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«Dogs of Berlin»: la serie policial que muestra un Berlín real, pero no tanto CULTURA

«Dogs of Berlin»: la serie policial que muestra un Berlín real, pero no tanto

En la obra se ven tiroteos a plena luz del día, agentes de la ley corruptos que se quedan con dinero incautado, neonazis y dirigentes de fútbol de dudosa reputación. Alejander Dinger, periodista policial en el diario local Berliner Morgenpost, analiza y compara la criminalidad que muestra la ficción, con la real. «Berlín es en general una ciudad segura. La policía es muy internacional. Aunque obviamente hay una seguridad objetiva y una subjetiva». Capítulo aparte es la corrupción en el fútbol. De hecho, En Alemania, jugadores y árbitros fueron acusados de manipular los resultados en 32 partidos de las ligas inferiores.


Una imagen diferente de Berlín muestra la serie policial «Dogs of Berlin», que se exhibe en Netflix, y que incluye una escena en Santiago de Chile.

La obra de diez capítulos cuenta la historia de dos policías que investigan el asesinato de una estrella de fútbol turco-alemana. Ya estos personajes llaman la atención: uno de ellos es de ascedencia turca (y gay de paso) y el otro fue neonazi en su juventud y le gustan las apuestas.

Ambos enfrentarán no sólo a una mafia de juegos de azar de Europa del Este, sino también a un clan árabe que realiza extorsiones, entre otros actos criminales, y domina un barrio de Berlín («Kaiserwarte», que no existe en realidad) donde no entra la policía.

En «Dogs of Berlin», además, se ven tiroteos a plena luz del día, agentes de la ley corruptos que se quedan con dinero incautado y dirigentes de fútbol de dudosa reputación.

La ciudad además acaba de verse envuelta en una nueva polémica, luego que la administración de un parque decidiera «legalizar» la venta de drogas en ciertas partes del Görlitzer Park.

¿Pero es real este retrato de la ciudad que, según las propias estadísticas germanas, es la más insegura de Alemania, sólo superada por Frankfurt?

Zonas problemáticas

Alejander Dinger es periodista policial y dirige la sección respectiva en el diario local Berliner Morgenpost. Él rechaza que haya zonas de Berlín donde no pueda entrar la policía.

«Berlín es una ciudad joven, increíblemente viva, donde me encanta vivir, pero también hay zonas problemáticas», admite.

Dinger apunta a que una de ellas es el barrio multicultural de Neukölln, donde además de vivir muchos extranjeros, también hay neonazis.

Él explica que «Kaiserwarte» en realidad se encuentra en la Hermannstraße, y que la estación de metro de la cual habla la serie es Boddinstraße.

Ejecución pública

Para este periodista, la cercanía entre ficción y realidad se ve en el asesinato de un árabe, «Mahmud», ocurrido en septiembre de 2018, que fue ejecutado por tres pistoleros de ocho disparos. Fue a sólo unos cientos de metros de esa estación, una tarde de domingo.

La víctima de 36 años, nacida en el Líbano, pero sin nacionalidad por ser de origen supuestamente palestino, era un criminal de larga trayectoria, que pasó 14 años en prisión. El gobierno berlinés pidió varias veces su deportación, pero al carecer de pasaporte libanés, no fue posible.

Era parte de uno de los clanes árabes que en Alemania son asociados a delitos tan diversos como narcotráfico, prostitución y robos. Su asesinato, aparentemente, está vinculado a un enfrentamiento entre grupos criminales.

Su entierro congregó a dos mil personas, entre ellas a los miembros de un clan criminal que sufrió recientemente la incautación de 77 bienes inmobiliarios. Los autores del crimen siguen prófugos hasta hoy.

¿Policías corruptos?

La policía es otro actor sobresaliente en «Dogs of Berlin», también por las acciones dudosas de algunos de sus miembros. Sin embargo, para Dinger «se puede confiar en la policía».

«Es increíblemente internacional y diversa», destaca.

Efectivamente, según una estadística de 2017, un 25% de los policías en la capital alemana tienen orígenes migratorios. Entre aquellos funcionarios en formación, la cifra alcanza el 37%.

En cuanto a neonazismo entre los funcionarios, ninguno lo es abiertamente. La sensibilidad es enorme: el año pasado hubo un escándalo de proporciones porque en una comunicación interna un funcionario usó la fórmula «88», que es asociada a la ultraderecha y al término «Heil Hitler». Todo muy lejos de una militancia real en dichas filas.

Lo que sí hay es un grupo neonazi muy activo en el citado barrio de Neukölln, que ha atacado librerías y casas de sindicalistas y políticos de izquierda, sin detenciones hasta el momento.

En cuanto a la corrupción, Dinger admite que efectivamente hay «ovejas negras»… aunque no en Berlín.

En 2018, en el estado de Renania del Norte-Westfalia, en una investigación antimafia, dos policías fueron acusados de entregar información de manera ilegal a la mafia. Sin embargo, ni siquiera se pudo demostrar que hayan recibido dinero.

Fútbol corrupto

Un capítulo aparte es la corrupción en el fútbol. De hecho, el presidente de la asociación de fútbol alemana ((DFB) Reinhard Grindel, anunció en abril su dimisión por haber aceptado regalos indebidos. Su predecesor, Wolfgang Niersbach, también renunció: fue en 2015, acusado de comprar votos para la organización del Mundial de Alemania 2006.

En 2009 hubo un escándalo mundial mayúsculo que afectó varios países. En Alemania, jugadores y árbitros fueron acusados de manipular los resultados en 32 partidos de las ligas inferiores.  Dos futbolistas admitieron haber recibido sobornos.

El escándalo fue antecedido por otro en 2005, cuya figura central fue el árbitro Robert Hoyzer. Fue condenado junto a otros tres cómplices croatas.

Sin embargo, al igual que en el caso anterior, no se involucró partidos de la serie mayor, la Bundesliga, aunque sí en la Copa de Alemania.

Las estadísticas

En cuanto a la criminalidad, las estadísticas no mienten. Según un reporte de 2019, la capital alemana es la segunda más insegura de Alemania, sólo superada por Frankfurt. Y el delito más común el robo simple.

En este aspecto, Dinger subraya la importancia del contexto, especialmente porque Berlín es una ciudad turística. Sólo en 2018 recibió 13,5 millones de visitantes.

«Hay muchos delitos vinculados específicamente al turismo, como los robos», resalta. «Pero en comparación a otras ciudades europeas, Berlín es una ciudad muy segura».

De hecho, revela que este año la criminalidad cayó por tercer año seguido. Por ejemplo, en 2014 se registraron 131 asesinatos, pero en 2018 fueron 94.

En 2018, en comparación al año anterior, cayeron los lanzazos (-26,2), los robos de casas (-11,7), los robos de automóviles (-11,2) y los viajes en transporte público sin pagar (-26%). Subieron en cambio la evasión impositiva (+24,7%), inmigración ilegal (37,9%) y narcotráfico (7,4%).

«Sensación» de inseguridad

«Berlín es en general una ciudad segura», insiste.

«Aunque obviamente hay una seguridad objetiva y una subjetiva. Eso significa que los testigos del asesinado de ‘Mahmud’ eventualmente no perciben a Berlín como una ciudad segura», acepta.

«De hecho hace poco publicamos sobre un edificio donde reside un miembro (de un clan árabe) que aterrorizaba a sus vecinos. Tampoco ellos dirán que es una ciudad segura. Yo por mi parte sólo puedo decir que me siento muy bien en Berlín, aunque escriba a diario sobre la criminalidad».

Venta en parque

Finalmente, respecto a la liberación de ciertas zonas en el Görlitzer Park, en el barrio de Kreuzberg, para la venta de drogas, Dinger es más bien escéptico.

«Una comunidad sólo funciona cuando se aplican las reglas», comenta. Muchos de los vendedores son migrantes sin permiso de trabajo.

«El Görlitzer Park no está fuera del Estado de derecho. La venta y el consumo de droga hay que castigarlo. Quien quiera legalizar el consumo de cannabis, debe lograr las mayorías políticas».

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