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Rob Knight, el científico que lucha para impedir la «extinción» de la fauna interna en nuestro cuerpo CULTURA|CIENCIA

Rob Knight, el científico que lucha para impedir la «extinción» de la fauna interna en nuestro cuerpo

El trabajo del microbiólogo estadounidense está centrado en cómo los microbios están ligados a enfermedades humanas, cómo cambian y se desarrollan, y en cómo recuperar los microbios que los seres humanos están perdiendo no solo por los antibióticos, sino también por el uso del aire acondicionado en edificios aislados, por ejemplo. En este sentido, es clave la recuperación de la «fauna interna», «tanto como el cuidado del medio ambiente alrededor de nosotros».


El uso de microorganismos para combatir distintas enfermedades propone el científico estadounidense Rob Knight, una de las estrellas del reciente Congreso Futuro, la principal reunión de divulgación científica que se realizó en Santiago y regiones la semana pasada.

Knight dictó una charla magistral el jueves pasado para explicar su trabajo, que ha vinculado a los microorganismos a una variedad de afecciones de salud, como la obesidad y la enfermedad inflamatoria intestinal, y mejorado la comprensión de los microorganismos en entornos que van desde los océanos hasta la tundra.

Aunque muchos de estos tratamientos aún se encuentran en etapa de estudio, el especialista espera que en los próximos años puedan ser aplicados de manera corriente en seres humanos.

Crédito: Koji Furukawa.

Mundo invisible

Knight es licenciado en bioquímica en la Universidad de Otago, y doctor en ecología y biología evolutiva en la Universidad de Princeton. Fue profesor de química y bioquímica y ciencias de la computación en el Instituto Bio Frontiers de la Universidad de Colorado en Boulder, y es miembro de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia y de la Academia Americana de Microbiología.

Actualmente dirige el Centro de Innovación de Microbiomas. Su laboratorio ha producido muchas de las herramientas de software y técnicas de laboratorio que permitieron la ciencia de microbiomas de alto rendimiento. Es cofundador de Earth Microbiome Project, el American Gut Project y la compañía Biota, Inc., que utiliza el ADN de microorganismos en el subsuelo para guiar las decisiones de los campos petroleros.

«Mi laboratorio, en la Universidad de California, y el Centro de Innovación de Microbiomas que dirijo, desarrolla mucha tecnología nueva para ver el mundo invisible de los microbios que hay alrededor de nosotros y dentro de nosotros», explica.

Su trabajo está centrado en cómo los microbios están ligados a enfermedades humanas, cómo cambian y se desarrollan, y en cómo recuperar los microbios que los seres humanos están perdiendo no sólo por los antibióticos, sino el uso del aire acondicionado en edificios aislados, por ejemplo.

En este sentido es clave la recuperación de la «fauna interna», «tanto como el cuidado del medio ambiente alrededor de nosotros».

Diversas enfermedades

Muchas enfermedades han sido vinculadas a los microbiomas en los últimos años. Entre ellas se cuentan la obesidad, enfermedades cardiovasculares, artritis, diabetes e incluso esclerosis múltiples, Parkinson, autismo y probablemente Alzheimer, según Knight.

«Lo que debemos aprender es a curar esas enfermedades cambiando los microbiomas humanos», pues las investigaciones de su grupo ya lo han podido hacer en ratones. Sin embargo, admite, una cosa no implica la otra.

«Básicamente lo que hacemos es cambiar el ecosistema mediante la adición o sustracción de especies de microbios que son naturales», explica. «Muchas drogas ya lo hacen, pero nosotros no lo sabíamos. Y no solo antibióticos, sino drogas que apuntan a los microbiomas o sus enzimas. Esa es una manera. También puedes usar probióticos, que promueven microbiomas ‘buenos’, o virus».

Esto último se refiere al uso de virus para eliminar a los microbiomas «malos» que incluso eran resistentes a los antibióticos, algo que ya probó con éxito en su laboratorio.

Trabajo colaborativo

Hasta ahora esta labor ha tenido gran éxito en ratones. En su caso, con el secuenciamiento de ADN, la crianza de ciertas bacterias y el desarrollo de software.

«Con algunos colaboradores tenemos mucho éxito en cambiar fenotipos en ratones. Con colaboradores clínicos hemos tenido éxito en ver las diferencias entre pacientes sanos y enfermos. Ahora estamos empezando en seres humanos para ver cómo cambiar los microbiomas y poder controlar los procesos».

Knight destaca que es un tipo de trabajo que un laboratorio no puede hacer solo, ya que se necesitan profesionales de distintas especialidades.

Salvar vidas

Aunque el trabajo de Knight y su equipo aún no se aplica en forma generalizada a seres humanos, sí ha sido probado en ciertos casos excepcionales. Por eso dice con orgullo que «hay algunas personas que andan caminando por ahí ahora, que están vivas, y no lo estarían de haber recibido un tratamiento con microbiomas».

También «ha habido transplantes de microbiomas» de personas sanas a enfermas, con diversos grados de éxito según la enfermedad, incluso en autismo.

«Hay mucho potencial allí», sobre todo porque hay casos en que mientras los antibióticos tienen una efectividad de 30%, el tratamiento con microbiomas llega al 90%. Incluso nombra un caso reciente de siete personas a las cuales este último les salvó la vida, literalmente, con la introducción de un virus para matar a una bacteria.

Forma de administración

La forma de administrar el tratamiento puede ser por vía oral o anal, en la forma de pastillas, pero también existen suplementos alimenticios para el desayuno o inyecciones, esto último especialmente para inocular virus.

Otro campo de trabajo, específicamente en la medicina especializada, es el análisis de los microbiomas en cada persona, ya que Knight destaca que los alimentos afectan de manera diferente a distintas personas. Knight cree que este tipo de exámenes serán usuales en algunos años más.

«Nosotros ya lo hacemos a nivel de laboratorio y podemos recomendar qué fármaco debiera tomar un paciente», señala. También «implantan» las enfermedades de algunos humanos en ratones para ver qué tratamiento es mejor.

«Todo eso se ha hecho y publicado en las revistas científicas. Lo que sucede es que aún es muy caro y no se ha hecho a nivel clínico con miles de personas. Pero la investigación definitivamente va en ese dirección», concluye.

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