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Marcial Parraguez y la comedia gordofóbica: «Somos mucho más que un chiste que puede contar un hombre flaco» CULTURA

Marcial Parraguez y la comedia gordofóbica: «Somos mucho más que un chiste que puede contar un hombre flaco»

Andrés Cárdenas
Por : Andrés Cárdenas Periodista El Mostrador
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El periodista y comediante cree firmemente que quienes hacen humor de personas con sobrepeso son simples, básicos, aburridos y repetitivos. «Es triste. Dan un poco de lástima, no entiendo cómo no existe un esfuerzo por modificar los códigos con los que se hace humor», manifestó. En entrevista con El Mostrador, respondió a quienes recalcan que ser gordo no es saludable y explicó que su lucha no pone los ojos en la frontera de la salud, sino que en las industrias e instituciones que son potenciadas por las «policías de los cuerpos».


No cabe duda. La obesidad prende las alarmas de las autoridades de salud que buscan soluciones como la Ley de Etiquetado o el programa Elige Vivir Sano. Todo esto tiene una connotación positiva dado que, efectivamente, la salud de muchas personas que padecen de obesidad durante un tiempo prolongado se encuentra en riesgo.

Sin embargo, pareciera que este tema muchas veces es tergiversado a partir de los patrones estéticos establecidos, bajo los cuales el objetivo de una persona es alcanzar un cuerpo ideal basado en la delgadez.

Marcial Parraguez lo tiene más que claro y desde su tribuna -el periodismo y la comedia- combate una masiva «gordofobia» en la sociedad chilena. El activista define el término como los hechos relacionados al odio que sienten ciertos grupos a las personas con cuerpos gordos. Sin embargo -añade- la gordofobia no es sólo eso, sino que resguarda el miedo de algunos a ser, eventualmente, gordos.

«Los gordos en Chile somos un ‘problema de salubridad’. Un 45% de los niños viven la gordura y esto es un ‘problema’ que se abarca sólo desde la moralidad de lo que significa ponerse algo en la boca o no. Se sigue trabajando desde el binario flaco-gordo, flaco sano/gordo enfermo».

Para Parraguez, esta desmitificación es una de las tareas del activismo gordo. Sin embargo -advierte- «hay que distanciarse de la victimización y de la reducción en lo que nos convierte esa discriminación diaria para hablar desde la potencialidad de nuestro ser singular, único y gordo y no homogeneizar nuestros cuerpos».

La contagiosa risa gordofóbica

Dice que este miedo hacia la gordura es propagado por la industria cultural a través de sus distintas manifestaciones como en el teatro, la publicidad, el cine y, sobre todo, los medios de comunicación. ¿Cómo combatirla? Una de sus herramientas es la comedia.

Es periodista y hace Stand Up Comedy. Empezó en Tomé, su ciudad natal, y dice que todo comenzó por la posibilidad de disputar este espacio ocupado -en ese tiempo- por «flacos, hombres y heterosexuales». Su rutina se basa en la vida de una persona gorda en el mundo de las comunicaciones, es decir, su vida «con colegas que venden sus cuerpos en reuniones para conseguir clientes y sobre cómo yo tengo o no que ver en ese mundo carente de sensibilidad, en el que estas personas flacas sufren por no ser más flacas».

[cita tipo=»destaque»]El mundo de los medios de comunicación es terrible en ese sentido y al menos a mí me funciona perfecto para hacer la rutina y tensionar esta realidad. Mi rutina es cero victimizante, me alejo completamente de esta idea.[/cita]

El humor es político, siempre lo ha sido, dice citando a su amiga -y también comediante- Su Opazo. «Las feministas históricamente han utilizado el humor para hacer sus fechorías», por lo que «la comedia permite imaginar nuevas posibilidades de subsistencia, y dota de potencialidad crítica un discurso que generalmente se lee como superficial o poco relevante».

«Actualmente la gente está escuchando más seriamente a los comediantes que a la clase política», asegura.

El humor es variado y por años se ha perpetuado la idea de hacer a diestra y siniestra «chistes de gordos», basta con ver rutinas televisadas del siglo pasado para darse cuenta de esto. De hecho, para Marcial donde más se encuentra este «fascismo corporal» es en la televisión abierta, que hasta hoy se repiten constantemente rutinas de «hombres violentos, que se burlan de las personas gordas, negras/morenas, y una larga lista de categorizaciones».

Cree firmemente que los comediantes que hacen humor de personas con sobrepeso son unos simples, básicos, aburridos y repetitivos. «Es triste. Dan un poco de lástima, no entiendo cómo no existe un esfuerzo por modificar los códigos con los que se hace humor», dijo.

Estos son otros tiempos y Parraguez es categórico: «Nuestras biografías nos pertenecen, ya hemos sido silenciados por otros que quieren contar nuestras historias, reírse de nosotros. Los gordos somos mucho más que un chiste que puede contar un hombre flaco con la aprobación de la televisión».

Explicó que el activismo gordo no pone los ojos en la frontera de la salud, sino que en las industrias e instituciones que son potenciadas por las «policías de los cuerpos», como lo llama la activista gorda argentina Laura Contreras.

Y pese a que se entiende que los cuerpos son de todas las formas posibles e imaginables, agregó, «cuando existimos quienes desbordamos estas ideas normativas se hace todo lo posible por vulnerar nuestros derechos humanos. Lo que hace a estas personas no querer habitar en sus cuerpos, transformándolos y higienizándolos y homogeneizándolos».

El comediante agrega que las personas flacas también mueren de cáncer, de diabetes, de problemas al corazón, «pero a los gordos se nos carga todo este peso, porque se asume que llevamos una mala alimentación o que somos sedentarios».

Parraguez explicó que hay gorduras muy saludables, muy activas y muy “sanas o saludables”, como también hay delgadez enferma. «Muy seguido a la gordura se le trata con morbo, como si nadie más muriera, sufriera de las probabilidades que se nos cargan únicamente a nosotros. Incluso desde el terreno de los feminismos nuestros cuerpos son mirados como enfermos, es algo generalizado en el tejido social».

A pesar de su lucha, es pesimista respecto al futuro y no cree que exista alguna fórmula que logre terminar con la gordofobia, menos en Chile. «Sí creo en las alianzas políticas, en trabajar en conjunto y colectivamente armar nuevas formas de relacionarnos, unas menos violentas y dogmáticas. Mientras, deberíamos abarcar la lucha gorda desde lo político y no desde lo moral».

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