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Escritora y guionista Macarena Araya lanza «Paisajes», una novela episódica CULTURA

Escritora y guionista Macarena Araya lanza «Paisajes», una novela episódica

Salvador Olivares
Por : Salvador Olivares Periodista y escritor
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Macarena Araya, ganadora del concurso de cuentos de Revista Paula, acaba de lanzar su primer libro, construido sobre una serie de relatos, que bien podría leerse como un conjunto de cuentos o una novela episódica. Nona, guionista y reconocida directora de teatro tuvo generosas palabras en la presentación de la obra de Araya que ha servido de impulso para crear un atractivo rumor en torno al libro.


“Estos paisajes de Macarena Araya son dibujados con una escritura prístina y entrañable. Un viaje a las profundidades de una memoria particular que con valentía se ofrece para ser material colectivo. Hermoso estreno literario y gran elección para el lanzamiento de la nueva editorial Noctámbula».

Lo anterior es parte de un texto que la escritora Nona Fernández colgó en sus redes sociales antes de este lanzamiento doble: el primer libro de Macarena Araya Lira y la primera publicación de Editorial Noctámbula, conformada por los escritores Mónica Drouilly y Eduardo Plaza. Esas palabras —y el lleno total en el lanzamiento del libro, con gente mirando desde el pasillo— abrieron una especie de atractivo rumor sobre este proyecto, por lo que conversamos sobre Paisajes (No habrá muerte. Aquí terminará el cuento) con su autora.

Novela episódica

-¿Cómo ve la luz este libro?

-El libro —y me gusta decir “libro” porque creo que puede leerse como un conjunto de cuentos o como una especie de novela episódica— partió como recopilación de material que había escrito desde hacía un poco más de tres años. El texto más antiguo es del 2015. Y en 2018 me contactaron Eduardo y Mónica, de Noctámbula, porque estaban interesados en revisarlos. Allí parte un nuevo proceso que tiene que ver con una relectura de estos textos y que cobran un sentido como una sola unidad. Fue un trabajado súper colaborativo y creativo. Y el lanzamiento fue bellísimo. Las palabras de Nona y Arelis fueron muy generosas.

-¿Cómo fue ese proceso de armar «Paisajes (No habrá muerte. Aquí terminará el cuento)»?

-El libro parte —conceptualmente, no en términos de orden de índice— con el texto original con el que gané el concurso de cuentos de la revista Paula, que por entonces se llamaba Ovalle. Esa historia toma una anécdota personal que luego ficcioné y empecé a escribir con esa premisa: tomar anécdotas y transformarlas en otra cosa. Por eso creo que se siente la unidad y que puede leerse como distintas etapas en la vida de un personaje, porque tiene un tono que se vincula conmigo de alguna forma no estrictamente biográfica ni de autoficción. Por eso el manuscrito tenía esa sensación. Hubo un par de historias que dejé fuera porque tenía voces masculinas y no sé, algún día las retomaré.

-¿Y todo esto fue intuitivo?

-Lo fue. En algún momento sentí un poco de susto, porque la idea inicial no era que todo diera vueltas en torno a un solo personaje y eso se fue dando con el paso del tiempo. Después me di cuenta que lo estaba haciendo. Y creo que en eso jugó un rol el paso del tiempo. Creo que el tiempo, al menos en mi caso, es un factor muy importante al momento de escribir. Este libro no se escribió en seis meses ni un año, sino que fue un proceso largo en el que descubrí la voz, el tono, la historia fragmentada, etcétera.

-Me parece que el libro hace transitar a su protagonista a través de los años, pero también hace transitar al país. Hablas mucho del movimiento estudiantil, por ejemplo. Y además te aproximas al tema de la dictadura desde un ángulo particular…

-Sí, el libro termina con un texto, llamado “Ñuñoa”, que se relaciona directamente con la dictadura y resume o trabaja con un tópico que aparece en las historias. Entra y sale. Porque, por ejemplo, el padre de la protagonista es un exmilitante comunista. Y ella, la protagonista, aunque está permanentemente pensando o analizando políticamente lo que pasa, pertenece a una clase más acomodada, media-alta. Entonces ese también es un tema, no quisimos soslayarlo durante el proceso de edición. La clase, la dictadura, son temas que quisimos abordar sin caer en el panfleto. Hay algo que dijo Nona Fernández sobre el texto final que me hizo mucho sentido: en el libro entero puedes trazar una serie de despedidas y, aunque al final la protagonista se encuentra muy sola, en ese texto se queda con algo. Algo que ya no está, una serie de recuerdos ajenos que encuentra en una casa. Y a través del personaje en el que se basa esa historia en particular, que es una mujer totalmente olvidada de la cultura nacional, también se develan cosas del país: la falta de memoria, el olvido. Somos un país que vive funcionando sobre una pila de muertos y no hemos reflexionado mucho sobre eso. Avanzamos y damos vuelta la página, no más. Creo que ese texto es un buen final.

– Sobre ese último cuento ¿Qué tan real es la historia sobre Mirella Latorre? 

-Eso me pasó a mi. Hace un tiempo tomé un taller de no ficción que daba Bisama en la UDP y nos dejó una tarea: escriban un texto sobre una casa. Yo estaba viviendo en el departamento que había pertenecido a Mirella Latorre, una megaestrella del radioteatro chileno y de la televisión entre los años cuarenta y sesenta que pasó totalmente al olvido porque tuvo que huir al exilio. Su esposo, el Perro Olivares, gran amigo de Allende y director por esos años del departamento de prensa de TVN, fue el primero en suicidarse durante el Golpe. Entonces escribí una cosa bien corta y muy mala, pero Bisama me dijo que había algo muy interesante que podía seguir desarrollando. De ahí surgió, pero yo siempre supe que iba a terminar escribiendo algo sobre Mirella, porque cuando llegué a vivir a ese departamento, su hijo me dijo “quédate estas cosas”. Y además de cosas mundanas como el refrigerador o la mesa, había muchísima información personal de Mirella: cartas, fotografías suyas en Cuba, en Barcelona, haciendo radioteatro, cuentas de la luz, su carnet de Sidarte. Tengo incluso su carnet donde aparece rechazada para entrar a Chile. Con mi mamá revisábamos las cajas y ella no lo podía creer, porque ella sí la conocía, había vivido esos años. Yo no tenía idea quién era. Hablé con su hijo y por supuesto que estoy dispuesta a devolver todo lo que él quiera. Hoy todo eso está en mi escritorio y en la bodega hay mucho más. Tengo una relación personal con Mirella y sus cosas. A veces las vuelvo a revisar, leo sus cartas… Cuando trabajé en TVN fui a buscar archivos suyos y había muy poco. Es como si la hubieran desaparecido. Ese texto sí es biográfico.

Televisión e industria

-Entre otros oficios tmbién has trabajado en televisión. Además de la crisis financiera por la que muchos canales están pasando, parece haber una forma de crisis distinta, más vinculada a lo creativo. ¿Cuál fue tu mirada desde adentro?

-Yo he trabajado como guionista en entretenimiento y estoy de acuerdo con eso. Creo que la gran crisis de la tele por una parte es económica, pero también tiene que ver con falta de riesgo. Esa ha sido mi experiencia. Tú te atreves a hacer cosas nuevas y si no funciona en dos días ya no funcionó. Y volvemos atrás: sigamos con las cosas que conocemos. Hay mucho miedo a perder la audiencia en vez de vértigo por ganarla. Quizá por eso el rating es el que es. Igual se hacen cosas buenas. Creo que la ficción está pasando por un buen momento. Creo que Pacto de sangre es una muy buena teleserie, que se han hecho series buenas. Yo apuesto más por eso, por la ficción y el rol que ha tenido el Consejo Nacional de Televisión con los fondos. Creo que allí hay una llama creativa interesante de la que hay que alimentarse y que no viene propiamente tal desde la tele, sino desde fuera: productoras que no están en los canales.

-Claro, no es gente que esté ideando estos proyectos desde la institucionalidad de los canales, sino que son fondos externos…

-Claro, es otra cosa. Y ahí hay más apuesta. Desde los ejecutivos de los canales no, porque, como te decía, hay mucho susto de perder audiencia. Sigue siendo la misma mentalidad de hace muchos años y la cosa no cambia. Si uno lo piensa, los programas más importantes de la tv chilena son los matinales. ¿Y dónde está la creatividad de los matinales? Gente sentada hablando sobre cosas durante no sé cuántas horas. Y crónica roja. ¿Dónde está la búsqueda? Y eso se replica en los programas nocturnos de conversación. El resto son noticias. Nuestra tele finalmente es un gran matinal. En parte, por eso la gente termina yéndose a plataformas donde puede elegir su contenido: Netflix, HBOGo, YouTube, etc. La tele sigue siendo conservadora y noventera. Hay flashazos de buen contenido, pero al primer tropiezo se cambian. No se defienden los contenidos ni los puntos de vista.

-Y a veces incluso terminan haciendo un poco odiables los buenos productos. Es lo que pasa con Pacto de sangre, que mencionabas como una buena teleserie, pero que han alargado innecesariamente por más puntos de rating…

-Claro, y entonces ven que resultó y empiezan a alargar las escenas del capítulo anterior y la gente se queja de que con suerte ve quince minutos de lo nuevo. Lo mismo ocurrió con Pasapalabra, que era un programa entretenido y funcionaba perfectamente dos veces a la semana. Después lo terminaron poniendo como cinco veces y la gente termina chata de Pasapalabra, ¿cachai? La tele se boicotea a sí misma y mata lo bueno que tiene. Y esas son decisiones de los ejecutivos. Me imagino que igual debe ser difícil estar en la posición de ellos, pero repito: sin riesgo no va a mejorar. O se atreven o van a seguir siendo un matinal eterno.

-¿Tú qué series estás viendo o qué recomiendas?

-De las cosas que he visto últimamente recomiendo mucho Atlanta. Es muy interesante. Habla de un grupo de afroamericanos que vive en la marginalidad y quiere triunfar en la escena del rap. Tiene además mucho humor. La segunda temporada, que está en Netflix, se compone de capítulos sobre cada uno de los personajes, como pequeños cuentos que arman un todo. Además, yo siempre recomiendo series no tan nuevas y de fácil acceso. En Netflix, por ejemplo, está completa Mad men, que es una de mis top tres de la vida y la voy a recomendar siempre. De hecho, el otro día decidí que voy a verla entera de nuevo. De las nuevas, acabo de ver el primer capítulo de Chernobyl, de HBO, y es increíble…

-¿Tiene alguna relación con el libro de Svetlana Alexiévich?

-Esa es la duda tengo. La primera historia del libro de la Alexiévich (Voces de Chernobyl) tiene mucho que ver con el primer capítulo de la serie, pero no vi que la citaran ni que dijeran “basada en…”. No lo sé. Pero se ve muy bien hecha. El libro también lo recomiendo mucho.

-¿Y recomendaciones de cine?

-En cine recomendaría toda la filmografía de Agnès Varda. Hay un documental, Rostros y lugares, que es su último filme y es fácil de encontrar. Recomiendo también La Favorita, de Yorgos Lanthimos. Es un director que me gusta mucho. Tiene otra película buenísima que se llama La langosta. Y hay otro director que recomiendo mucho, Todd Haynes. Particularmente, hay una película suya antigua, debe ser como de mitad de los noventa, que se llama Safe, una metáfora muy interesante sobre el Sida donde actúa Julianne Moore. Buenísima.

 

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