanford, fue presidente y profesor distinguido del Instituto de Santa Fe (SFI), líder y fundador del grupo de física de alta energía en el Laboratorio Nacional de los Álamos.

Actualmente es profesor de matemáticas en el Imperial College de Londres, miembro de la “American Physical Society” y miembro asociado de la Said Business School de la Universidad de Oxford; autor de numerosos artículos y un libro, además ha dado muchas conferencias en todo el mundo, incluyendo Davos y TED.

Ciudad y sustentabilidad

Sus últimos trabajos buscan comprender cuantitativamente la estructura y dinámica de las organizaciones sociales, como ciudades y corporaciones, incluyendo las economías de escala, el crecimiento, la innovación y la creación de riquezas, además de sus implicaciones para la supervivencia de la sustentabilidad.

Frente a la pregunta de qué hace sostenible una ciudad, West responde que una razón por la cual la vida ha sido tan resiliente en el planeta es que todos los sistemas se adaptaron a cambios todo el tiempo a condiciones medioambientales muy especiales, y que para las urbes vale lo mismo.

«Esto significa que si las cosas cambian, si estás adaptado, puedes cambiar con esos cambios», explica. Por ejemplo, si una ciudad está muy focalizada en una actividad, un cambio de mercado puede determinar su fin, tal como sucede con una empresa.

«La mayoría de las ciudades exitosas son aquellas que facilitan la adaptación al facilitar la diversidad», dice. Y es precisamente este punto el que lleva al tema de la desigualdad y la facilitación de oportunidades a todos. «Una buena administración debe proveer infraestructura y oportunidades a la gente».

Una ciudad desigual

West reconoce que la desigualdad existente en Santiago es un reto para la ciudad, sobre todo porque plantea cuestiones como qué tipo de sociedad queremos, a pesar de que es un fenómeno usual. «La cuestión es si podemos reducir las desigualdades».

En su opinión, un término clave para enfrentar este tema es diversidad: de empleos, de negocios, de quehaceres en las personas. Un buen ejemplo es Nueva York, que considera la mejor ciudad del mundo, porque hace sentir a sus habitantes que cualquier cosa es posible, más allá del alcalde de turno.

Para West, la desigualdad tiene consecuencias negativas, entre otros porque anula uno de los primeros conceptos de las urbes como lugar de encuentro con el otro, un hecho que conduce a la creación de ideas y también riqueza.

«Si dejas fuera a parte de la población, dejas fuera un potencial extraordinario que llega con la interacción social», afirma, y pone como ejemplo a Singapur, que pasó de ser una aldea de pescadores a una de las ciudades más modernas del mundo.

Aunque reconoce que esto fue fruto de la labor de un líder autoritario como Lee Kuan Yew, destaca que dedicó su vida a crear una sociedad de oportunidades para todos sus habitantes, sin importar sus orígenes étnicos o sociales.

«Creo fervientemente en la sociedad de libre mercado y que el capitalismo ha llevado a una riqueza extraordinaria», dice, aunque reconoce que al mismo tiempo conlleva a una desigualdad y explotación de la misma magnitud. Un ejemplo de ello es su propio país, que a pesar de su inmensa riqueza cobija a millones de pobres.

La ciudad como organismo

West llegó a su reflexión sobre la ciudad como organismo a partir de su labor como físico teórico. Él ve las calles, las conexiones de agua, gas, electricidad, etc., como una serie de redes.

«Pero mucho más importante que eso es que la ciudad es una aglomeración de redes sociales de personas interactuando, hablándose mutuamente pero también en grupo, y por los resultados positivos de la misma es que estamos juntos» en instituciones como gobiernos, universidades, etc. para trabar en ideas que generan riqueza de todo tipo. «Eso hemos aprendido estudiando las ciudades».

«La cuestión es si podemos crear una ciencia de esto, de manera de tener una comprensión en general de las ciudades, como un marco para entender, por ejemplo, qué es bueno y malo para Santiago, para poder medir el éxito o fracaso de una ciudad, o de cómo lo está haciendo», explica.

«Creo que es una buena posibilidad proveer este marco, no para reemplazar, sino para complementar la forma tradicional de pensar las ciudades. Una de las cosas importantes en este sentido es que la mayor parte de la planificación urbana, geográfica y económica tiende a no basarse en principios porque es un proceso político donde dos años es una infinitud. La gente tiene un horizonte muy corto y necesitamos un marco para pensar en un horizonte mucho más largo».

Para West, esto es central porque se vincula a la sostenibilidad del planeta y la estabilidad de la interacción social.

«En ese sentido, la desigualdad está vinculada al cambio climático. Por eso necesitamos una visión más holística de las ciudades, y creo que gradualmente la gente y las alcaldías están empezando a incorporar esto».

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