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La Fantástica “Fábula» de los hermanos Larraín Las redes de poder de Pablo y Juan de Dios en la industria del cine mundial

La Fantástica “Fábula» de los hermanos Larraín

Fábula se ha podido conectar con actores claves de la industria mundial, porque en el cine, como en cualquier otro negocio, los contactos son claves. Ahí están Peter Danner, su agente de ventas hace una década a través de la firma Funny Baloons; Michael Barker, uno de los fundadores de Sony Classic Pictures, clave en el lobby para obtener el Oscar; el ejecutivo de HBO, Luis Peraza; el director del Festival Internacional de Cine de Berlín, Dieter Kosslick, y su par de Cannes, Thierry Frémaux.


El Oscar que recibió Una mujer fantástica, de la productora de cine y publicidad Fábula, el domingo pasado, corona un trabajo de casi quince años en el mundo del cine. Entremedio, la empresa de los hermanos Pablo y Juan de Dios Larraín Matte, dos de los seis hijos del senador y futuro ministro de Justicia Hernán Larraín y la ex ministra de Vivienda Magdalena Matte, supo de éxitos y fracasos.

La prolífica obra de Fábula, tal como revela su propio sitio web, incluye 25 películas, una serie de televisión (Prófugos de HBO) y más de 500 comerciales nacionales e internacionales.

Siempre apuntaron al mundo. «Su foco está claramente en el mundo internacional», comenta Sebastián Freund, presidente de la Asociación de Productores de Cine y TV (APCT). «Nunca buscaron el éxito local», añade.

Catálogo exitoso

Entre las principales cintas de su catálogo se cuentan Tony Manero (2008), Post mortem (2010), Joven y alocada y No (2012), Gloria (2013), Las niñas Quispe (2014), El club (2015), Neruda (2016) y la propia Una mujer fantástica (2017), todas cintas de autor, junto a otras mayormente dirigidas al mercado chileno, como las exitosas comedias Grado 3 (2009) y Barrio universitario (2013), más bien excepcionales y de un nicho del cual se retiraron tras el fracaso de Héroes (2015).

Todo es fruto de «un gran equipo multidisciplinario que trabaja en conjunto para transformar ideas y proyectos en producciones de calidad», según reza el sitio de la firma, que empezó con una oficina de la calle Holanda en Ñuñoa y gestiona otra en el LA Center de Los Angeles, California, desde fines del año pasado.

Además del principal premio de Hollywood, al cual ya había sido nominada en 2013 (No) y 2017 (Jackie), Fábula presume en su carpeta de otros galardones, como Sundance (Mejor guión por Joven y alocada, 2012, y Mejor dirección por Cristal Fairy, 2013), Cannes (Quincena de Realizadores por No, 2012) y la Berlinale (Mejor Actriz por Gloria en 2013 y El Club en 2015).

Sin embargo, también es cierto que Fábula se ha podido conectar con actores claves de la industria mundial, porque en el cine, como en cualquier otro negocio, los contactos son fundamentales.

En el caso del Oscar, sin duda pesaron «las redes que Fábula fue forjando gracias a sus películas anteriores. Es una productora con carrera», según comenta el productor Bruno Bettati.

Ahí están Peter Danner, su agente de ventas hace una década a través de la firma Funny Baloons; Michael Barker, uno de los fundadores de Sony Classic Pictures, clave en el lobby para obtener el Oscar; el ejecutivo de HBO, Luis Peraza; el director del Festival Internacional de Cine de Berlín, Dieter Kosslick, y su par de Cannes, Thierry Frémaux.

Lo anterior, sin pasar por alto la inversión del Estado en promover el cine nacional en el exterior en una política sostenida por 25 años, según Bettati, hoy a través de CinemaChile, una alianza público-privada que incluye a Corfo y ProChile, que entre otros fue impulsada por el propio Juan de Dios.

«Son los contactos los que hacen el sueño del cine, porque hoy en día la única forma de hacerlo es internacionalmente», comenta Jorge López Sotomayor, presidente de la Asociación de Directores y Guionistas de Chile (ADG).

La importancia de la publicidad

¿Pero cómo fue la historia de Fábula, desde ese «fracaso» que fue su primera película, Fuga, hasta Una mujer fantástica? ¿Cómo fueron construyendo su éxito?

Fábula nació cuando Pablo Larraín (1976), que estudió Comunicación Audiovisual en Uniacc, quiso producir su primer largometraje, Fuga (2006). Ahí invitó a participar como productor a su hermano, Juan de Dios, que acababa de terminar de estudiar Derecho en la UC, y cuya experiencia en el área como productor se limitaba a las fiestas de Año Nuevo en la rotonda Pérez Zujovic.

«Cuando terminamos la película, pensamos en hacer un par de comerciales para poder sostener la estructura mientras la estrenábamos», señalaba Juan de Dios en una entrevista con Daniel Olave.

Un «mientras tanto» que ya lleva 14 años y se convirtió además en una importante fuente de ingresos: la publicidad. El primero comercial fue para DirectTv. A la fecha llevan hechos 500, una media de tres mensuales. Esto sostiene a Fábula mientras rueda cine.

Primer objetivo, el mercado internacional

Los Larraín son de una familia oligárquica, con presencia en el mundo político, aunque este sea uno que conflictúe a Pablo. Él y Juan de Dios estudiaron en el Colegio Apoquindo y el San Francisco de Asís. Larraín padre, en cambio, lo hizo en el Saint George y es abogado de la UC, senador desde 1994 –incluso fue presidente de la Cámara Alta– y ex presidente de la UDI. Magdalena Matte, ingeniera de la UC y empresaria, en tanto, no solo está emparentada con el presidente Arturo Alessandri, sino también con los Matte Larraín, jefes del grupo Matte, el tercer consorcio económico del país (CMPC, Entel, Banco BICE, etc.).

Este background, sin duda, otorgó confianza a lo hora de emprender una carrera, además de los primeros contactos, por ejemplo, para buscar financiamiento.

Otro de los secretos de su éxito ha sido la ambición. Desde el comienzo, los Larraín, a nivel general, se concentraron en crear «productos de calidad» que pudieran «exportarse», en palabras de Bruno Bettati. Pablo como director siempre apuntó a ser internacional. «Fue el primer director exportable de Fábula», indica Bettati.

En esto son claves los festivales de clase A, que son apenas 15 en el mundo: allí figuran Cannes, Berlín, Venecia y San Sebastián. Algo que lograron sobre todo a  partir de 2008, cuando Tony Manero se mostró en el evento galo.

«Cuando uno hace películas, o las hace para el mercado local o uno trabaja para que la película se instale en el ámbito internacional y tenga un viaje potente afuera», señala Juan de Dios a El Mostrador.  Y fue este último el camino que eligió Fábula, con la excepción de algunos títulos como Barrio universitario.

Esa dicotomía «no tiene nada especial. Todos los productores y directores que hoy hacen películas» eligen tomar un camino u otro. En su caso, tomaron ese camino «porque (afuera) es donde existe el mercado y están los espectadores».

Una vez tomada esa decisión, «no hay otra manera de hacerlo, es a partir de coproducciones, de fondos internacionales, de equity (capital de inversión) en países como Estados Unidos, como lo hemos hecho con Participant Media», la firma de Hollywood que aportó, junto a la alemana  Komplizen Film, para Una mujer fantástica.

«No solo el mercado está afuera, en términos de explotación, sino también de estructuras de financiamiento», agrega Juan de Dios.

Comenta que lograr un éxito en Chile y en el exterior de forma simultánea es «muy difícil, no lo hemos logrado nunca». Su éxito en festivales internacionales contrasta con la poca resonancia que han tenido sus cintas en nuestro país. Uno de sus mayores hitos a nivel local fue la cinta No (2012), que logró 200 mil espectadores, en comparación con los 1,2 millones de Sin filtro (2016), de Nicolás López.

«Fuga», a lo grande

Los contactos además han sido claves para el tema del financiamiento. No por nada, ya para su primera película (Fuga) lograron juntar un millón de dólares, una fortuna.

«Antes de partir produciendo, yo y mi hermano Hernán fuimos a ver a todos los productores que había en Chile y a varios directores, con papel y lápiz», recuerda Juan de Dios.

«Tuvimos muchas reuniones donde levantamos mucha información y con eso hicimos un plan de negocios», para el cual fue clave el fallecido emprendedor Nicolás Boetsch, creador del portal Bazuca.com. A Juan de Dios y Boetsch los presentó un amigo en común: Juan José Díaz. «Él nos dijo que conocía a alguien que nos podía ayudar», recuerda.

Sumaron un fondo audiovisual que ganaron, más Ibermedia (un fondo iberoamericano) y recursos de Argentina, se acogieron a la Ley de Donaciones Culturales y dineros privados. La mitad fue financiada por seis inversionistas privados que se embarcaron como productores asociados, contó Pablo Larraín a El Mercurio.

Entre ellos, figuraron Christian Blanco, el propio Boetsch, el publicista Tomás Dittborn, que ganó un premio en Cannes con un comercial (hoy de la agencia Dittborn y Unzueta) y Ricardo Fernández de Rota, en su época el «Rey Midas» de la publicidad y dueño de la productora Cine Cien, que luego sufriría una estrepitosa caída.

Con ese dinero, lograron sumar dos estrellas: Benjamín Vicuña, ya en esa época un galán de las telenovelas locales («Piel canela», «Pecadores») y Gastón Pauls, un veterano de la TV argentina que a esa altura había filmado éxitos como Nueve reinas y Nueces para el amor.

La película fue destrozada por la crítica local, aunque logró 100 mil espectadores. Obtuvo premios en festivales como Cartagena, Málaga y Trieste.

De Cannes al mundo

Aun así, Juan de Dios confiesa que dudó si seguir en el tema del cine tras ese debut. Pero dijo que quiso darle otra chance. Después de La vida me mata (2007, de Sebastián Silva, que obtuvo una mención en Sanfic) vino Tony Manero (2008), que a diferencia de Fuga tuvo un presupuesto mucho más modesto. Fue protagonizada por Alfredo Castro, a quien Pablo había conocido en un seminario de dirección. Y les permitió dar un salto internacional.

«Esa película nos puso en el mapa, porque quedó en el festival de Cannes», cuenta Juan de Dios. ¿Pero cómo llegaron a Cannes? «La mandamos, como cualquier persona. No conocíamos a nadie en Cannes. Página web, dirección… la mandamos», dice.

El festival galo es exigente. Solo en 2017 postularon 2 mil cintas, de las cuales se eligió una veintena: un 1%.

«Con Cannes se nos abrió el mundo», señalaba Juan de Dios. «Entendimos qué rol podíamos tener en la industria, qué oportunidades teníamos. Y nos dimos cuenta de que había oportunidades», detalló.

Una vez seleccionados, viajaron a Francia y se metieron en un  mundo nuevo.

«Habíamos ido a Cannes antes a conocer, sin película, pero una vez que estás con película te involucras mucho más porque la película se empieza a vender, conoces distribuidores, conoces otros actores, conoces otros agentes de ventas. Es mucha, mucha gente, y toma mucho tiempo ir abriendo puertas», recalca.

Fue ahí donde conocieron a Danner, de Funny Baloons, que desde entonces ha vendido sus principales películas. La firma con sede en París no solo tiene Una mujer fantástica, sino todo el catálogo de Pablo (la trilogía compuesta por Tony Manero, Post mortem y No, más El club y Neruda), Lelio (Gloria y El año del tigre), y Nasty baby, de Sebastián Silva.

Dunner ha sido clave para la trayectoria de Fábula. Trabajó más de 10 años en distribución en 20th Century Fox Internacional, comenzando en la oficina de Suiza de la compañía y más tarde se desempeñó como director de ventas de Europa, Oriente Medio y África.

«Como en cualquier industria, se van armando redes, en un mercado donde hay mucha gente», precisa Juan de Dios.

En el cine, «como en toda relación de negocios, los contactos se basan en la confianza y la palabra. Tú conoces a gente cuando viajas para allá o ellos vienen para acá, y en ello hay palabras que se dan, confianzas que se construyen en base al cumplimiento de esas palabras. No hay más truco que ese para generar redes», complementa Bettati.

Freund recalca, eso sí, que uno puede tener todos los contactos del mundo, pero que sin una buena obra, no aseguran nada.

«Los mejores vehículos son tus obras. Los otros te conocen por productos que tú has hecho y que han sido colocados en el mercado. Es importante hacerte conocido a partir de tu propio trabajo, porque puedes conocer a mil personas en un festival, en un cóctel, en presentaciones o reuniones», dice Bettati.

«Ahora sabemos qué cosas podemos hacer y qué cosas no. Cómo originar ciertos recursos, cuándo estrenar las películas, qué perfil darles y, desde luego, también entender a los directores», expresaba Pablo hace un lustro a Olave.

Y agregaba que, cuando se trata de un filme comercial, salen a buscar recursos; pero si es una película más artística, no buscan un financiamiento privado o con retorno.

La experiencia en Hollywood

Una vez en Cannes, llegar a Hollywood solo era cuestión de tiempo, sobre todo tomando en cuenta el vuelo que comenzó a tener la carrera de Pablo como director. Un papel central lo jugó el director Darren Aronofsky (Pi y Requiem por un sueño), que fue presidente del jurado en la Berlinale de 2015 y quedó fascinado con El club. Ahí nació la oferta de Jackie, un proyecto donde el cineasta estadounidense, candidato al Oscar en 2011 por Black Swan, fungió de productor, en la primera película que filmaría Pablo en Hollywood.

Los hermanos además realizaron muchos viajes a Los Angeles tras haber sido nominados varias veces a los Spirit Awards y tres veces a los Globos de Oro. Así trabaron contacto con Jonathan King, de la productora Participant Media, la firma presidida por Jeff Skoll, que terminaría financiando parte de No. King fue el productor ejecutivo de No, de Una mujer fantástica y antes tuvo el mismo cargo en Spotlight, el filme estadounidense que ganó el Oscar en 2015.

Además, Participant Media fue la que logró vender esta cinta a Sony Pictures Classics, cuenta Juan de Dios.

«Ahí nos toca conocer y trabajar por primera vez con Sony», específicamente con su cofundador Michael Barker, añade.

Para hacerse una idea, Barker, nacido en Alemania, ha trabajado con películas que han recibido 169 nominaciones a lo largo de su carrera, varias de las cuales han triunfado en distintas categorías, como Amour (ganadora del Oscar frente a No), Medianoche en París de Woody Allen y Hable con ella de Pedro Almodóvar.

Si las obras de Pablo (No) y Lelio (Gloria), que se vieron en muchos países, les allanaron el camino para la candidatura al Oscar, primero en Chile y luego en Estados Unidos, y luego su obtención, sobre todo a nivel de lobby en Hollywood, con seguridad fueron importantes actores como King, Aronofsky y sobre todo Barker, en calidad de jefe de Sony.

El talento de Pablo

Sin duda, la persistencia, la suerte y el buen olfato han sido otros protagonistas del éxito. Un ejemplo: Fuga, aunque sufrió duras críticas, fue vista por el venezolano Peraza, vicepresidente de HBO, quien invitó a los hermanos a una reunión a Estados Unidos. A partir de ese encuentro surgiría la serie «Prófugos», según contó Juan de Dios a la revista Capital, que en 2016 fue elegida como una de las mejores 25 de todos los tiempos.

Otro ejemplo lo cuenta López. En 2013, cuando Fábula celebraba el Oso de Plata concedido a Paulina García por Gloria, los hermanos Larraín conversaron con el director de la Berlinale desde 2001, Dieter Kosslick, y le preguntaron qué película le gustaría ver en una próxima edición. Él respondió que una sobre el escándalo de abusos al interior de la Iglesia. El resultado: en 2015, Larraín presentó su cinta El club, que ganó el Oso de Plata.

El club es un buen ejemplo de otra característica de Pablo Larraín y, por qué no, de Fábula: la sintonía fina, a la hora de hacer una película, con los temas en boga, algo que ayudó mucho a Una mujer fantástica en los Oscar en medio de las campañas MeToo y otras vinculadas a las minorías sexuales.

Pablo «ha sido extremadamente eficiente en escoger temas que puedan causar un interés internacional, y ha generado redes que le permiten llegar con esos temas y con esas películas muy bien manufacturadas desde Tony Manero hacia adelante, a espacios internacionales de gran visibilidad», señaló en su momento la directora de Femcine, Antonella Estévez.

«Ellos saben qué historias les gusta ver en el mundo de Chile», coincide Freund. «Por eso hacen Tony Manero, Post Mórtem y No, que tienen que ver con la dictadura, Allende y el retorno de la democracia», temas por los cuales nuestro país es conocido en el exterior.

El cine de Fábula ha tenido la virtud de «hablar de temas que nos importan a todos», complementa Bettati, pero nunca ha perdido de vista la importancia de la «denominación de origen».

«Hoy se mira al cine chileno como un cine súper profesional, de alta calidad, bien trabajado en sus detalles, con claras intenciones de exportar. Hay un prestigio», concluye Bettati. Unas características en las cuales, sin duda, Fábula trabajó desde el comienzo.

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