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Slavoj Žižek, una mente peligrosa: “Solo cuando no sabemos qué hacer, podemos llevar a cabo el cambio” CULTURA|OPINIÓN

Slavoj Žižek, una mente peligrosa: “Solo cuando no sabemos qué hacer, podemos llevar a cabo el cambio”

María José Quesada Arancibia
Por : María José Quesada Arancibia Licenciada en Filosofía. Coordinadora general en El Mostrador
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Žižek, en «El coraje de la desesperanza. Crónicas del año en que actuamos peligrosamente» (Ed. Anagrama) hace un diagnóstico sin tapujos de los grandes ejes que eternizan el Capitalismo Global, que movilizan la política actual en un paradójico statu quo de Izquierda y populismo de Derecha, y las complejidades teóricas y prácticas que estos generan a la hora de abordarlos. Se enfrenta críticamente a grandes temas como la migración, la moralización de la política, la falsa tolerancia, los populismos, la religión, los estallidos de violencia, situando el problema crucial de la identidad cultural y la cuestión central de cómo convivir bajo modos de vida incompatibles, como, por ejemplo, entre  musulmanes y liberales producto de los flujos migratorios.


Considerado como la mente más peligrosa de Occidente, el filósofo esloveno, Slavoj Žižek, produjo su último libro El coraje de la desesperanza, traducido al español por Damià Alou y publicado en octubre del 2018 por Editorial Anagrama. Bajo el subtítulo, Crónicas del año en que actuamos peligrosamente, este provocativo pensador parte con una frase que toma de una entrevista a Giorgio Agamben: “el pensamiento es el coraje de la desesperanza”.   

Y es que una de las preguntas o cuestiones cruciales en el escenario global actual es precisamente qué hacer, cuáles son las alternativas para afrontar este presente tan lleno de incertidumbre, paradojas, contrariedades, violencia, frustración y desplazamientos políticos, que navegan de modo superficial entre medidas efectistas, que utilizan los valores morales como herramientas ideológicas, que no hacen más que perpetuar el modelo, y ser parte de la reproducción infinita de desigualdad y, cada vez mayor, segregación social.

[cita tipo=»destaque»]Žižek toma como ejemplo la película V de Vendetta y se pregunta cómo sería la segunda parte, es decir, cómo organizaríamos nuestra vida cotidiana después de la revolución; ese es el reto. La fatalidad y la desesperanza aparecen como un posible motor de radicalidad y cambio, sobre todo en situaciones extremas como la derechización de la política, que se exacerba con figuras como Trump. El desafío consiste en generar un conocimiento que permita relacionarnos desde otros modos, imponer nuevas costumbres que regulen la vida cotidiana… “y esa es la tarea más difícil de una revolución: crear “nuevos clichés”  para la vida cotidiana habitual”.[/cita]

Slavoj Žižek hace un diagnóstico sin tapujos de los grandes ejes que eternizan el Capitalismo Global, que movilizan la política actual en un paradójico statu quo de Izquierda y populismo de Derecha, y las complejidades teóricas y prácticas que estos generan a la hora de abordarlos. Se enfrenta críticamente a grandes temas como la migración, la moralización de la política, la falsa tolerancia, los populismos, la religión, los estallidos de violencia, situando el problema crucial de la identidad cultural y la cuestión central de cómo convivir bajo modos de vida incompatibles, como, por ejemplo, entre  musulmanes y liberales producto de los flujos migratorios.

Junto con ello se pregunta si hay alternativas al sistema actual y si queremos tenerla o nos acomoda operar bajo la idea utópica de un cambio, pero que guarda este profundo secreto que no cambiará…

En términos generales, Žižek señala que existe una visión idealista al considerar una especie de “luz al final del túnel”, cuando probablemente no es más que otro tren que va en dirección contraria.  Ante esa metáfora es inevitable no recordar a Louis Althusser en El porvenir es largo: “Un idealista es un hombre que sabe no sólo de qué estación sale el tren, sino cuál es su destino: lo sabe por anticipado y cuando sube a un tren sabe adónde va porque el tren le lleva. El materialista, por el contrario, es un hombre que se sube al tren en marcha sin saber de dónde viene ni adónde va”.

Dicho de otra manera, no es que haya una respuesta respecto al después de la revolución, es inimaginable y lo más aconsejable es comprender que no hay alternativa, y el coraje precisamente en eso consiste, en navegar en esa imposibilidad: “Solo cuando desesperamos y ya no sabemos qué hacer podemos llevar a cabo el cambio: tenemos que pasar por ese punto cero de desesperanza”. “El sueño de una alternativa es señal de cobardía teórica y funciona como un fetiche que nos impide analizar detenidamente hasta el final el punto muerto en el que nos encontramos”. Ese punto muerto de desesperanza es precisamente el que podría posibilitar un cambio radical, en donde el problema sería resignificar al comunismo.

Žižek toma como ejemplo la película V de Vendetta y se pregunta cómo sería la segunda parte, es decir, cómo organizaríamos nuestra vida cotidiana después de la revolución; ese es el reto. La fatalidad y la desesperanza aparecen como un posible motor de radicalidad y cambio, sobre todo en situaciones extremas como la derechización de la política, que se exacerba con figuras como Trump. El desafío consiste en generar un conocimiento que permita relacionarnos desde otros modos, imponer nuevas costumbres que regulen la vida cotidiana… “y esa es la tarea más difícil de una revolución: crear “nuevos clichés”  para la vida cotidiana habitual”.

Una de las críticas a la Izquierda europea es cómo ésta ha afrontado el problema de los refugiados bajo un discurso de multiculturalidad y “comprensión” del otro como la figura del nuevo proletariado global, una especie de insumo suplente para el posible inicio de una revolución, sin tomar en cuenta precisamente esa otredad y deseos, en no pensar más bien qué hacer para coexistir entre identidades culturales tan diversas.

Žižek señala que “la cuestión no consiste en reconocernos en los extranjeros, en regodearnos en la confortadora falsedad “son como nosotros”, sino reconocer al extranjero que hay en nosotros.” Desnaturalizarnos, “la tarea consiste no en idealizar a los refugiados, sino en aceptarlos como son, iguales a nosotros no en su humanidad, sino en su oportunismo carente de principios y en sus mezquinas perversiones”.

El Capitalismo Global se ve amenazado actualmente por el terrorismo, las tensiones geopolíticas en China y Rusia, los movimientos emancipadores en Grecia y España, los flujos migrantes, pero ninguno de estos fenómenos posibilitan una alternativa, más bien lo perpetúan. Así la ciudadanía se ve envuelta en furias caóticas, insatisfacción sin metas, rabias que se diluyen o se transforman en populismos de derecha, pensamientos binarios o medios sin fin, como diría Walter Benjamin en Para una crítica de la violencia.

Los antagonismos que provoca este modelo tiene sus efectos que se manifiestan a través del lenguaje, los medios de comunicación, el calentamiento global, debates en torno a la biogénetica, y en definitiva sobre el bien común de la propia humanidad, que mientras se torna más global, más segregación y racismo padece.  

Žižek intenta a través de estas páginas, en su estilo hegeliano y dialéctico, dar un nuevo enfoque al concepto de Comunismo que el deseo de bien común viene a resucitar, el cual debe reinventarse para que haya posibilidad emancipatoria. Asimismo, este polémico autor, enfrenta de manera singular a quienes lo interpelan y reducen su pensamiento a la tesis de sus supuestos cinco pecados capitales imperdonables: “eurocentrista, rechazo al Grexit (salida de Grecia de la eurozona), crítica a la transformación de los migrantes como nueva forma de proletariado global, insistencia en los problemas de identidad cultural, dudas de algunos componentes ideológicos del movimiento LGBTI+, y su “apoyo” a Trump”.  

Este libro atraviesa los diferentes puntos de vista sobre estos fenómenos que, sin embargo, mantienen al mercado global intacto y otorga una vuelta de tuerca en el modo de mirar y reflexionar sobre ellos. Así es como visibiliza el operar de la Izquierda liberal que cede en lo cultural y simbólico pero no en lo profundo que es el modelo económico y que arroja estos antagonismos. O personajes tan aberrantes como Trump, que pueden desencadenar un despertar en la Izquierda y una respuesta diferente que permita articular una oposición radical emancipatoria.

El coraje de la desesperanza. Crónicas del año en que actuamos peligrosamente 

Slavoj Žižek

Editorial Anagrama

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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