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Dramaturgo chileno Marco Layera en entrevista con DW: «La realidad es excesiva» CULTURA

Dramaturgo chileno Marco Layera en entrevista con DW: «La realidad es excesiva»

Con motivo del estreno de su última obra en Alemania, «Paisajes para no colorear», Marco Layera habló con DW sobre el machismo, la violencia contra las adolescentes y los cambios que se ven en Chile.


El director chileno Marco Layera ya tiene un recorrido y un nombre en el mundo de la dramaturgia. No solo por la calidad de sus obras, sino por los principios de la compañía La Re-Sentida. Se trata de un colectivo teatral que se inició en Chile en el año 2008 con un sentimiento común y particular: el dolor por una herida que no se cierra. Layera dice que su generación está dolida por las heridas aún abiertas que dejó la dictadura. Es por eso que el juego de palabras de Re-Sentida no es casual, ya que busca volver a sentir, más intensamente, pero desde otro lugar, todo aquello que la dictadura dejó cristalizado en la memoria colectiva y que todavía se vive con rabia y dolor.

La compañía se fue gestando a partir de una serie de preguntas tales como ¿Por qué el teatro? ¿Para qué el teatro? ¿Cuál es el rol del teatro y del artista? Cuestionamientos que Layera reconoce como presentes en todas sus obras.

Artista comprometido

La compañía se ubica en el rol del artista comprometido, porque aspira a que la obrno se quede en la complacencia del aplauso. Layera cree firmemente que con su última obra, Paisajes para no colorear, finalmente lograron saltar esa barrera y llegar a la sociedad desde el espacio escénico y transformarla. La obra, que se estrenó en el Festival Internacional de Nueva Dramaturgia de Berlín a comienzos de abril, trabaja los casos de abusos y violencia contra las mujeres adolescentes a partir de relatos reales y de un trabajo colectivo con adolescentes que no son actrices profesionales.

A partir de los casos de homicidios y abusos registrados en el SENAME, (Servicio Nacional de Menores de Chile), en los últimos años, los chilenos han comenzado a mirar la problemática con mayor atención. El caso que destapó casi treinta años de irregularidades en esa institución pública fue el asesinato de Lissette Villa, el 11 de abril 2016.

Trabajo artístico ligado a lo social

Deustche Welle habló con el director y parte del elenco para conocer más sobre la obra y su visión acerca de estos temas en Chile.

¿Por qué elige trabajar con adolescentes no-actores?

Desde la obra anterior, La dictadura de lo cool, la compañía decidió hacer distintas acciones que van más ligadas con proyectos sociales que artísticos. Nos preguntamos, entonces, ¿cómo hacer un trabajo artístico que esté profundamente arraigado a un trabajo social? Si vamos a presentar una obra a una comunidad que no tenga acceso al teatro, también deberíamos juntarnos con ellos para compartir, dialogar e intercambiar experiencias porque creo que ya no basta con solamente hacer teatro.

La obra, desde su premisa, pareciera querer romper la imposición del androcentrismo, del hombre blanco, del cisgénero, y así va yendo cada vez más profundo hasta querer romper con la imposición del adulto, que es quien le dicta al joven las reglas de cómo vivir. Entonces, ¿cómo ve la educación de los niños y los adolescentes en Chile?

En esta obra no hay tanta contradicción. Como director tuve que enfrentar este problema para no caer en la hipocresía de hacer lo que critica la obra. Yo nunca tuve la visión del director al que se lo considera un semi-Dios que hace y deshace. Yo creo en la producción colectiva y, desde esa perspectiva, el director es quien tiene el rol de articular las experiencias, los saberes y recursos escénicos presentes en el proceso, pero siempre con un decir colectivo. En ese sentido, este proceso en el que trabajamos con adolescentes lo abordé de la misma manera: trabajando desde un plano horizontal, creyendo en los procesos colectivos donde lo más importante es la autoría de quien participa, porque hay muchos directores que piensan por los actores y a mí no me interesa eso.

Algo que nos sorprendió fue que los temas que les interesaban a estos adolescentes de trece a diecisiete años, eran aquellos que estaban en la agenda pública… Eso habla de una nueva generación, de un nuevo paradigma de una generación empoderada con un acceso al conocimiento amplísimo que no tenía mi generación.

Para los temas de la obra hicimos una investigación exhaustiva que nos llevó casi un año y durante el trabajo con las actrices a veces nos preguntábamos si no era mucho lo que estábamos mostrando. Pero lo que pasa es que la realidad es excesiva. En los seis meses que trabajamos la obra, seis de entre nuestras compañeras adultas y de las niñas del elenco fueron víctimas de abuso sexual.

¿Por qué cree que fueron silenciados los homicidios que se retratan en la obra?

No es que sean silenciados, sino que a nadie le importa en la cultura que vivimos. Aunque sí hay casos más escuchados en Chile, como el de la niña que murió en el Servicio Nacional de Menores Luego de investigar, se dieron cuenta que durante diez o veinte años, hubo miles de muertes en el SENAME (se habla de 1.313 casos entre 2005 y 2016– NdR) . Este fue un escándalo en Chile pero luego se silenció con pactos políticos. Nunca hay responsabilidad política. Generalmente quedan en las crónicas rojas de los diarios. Pero lo más importante es que la gente se entere y sepa que es común y que es una realidad cotidiana en nuestro continente.

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